♥ Aclarando Dudas ♥

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"Es al dudar que venimos a investigar, y al investigar que reconocemos la verdad"
~Pierre Abélard~


El caminar a la casa ayudo un poco a Neyra con el enojo, pero no con la tristeza que sentía en ese momento. Linda estaba en la sala cuando ella entro a la casa, al ver el semblante de su hija y los ojos hinchados por haber llorado, preocupada fue a su encuentro.

– ¿Qué te paso, porque vienes así? 

–El potrillo de la yegua que iba a nacer murió asfixiado y por la posición en que venía, papa tuvo sacarlo para salvar a la yegua.  – dijo entre sollozos.

–A veces eso pasa cuando es la primera cría, no te pongas así.

– ¡Mamá, lo tuvimos que sacar en pedazos! –exclamo soltando el llanto.

–Mi niña hermosa, siento mucho que hayas tenido que ver eso. –comento Linda mientras la abrazaba y la consolaba. –Estoy segura de que no hubieran hecho eso si hubiera otra opción.

–Pero a la mejor, si el veterinario hubiera estado aquí, a la mejor...

–El a la mejor no existe, deja de pensar en eso.  Pronto la yegua volverá a quedar cargada y tendrá a su potrillo corriendo a su lado. La naturaleza es sabia hija.

–Pero pobrecita.

–Si, es lamentable; pero no podemos hacer nada. Porque mejor no te vas a dar un baño con agua calientita para que te relajes; en lo mientras te voy a preparar un té para que te sientas mejor. –sugirió Linda, dándole un beso antes de dejarla en su habitación.

Linda tenía razón, el agua tibia le ayudo a terminar de relajarse y el té le ayudo a confortar su alma. Poco después, ya más tranquila Neyra regreso a las caballerizas; iba cómodamente vestida con un conjunto deportivo y tenis. Llevaba consigo un libro y su I–Pod; para ese entonces sólo estaba Manuel.

–Papi... –hablo Neyra al llegar y ver que su papa ni siquiera volteo a verla; a pesar de que estaba enfrente de él. – Papito ya es tarde; ¿porqué no te vas a descansar? yo me quedo aquí cuidándola y termino de acomodar las cosas en su lugar. –le sugirió cariñosa, pero claramente sintiéndose mal por cómo se había comportado.

–Es mi trabajo, no el tuyo. –dijo a serio, sin querer dar su brazo a torcer.

– ¿Papi, me puedes perdonar... por favor? no tenía derecho a comportarme como lo hice y mucho menos hablarte de esa manera. –pidió con la voz entre cortada; verdaderamente avergonzada y con las lágrimas a punto de rodar.

Manuel estaba realmente sorprendido por lo que acababa de suceder. Se había   molestado cuando ella le contesto, pero cuando estuvo a solas; se rio  porque  creyó que nunca iba a volver a verla hacer uno de sus berrinches. Pero nunca se había disculpado por algo que había hecho o dicho, ya que según ella tenia motivos para hacer lo que hizo. 

Él  sabía que había sido un arranque de frustración y aunque no aprobaba su comportamiento, no había forma de que él se molestara con ella por lo que la abrazo y le dio varios besos en la cabeza. No estaba de acuerdo en que ella se quedara ahí, sin embargo, sabía que no podían hacer nada más por la yegua, ya habían intentado hacerla levantarse, pero no lo lograron, lo cual era mal indicio. Si la yegua iba a morir no quería escuchar a Neyra reclamándole que no la dejo intentar hacer algo.

–Neyra, la yegua puede morir, te aviso para que no te tome de sorpresa si eso llega a pasar.

–Esperemos que no papá, yo te aviso cualquier cosa. –le dijo antes de darle un beso de buenas noches y verlo marcharse. Suspiro al verlo caminar cansado, no pudo evitar pensar en lo diferente que serían las cosas si en vez de ser el simple capataz, fuera el dueño. Tenía que hablar con sus hermanos para que la ayudaran a convencerlo de que aceptara el rancho que ella le compro. Si no lo quería aceptar de ella, quizás lo haría si pensara que sus hermanos cooperaron para comprarlo.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora