Rayan [en pausa]

By nayftes

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R| Una alumna en su último año. Un nuevo profesor. More

RAYAN
01. Primeras impresiones
02. Presentaciones y bienvenidas
04. Encontronazos
05. Heridas y detalles
06. Lencería erótica.
07. Hermandad
08. Esmeraldas con capas.
09. Límites
10. Desconocidos
11. Ser misericordioso
12. "Sex and Surf"
13. Interrupciones
14. Malentendidos
15. Fetiche
16. Trapos húmedos
17. Louvre
18. Improvistos
19. Acusaciones
20. Drama y más drama
21. Confesiones
22. "El quinto elemento"
23. Discusiones con desconocidos
24. Charlas y más dudas
25. Artículos en la prensa de corazón
26. Cosy Bear Café
27. Contratiempos.
28. Una tras otra
29. Entre canciones y copas
30. Castiel
EADLYN
01. Después de tanto tiempo.
02. Un buen ambiente.
03. Aniversario.
04. Partidos de madrugada.
05. Abrigos de plumas.

03. Primera clase

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By nayftes

EADLYN

¿Dónde mierda está?

Observo el folio donde se encuentra impreso el que será mi horario durante todo este curso. Observo la pequeña palabra que se encuentra entre paréntesis bajo el nombre de mi asignatura correspondiente.

—Aula Magna —leo en voz alta ganando algunas miradas raras por parte de algunos estudiantes.

Guardo la hoja dentro de mi cuaderno y observo a mi alrededor deteniendo mi mirada en dos grandes puertas de madera de donde proviene cierto jaleo. Sobre ellas esta escrito en un cartel dorado el nombre de dichas aulas.

Aula Magna.

Aula Magna II.

Gilipollas. Eso es lo que soy.

Me detengo ante la puerta y desbloqueo mi móvil momentáneamente para revisar la hora. Todavía faltan cinco minutos para que empiece la primera clase del curso. Suelto un suspiro y pellizco mi brazo momentáneamente y sonrío satisfecha cuando nada más sucede. Poso mi mano sobre el frío pomo de la puerta y lo giro para luego empujar tal y como dice en el pequeño cartel situado al lado de esta.

La puerta emite un pequeño sonido que interrumpe las pequeñas conversaciones que mantenían los alumnos, que al igual que yo habían optado por ser precavidos.

Siento mis mejillas calentarse cuando todos posan su mirada sobre mí, curiosos ante la persona que será su compañero. Giro mi cabeza hacia donde se encuentra la gran pizarra y junto esta una gran mesa de profesor donde se encuentran un par de utensilios.

Mis ojos se posan sobre mi apuesto tutor, quien lee unos papeles apoyado en la mesa de cara a sus estudiantes. Su cabeza se alza y sus ojos se posan en mi, y me muestra una amplia sonrisa.

—Bienvenida señorita Lodge, es un placer tenerla en mi clase —me saluda con una de sus cautivadoras sonrisas, que a causado un revuelo entre los jóvenes desde que puso un pie en el campus.

Me limité a asentir con la cabeza en forma de agradecimiento. Busqué con la cabeza a cierta rubia de mechas rosas que me esperaba a mitad de camino, cosa que agradecí ya que no me gusta sentarme en las filas de delante, pero tampoco en las de atrás. Subí los escalones de manera calmada asegurandome de no tropezar y así evitar un ridículo innecesario.

—Dios mío, eres la única a la que ha saludado de tal manera —me dice Chani nada más acercarme lo suficientemente a ella.

—No exageres Chani —trato de excusarme y desviar la atención del tema. Echo la silla hacia atrás intentado no arrastrarla y dejo el cuaderno sobre la mesa color marrón a juego con la gran puerta de entrada.

—Oh, venga ya... Te llamó tu apellido —volvió a insistir.

Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta, pues la campana sonó y una oleada de estudiantes llegó, pero a medida que cruzaban el lumbral de la puerta guardaban silencio poniendo fin a cualquier tipo de conversación.

Me reconforta saber que no soy la única a la que le impone la presencia del señor Zaidi.

Una joven a la cuál reconozco como Melody, —la lambe culos como bien dijo Rosalya—, se acercó a Rayan con un contoneo de caderas descarado mientras enrolla uno de los mechones delanteros en su dedo índice en un intento de seducir o atraer al profesor.

Chani da inicio a una nueva conversación sobre una serie un tanto sádica a la cuál, parece estar enganchada. Le he dedicado una sonrisa sarcástica tras uno de sus comentarios. Es una chica peculiar, pero... creo que no hay ni una pizca de maldad en ella.

—"Quien dice arte dice ficción".

La voz del señor Zaidi me toma desprevenida, y de manera inconsciente me enderezco en mi asiento. Muerdo mi labio observando a mi alrededor.

¿En que momento se sentaron todos?

Al parecer, casi todos los asientos se encuentras ocupados, y las alargadas mesas ocupadas y llenas de todo tipo de material de papeleria incluyendo ordenadores.

—"El arte no es una mentira".

He vuelto recorrer la clase con la mirada, todos parecían escucharle embobados. Excepto Melody, quien ya estaba tecleando frenéticamente.

—"El arte es la mas bella de las mentiras". O "Tenemos el arte para no morir a causa de la verdad". Todas estas afirmaciones son citas de artistas reconocidos —hace una pausa dramática para dejarnos procesar las palabras y así poder observarnos de manera generalizada. Sus orbes esmeraldas se posaron sobre los mios y enseguida desvié la mirada a mi libreta todavía cerrada sobre la mesa—. ¿Cuál es cierta?

Era como si el tiempo se hubiera congelado. Ningún estudiante parecía querer responder, si no que esperaban que siguiera hablando.

—Todo el que tenga un ordenador abierto o un lápiz en la mano que lo deje a un lado, por favor —le he echado una mirada a Melody, que se ha apresurado a cerrar su ordenador ruborizada. Aunque todo el mundo parece sorprendido, nadie se ha quejado.

—Bien. ¿Qué cita os parece revelante? Os daré una pista: no hay ninguna respuesta incorrecta —nos advierte mientras se apoya en el borde de la mesa de la misma manera en la que lo encontré cuando llegué. Sus brazos cruzados sobre su pecho en espera de que alguno de sus estudiantes alce la mano, hace que sus músculos se marquen bajo las mangas de su saco azul oscuro que cubre su camisa blanca con los primeros botones desabrochados, dejando al descubierto su pecho bien marcado.

Tengo una ligera idea de la respuesta, pero no quiero ser la primera y única persona en levantar la mano delante de toda el Aula Magna.

—Veamos...

Su mirada pasa con rapidez las primeras filas, hasta llegar a donde me encuentro yo. Su mirada se detiene mas de lo esperado por donde me encuentro sentada, más no puedo asegurar que me mira a mi, aunque de todas maneras no puedo evitar no sonrojarme con pensar tan solo en la idea de haber sido su centro de atención por unos escasos segundos.

—¿Melody? ¿Algo que aportar sobre la pregunta?

Finalmente recurre a su alumna comodín quien nerviosa ante la penetrante mirada de su profesor responde con seguridad, como si ya se hubiera estudiado el temario que vamos a dar hoy.

—El arte no puede mentir —responde tan segura como si se tratara de una verdad absoluta.

El señor Zaidi la ha mirado por un momento sin decir nada, después se ha levantado otra mano en la clase.

—¿Sí?

Una estudiante de primera fila que no había visto, ha pedido el turno de palabra.

—Si queremos mentir, podemos mentir, con una obra de arte o cualquier otra cosa. Ese es el principio del libre albedrío —responde contradiciendo así las palabras de la castaña.

—Eadlyn, ¿algún comentario?

