Crónicas de Mil Sueños I: El...

By Hellerv7

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Después de sufrir un accidente y ser rescatado, la vida de charlie cambia completamente; sus sueños se convie... More

Prólogo
Capítulo 0
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capitulo 4
Capítulo 5
Capitulo 7
Capitulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11

Capítulo 6

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By Hellerv7



En el soleado mundo de Treth; Charlie y sus dos acompañantes caminaban siguiendo la dirección de los tres soles alienados sobre el cielo. Un mundo desierto, lleno de arena y rocas de color rojizo. A pesar del ataque de los Morch el mundo en el cual estaban, no parecía terrorífico o habitado por bestias terriblemente desagradables.

— ¿Conoces este mundo? —pregunto Charlie al hombre que llevaba a sus espaldas.

Tras un breve momento de silencio el hombre respondió. —Es Treth, el mundo de los tres soles, aquí nunca es de noche o al menos eso sucede cada 5000 rotaciones de Treth: son 15000 años en tu mundo, los soles como ven, están en el centro del cielo por lo que la próxima noche llegara en aproximadamente 7500 años.

— ¿Que criaturas hay aquí? —Habitan varios tipos de criaturas —siguió hablando caminando al lado de la bestia Gondert—. Los Morch, estos son criaturas "inofensivas" pero sus ataques en grupos son muy letales. Debemos tener cuidadode las criaturas de los cielos, los Trixon, y de los moradores del desierto. 

Después de esto Can no pronuncio ninguna otra palabra, los rugidos de la feroz bestia que les seguía, acompañaban la caminata. Sin saber hacia dónde se dirigían, Charlie empezó a notarse cansado el calor que hacía en ese mundo era sofocante, necesitaba agua pronto.

— ¿Hay algún pueblo aquí? —pregunto el chico deteniéndose.

Nadie respondió.

— ¿En alguna parte hay agua? —volvió a preguntar.

El hombre no respondió. Charlie se resignó y siguió avanzando.

Si todo era un sueño ahora quería despertar, tenía una sed tremenda y en su boca no aparecía ni una gota de saliva.

—Debemos descansar —dijo mientras se detenía nuevamente.

El rugido de la bestia no se hizo esperar. El humanoide siguió caminando.

—Descansaremos cuando lleguemos a un lugar seguro, no queremos ser atacados nuevamente por los Morch.

Las dos bestias siguieron caminado mientras Charlie los veía desde atrás. No quería quedarse solo así que corrió y los alcanzo, se puso de nuevo delante de ellos y siguió caminando. El camino seguía siendo a través del rojo desierto y por ningún lado se observaba señal de agua o un lugar para descansar.

—Esto es un sueño, no necesito agua —repetía Susurrando el chico una y otra vez.

Camino durante unos minutos susurrando estas palabras y cada vez la sed se hacía más intensa, el repetir la palabra "agua" no había sido una gran idea. Su lengua se movía por toda su boca tratando de buscar algún líquido dentro de ella. Se estaba volviendo loco.

—Charlie, revisa tus bolsillos —escuchaba una voz tenue.

Se estaba volviendo loco, esa no era la voz de Can y la bestia no hablaba o eso creía él. Se detuvo y contemplo a Gondert pero este le respondió con un rugido, se asustó y siguió caminando.

—Charlie, revisa tus bolsillos. —volvió a escuchar la voz.

Si... Charlie conocía esa voz. Fue esa voz la misma que le pidió que le siguiera cuando estaba dentro del bosque iluminado, esa voz que le hablo en su habitación mientras dormía; era la voz del Hombre del Sombrero Negro.

Dejo de caminar y reviso sus bolsillos, allí noto que tenía diez pequeñas semillas.

—Son semillas de Treth —volvía a escuchar la voz —, lleva una a tu boca.

Los dos acompañantes sabían que el hombre hablaba con Charlie y se limitaron a esperar.

El chico saco una semilla de su bolsillo, la observo durante un rato y finalmente se la llevo a su boca. No sabía que sucedería. ¿Tendría que tragársela y dejaría de tener sed? Quedo sorprendido cuando la puso en su boca, sintió que algo se movía dentro de ella. Era agua...agua lo que aparecía de la nada en su boca. Sin darse cuenta fluía y él la tomaba. Por un largo instante el agua aparecía en su boca y hasta que estuvo satisfecho esta no dejo de aparecer.

—Sigamos —dijo el humanoide, seguido del rugido de Gondert.

Ahora con su cuerpo nuevamente hidratado se sintió de maravilla. Siguieron caminando si interrupción alguna. Charlie no sabía que tiempo llevaban andando, le parecía que llevaban caminando horas pero los soles siempre estaban en el mismo lugar y no parecía ni siquiera que hubiese pasado un solo segundo desde que llegaron.

Todo el camino hasta ahora había sido rocoso y arenoso, no habían tenido problema alguno. A cada paso que daban las rocas iban desapareciendo, se hacían cada vez más pequeñas hasta el punto de que todo el desierto era simplemente arena. —Estamos donde no debemos —hablo Can deteniéndose al instante.

El humanoide, Can. Una criatura de Tranthert uno de los Mil Mundos. De la raza Xenald, Una de las tres especies que luchan por el dominio de Tranthert. Can es Guerrero por excelencia de su raza, fue sacado de su mundo por el Hombre del Sombrero Negro para enseñarle todo acerca las criaturas de los diez mundos que Charlie tendría que visitar.

— ¿Qué quieres decir? —dijo Charlie. —Los moradores del Desierto, ahora este es su territorio, el desierto arenoso les pertenece. —No tenemos opción —respondió Charlie—, debemos cruzarlo, no hay atajo o desvíos que tomar.

La semilla que Charlie había introducido en su boca, no solo le había calmado la sed; el miedo que tenía también desapareció, ahora era más seguro de sí mismo y más valiente que antes.

A pesar de las advertencias de Can siguieron en la dirección que les indicaba los tres soles alineados uno de tras del otro. —Estén preparados —hablaba el humanoide con el chico y la bestia, la cual solo respondía con gruñidos aterradores. Adentrándose cada vez más al caluroso desierto sentían y veían como la arena se movía, como si un pequeño terremoto tocara ese lugar—. Son los moradores —hablo despacio el humanoide a la espalda de Charlie. Siguieron caminando sin detenerse, la bestia Gondert hacia movimientos en su cabeza con su gran boca abierta, esperando que alguien apareciera para abalanzarse sobre ello.

—Esto haremos —hablaba Can rápidamente—, por cualquier cosa que suceda, nadie se separe —los movimientos en la arena seguían y ahora eran muchos más—. Muchacho, quédate detrás de mí siempre y no te muevas —el chico asintió. —Gondert —Ahora se dirigía a la bestia—. No te alejes demasiado, si subes a los aires vuelves a toda prisa —este respondió con un rugido.

Seguía hablando el humanoide —Los Moradores pueden tomarnos y hacernos desaparecer al instante. Es mejor estar juntos.

Los pequeños movimientos en la arena, advertían la aparición de los moradores. Charlie y sus acompañantes seguían el paso, atentos a cualquier cosa que saliera. Los moradores no se hicieron esperar y pronto bruscamente desde el fondo del desierto iban apareciendo esas criaturas. Gondert fue el primero en atacar, se abalanzo sobre lo primero que vio y lo despedazo. Can de la nada nuevamente saco su espada y el escudo. Detrás de él, el muchacho de nuevo estaba en estado de shock. Cuando los Morch lo atacaron por primera vez, en realidad no tuvo miedo de esas criaturas, no tenían un aspecto aterrador como las que había visto en Tirion cuando estuvo allí con el Hombre del Sombrero Negro o las que contemplaban sus ojos en ese preciso momento.

Los Moradores del Desierto. Criaturas con un cuerpo de serpiente, extremadamente grandes, incluso de mayor tamaño que Can que era un gigante. Brazos delgados y en lo que es una mano para un ser humano traían pinzas, pinzas como cangrejos. Su cabeza era algo humana pero con un aspecto demasiado aterrador.

Can luchaba con esas criaturas para defender al chico, su espada atravesaba y cortaba en pedazos a los moradores. Gondert desde el cielo se estrellaba y despedazaba a las criaturas. Charlie en Shock giraba su cuello observando todo, sus manos temblaban, a sus espaldas traía un arco, él lo sabía pero en ese momento sus manos pesaban demasiado para él, al igual que sus piernas, para moverse.

Los moradores caían muertos en la arena del desierto y de allí mismo salían más de esas criaturas. Se oyó un grito. Era Charlie, su cuerpo estaba enterrado en la arena y Can lo noto, quitándose de las criaturas que le atacaban tomo la mano del chico y lo haló con tanta fuerza que salió rápidamente de la arena que le tragaba. Gondert sufrió lo mismo que el chico, sintió que se hundía pero lo soluciono aleteando sus alas que lo llevaron fuera del peligro.

— ¡Son Arenas movedizas! —grito Can, que ya había sacado de entre a las arenas al chico dos veces. —hay que moverse rápido.

Los tres estaban ahora juntos, moviéndose por todos lados evitando las arenas y a los Moradores. —Que vamos hacer —reacciono Charlie. Su miedo desapareció nuevamente. La espada del humanoide chocaba con las pinzas de los Moradores, su escudo golpeaba sus cabezas pero Can se estaba cansando, pronto las bestias le hacían daño, sus pinzas tocaban su cuerpo dejándole marcas y rasguños. Gondert no se elevaba ahora entre el cielo, también estaba agotado. Sus garras no atacaban, ahora se defendían.

—Nos han atrapado —hablo Can dejando caer su espada y escudo.

Gondert hizo lo mismo y sus garras dejaron de moverse. El chico entre medio de las dos bestias volvió a temer. ¿Qué pasaría con ellos? Los Moradores con sus pinzas en alto les rodeaban, movían sus colas y les miraban haciéndoles cara de burla.

Una criatura se adelantó entre todas y se movió alrededor de los tres.

—Sois muy fuertes —dijo la criatura —.Habéis luchado por un largo tiempo. Claramente ustedes no sois de este mundo. ¡NADIE! en este mundo puede verse en una batalla con nosotros, ni siquiera los Trixon —el morador abría la boca y de ella, una larga lengua salía y la pasaba por el rostro de Can. Los demás Moradores seguían alrededor de ellos moviendo sus colas, levantando una nube de arena roja. —Quiero vuestras Carnes, pero antes quiero respuestas.

— ¿Qué quieres saber? —pregunto entonces el humanoide sin ningún gesto.

El Morador movió rápidamente su cabeza hacia la izquierda y derecha con una sonrisa burlona en su rostro. Charlie observaba sin parpadear a la criatura mientras esta ahora hablaba con Can, estaba completamente paralizado no sentía ninguna emoción.

—Quiero saber...

Los tres junto con todos los moradores se hundieron entre la arena al instante. Charlie sintió al caer que estaba mojado. Había caído sobre un pequeño lago debajo de la arena. Era una caverna, salieron del agua junto con los Moradores.

Al salir, de alguna parte salieron un par de Morch, esas mismas criaturas que le atacaron al llegar a Treth. A can y a Charlie los ataron con una especie de cadena y no pusieron resistencia. Los Morch se le acercaron a Gondert para atarlo pero este con un rugido los alejo, lo que causo que los Moradores le atacaran y dejaran muy débil. Los Morch se acercaron a la bestia y finalmente le ataron de las patas.

—Quiero respuestas —volvió hablar el morador. —Vosotros no sois de este mundo, ¿De qué mundo sois?

Can era quien tenía que responder, el chico estaba mudo y Gondert no podía hablar.

—Yo soy Can de Pierson, del mundo de Tranthert de la raza Xenald.

El morador movía su cabeza nuevamente con la sonrisa burlona.

—El pequeño es Charlie del mundo de... —no lo sabía, no sabía cómo se llamaba su mundo, solo sabía que no venía de uno de los Mil mundos y no era buena idea hablar con la criaturas sobre eso.

—De... —se paró enfrente de Can la criatura.

Este trataba de recordar o inventar algo pero nada salía de su boca.

—Terra —y no fue la voz de Can quien hablo. —Soy Charlie Peterson del mundo de Terra, de la raza humana.

El morador se apartó del Can y se dirigió donde el chico.

—Puedes hablar ehh. —Agachado le hablaba al muchacho—. ¿Vuestra raza es débil verdad? Estas dos criaturas te protegían de nosotros, nunca atacaste ni te defendiste en batalla. Eres pequeño y muy débil ¿Qué hacéis fuera de tu mundo con dos criaturas que te protegen?

El morador se olvidó de Gondert quien estaba en el suelo tirado a causa de los golpes que le dieron los Moradores por resistirse a ser atado.

—Estamos aquí por error —intervino rápidamente Can.

El Morador se levantó y se paró de nuevo frente a Can —Por error... deja que hable el chico —se volvió a inclinar para estar a la altura de Charlie—. Habla muchacho.

Charlie lanzo una mirada hacia Can pero este miraba hacia el frente ignorándolo. Puso sus ojos sobre los del Morador y su lengua se pegó. —Habla muchacho —le susurró al oído. Charlie miro hacia Gondert tirado en el suelo y luego volvió a poner la mirada sobre la criatura que tenía enfrente.

—Buscamos algo —dijo mirando fijamente los ojos del Morador. — ¿Que buscan? —Una torra. — ¿Una torre? —Si...Una torre —afirmaba el chico.

Charlie estaba hipnotizado el Morador había intentado lo mismo con Can pero no pudo hacerlo, cuando el chico hablo sabía que del sacaría sus respuestas.

—Dime muchacho ¿Es la Torre de Cristal la que buscas? —Si —respondió. Sus ojos seguían clavados en los de la criatura—. La Torre de Cristal es lo que buscamos.

La criatura se levantó y el chico de inmediato cayó desmayado sobre el suelo. El morador se dirigió ahora hacia Can.

—La Torre de Cristal. —le hablo de cerca al humanoide. —Sí —respondió brevemente. —No era un error entonces su llegada a este mundo. —No —Can respondía a secas.

—Ahora, bien podríamos matarlos y comernos sus carnes... pero tenéis suerte. Nuestra raza; Serpths, está en guerra con los Trixon por el control de este mundo. Nosotros habitamos ahora dentro del desierto, escondidos de ellos en estas cavernas. En batalla bien podríamos ganarles pero ellos pueden volar por los cielos de Treth y escapan cuando los enfrentamos. Nos atacan desprevenidos, nos toman y nos desaparecen entre los cielos.

El humanoide sin ningún gesto en la cara miraba hacia enfrente mientras el Morador se movía alrededor de él.

—Ustedes buscan la Torre de Cristal —siguió hablando el Morado —.Nuestra raza también la busca, sabemos dónde está y como llegar, pero en medio están los Trixon —la criatura se detuvo enfrente de Can—. Sé que ustedes no buscan lo mismo que nosotros buscamos dentro de la torre. Por ello podemos...ayudarnos.

Charlie se levantaba después de desmayarse y observaba como la criatura miraba a Can directamente a los ojos. Can no respondía seguía con la mirada clavada al frente.

—Cuando lo muestre el reloj. —decía el Morador mientras uno de los Morch traía un reloj de arena y lo puso sobre una roca. —Cuando toda la arena caiga partiremos.

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