"Entonces, duermo aquí."

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No debo llamarlo, ¿o si? No lo sé. Quiero agradecerle lo que hizo por mi pero en teoría estoy enfadada con él...pero...

¿cómo enfadarme con una persona que se cuela en mi habitación para dejarme flores? ¿con una persona que aparece de la nada para llevarme a la enfermería?

Pero a la vez es un cerdo que engaña a las tías...
No, Vicky. No caigas en su red. No dejes que juegue contigo, no más.

¿Y si mi conciencia piensa así porque mi cuerpo la ha ignorado y a pulsado el dichoso botón verde? Quizá porque tu cuerpo no piensa.
-O quizá porque es más listo que tú, amiga.-Vale, empiezo a plantearme que estoy loca. O que tengo secuelas de la caída. ¡Estoy hablando sola!

Espero pacientemente mientras escucho tres "Pi" y empiezo a morderme las unas en el cuarto. Dejar de fumar es bueno según como se mire, ahora necesito un cigarro. Pero no voy a fumarlo, soy una chica fuerte, espero.

-¿Sí? -Pregunta una voz de chica al otro lado. Esa voz me suena...

-Hola. ¿Puedes ponerme a Asier?

-Depende. ¿Quién eres?

-Una amiga.

-Victoria ¿no?-Pregunta con asco.

-Si, por favor pasamelo.

-Me temo que no. Está con su novia.-Y escucho un movimiento seguramente en una cama.

-Dile que gracias.-Digo con el corazón hecho pedazos. Al parecer la estúpida rubia si era su novia, o una más.
Al menos no te quiere, puta.

-¡Espera!-Ahora es su voz. Seguramente ese movimiento fue para quitarle el móvil. Sonreí ante esa idea.

-Gracias por llevarme a la enfermería y por las flores. Y dile a tu novia que le pueden dar bien duro por el culo.-Y con esto corto.

Vale, quizá no haya sido una princesa educada de cuento, pero iba a agradecerle y eso he hecho. ¿O no? La manera no estaba fijada.

Busqué el número de mi padre y lo llamé.

-Hola, papá. -Susurré.

-Hola hija. ¿Cómo estás?

-Estoy...¿tú?

-Igual. Oye...quería pedirte perdón...

-Da igual. -No tengo ganas de que me pida perdón por pasar de mi. No tengo ganas de que me pida perdón por haberme ocultado que venían a verme. No tengo ganas de que me pida perdón por nada, sólo quiero que sea un padre normal.

-Pero...

-Nada, papá. Sólo quería saber qué tal estabas y decirte que te despreocupes del funeral. Ya lo está organizado Adri.

-Oh. Vale. ¿Cómo está?

-Pregúntale a él. Adios.-Dije con un tono cortante. ¿Tanto le cuesta llamar a sus hijos?

-Adiós Victoria.-Colgué y salí de la habitación. No sabía dónde ir pero no quería estar encerrada.

Cerré la puerta con la llave y vagué por los pasillos sin un rumbo, terminé sin saber muy bin cómo en las habitaciones de los chicos.

Podría ir a ver a Diego, supongo. Quizá me de un poco de apoyo moral.

No recordaba cual era su habitación, ni siquiera sé si alguna vez me lo ha dicho, asi que simplemente esperé a ver a algún tío que pasara para preguntarle por él.

Caminando unos cinco minutos en una especie de circuito, desde el principio hasta el final del pasillo una y otra vez, vi a un moreno alto y fuerte. No me sonaba de verlo con Diego, pero por probar...

Tras las aparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora