Tras las apariencias

By beleenita

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¿Qué pasa si tu vida da un giro de 180 grados? ¿Qué pasa si tus estúpidos padres deciden cambiarte de institu... More

Maldito idiota de ojos verdes.
El idiota, ¿me espía?
Rubia estúpida.
El esguince y las mariposas.
Un secreto y una llamada.
El secreto de Carlos
El último día en la nieve
Llegada al internado
¿Solitaria?
¿Idiota yo o idiota tú?
"El que no arriesga no gana"
Más mentiras.
No puede ser.
Bocadillo de Asier a las 3 a.m.
"Entonces, duermo aquí."
"Piensa mal y acertarás"
A la luz de la Luna.
Notas y más notas...
Más apuestas no, por favor.
Proyecto Playboy
Adiós momento romántico
¡Compras!
"¿Querías jugar?Pues vamos a jugar"
El universo vs Victoria
Innovando...
Seguimos jugando
Uno se va para que otros lleguen.
Porque no lo estoy, ¿verdad?
El baile
Despedidas
Epílogo
NOTAAA

Prólogo

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By beleenita

Me desperté con el sonido de la alarma del móvil, sonaba una estúpida canción ¿la típica del móvil que al escucharla quieres estamparlo contra el suelo para que deje de interrumpir tus dulces sueños? Pues esa.

La retrasé y me di la vuelta mirando la ventana, cerré los ojos para volver a dormir unos minutos más pero la luz que entró por la ventana, esa que antes estaba a oscuras, me dio en toda la cara.

-Hummm...-Gruní mientras me tapaba la cara con la almohada que olía a mi champú de frutas.

-Ni hummm ni nada, venga enana levanta ya.-Dijo mi hermano tirándome un peluche de un husky (el único que tengo) que estaba en el suelo.-Es lunes y tienes que ir a clase.

-Hummmm...-Intenté replicar algo pero sólo ese sonido salió de mi garganta.

-Si no hubieras salido ayer no te costaría levantarte.-Me quité la almohada y le lancé de vuelta el peluche dándole en la cabeza. Él se giró y me miró mal con esos ojos marrones que a veces dan miedo, esta no era una de esas veces.

Mi hermano, un moreno de ojos marrones, y estúpida sonrisa de lerdo era el único que se preocupaba por mis estudios, claro, él es un universitario en el segundo año de carrera y tiene que preocuparse por la vaga de su hermana de 17 años.

Me resigné a que tenía que levantarme de la cama y arrastré mis pies por el suelo hasta llegar al gran armario que tengo frente a la cama. Saqué unos vaqueros y una camiseta ancha, muy ancha, para que disimulara mis 85 kg. No es que el medir 1,60 y pesar eso me desagrade, aunque a veces si, es que no me gustan las camisetas ajustadas...me quitan la respiración.

Cogí una toalla y mi albornoz y fui al baño, me metí en la ducha y el agua recorrió mi cara....agua fría para despertarse pero para congelarse a la vez.

Una vez que salí y me vestí volví a mi habitación mientras peinaba mi pelo pelirrojo que estaba lleno de nudos...eso me pasa por no ponerme acondicionador...

Me sequé el pelo y lo dejé caer suelto y liso por mi espalda llegando por la mitad de esta.

Cogí mis pulseras y mi goma negra que nunca se separaba de mi muñeca izquierda y bajé a desayunar.

Cuando llegué a la cocina vi una taza de café con leche y una nota de mi hermano al lado.

Iba a llevarte pero eres una tardona y no quiero llegar tarde, igual te quiero enana.

Y ese es mi hermano, un chico dulce pero idiota a la vez. Ah, se me olvidaba, se llama Adrián.

Me lo bebí de un trago y volví a subir corriendo a mi habitación a por la mochila que había dejado el viernes en el suelo, debajo del escritorio y como no, sin preparar.

Metí rápidamente los libros en la mochila y cogí el archivador preparada para el lunes....bajé las escaleras y cerré la puerta con llave al salir, me puse los cascos y en media hora ya estaba en clase, 5 minutos de retraso pero en clase.

El profesor se me quedó mirando con desaprobación y yo simplemente le ignoré. Caminé hasta mi sitio en la última fila y mi amiga Sheila me sonrió, golpeó la mesa que tenía detrás y allí me senté.

-Victoria siéntate y deja de interrumpir mi clase.-El profesor volvió a darse la vuelta y a escribir en la pizarra fórmulas matemáticas que dudo que alguien pudiera entender.

-¿Irás a la excursión de fin de curso?-Susurró Sheila con una sonrisa en su cara. Era muy guapa, sus ojos verdes se resaltaban con su pelo rubio y sus dientes perfectamente blancos. A veces la envidiaba por ello...en comparación con ella una chica morena, de ojos marrones y dientes amarillentos por el tabaco no era nada.

-Claro, me encanta la nieve.-Sonreí e intenté aprender las estúpidas fórmulas. No por gusto, sino porque el examen final era la semana que viene y aún me quedaba mucho que entender.

La clase terminó y yo estaba desesperada, lo único que había entendido en esta clase es que la x acaba convirtiéndose en un número, ¿cómo llegar ahí? Eso aún me era un acertijo. Resople del estrés y recogí mis cosas para salir al pasillo y ver a mis amigas. El profesor de unos 35, rubio y con una nariz...¿cómo decirlo? especial, se acercó a mi mesa justo cuando iba a salir.

-Sé que te resulta difícil pero debes aprobar, si pasas a segundo con las matemáticas va a ser más complicado. -No es que este profesor me cayera mal, no, es que es demasiado difícil soportar sus discursos.

-Lo sé y lo intento pero no puedo con ello.-Me resigné a aceptar la realidad. Victoria, eres una negada para las matemáticas.

-Puedo darte clases por las tardes.

-No importa. Pediré ayuda a Sheila.-Y después de estas palabras me escabullí a la puerta para encontrarme con mis amigas Noelia y Julia, que estaban en la clase de letras.

-¿Qué te ha dicho?-Preguntó Sheila.

-Nada, clases.-Sonreí y vimos acercarse a la profesora de economía. Se acabó el descanso...

Las clases pasaron muy rápido y ya estaba caminando hacia mi casa cuando mi hermano me dijo que subiera al coche.

-¿Qué tal el día?-Preguntó mientras me abrochaba el cinturón de seguridad.

-Genial menos matemáticas.

-Yo te ayudaría...pero ya lo intentamos.-Se frotó la frente y yo sonreí.

-¿Te he dicho ya que lo siento?

-¿Por hacerme perder mi tiempo o por tirarme un libro a la cabeza?-Sonrió mientras giraba a nuestra calle.

-Por las dos, supongo.-Me encogí de hombros y guardamos silencio hasta llegar a casa.

Bajamos del coche y entramos en casa, mi madre estaba en la cocina...que raro.

-Hola mamá.-La saludé desde la puerta.

-Hola hijos. Venid un momento.-Esto era raro, muy raro. Adrián y yo nos miramos incrédulos y caminamos cautelosos hasta la cocina donde también estaba mi padre.

-¿Qué pasa?-Preguntó mi hermano mientras se sentaba en la silla de la barra.

-Disfrutad de lo que os queda de curso, el que viene nos iremos de aquí.

-¿Qué? No puedes decirlo enserio.-Me senté junto a mi hermano sin poderlo creer aún.-¿Sabes lo que me ha costado hacer mi vida aquí? Jurasteis que no volveríamos a mudarnos.-Y era verdad, de pequeña siempre había vivido un año en un pueblo o ciudad distinta por el trabajo de mi padre y cuando cumplí los 15 me juraron no volver a hacerme eso, pero al parecer sus juramentos no valen nada.

-Lo siento pequeña, no hay más opciones.

-¡Claro que las hay papá! Quedarnos es una muy buena opción.-Dije bajando el tono de mi voz. Sabía que no serviría de nada quejarme, nos iríamos igual.

