Proyecto Playboy

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No sabía como pero había pasado toda la mañana en un suspiro, sin darme cuenta ya estaba sentada en la cafetería tomando mi bocadillo de pechuga para la comida, acompañado con un zumo de naranja y una manzana verde.

Cuando me lo terminé subí a mi habitación y me tumbé en la cama.

¿Qué puedo hacer un día en el que no tienes ganas de nada? Pues eso, nada.

Mi mirada se perdió en el techo y estuve pensando en que quizás no debería odiar tanto a mis padres.

Es decir, son mis padres y aunque me ignoren, no miren por lo que yo quiero, sólo se preocupen por su beneficio...No, lo retiro, está bien como está.

Me levanté y abrí la ventana. Sin pensarlo dos veces me senté en el borde de esta y miré el fantástico patio interior, lleno de flores, árboles y bancos.

No estoy loca por sentarme ahí, sólo me aburro ¿vale?

Me sorprendió ver a una pareja en medio, en realidad no.

Me hubiera metido de nuevo dentro pero la pareja me dio curiosidad, eran Diego y una de las gemelas.

En circunstancias normales me hubiera hecho a un lado y me hubiera metido, pero no era una circunstancia normal, era Diego y una gemela ¡discutiendo!

Esta conversación era digna de escuchar.

Si, lo reconozco, soy una puta cuza.

-Venga, Marta. Sólo una vez.-Suplicó mientras se acercaba para intentar besarla. Ella le hizo la cobra y yo sonreí regocijandome en mi dicha. El imbécil rechazado, Ja.

-No soy Marta. ¡Soy Sofía, imbécil! -Gritó ella mientras lo apartaba.

-¿Que más da? Follar, follais las dos.-Se rió de su propia gracia. Patético...

-Eres un imbécil. Eres el tío más patético con el que me he cruzado. Si tienes cerebro seguro que no está donde debería estar. ¿Crees que jugando con las tías vas a ser más macho? ¿Más guay? Por favor...que infantil. No sé cómo pude estar enamorada de ti. Das ASCO, ¿oíste? -Puso una mueca y se fue a la residencia. Yo no podía parar de reír.

No sólo le habían rechazado, también le habían humillado y desinflado su estúpido ego.

Mi risa debía escucharse por todo el patio porque él se dio cuenta y me miró.

Su mirada transmitía odio, ira y bueno...yo sólo quería reírme.

-¿Tú qué miras, gorda?-Preguntó en tono desafiante, enfadado. Patético.

-Tu patética vida, payaso.-Y seguí riéndome hasta que no pude másy tuve que entrar dentro. Corría peligro de caerme y morir. Bueno quizás sólo romperme unas costillas.

-¿No tienes una?-Preguntó aún más enfadado. Yo ya estaba dentro y me apoyé el el marco mirándolo con una gran sonrisa.

-Claro, pero ahora mismo es más interesante ver como te pisotean ese grandísimo ego y como se llevan tu dignidad.

-Puta.

-Y mi coño lo disfruta.

-Zorra.

-De verdad, no creo que sea bueno que me llames igual que tus "novias". Podrían enfadarse ¿sabes?-Me dedicó una mirada de puro odio y me sacó el dedo.

-Vete a la Mierda.

-Me tocaría bajar hasta ti y no tengo ganas. Lo siento guapo.-Le lancé un beso y volvió a mirarme mal.

Tras las aparienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora