﹀
Calum llevando a su hija de tan solo dos meses a que le pongan sus primeras vacunas sería la cosa más triste del universo. Los tres estarías despiertos temprano para acudir a vuestra cita con la doctora, los nervios comiéndote por dentro al saber lo que estaría por venir. Tu hija no iba a estar contenta de que le estuviesen toqueteando con todos aquellos utensilios médicos y menos aún cuando tuvieran que pincharle con una aguja al final.
Mientras esperaríais en la sala de espera tu pierna estaría moviéndose de arriba abajo rápidamente, acto que Calum notaría y se giraría para mirarte mientras sostendría a vuestra bebé contra su pecho.
— ¿Qué pasa, amor? — Preguntaría con dulzura, colocando una mano sobre tu rodilla para que parases de moverla. Tú lo mirarías con preocupación, soltando un suspiro antes de hablar.
— Solo estoy un poco nerviosa. Sé que va a estar llorando y moviéndose todo el rato y no me gusta verla incómoda. — Responderías, tus dedos acariciando con suavidad la mejilla de tu pequeña, quien estaría durmiendo y al sentir tu tacto sonreiría levemente.
Calum haría un puchero, su mano moviéndose hasta tu cara y levantando tu rostro con un dedo para inclinarse y besar tus labios. — Mi amor, estará bien, es solo un pinchazo. Es el bebé más fuerte que he conocido jamás, además de que me tiene como padre que soy un tipo bien rudo, seguro que le he pasado el gen. — Diría, rozando su nariz con la suya antes de que soltases una risa.
— ¿Tú? ¿Rudo? Te pusiste a llorar cuando te depilé las cejas el otro día. — Te burlarías, besando sus labios una vez más antes de dejar un beso sobre la cabeza del bebé. Calum rodaría los ojos justo antes de que oyerais el nombre de vuestra hija, comenzando a sentir como tus nervios incrementaban.
Ambos miraríais hacia la enfermera con una libreta en sus manos y una agradable sonrisa la cual devolveríais. — Estará bien, vamos. — Te aseguraría Calum, besando tu frente antes de levantarse de la silla con la pequeña entre sus brazos, quien apenas comenzaría a abrir sus ojos. Tú te levantarías seguidamente, agarrando su carrito antes de besar de nuevo su cabeza.
— Hola, mi amor. — Dirías, Calum sonriendo hacia las dos y besando su sien mientras esta soltaría un bostezo. Los tres os dirigiríais hacia donde la enfermera os estaría esperando, intercambiando un corto hola antes de que os dirigiera hasta una habitación.
— ¿Cómo estáis? — Preguntaría con amabilidad, volviendo a sonreíros.
— Estamos bien, gracias por preguntar. ¿Qué hay de usted? — Respondería Calum, sentándose en una de las sillas de la habitación con la pequeña aún entre sus brazos.
— Oh estoy muy bien, gracias. Ahora voy a tomarle el pulso y temperatura muy rápidamente y la doctora debería estar aquí en unos minutos. — Comunicaría la enfermera, agarrando unas cuantas cosas antes de comenzar. Tu pierna comenzaría a moverse de nuevo, la mano de Calum dirigiéndose de vuelta a tu rodilla.
— Cálmate, está conmigo. — Te susurraría, presionando un beso sobre tu frente antes de volver su mano a vuestra hija. La tendría sentada sobre su regazo, sosteniéndola firmemente mientras la enfermera se encargaría de inspeccionarla. Por suerte el bebé no haría mucho más que moverse algo incómoda, lo que parecería relajarte ligeramente.
— La doctora debería estar aquí en unos segundos, esperad. — Le daríais las gracias antes de que saliera de la habitación, cerrando la puerta a sus espaldas.
— ¿Ves? No ha sido tan malo, t/n. Mira lo bien que se está comportando. Lo has hecho muy bien, princesa. Sí, sí lo has hecho. — Calum comenzaría a felicitarla, moviendo sus piernas y haciéndola saltar. — Mi bebé lo ha hecho tan bien que ni se inmutará cuando la pinchen, ¿a qué sí? — Añadiría, llenando su pequeña cara de besos y haciéndola reír, sus ojos brillando al ver la figura de su padre.
— Eso espero. — Suspirarías.
— Estará bien, cielo. Se habrá acabado en segundos. — Te aseguraría antes de que se oyesen unos toques contra la puerta para unos segundos después dejar ver a una señora algo mayor.
— Buenos días, ¿cómo estáis? — Calum asentiría, devolviéndole una sonrisa.
— Estamos bien, gracias. — Responderías con educación.
— Me alegro. Bueno, comencemos ya para que así podáis salir de aquí rápido.
La doctora comenzaría revisando las orejas de la pequeña, siguiendo con su nariz y boca mientras Calum sostendría a vuestra hija con seguridad entre sus brazos para evitar que se moviera. Ella se quejaría un poco al sentir el aparato en sus orejas, tus labios y los de Calum formando un puchero al oírla.
— Oh mi bebé. — Suspirarías, la doctora finalmente acabando de revisarla.
— Está bien, hermosa. No pasa nada. — Diría Calum, levantándola para recostarla contra su pecho y tratar de consolarla. Tú te acercarías un poco más a ellos, alzando tu brazo para acariciar su mejilla suavemente. Aún no había comenzado a llorar, pero podías notar que estaba al borde de hacerlo. — Vale ahora sí que estoy algo nervioso, eso me ha partido un poco el corazón. — El chico te susurraría con el ceño fruncido. La enfermera acabaría de revisar unas cuantas cosas más para asegurarse de que todo estaría en orden antes de volver a hablar.
— Vale, ahora voy a ponerle la vacuna y podréis iros. — La señora os sonreiría dulcemente, notando la preocupación en vuestros rostros. — Sé que debéis estar algo nerviosos. Es vuestro primer hijo, ¿verdad? — Ambos asentiríais. — Es normal estar algo nerviosos, todos los padres lo hacen, pero os aseguro que esto será rápido y en nada podréis estar en casa con vuestra hermosa bebé. Solo sentirá un pequeño pinchazo y ya está. Fácil y rápido, ¿sí?
Calum y tú intercambiaríais miradas, los labios del chico formando una débil sonrisa.
— Estará bien, amor. Estamos los dos aquí. — Le asentirías, inclinando tu cuerpo para besar la cabeza de tu hija. Calum haría lo mismo, llenando su cara de besos para hacerla reír antes de volver a sentarla en su regazo mientras la doctora agarraría lo necesario. Primero limpiaría su pequeño brazo con algo de alcohol, haciendo que se quejase al sentir el frío contra su piel.
— Vale, a la cuenta de tres. Uno, dos, tres. — Cerrarías tus ojos al escucharla decir tres, apretando con fuerza el bíceps de Calum. — Ya está.
La doctora anunciaría, tus ojos abriéndose de nuevo para ver los labios de la pequeña temblando con sus ojos húmedos. — Oh, bebé. — Calum suspiraría, su corazón doliendo al oír su llanto. La volvería a levantar, colocándola contra su pecho y abrazando su pequeño cuerpo para tratar de calmarla. — Shh, estás bien, hermosa. Está bien. — Diría, tu mano moviéndose hacia la mejilla de ella para limpiar las lágrimas que saldrían de sus preciosos ojos marrones.
— Shh shh, amor. No pasa nada. — Susurrarías mientras Calum acariciaría su espalda suavemente y besaría su cabeza.
— Papi está aquí. Te tengo, princesa. — Podrías notar la tristeza en la voz del chico a la vez que se levantaría de la silla para mecerla, la bebé siguiendo llorando histéricamente con su rostro levemente sonrojado.
— Os podéis quedar aquí hasta que se calme un poco, solo sabed que ahora está lo más sana que puede estar. Que tengáis un buen día. — La doctora diría amablemente, sonriéndoos una última vez antes de abandonar la habitación.
Calum aún estaría meciéndola entre sus brazos, susurrando cosas contra su oído para tratar de calmar su llanto. — Shh, amor. Papi sabe que duele, lo sé. No pasa nada. — Podrías notar su voz algo temblorosa mientras se giraría para mirarte, lágrimas formándose en sus ojos.
— Oh cariño. — Dirías con tristeza, acercándote a ellos y extendiendo tus brazos para que Calum te entregase al bebé. — Ven aquí, amor. Ven con mami. — Susurrarías, aguantándola firmemente contra tu cuerpo y continuando meciéndola. Calum se colocaría detrás de ti, moviéndose al mismo ritmo que tú, los llantos de ella rehusando a ceder. — Hey, está bien. No tienes por qué llorar, bebé. — Suspirarías, mirando sobre tu hombro para observar a Cal. — Tal vez intenta cantar algo. Sabes cuanto le gusta cuando cantas. — Comentarías con algo de desesperación.
— Uh, um... — Carraspearía, asegurándose de que su voz no se cortase mientras trataba de calmarla. — Within a minute I was all packed up, I've got a ticket to another world. I don't wanna go, I don't wanna go. — Su voz se volvería dulce y serena mientras cantaría una de tus canciones favoritas. — Silent words are hard to speak, when your thoughts are all I see. Don't ever leave, she said to me. — Ambos continuaríais meciéndoos, los llantos de vuestra hija lentamente desapareciendo mientras Calum llegaría al estribillo de la canción. — She sleeps alone, my heart wants to come home. I wish I was, I wish I was, beside you. She lies awake, I'm trying to find the words to say. I wish I was, I wish I was, beside you. — La voz de Cal se apagaría lentamente al ver como los ojos de vuestra pequeña comenzarían a pesar y estaría quedándose dormida. Tú dejarías salir un suspiro que ni siquiera sabrías que estarías reteniendo, una sonrisa apareciendo en tus labios al notar como finalmente quedaría dormida.
Al darte la vuelta el chico acunaría tu rostro entre sus manos antes de sonreírte. — Somos un desastre, mi amor. — Soltarías una risa con él, asintiendo con tu cabeza en acuerdo.
— No sabía que ibas a llorar, pensaba que serías el más fuerte durante todo esto pero supongo que no.
Calum se inclinaría un poco para besarte, acercándote a su cuerpo aún más. — Creo que aun así ella lo hizo bastante bien, es la más fuerte de los tres.
— Eso lo ha sacado de mí. — Reirías, Calum levantando la mirada para observarte con una sonrisa.
— Lo que tú digas, cariño.