♥ El Dolor ♥

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~El dolor llega como una visita inesperada, sin avisar y sin ser invitado~


Después de un corto silencio, Alexander volvió a iniciar la plática.

–Estoy preocupado por lo de anoche.

–¿A qué te refieres?

–A tu desmayo y a que no recuerdas.

–Yo también lo estoy, pero quiero pensar que solo me bajo la presión. –dijo tratando de ser optimista.

–¿Padeces de la presión?

–No que yo sepa.

–¿No crees que es tiempo de que veas a un doctor?

–Ya fui varias veces y creen que es solo estrés y que necesito tomar un descanso o trabajar un poco menos. De cualquier manera, ya me hicieron estudios de sangre antes de venirme, si no me han llamado es porque todo está bien.

–También aquí hay doctores y te pueden hacer todos los estudios que necesites.

–Lo sé, pero no hace falta. –comento tratando de no darle importancia, pero se quedó pensativa.

–Estas preocupada por lo que paso, no trates de negármelo.

–Está bien, lo estoy, pero no puedo hacer nada. Ahora deja de leer mis pensamientos porque te vas a dar cuenta si no me gusto tu café. –dijo sonriendo y trato de empujarlo con una mano, pero no le hizo nada.

El volteo para verla y se levantó la manga de su camisa para flexionar su brazo y mostrarle sus bíceps y tríceps.

–Bonita, ocupas más que eso para poder mover todo este musculo. –menciono coqueto y orgulloso de su anatomía.

–¡Que presumido eres! –dijo ella carcajeándose.

–Nada de eso, solo te estoy aclarando porque no puedes hacerme nada.

–Ya me di cuenta. –aseguro ella, y le dio un trago a su café.

–Neyra, hablando en serio... necesito pedirte un favor.

–Dime. –contesto intrigada al no tener ni idea de que le podía pedir.

–Trata de no salir a cabalgar tú sola y mucho menos en la madrugada y así de enojada como estabas anoche. –dijo él, viéndola a los ojos esperando verla moverlos como reproche; como solía hacerlo antes.

Neyra vio su sincera preocupación y se quedó pensando en lo que hubiera pasado si él no la hubiera detenido y si ella se hubiera sentido mal mientras montaba.

–¿Tanto se me notaba? –pregunto ella.

–Sí, desde que venias caminando me di cuenta.

–Eso no es cierto. No te puedes dar cuenta si alguien está enojado con tan solo verlo caminar.

–A la mejor de alguien más no lo pueda distinguir, pero de ti sí. Porque caminas más rígida y rápido cuando estas enojada. –le afirmo él y ella se quedó pensativa riéndose.

–Creo que tienes razón. – le dijo ella y después tomo un profundo suspiro al pensar en lo bien que la conocía el. –Lo tendré en cuenta. – le respondió ella, mientras deseaba tener el valor para pedirle una explicación a Alexander, si es que la había. Solo por curiosidad y tranquilidad mental, porque el daño ya estaba hecho; nada de lo que le pudiera decir podría cambiar el pasado. Al mismo tiempo deseaba poder olvidar todo lo que había pasado entre ellos para poder verlo sin sentirse desesperada por tenerlo enfrente y por no poder acariciarlo o besarlo. Se preguntaba cuántos años tendrían que pasar para que dejara de sentir eso.

Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now