♥ Las Consecuencias ♥

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~Somos libres para equivocarnos, pero no para pagar el alto precio del error ~


Neyra regreso al lado de su familia y ahora que Bryan no estaba presente finalmente se permitió dejar salir a flote las emociones que había estado conteniendo para no hacer sentir mal niño. Se sentía devastada, en ese momento no sabía que le dolía más: si el saber que no iba a volver a ver a su papá o el saber que de ese día en adelante tendría que separarse de Bryan para que también pasara tiempo con Alexander y su familia.

Las horas pasaban y mientras tanto Neyra se rehusaba a apartarse del ataúd. La parte superior estaba abierta, así lo había pedido ella; ya que deseaba continuar viendo a su papá. Se reusaba a dejar de ver el rostro de Manuel y verlo con su camisa que se ponía cuando había un evento o alguna fiesta. Se negaba a quitarse de ahí, en ratos se sentaba solo por un momento en una de las sillas más cercanas a el ataúd, pero apartada del resto de la familia.

Neyra estaba sumergida en sus propios pensamientos. Todo lo que hacía era pedir en silencio que su papá despertara y que se levantara, o que ese momento fuera solo una pesadilla. Una terrible pesadilla de la cual despertaría en cualquier momento; sin embargo, los minutos pasaban, ella cerraba sus ojos y los volvía abrir para darse cuenta de que aun continuaba en el funeral de su papá.

Desesperada, le pedía a Dios con frenesí y devoción que eso solo fuera una mal sueño y que la dejara despertar. Si le daba esa oportunidad, ella sin dudarlo dejaría todo para regresar a vivir ahí al lado de su papá. No le importaba nada de lo material que tenía, si con todo eso pudiera comprar una oportunidad más para hacer las cosas bien; lo haría sin pensarlo.

Neyra era creyente y sabía que, así como ella deseaba estar al lado de Manuel, de igual manera sabía que su papá ahora estaba feliz; gozando de la presencia de Dios. El problema era ella, que iba hacer ella con todo ese remordimiento y como iba a poder con la inmensa culpa que sentía en ese momento. También pensaba en su mamá, como podría vivir sin él, sin el amor de su vida. Pensar en eso la atormentaba, por ello era mejor continuar contemplando el rostro de su papá y a volver a tener la ilusión de que todo era un error, que el corazón de su papá no había dejado de latir por siempre.

Sabía que era tonto, además de imposible; pero aún no podía dejar de anhelar ver que su papá volviera abrir los ojos. Prefería fantasear que quizás todos estaban en un error y que su papá iba abrir sus ojos y se iba a levantar de ahí. Si ese momento doloroso que estaba viviendo no era una pesadilla, entonces pedía al cielo que su papá fuera uno de eso casos extraños de catalepsia o muerte aparente como también la llamaban.

Cuando comenzó a tener un fuerte dolor de cabeza, se imaginó que era porque no había comido o bebido agua desde en la mañana; era eso o todos las cosas que cruzaban por su mente. No le importaba que tan absurdo fueran o que tan loco sonara, esas ideas eran mil veces mejor a tener que aceptar y resignarse a que no iba volver a ver a su papá. Peor aún tampoco iba a volver a escuchar su voz, nunca más la llamaría por su nombre, ni iba volver abrazarlo.

- ¿Puedes abrir el vidrio para poder tocar a papá por última vez? –pidió Neyra a su hermano Arturo, quien, por un momento, pero no él era nadie para privar a su hermana pequeña de ese último deseo.

-Solo si me prometes que después te vas a ir a sentar con nosotros, o vas a salir a caminar un rato para que te distraigas un poco.

-Está bien, solo por un momento. No quiero dejar de verlo. – respondió mientras se retiraba un poco para darle acceso a su hermano.

La sonrisa del rostro de Neyra se esfumo cuando el cristal fue levantado y ella extendió su mano para poder acariciar a su papá. En ese momento llego a ella el olor de lo que usaron para embalsamar el cuerpo. No era un olor desagradable, sin embargo, su sentido del olfato nunca había sido expuesto a tal fragancia. Cuando percibió ese olor tan único y penetrante fue como s si su cuerpo hubiera sido impulsado hacia atrás. De no haber sido porque Luis estaba detrás de ella, quizás en ese momento estaría en el piso. El olor fue tan fuerte y penetrante que sintió que llego a lo más remoto de su cerebro.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora