-Dígame... - dijo Janette intrigada rompiendo el silencio que había en el avión - ¿Cómo me conoce?
-Ya te lo hemos dicho, somos como tú, mutantes - le sonrió Charles -. Yo puedo leer la mente a las personas, y Tormenta puede controlar y crear el tiempo.
-El nombre ya decía algo - bromeó Janette cortante.
-No te diré que no... - dijo con indiferencia Tormenta, y Charles se rio.
-¿Y eso de la escuela para mutantes? - le preguntó Janette a Charles. - ¿Es una especie de... refugio?
-Como una escuela privada. Enseñamos a que los alumnos controlen sus mutaciones de manera que las usen cuando quieran, pero sí, también es como un refugio. - dijo serio Charles.
Janette asintió e intentó imaginarse aquel lugar. Ella estaba de fondo en sus pensamientos hasta que Charles le preguntó:
-Janette, ¿por qué no has tratado de hacer una vida normal?
-¿Disculpe? - rio Janette.
-La mayoría de los mutantes se relacionan con los humanos, trabajan igual que los humanos y, a veces, se ocultan. Pero tú no, tú andas sin tener un lugar concreto dónde ir. - Janette escuchaba atentamente las ciertas palabras de Charles que le sentaban mal.
-Si sabe mi pasado, entonces no tiene porqué preguntar. - dijo seria Janette.
-La verdad, no lo sé todo, sólo se cuando te enteraste de que eras una mutante. - se sinceró Charles.
-¿Sólo eso? ¿Por qué?
-Porque yo no soy nadie para meterme en la vida íntima de los demás, si tu deseas contarmelo, yo te escucharé con atención. - dijo sonriendo Charles para causarle buena impresión.
Ella no añadió nada más y se limitó a callar.
-Ya estamos llegando. - informó Tormenta.
-Bien, gracias, Tormenta. - le dijo Charles, y ahora se dirigía hacia Janette. - Tormenta te enseñará las instalaciones, las aulas, el gimnasio y la sala de entrenamiento.
-No sé si me voy a quedar aquí. - dijo cortante Janette. - Es mejor no adelantar sucesos.
-Claro, perdona. - se disculpó Charles.
-Ya estamos. - dijo Tormenta con una sonrisa. - Si quieres, puedes ver el exterior de la escuela desde aquí, Janette.
Janette se levantó para ver por la ventana y vio un gran edificio y, a fuera, gente andando por la hierba. Tormenta despegó y bajaron todos del avión.
-Bien, sigueme, Janette. - dijo Charles.
Janette, no muy segura de lo que estaba haciendo, le siguió hasta un despacho que parecía ser de él. Ella dejó su bolsa al lado de la puerta.
-Este es mi despacho, puedes venir a pedirme ayuda cuando te plazca. - dijo Charles. - Ahora, si no es molestia, Tormenta, muéstrale las instalaciones. - dijo, y ella asintió.
-Por aquí. - me dijo con una sonrisa.
Después de salir del despacho, un hombre que estaba en buena forma, entró en él.
-Por ahí están las habitaciones de los alumnos, por aquí la de los profesores. - decía mientas andaba y a la vez señalaba.
Janette se quedaba maravillada al ver lo bien que estaban los pasillos y las puertas. Había tanta que a Janette le daban ganas de ver qué se encontraba en cada una.
-Esto es el gimnasio. - dijo Tormenta trás abrir una puerta de metal.
-Es enorme. - dijo Janette.
-Sí, es muy espacioso por la cantidad de alumnos. - añadió Tormenta.
-La verdad, todo está... genial. Bien cuidado. - dijo Janette.
-El Profesor ya te lo dijo pero... nosotros sólo queremos ayudarte. - dijo Tormenta.
-¿El Profesor? - preguntó confusa Janette.
-Oh, sí. Así llamamos todos a Charles.
-Ah, de acuerdo. - dijo con indiferencia Janette. - Yo prefiero Charles. - añadió, y Tormenta rio.
Cuando Tormenta terminó de enseñarle las instalaciones a Janette, esta preguntó:
-Y ahora, ¿qué?
-Depende de ti. ¿Quieres quedarte una temporada a ver qué te parece?
-No lo sé. - dijo seria. - ¿Sabes? Me has caído bien.
-¿Y eso ya es mucho? - preguntó riendo Tormenta.
-Demasiado. - bromeó.
Ambas se rieron y de pronto, Janette escuchó de nuevo la voz de Charles que le pedía que regresara a su despacho.
-¿Te ha gustado lo que has visto? - le preguntó Charles sonriente.
-Bueno... Es bonito. - bromeó, y Charles rio.
-¿Te quedarás? - le preguntó ahora serio a Janette.