Mi nombre pronunciado por sus labios me tomo por sorpresa. Mis manos temblaron y me aclaré la garganta siendo consiente de que tendré que alzar la voz si quiero que alcance a oírme.

Tal vez Chani tenía razón, se acuerda de mi nombre desde que se lo dije en la inscripción.

Notaba las decenas de miradas posadas sobre mi una vez que me identificaron entre todos sus compañeros, pues apenas sabíamos nuestros nombres. Me pellizque el brazo brevemente.

—Eh... Todas las citas que ha dicho son ciertas.

Y a pesar de saber que esa es la respuesta correcta, no puedo evitar sentir nervios ante tal situación.

—Mmm... ¿Cómo pueden ser todas ciertas si se contradicen?

Su mirada segura y engatusadora espera verme dudar, titubear nuevamente. Pero ni voy a darle el lujo de verme perder, por lo menos mientras estemos jugando en mi propio terreno.

—Bueno, todo depende del artista. Si decide mentir por medio de su obra, o expresar su verdad...

Mi mirada abandonó sus ojos verdes y se posaron en los de Melody, quien me miraba de arriba a abajo, con una de sus perfiladas cejas alzadas.

—¿Quieres decir que el arte es subjetivo?

Mi mirada se vuelve a posar en él.

—Sí, exactamente.

—¡Exacto!

Toda la clase se ha sobresaltado en su silla.

—Eso es justo lo que quería oír.

Melody ha apartado la mirada de mi, con la mandíbula apretada... Creo que no le ha gustado.

Genial Eadlyn, tu primer día de clases y ya tienes una enemiga.

El señor Zaidi se ha girado, y con una tiza roja en mano, ha escrito en la pizarra.

—El arte es subjetivo. Esa es una verdad absoluta. Y es la única que aceptaré en mi clase. La única —recalca escribiendo al mismo tiempo que lo va diciendo en voz alta.

De repente, ha resonado en el aula un barullo producido por el movimiento de papeles y bolígrafos, todo el mundo se ha apresurado a encontrar algo en lo que empezar a tomar apuntes.

—¡Esperad!

La clase se ha congelado de nuevo. Tiene un don para hacerse escuchar.

—Nada de lápices, papeles ni ordenadores...

Chani es la única que no se ha movido para coger sus cosas. He vuelto a cerrar mi libreta recién comprada donde únicamente estaba escrita la fecha en la parte superior derecha y el inicio de la frase escrita en la pizarra con la tiza roja. 

—Escuchadme: vamos a estudiar obras, sí. No me importa si recordáis fechas, los nombres de los artistas  o las galerías de arte donde están expuestas. Quiero saber cómo las analizáis. Quiero saber...lo que sentís cuando las tenéis delante —su potente y pausada voz resuena por toda la sala, y aunque es raro que un profesor diga tales cosas como las que está diciendo ahora él, no me sorprende en absoluto. De echo, no me esperaría menos de él.

Tengo una obra justo aquí delante, y es realmente caliente, pienso. Muerdo mi labio para evitar reírme ante mis propios pensamientos y vuelvo a centrarme en la clase, bajo la confusa mirada de Chani.

En las primeras filas, Melody alza la mano nuevamente.

—No he terminado —le responde de manera neutral, aún así Melody cambia de color rápidamente, poniéndose roja como un tomate en unos pocos segundos, y ha bajado la mano como si se la hubiera quemado.

—Quiero que debatamos en clase. Que discutamos las sensaciones que nos transmiten las obras. De lo que el autor puede haber intentado manifestar pero, sobre todo, de lo que habéis entendido —el señor Zaidi desvía su atención de todos nosotros para volver a centrarla en la que al parecer, es su alumna favorita—. Melody, sé que me ibas a preguntar cómo se iban a desarrollar los exámenes, ya que, efectivamente, se os preguntarán las fechas, los nombres y otras cosas, en mi opinión, sin interés.

