Capítulo 9

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A los ojos de Charlie se alzaba la Torre de Cristal, tan imponente y majestuosa, que ninguna edificación en Terra, en su mundo, se podía comparar con lo que veían sus ojos en ese momento.

—Es la Torre de Cristal... la torre de este mundo —el Morador miraba a Charlie —. Tú solo debes entrar, ya que ninguna criatura de este mundo puede acceder a ella.

La  cara de asombro del muchacho mietntras observaba la torre cambio cuando el morador dijo eso.

Los Moradores retrocedieron un paso dejando al muchacho por delante, y lo mismo hicieron sus dos acompañantes; Can y Gondert. El chico debía entrar solo a la Torre de Cristal. Su cabeza se movía mirando hacia atrás, hacia sus acompañantes. No entraría con los moradores y al parecer tampoco entraría con las dos criaturas que veían con él. Sabía que debía hacerlo pero no se atrevía, ¿Era un sueño, no? Uno de los sueños más reales que jamás tuvo, pero... era un sueño... Dio un paso adelante hacia la torre, seguido de un par de pasos más. Ahora estaba enfrente, en la entrada de la torre.

—Recuerda el Cristal—grito el Morador.

Las gigantescas puertas hacían parecer aquella edificación una construcción para gigantes. El muchacho puso la mano sobre el cristal de las grandes puertas y estas se abrieron sin ninguna dificultad. Desde fuera de la torre se observaba; nada adentro, estaba oscuro, aun así el chico entro... sus pies se movían solos. Apenas estuvo dentro, las puertas de la torre se cerraron.

Dentro aún seguía oscuro y tan silencioso que podía escuchar su corazón latir. Debía encontrar al Oráculo, eso lo llevaría a la Lanza de oro y... ahora también debía encontrar un cristal, un cristal para los moradores. El silencio desapareció, Charlie ahora podía escuchar un sonido que le era familiar. Podía escuchar el sonido de un fosforo encenderse, no... era el sonido de fósforos encenderse, uno detrás de otro, miles de fósforos se encendían pero aun todo seguía oscuro.

Charlie empezó a dar pasos cortos, temiendo tropezarse con algo allí dentro, el sonido aún seguía y ya empezaba a ser desesperante.

— ¿Hay alguien aquí? —repetía una y otra vez sin escuchar una respuesta que no fuese su propio eco. Podía moverse, caminar o correr allí dentro de la torre, sin tropezarse con nada, en la oscuridad... en la nada.

— ¿Quien se ha atrevido cruzar las puertas de la Torre? —una voz se podía escuchar a la vez que los miles de fósforos se encendían sin producir fuego ni humo.

— ¿Quién ha entrado a la Torre de Cristal? —esa voz gruesa y llena de furia se oía a cada momento repitiendo la misma frase... el muchacho no podía responder. A sus oídos llegaba directamente la voz y rápidamente se movía en la oscuridad tratando de encontrarla.

— ¿Qué es lo que buscas intruso? —Charlie tragaba su saliva repetidas veces tratando de poder hablar. —Bus...busco... — ¿Qué es lo que buscas? —la voz hablaba ahora más cerca de Charlie. —La lanza de oro.

— ¡LA LANZA DE ORO! —dijo la voz gritando —, ¿Acaso eres un humano? —Si —respondido el chico. —No me gustan los humanos, los detesto, hace 15 000 rotaciones que no veo a uno. ¿Acaso te ha mandado aquel que se hace llamar el protector de los mundos? Ese... El del sombrero Negro.

Dentro de la torre aún seguía oscuro y el sonido de los fósforos encendiéndose iban desapareciendo mientras la voz seguía hablando.

—Sí, estoy aquí por el hombre, por el del Sombrero Negro.

La habitación paso de estar a oscuras a estar completamente iluminada. Los ojos de Charlie se cerraron, ya había pasado un largo rato en la oscuridad y la luz molestaba sus ojos.

 —Supongo que el del Sombrero Negro te hablo de mi juego —El oráculo de la torre ahora empezaba hacerse visible entre los ojos de Charlie —, tienes que vencerme para poder llegar hacia lo que buscas —siguió hablando el oráculo —. Pero supongo que no te hablo de las consecuencias de perder en mi juego, en el juego de los oráculos.

 Ciertamente eso le tomo por sorpresa a Charlie, el hombre del sobrero negro no le dijo nada sobre lo que pasaría si no lograba ganar al oráculo. ¿Cuál serían las consecuencias? Eso quería preguntar el chico pero simplemente no podía.

— ¿No puedes hablar muchacho? —pregunto el oráculo.

En la habitación completamente iluminada y los ojos de Charlie adaptados de nuevo a toda la luz, podía observar claramente la figura del oráculo.

—Te lo diré... Si no logras vencer el juego, quedaras atrapado en este mundo, dentro de la torre... te convertirás en el nuevo oráculo de La Torre de Cristal y yo seré libre.

Convertirse en el nuevo oráculo... claro, si no lograba ganar el juego de este. Charlie ahora en verdad estaba aterrado, en ese momento estaba más asustado que cuando estuvo en Tirion o en las batallas con las 3 criaturas del mundo desierto de Treth.

¿Qué pasaría con él? Pensó en ese momento en su cuerpo, acaso cuando dormía su cuerpo se transportaba junto con su mente hacia los Mil Mundos, si llegara a perder simplemente desaparecía de Terra sin dejar ningún rastro.

—Que comience el juego —dijo el oráculo. Esa criatura que a pesar de la brillante luz de dentro de la Torre de Cristal, su figura era oscura, llevaba una capa negra que solo mostraba una sombra en su rostro.

En un segundo estaban en otro lado, ya el chico había estado allí; en la caja sin límites, en la nada. 

—Escucha humano —hablaba el oráculo. —mi juego es simple, solo tienes que resolver el acertijo que abre esta puerta —en el vacío la puerta de vidrio aparecía —hacia el laberinto, el laberinto del haz.

El chico solo tragaba su saliva una y otra vez mientras el oráculo hablaba.

—El acertijo: Dos criaturas están sobre la cima de una gran montaña situada en una gigante isla. Una de las criaturas mira hacia el norte, mientras que la otra lo hace hacia el sur. ¿Qué tienen que hacer las dos criaturas sobre la montaña para verse la una de la otra...sin moverse?

El muchacho estaba atento a cada palabra que salía del rostro oscuro del oráculo.

—Tienes un tiempo muchacho, hasta que la arena de este reloj caiga. Si la arena cae y aun no has resuelto el acertijo serás el nuevo oráculo de la Torre de Cristal de Treth.

El oráculo despareció y Charlie quedo solo en la nada. Enfrente de él la puerta de vidrio y aun lado la arena cayendo lentamente al fondo del reloj.

Su mente se nublo por un momento, su vista se fijó sobre el horizonte de la nada, se perdió en el vacío de la caja sin límites.

Al parecer escuchaba una voz, pero estaba perdido y no reaccionaba.

—Charlie, reacciona...

¿Acaso se iba a despertar? levantarse de nuevo en su casa, no...

—Charlie, reacciona... resuelve el acertijo —era la voz del Hombre del Sombrero negro —, debes resolver el acertijo para llegar a la lanza de oro, y salvar la humanidad... recuerda que quiere hacer Cathert con la mente de los humanos, con sus sueños... —si —reacciono el chico respondiendo.

Recordó el acertijo y pensó en una explicación. —Dos criaturas en una montaña, una mira hacia el sur y la otra hacia el norte. ¿Cómo pueden verse las caras?

Recordaba acertijos que se sabía de memoria, pero ninguno era parecido o igual a este, pero...si sabía algo y era que todo acertijo era cuestión de lógica. —si... las criaturas, una mira hacia el sur, otra mira hacia el norte. ¡Claro! —una sonrisa se pintó en su rostro —. Las criaturas simplemente tienen que mirarse ¡POR QUE ESTAN DE FRENTE!

 La arena del reloj había pasado un poco más allá de la mitad de esta, y la puerta de inmediato se abrió.

—Has resuelto el acertijo humano —la voz del oráculo se escuchaba —. Pero tendrás que superar el laberinto y no tendrás mucha suerte allí, adelante, entra al laberinto del Haz.

La voz no se volvió a escuchar y Charlie allí estaba, enfrente de la brillante puerta de vidrio y ahora brillaba, dio un par de pasos y la atravesó.

Crónicas de Mil Sueños I: El Hombre del Sombrero NegroWhere stories live. Discover now