Janette frunció el ceño y cruzó sus brazos de forma pensativa. No sabía de verdad si aquí iba a estar a salvo, es decir, no la perseguía nadie, pero siempre quedan humanos que no aceptan a los mutantes. Janette se dirigía hacia la puerta y Charles le preguntó:
-¿A dónde vas?
-A buscar mi habitación. - dijo seria cogiendo la bolsa del suelo.
Charles sonrió y le dijo:
-Espera, avisaré a alguien para que te lleve a tu habitación.
Ella asintió quedándose de pie junto a la puerta. Al instante, la puerta sonó y entró un hombre con pelo y piel azul, un rostro que le asustó a Janette.
-¡¿Qué demonios...?! - exclamó sorprendida Janette.
El hombre la miró confundido.
-Janette, te presento a Hank, nuestro profesor de ciencias. - dijo Charles.
-Un placer. - dijo ese mutante extendiéndole la mano, y ella, sorprendida del tamaño de su mano, la aceptó.
-Igualemente... - dijo aún perpleja.
-Hank, ¿serías tan amable de enseñarle su habitación?
-Claro, ven conmigo. - dijo Hank, y Janette lo siguió. - Por aquí.
Janette, sorprendida, lo seguía y por el camino, caminaban niños mutantes que de vez en cuando se la quedaban mirando porque no la conocían.
-Aquí es. - dijo Hank con su voz aguda, mostrándole la puerta.
-Gracias. - dijo Janette.
Y estaba a punto de abrir la puerta, pero antes le dijo:
-Oye, siento mi comportamiento de antes, pero es que nunca había visto a nadie tan... bueno, como tú.
-No te preocupes, no es nada. - dijo sonriendo. - Bienvenida a la escuela.
-Gracias. - dijo devolviéndole la sonrisa.
Janette entró en su habitación, era bastante espaciosa y elegante.
-No está mal... - murmuró Janette dejando su bolsa en el suelo.
Janette ojeaba su habitación. También había un baño, eso le impresionó.
-Pero que nada mal... - volvió a murmurar riéndose.
De pronto llamaron a la puerta.
-Adelante. - dijo Janette, y le hizo gracia decir eso.
-Veo que ya has tomado tu decisión. - apareció Tormenta. - Me alegro.
Janette se limitó a hacer una falsa sonrisa.
-Por cierto, el profesor te reclama. Todavía hay más. - dijo Tormenta. - ¿Vamos?
-Sí.
Janette fue de nuevo hacia el despacho de Charles con Tormenta. Cuando llegaron, lo primero que hizo Charles fue disculparse por hacer venir a Janette tantas veces.
-No importa, ¿qué pasa? - dijo Janette.
-Tormenta, déjanos a solas. - dijo él, y ella accedió.
-Janette, a mi y a Tormenta, nos gustaría que colaboraras en la escuela. - dijo temeroso de que se negara.
-¿Colaborara? - preguntó con inquietud.
-Sí.
-¿Haciendo qué? - preguntó seria.
-Siendo la nueva profesora de historia. - dijo él.
-¿Qué? - preguntó al no esperarse esa petición.
-Sí, nos vendrías bien, pero no pienses que ha sido por lo que te hemos traído aquí, no es eso. - dijo Charles. - Nos vendría bien porque, tu ves el pasado y el futuro.
Janette se levantó rápidamente de la silla en que estaba sentada y le dijo:
-Lo siento, pero no sigas por ahí. No pienso mirar el futuro de nadie. Ni el pasado.
-Lo sé, tranquila. No digo que mires el pasado de alguien, lo bueno sería que mirases el pasado de los sucesos. De la historia. - dijo Charles.
Janette lo miró seriamente, y se volvió a sentar.
-Bien, ¿qué me dices? - le preguntó sonriente.
Janette miró al suelo, después a Charles y le dijo:
-De acuerdo.
Charles sonrió y le dijo:
-Bien.
-¡Pero como un mocoso se pase de listo, me piro por esa puerta! - objetó Janette, y Charles se rio. - Y por cierto, mientras yo esté aquí, te pienso llamar Charles, no Profesor.
-Como quieras. - le dijo aún sonriente, y miró por la ventana. - Ya ha oscurecido, deberías ir a dormir.
-Sí, será lo mejor... Después de este día... - bromeó Janette.
Estaba a punto de salir por la puerta, pero se paró, se giró y le dijo:
-Charles, he venido porque me has ofrecido tu ayuda y yo he aceptado a enseñar. - decía mientras Charles la escuchaba con detenimiento. - No he venido aquí para hacerme amiga de nadie.
Entonces salió y se fue a su habitación. Se acomodó y se durmió.