La castaña a alzado la mirada hacia él y le ha dedicado una sonrisa de medio lado... Y la voz del señor Zaidi se ha vuelto más dulce.

—Podéis anotar esto en un pósit, si queréis. Yo prefiero enseñaros a crear vuestro propio punto de vista, a expresar vuestras emociones y a aceptar la de los demás. El arte se vive, no se aprende de memoria como un teorema de matemáticas.

Un silencio sepulcral pesaba sobre la clase.

—Nadie tendrá los mismos puntos de vista y eso es lo que me gusta del arte. También os enseñaré a que os guste eso. Voy a enseñaros a... a disfrutar —y tras esa última frase se oyeron algunas risas en el fondo del aula, era un grupo de muchachos riéndose, pensando que eran discretos.

Personalmente, las palabras del señor Zaidi aumentan mi admiración. Parece sentir cada auténtica pasión por lo que dice. No me arrepiento de haber elegido esta especialidad, y sin duda, tanto el profesor como la asignatura han cumplido con todas mis expectativas.

—Podéis reíros, chicos.

He mirado discretamente por detrás de mi. Todos se han puesto tensos de inmediato en sus sillas.

—También se trata de eso, de provocar reacciones. Eso es lo que espero —su tono suena más relajado y divertido, y su mirada cambia a una más dulce al mismo tiempo que baja un poco la mirada desviándola desde los chicos que anteriormente se han reído, hasta donde me encontraba yo sentada, y esta vez puedo asegurar con toda certeza, que me estaba mirando a mi.

Se me ha formado un nudo en el estomago, y de manera natural he mordido mi labio inferior bajo su atenta mirada. Solo espero que no se haya tomado ese gesto de otra manera, pues no es mas que una mala costumbre que tengo desde pequeña, al igual que ocurre con los pellizcos.

El señor Zaidi a continuado la clase adentrándose un poco más en el meollo de la cuestión. Nos ha enseñado una presentación con todo tipo de obras de arte, de diferentes épocas y corrientes. Cada vez, elegía a un estudiante al azar para conocer su impresión sobre la obra en cuestión. Para nuestra suerte, se ha conformado con escuchar nuestra opinión, no ha comentado ni corregido nada, pero ha tomado notas. Para mi sorpresa, no ha esperado a que sonase el timbre y ha anunciado que la clase a terminado tras la última diapositiva. 

—Con esto termina la clase. Os agradezco que me hayáis seguido el juego. Espero que os dejéis llevar más en las clases venideras. Decid lo que sentís. Pensad en ello para la próxima vez.

—¿Profesor? Permítame recordarle que no nos ha dado el planning del año para los que quieren avanzar en el programa —interrumpe Melody, para la no sorpresa de nadie.

—Oh Melody, ¿qué haría sin ti? —tras esas palabras, el profesor muestra una amplia sonrisa que provoca que casi se le cierren los ojos. Por otro lado, el rostro de la joven se fundió en una gran sonrisa. A penas puede contener el placer que le produce esta frase.

Para ser sincera, su comportamiento con el señor Zaidi empieza a irritarme, y por lo que he podido observar, no soy la única.

—Lo he traído todo —ha atravesado el aula para darle un paquete de folios.

—Bien, ¿qué es lo que queréis estudiar? —ha levantado la cara hacia la clase.

Todos empezamos a intercambiar miradas con los ojos casi saliendo de nuestras cuencas. ¿De verdad nos acaba de preguntar que queremos estudiar?

—Eadlyn, ¿qué es lo que quieres estudiar?

—¿Yo? Eh b-bueno, no lo sé... —titubeo mientras mi mente busca una respuesta coherente—. Lo que ha previsto en su programa.

—No lo sé, ¡haga uso de la imaginación! ¿Una serie que le guste en este momento? ¿Una obra de arte en concreto? ¿Una emoción que nunca haya sentido contemplando una creación? —vuelve a insistir, ansioso por una respuesta.

Maldita sea, pero ¿qué son estas preguntas? ¿Pretende que yo prepare las clases en su lugar?

—Ahora mismo, me gusta Juego de Tronos.

Cuando mis oídos han escuchado las palabras que han salido de mi boca, sin consentimiento alguno, han  hecho que me arrepienta nada más hacerlo.

—Estamos en clase de arte moderno, nadie te ha pedido que cuentes tu vida —protesta una chica que no logro distinguir, pero que aún así me ha echo sentir como una completa idiota.

Todos empezaron a reírse, pero se vieron interrumpidos por el señor Zaidi, quien me mira con cierta ternura en un intento fallido de calmarme.

—Precisamente eso está incluido en el programa. Después de todo, ¿qué hay más moderno?

Su respuesta suscitó una reacción de sorpresa y alegría en toda el aula.

—Es evidente. Una serie que cautiva a tanta gente... Este tipo de cosas tienen, en el presente, un gran impacto en nuestra sociedad. ¿Qué hay más moderno que el arte en la pequeña pantalla?

Definitivamente, este año me va a encantar.

—Quiero que tengáis ganas de descubrir cosas nuevas o de analizar obras que se encuentran delante de vuestros ojos y no os dais cuenta. Si habéis venido para repetir las clases de años anteriores, os habéis equivocado de clase —finaliza con un tono mas serio, dirigiéndose especialmente a los alumnos del fondo.

Esa forma que tiene de cambiar el tono de voz... Dulce y calurosa y justo después, autoritaria y universitaria. Consigue captar nuestra atención.

—Bueno, ¡por hoy ya no quiero volver a veros! Coged un programa de mi mesa al salir de clase. Que tengáis un buen inicio de curso —se despide con entusiasmo, para luego tomar asiento tras su mesa.

Chani se levanta y yo la sigo de cerca para situarnos juntas en la fila, la cuál avanza rápido. Pocos segundos después me he acercado a la mesa para coger un programa. 

—¿Puedo hablar contigo un momento?

Cuando alzo la cabeza, me encuentro con sus ojos esmeralda que me miran serios y expetantes, manteniendo ese aura de misterio que lo rodea en todo momento. 

—¿Conmigo?

Mi cara de sorpresa y terror parecen hacerle gracia, pues suaviza las facciones y las acompaña de una sonrisa ladeada.

—Si, contigo, Eadlyn.

Me he salido de la fila al mismo tiempo que él se ha levantado de su silla. Por suerte Chani escuchó su petición por lo que sale de la sala junto el resto de los alumnos, mientras yo lo sigo hasta el otro extremo para poder hablar en privado.

—Confía en ti misma.

—¿Cómo?

Sus palabras me dejan a cuadros.

—Tus respuestas son correctas. Mi misión es desarrollar la opinión de todos en mis clases, y tus respuestas son pertinentes —me explica de manera detallada, manteniendo la seriedad en su rostro, dándome así a entender que lo dice enserio—. ¡Te he hecho varias preguntas durante la clase, para ser sincero, eres uno de los pocos estudiantes de quien recuerdo el nombre! —dice con cierto tono de gracia, pero manteniendo su tono de voz profesional—. Por favor, no se lo digas a los demás, pero tengo más de una centena de estudiantes cuyos nombres debo memorizar y solo me he quedado con el tuyo...

¿¡Solo con el mío!?

—Y el de Melody —le corrijo intentado que no se note la manía que le he cogido a la castaña en tan poco tiempo.

—Sí. Ella es mi "asistente", he tenido que colaborar con ella desde que llegué —se explica rodando sus ojos, un gesto que luce bastante natural y que probablemente evita hacer durante las clases, pues es poco profesional.

Nos hemos mirado durante unos segundos sin decir nada. Hay algo inquietante en su mirada.

Finalmente he optado por darle las gracias y me he despedido para ir a mi próxima clase.

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