Una Segunda Oportunidad

By Lynn_Baez

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En el pasado las miradas de Alexander y Neyra destilaban amor, ahora solo irradian coraje, dudas y repudio. A... More

PREFACIO
♥ El Encuentro ♥
♥ ¿Por Qué? ♥
♥ La Desilusión ♥
♥ El Adiós ♥
♥ La Realidad ♥
♥ Las Dudas ♥
♥ Mala idea ♥
♥ Los Recuerdos ♥
♥ Aclarando Dudas ♥
♥ Mas Que Deseo ♥
♥ Una Verdad a Medias ♥
♥ Sin Culpa ♥
♥ Buenas Intenciones ♥
♥ La Boda ♥
♥ La Tormenta ♥
NOTA DE LA AUTORA
♥ Remordimientos ♥
♥ Las Consecuencias ♥
♥ En El Hospital ♥
♥ Cambio de Planes ♥
♥ El Perdón ♥
♥ Lo Correcto ♥
♥ En Familia ♥
♥ Un Minuto ♥
♥ En El Cielo ♥
♥ El Momento ♥
Epilogo

♥ El Dolor ♥

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By Lynn_Baez

~El dolor llega como una visita inesperada, sin avisar y sin ser invitado~


Después de un corto silencio, Alexander volvió a iniciar la plática.

–Estoy preocupado por lo de anoche.

–¿A qué te refieres?

–A tu desmayo y a que no recuerdas.

–Yo también lo estoy, pero quiero pensar que solo me bajo la presión. –dijo tratando de ser optimista.

–¿Padeces de la presión?

–No que yo sepa.

–¿No crees que es tiempo de que veas a un doctor?

–Ya fui varias veces y creen que es solo estrés y que necesito tomar un descanso o trabajar un poco menos. De cualquier manera, ya me hicieron estudios de sangre antes de venirme, si no me han llamado es porque todo está bien.

–También aquí hay doctores y te pueden hacer todos los estudios que necesites.

–Lo sé, pero no hace falta. –comento tratando de no darle importancia, pero se quedó pensativa.

–Estas preocupada por lo que paso, no trates de negármelo.

–Está bien, lo estoy, pero no puedo hacer nada. Ahora deja de leer mis pensamientos porque te vas a dar cuenta si no me gusto tu café. –dijo sonriendo y trato de empujarlo con una mano, pero no le hizo nada.

El volteo para verla y se levantó la manga de su camisa para flexionar su brazo y mostrarle sus bíceps y tríceps.

–Bonita, ocupas más que eso para poder mover todo este musculo. –menciono coqueto y orgulloso de su anatomía.

–¡Que presumido eres! –dijo ella carcajeándose.

–Nada de eso, solo te estoy aclarando porque no puedes hacerme nada.

–Ya me di cuenta. –aseguro ella, y le dio un trago a su café.

–Neyra, hablando en serio... necesito pedirte un favor.

–Dime. –contesto intrigada al no tener ni idea de que le podía pedir.

–Trata de no salir a cabalgar tú sola y mucho menos en la madrugada y así de enojada como estabas anoche. –dijo él, viéndola a los ojos esperando verla moverlos como reproche; como solía hacerlo antes.

Neyra vio su sincera preocupación y se quedó pensando en lo que hubiera pasado si él no la hubiera detenido y si ella se hubiera sentido mal mientras montaba.

–¿Tanto se me notaba? –pregunto ella.

–Sí, desde que venias caminando me di cuenta.

–Eso no es cierto. No te puedes dar cuenta si alguien está enojado con tan solo verlo caminar.

–A la mejor de alguien más no lo pueda distinguir, pero de ti sí. Porque caminas más rígida y rápido cuando estas enojada. –le afirmo él y ella se quedó pensativa riéndose.

–Creo que tienes razón. – le dijo ella y después tomo un profundo suspiro al pensar en lo bien que la conocía el. –Lo tendré en cuenta. – le respondió ella, mientras deseaba tener el valor para pedirle una explicación a Alexander, si es que la había. Solo por curiosidad y tranquilidad mental, porque el daño ya estaba hecho; nada de lo que le pudiera decir podría cambiar el pasado. Al mismo tiempo deseaba poder olvidar todo lo que había pasado entre ellos para poder verlo sin sentirse desesperada por tenerlo enfrente y por no poder acariciarlo o besarlo. Se preguntaba cuántos años tendrían que pasar para que dejara de sentir eso.

Neyra no pudo evitar recordar cuantas veces en el pasado había soñado en tener todo el tiempo del mundo y la edad para poder estar con Alexander sin prisas. Sin temores y sin tener que preocuparse por el tiempo o por cuidarse para que su papá o sus hermanos o alguien de su familia los descubriera. Le dolía pensar en lo irónico que era la vida, en ese momento ella estaba ahí sentada a solo un metro de distancia de él, conversando y tomando el café que el mismo le preparo. Sin embargo, ahora en vez de amor solo había dudas y resentimientos. Lo único que no había cambiado era la química que había entre ellos la cual crecía más cada vez que se encontraban y después de haber revivido el fuego anoche, ahora cada vez que se encontraran a solas les iba a costar más trabajo reprimir sus deseos.

Alexander pensaba cosas similares, también creía que necesita escuchar una disculpa de parte de ella; necesitaba saber porque lo hizo. Deseaba escuchar una razón, o la excusa que haya tenido para romper su promesa de amor. La tenía tan cerca y por momentos le daba la impresión de que estaban en el pasado y que ella era su misma Neyra. Todavía le costaba trabajo creer que hubiera sido capaz de engañarlo, lo hubiera creído de cualquier otra mujer; pero no de ella.

Las miradas de ambos cambiaron por las dudas que tenían, al estar sumergidos en los recuerdos del pasado ninguno tuvo nada más que decir.

–Es hora de que me vaya. –dijo ella, y se levantó. podía ver en Alexander las misma dudas y deseos de aclarar lo que paso. Posiblemente, también el entendía que era mejor dejar el paso atrás.

–Te acompaño. –se ofreció, levantándose después de ella.

–No hace falta, ya te quité demasiado tiempo. Gracias por el café. –dijo al despedirse y darle el termo.

Alexander lo tomo y sintió que aún tenía café. –Llévatelo no lo necesito, o si quieres puedes tomarlo como excusa para venir a verme. –le sugirió casi sonriendo.

Neyra ciño el ceño y se le quedo viéndolo fijamente por varios segundos. –Adiós Alexander. –se despidió con una leve sonrisa.

–Hasta pronto bonita. –dijo y se dio la vuelta para entrar a su casa.

Neyra y Alexander prefirieron quedarse con la duda de porque su relación termino mal. Ella estaría ahí solo un par días y después cada uno continuara con sus vidas. Ambos ya habían tomado rumbos diferentes y además los dos eran muy orgullosos. Después de esas pocas horas que tenían de haberse encontrado no había duda de que los dos pudieron sentir la conexión mental y física que había entre ellos.

Si antes de ese día ninguno había podido remplazar al otro, en ese momento ninguno quería pensar en lo difícil o; mejor dicho, en lo casi imposible que sería encontrar a alguien después de pasar esos días juntos.

El encuentro entre ellos dejo a Alexander bastante pensativo y con más dudas de las que tenía antes. ¿Porque no podía perder el interés en Neyra como con cualquier otra mujer con quien pasaba un rato y después no le interesaba más? ¿Porque las palabras y la conducta de Neyra lo hacía pensar que ella todavía era una mujer de valores y principios y de ser así, dónde quedaron cuando lo engaño?

Poco después, cuando Alexander se iba yendo al trabajo, vio a Neyra a lo lejos montando, ella detuvo el caballo y se recargo sobre el cuello del animal mientras le acariciaba el pelo. Segundos después cuando se enderezo, fue para regresarse a todo galope hasta la casa de su papá. Por un momento Alexander tuvo temor de que no fuera a poder detener el caballo. Sin embargo, cuando vio que lo detuvo sin ningún problema antes de acercarse a donde estaba Manuel; hasta ese momento recordó lo buena que era para montar.

–Hasta que no te caigas un día del caballo. –dijo Manuel –no entiendo porque no puedes cabalgar como cualquier otra persona. ¿Cuál es el gusto de traer el pobre animal a todo lo que da? – le reprendió  su papá, sin levantar la voz.

Neyra desmonto y acaricio el caballo mientras sonreía al escuchar que su papá la estaba regañando como cuando era una niña, se acercó a su papá y le dio varios besos.

–No pasa nada papá, para eso son.

–A él no le va a pasar nada, pero a ti sí te va a pasar el día que te caigas.

–Eso no va a pasar. –dijo mientras ella se recogió el cabello y le dio un trago al café de su papá traía en la mano.

–¿A dónde vas? –le pregunto Manuel cuando vio que volvió a montar al caballo mientras él se subía a su camioneta.

–Contigo. –le dijo sonriendo.

–Yo voy a trabajar.

–Ya se. Y yo te voy a acompañar, porque vine para pasar tiempo contigo y eso es lo que voy a hacer. –le dijo e ignoro la mala cara que su papá le puso. Neyra paso toda la mañana con su papá quien a veces le ponía cara de enfado, pero a pesar de eso ella sabía que en el fondo él estaba feliz de que ella estuviera ahí a su lado.

Para la hora del almuerzo, Neyra se había quitado su blusa y se la había amarrado en la cintura quedándose con una camiseta blanca sin mangas. Ella pensaba que Alexander trabajaba fuera del rancho por eso le tomó de sorpresa cuando lo vio ahí y al darse cuenta de que él estaba observándola, se ruborizo y se puso nerviosa.

–Buenas tardes, Manuel. Hola Neyra, ¿cómo estás? –los saludo amablemente Alexander.

–Hola. –le respondió ella sin prestarle atención por temor a que los nervios la fueran a traicionar y a fueran a dejarla en evidencia enfrente de él y de su padre.

Manuel se adelantó para hablar con Alexander, ella prefirió ponerse a cepillar el caballo. Poco después, al ver que su papá no se desocupaba, fue a buscarlo y escucho parte de la conversación de ellos.

–¿Qué crees que sea lo mejor Alexander?

–Usted decide si quiere que traiga al veterinario suplente, o si de una vez veo que otro veterinario puede venir.

Manuel se quedó pensativo y preocupado, Neyra volteo a ver Alexander y con los ojos le pregunto qué estaba pasando. Alexander entendió y le dejo saber que todo estaba bien, ella le volvió a preguntar si estaba seguro y le confirmo que sí. Mas tranquila Neyra lo miro dándole las gracias, mientras Alexander trato de no reírse al darse cuenta de que aun podían comunicarse con la mirada.

–Ve que veterinario puede venir a verla, de preferencia hoy, también asegúrate de que haya alguno disponible en caso de que lo necesitemos antes. –le sugirió Manuel a Alexander. Poco después Neyra se dio cuenta que una de las yeguas estaba cargada y estaban preocupados porque era primeriza y estaba actuando extraño.

La jornada del día termino y antes de irse a su casa Manuel en compañía de Neyra fueron a darle una vuelta a la yegua, desafortunadamente la yegua había entrado en labor de parto y todo indicaba que iba a necesitar ayuda. Manuel le pidió a Neyra que llamara a Alexander y que le informara que necesitaban al veterinario de urgencia. Alexander hizo unas llamadas y después se fue a las caballerizas, al ver que ahí solo estaban Manuel y Neyra, se molestó porque no había nadie más que pudiera ayudarlo. Al no poder localizar a los trabajadores, a Alexander no le quedo de otra más que ir a buscar al veterinario porque no se sabía la dirección, por lo tanto, no pudo enviarla a ella. Muy a su pesar, no le quedo otra opción y Neyra tuvo que quedarse ayudar a Manuel.

En lo que llegaba el veterinario, Manuel comenzó a hacer lo que pudo para ayudar a la yegua y para su sorpresa Neyra le fue útil, observando cuando tenía que hacerlo y ayudando sin preguntar cuando era necesario.

Por desgracia todo indicaba que el potrillo estaba enredado con el cordón umbilical y lamentablemente se quedó atorado en el canal provocando que se asfixiara antes de terminar de nacer. Cuando Manuel no pudo hacer nada más para salvarlo, decidió que tenían que sacar en pedazos al potrillo muerto para prevenir un daño permanente a la yegua o inclusive la muerte.

Al principio Neyra se negó, pero al darse cuenta de que no había otra opción; porque tenían que salvar a la yegua y que el potrillo no iba a poder salir de ninguna otra manera, acepto. Manuel al verla dudar, le explico que no había tiempo para realizar algo similar a la cesaría de una mujer; además de que solo el veterinario podría hacerlo. Llorando en silencio, fue colocando con cuidada en el piso cada una de las partes que su papá le iba pasando. Cuando puso la última, se quedó observando lo que pudo haber sido la primera cría de la yegua.

Poco después cuando creyó que lo había asimilado y que lo que sucedió era parte de la vida, de la nada soltó el llanto al darse cuenta de que había sido una monstruosidad lo que acaban de hacer.

El veterinario y Alexander llegaron mientras ella veía la sangre seca en sus manos, el veterinario se dirigió con Manuel y la yegua mientras Alexander se acercó a ella al ver cómo le temblaban las manos. Cuando ella volteo a verlo, él vio su dolor en su rostro. Se quedo sin palabras mientras sentía la necesidad de abrazarla, en ese momento deseó poder borrar de su mente las imágenes que la había perturbado. Manuel también pudo ver el dolor que su hija estaba sintiendo en ese momento.

–Mija; es hora de que te vayas a la casa. –le dijo Manuel después de que la hablo un par de veces y ella pareció no escuchar. No era que lo estuviera ignorando, más bien estaba en un estado de shock viendo los restos del potrillo.

–Alexander llévatela de aquí. –pidió Manuel al ver que ella no se movió.

Neyra tardo unos segundos en reaccionar cuando Alexander se acercó a ella. Cuando lo hizo, se alejó de él, y  se puso de rodillas en el suelo para acariciar la cabeza a la yegua. Manuel estaba ayudando al veterinario y al ver la expresión de su hija y su ropa manchada de sangre, le pidió que se fuera a cambiar. Se lo dijo no porque le importara su aspecto o porque le molestara. Lo que no soportaba era verla tan frágil en ese momento. Aunque deseaba poder abrazarla y consolarla; sin embargo, primero estaba su deber era ver por el bienestar de la yegua.

Manuel estaba feliz de tenerla a su hija a su lado, pero eso día había sido pesado y su cuerpo ya le pedía a gritos irse a descansar. Era lamentable lo que había pasado, pero no era la primera vez que una hembra primeriza perdía a su cría y por desgracia sabía que tampoco sería la última vez que eso pasara. Él no podía hacer nada para cambiar lo sucedido; lo único que podía hacer era darse prisa para terminar y para ello, necesitaba a su hija fuera de ahí.

–¿Se va a salvar la yegua? –pregunto Neyra a su papá y el veterinario.

–No lo sé. ¿Porque no haces lo que te dije?

–Y porque ustedes no tienen un veterinario de planta para evitar que cosas como esta vuelvan a suceder. –sugirió impotente y levantando la voz.

–Neyra. –hablo Alexander para recordarle que estaba hablando con su papá, al mismo tiempo que con su mirada trato de tranquilizarla.

–Lo tenemos, pero tuvo una emergencia familiar y tuvo que salir, además la yegua se adelantó un par de semanas. –respondió Alexander tratando de calmar la situación.

–Eso no justifica lo que acaba de pasar –dijo entre un mar de lágrimas de coraje y de dolor, –pobrecita, yo no soportaría perder a mi bebe. –dijo desesperada sintiendo lastima por la yegua.

–Alexander llévatela. –le ordeno Manuel, cansado por el trabajo y afligido al ver a su pequeña llorar de esa manera.

–Me quiero quedar para ver que va a pasar con la yegua. –respondió ella viendo a su papá.

–Hazme caso Neyra, ya viste suficiente. Tenemos bastante con el animal, no necesitamos que tú te vayas a sentir mal.

–Eso no va a pasar papá, peor ya no me puedo sentir. –contesto mientras sentía como todo su cuerpo temblada del coraje e impotencia que sentía en ese momento.

–Vete a quitar esa ropa y a darte un baño. –le ordeno su papá molesto y alterado por lo que estaba pasando, y por su mala conducta.

Enojada por el tono en el que le hablo su papá, Neyra se dirigió a la salida. Se acercó a la pila del agua, se hecho una cubetada de agua antes y después de frotar sus brazos y sus manos para tratar de quitarse la sangre y después se quitó la blusa y la tiro al suelo en señal de protesta y para resolver el problema de las manchas de sangre.

–¿Ahora si me puedo quedar? –pregunto molesta. –No hizo falta que Manuel le contestara, la mirada de desaprobación y de reproche que vio en los ojos de su padre la hizo darse la vuelta para irse; recogiendo la blusa que había tirado antes.














GRACIAS POR CONTINUAR LEYENDO.

¡Les mando saludos y bendiciones!

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