-Lo siento mucho hijos. Ya tenemos mirado un internado para ti Vicky. Y bueno también una buena universidad para que sigas tus estudios. -Dijo mi madre entregandonos unos billetes. Miré la fecha. El día después al regreso de la excursión...genial...

-¿Esto quiere decir que la excursión será mi último viaje con mis amigas?-Mi madre asintió con tristeza y yo no podía creerlo.-¡Nunca os habéis preocupado por mi y ahora esto! ¡No quiero irme, Adrián tampoco! Nos quedaremos aquí, él...él es mayor de edad y yo lo seré pronto. Podemos vivir solos.

-Eso no es una opcion.-Y ahí volvía a aparecer la madre autoritaria que no pensaba en sus hijos.

-Seguro que nos queréis exhibir como hijos perfectos en vuestras estúpidas reuniones ¿verdad? Pues escuchadme bien: me iré de aquí, pero ni loca volveré a esos lugares. Además, estaré en un internado. ¿Me sacareis de paseo cuando os venga en gana?

-Calmate. No me gusta tu tono de voz.

-¡Y a mi no me gusta esto! Si voy al internado no saldré de allí. ¡Os odio!-Y corrí hacia mi habitación para tumbarme en la cama y llorar como una loca. Mi hermano intentó entrar pero había echado el pestillo. Quería estar sola y sola me quedé.

Al día siguiente me levanté muy rápido, quería disfrutar el poco tiempo que me quedaba aquí.

Me vestí, desayuné y termine de hacer todo incluso antes que Adrián, que al contrario que yo tenía cara de no querer hacer nada en todo el día.

En clase les informé a mis amigas de la nueva noticia y se quedaron igual que yo al enterarme, heladas.

-Pero no puedes irte.-Dijo la castaña de ojos verdes.

-Díselo tú Noe. De mi pasan.-Contesté desganada.

La pelirroja de ojos marrones me dio un abrazo intentando no llorar y tuyo sonreí.

-Vamos Julia que aún sigo aquí.-Le devolví el abrazo y entramos a clase.

Sheila se sentó a mi lado en lengua y comenzamos a hablar sobre la excursión, pero de pronto cambió de tema.

-¿Y le dirás a Carlos lo que sientes?-La miré mal.

-No digas su nombre...para algo está "Sr.X".-Ella sonrió y me pidió perdón con la mirada. Yo le sonreí.

-Bueno contesta.-Insistió.

-Puede ser...no volveré a verle. ¿Qué pierdo?-Pregunté algo avergonzada.

-Nada, no pierdes nada.-Sonreimos y miré a Carlos que estaba sentado en la primera fila como castigo por no hacer los deberes. Su pelo negro y sus ojos azules me volvían loca y cada vez que me hablaba...cada vez que me hablaba no podía ni respirar.

Nos hicimos amigos el primer día que llegué aquí, cuando hice que el chico "guay" del instituto cerrara la boca. Se estaba metiendo conmigo y estaba harta de que lo hicieran así que le planté cara y bueno...le quité a su mejor amigo.

Del que ahora estoy pillada hasta las trancas...

Cuando las clases terminaron se me acerco alguien por la espalda. Yo me asusté cuando puso sus frías manos sobre mis ojos pero al respirar aquella colonia sonreí.

-Carlos ¿qué haces?-Pregunté sonrojada.

-Darte una sorpresa. Julia me dijo en el recreo que te ibas y bueno...quería decirte algo.

-¿El qué? -Pregunté ansiosa. Si se me declaraba juro que caería allí mismo. Pero no pasó...

-Quiero que sepas que eres la mejor amiga que un chico puede tener y que te extrañaré mucho. No te olvides de llamarme o mandarme e-mails. Lo esperaré con impaciencia. -Sonrió y besó mi mejilla.-Hasta mañana fea.

Y me morí. ¿Cómo le vas a gustar a un chico como él siendo tú? Me pregunté mientras caminaba hasta mi casa, y la verdad es que odiaba hacerme esa pregunta porque cada vez que me la hacía me daba el bajón.

Me encerré en mi habitación toda la tarde, y el resto de las tardes hasta la tarde anterior a la excursión. Había una fiesta de despedida en mi honor y también se celebraba que ya teníamos las notas. Me había quedado matemáticas...que raro.

Me preparé para la fiesta y mis amigas vinieron a por mi.

-¿Lista?-Preguntó Sheila.

-Lista, vamos.-Incité y caminamos hasta la casa de Carlos, mi Carlos, donde se celebraba la fiesta.

Nada más llegar a la gran casa de color blanco y de tres pisos vi una gran pancarta que decía:
Te extrañaremos Vicky. Te queremos!

Al verla no pude evitar sonreír mientras alguna lágrima se me escapaba sin querer. No me gustaba llorar, me hacía ver débil...pero esto no lo pude evitar. Abracé a mis amigas y después a un sonriente Carlos que se acercó con dos vasos a mi.

-Toma fea. Diviértete.-Besó mi mejilla y caminamos abrazados hasta el interior donde esperaba una gran cantidad de gente bebiendo, bailando y besándose por todas partes.
Ojalá fuera yo uno de los últimos...pensé mientras miraba de reojo a Carlos.

La verdad es que sólo había besado a un chico en mis 17 años, ¿pero quién va a culparme si ninguno quiere?

-Tengo una sorpresa para ti.-Dijo mi amor imposible en mi oído. Sólo lo escuché yo gracias a la alta música que sonaba en cualquier rincón de la casa.

-¿Y qué es?-Pregunté vacilante. No quería volver a ilusionarme porque sabía que no pasaría nada.

-Ven conmigo y te la enseño.-Susurró de nuevo en mi oído.

Subimos hasta su habitación, sé que era la suya porque había estado aquí millones de veces, para estudiar no penséis mal.

Los pósters y la guitarra eléctrica seguían colgadas en la pared, como siempre. Pero había algo nuevo, una gran foto de nosotros sonriendo. Al verla sonreí como una idiota mientras Carlos cerraba la puerta.

-¿Está es mi sorpresa? -Dije señalando la gran foto colgada en la pared.

-Es una parte, si. ¿Sabes que estás muy guapa cuando sonríes? -Caminaba despacio hacia mi mientras bajaba el tono de su voz.

-No-No me lo habían di-dicho.-Tartamudeé y él sonrió. Me encantaba su sonrisa perfecta, su manera de ser divertida y despreocupada, me encantaba él.

-Tú también me encantas.-Dijo como si me hubiera leído la mente, muy cerca de mis labios.

-¿Desde cuándo? -Pregunté feliz pero nerviosa.

-Desde que sé que te vas y no podré volver a hacer esto. -Cuando terminó de hablar me dio mi segundo beso, y el tercero, y el cuarto...y yo me sentía en las nubes...

Me sentía en las nubes hasta que mi querida amiga Julia entró sin llamar e hizo que nos separaramos de golpe.

-Yo..lo siento.-Dijo riendo como una idiota. Se notaba que estaba borracha....¿cuánto tiempo había estado aquí?

Miré mi móvil...llevaba una hora besándome con mi querido Sr.X, va a ser verdad que cuando haces lo que te gusta pierdes la noción del tiempo...

-Creo que deberíamos bajar.-Sugerí y él aceptó después de besarme unas veces más.

El resto de la noche la pasé bailando, bebiendo y besándome con Carlos...al final si iba a ser una de aquellas parejas babosas que ahora tanto me gustaban.

Llegué a casa a las 2, tenía que madrugar y debía dormir. Me tiré en la cama y todo empezó a darme vueltas, sólo veía a Carlos en mi cabeza y recordaba el sabor de sus dulces labios mientras me quedaba más y más dormida.

Cuándo desperté a la mañana siguiente me dolía la cabeza y sentía como si un camión me hubiera atropellado, pero debía ducharme. Me esperaba una larga semana en la nieve.

Una semana que pasaría con Carlos.

Espero que os guste! Intentaré escribir a menudo (:

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