Todo el mundo está ya en el comedor preparándose su desayuno cuando entramos Niall y yo, los últimos. No soy de los que tardan mucho tiempo ante el espejo para arreglarse cada mañana, pero hoy ha tenido que ser la excepción debido a lo ocurrido anoche. Hasta que no me he visto cara a cara con mi propio reflejo, no he interiorizado que ayer Harry y yo estuvimos besándonos y confesándonos sentimientos gran parte de la noche. El motivo por el que llegamos tan tarde al desayuno es que he estado todo el rato pensando cómo actuar a partir de ahora. Sin nada de éxito, por cierto.
Nos acercamos hacia nuestra ya habitual mesa con los chicos de la cabaña y, a medio camino, veo cómo Harry se levanta de su sitio para dirigirse hacia la ventana de la cocina. Al principio no me ve, pero en cuanto lo hace y nos miramos el uno al otro, los dos nos quedamos completamente inmóviles en nuestra posición. Quiero sonreírle, pero mi mente no me deja hacerlo por estar a la vista de tanta gente. Él tampoco muestra ninguna reacción.
Niall se da cuenta en seguida de que estoy parado a mitad camino, así que él también hace lo mismo y se vuelve para mirarme.
—¿L? —me llama, y en seguida me giro hacia él. Su voz me pilla un poco por sorpresa.
Dirige su mirada hacia el mismo punto donde yo la tenía puesta hasta hace escasos segundos —es decir, hacia Harry— y frunce el ceño antes de volver a fijarla en mí. Ni siquiera tengo tiempo para contestarle, porque en seguida da un paso hacia mí y me agarra del codo para arrastrarme hacia la mesa.
Pasamos por el lado de la mesa donde está sentado Shawn y veo la rápida mirada que le lanza Niall a su novio, como diciéndole solo con los ojos que luego le contaría de qué iba todo esto. Yo sinceramente no sé qué pretende Niall, pero me da que no va a ser nada bueno. Nos sentamos frente a frente en nuestros respectivos sitios y Niall me ataca con la mirada, desafiándome a que la aparte, cosa que no me atrevo a hacer en estos momentos.
—No nos vamos de este comedor hasta que me cuentes qué ha pasado con Harry —dice en un tono firme pero bajo para que no lo escuche todo el mundo—. Sé que pasó algo en el castigo, además de que anoche no volviste con nosotros cuando te fuiste. Encima ahora se ven y se quedan de piedra. ¿Cuál es el problema?
Anoche me dormí pensando qué podría contarles a mis amigos para poder evitar el tema de Harry y yo, pero ahora parece como si todas las ideas a las que llegué se hubieran esfumado. Niall alza las cejas, claramente expectante por oír mi respuesta, así que decido tirar por el camino fácil.
—Harry y yo hemos vuelto a discutir —miento.
—Lo sabía —repone Niall negando de un lado a otro—. Pensaba que por fin habría asentado la cabeza, pero ya veo que está empeñado en fastidiarte. Eso sí, todavía creo que le gustas.
Si hubiera tenido el vaso de leche en la mano, sin duda se me habría caído al escuchar sus palabras y lo habría puesto todo perdido. En vez de eso, abro mucho los ojos y le resto importancia al comentario con un gesto de la mano.
—Nada de eso, Ni —digo intentando mantener el control sobre mi voz.
—Lo que sea —Niall se inclina un poco sobre la mesa para acortar la distancia entre nosotros—. Entonces cuéntame, ¿qué ha pasado para que hicieran las paces y ahora de repente se vuelvan a odiar?
Un beso, eso es lo que ha pasado. Bueno, más de uno, pero el que tuvo lugar durante el castigo de ayer fue el que marcó el principio de este cambio. Aparto la mirada de la suya para que no se dé cuenta de que me estoy sonrojando solo de evocar el recuerdo de los labios de Harry sobre los míos. El ardor en el pecho no es que esté ayudando mucho, a decir verdad. Inspiro profundamente con la intención de ganar tiempo para para improvisar una mentira.
—Parece ser que Harry y yo no podemos hacer las paces aunque queramos —respondo al fin encogiéndome de hombros—. Se metió conmigo porque según él no sé barrer, continuó molestándome durante toda la hora y terminamos gritándonos nuestros defectos a la cara.
En realidad, la parte de que se metió conmigo porque no sé barrer es cierta, pero no por ello me siento mejor tras haberle mentido a Niall. Aun así, prefiero eso a contarle la verdad. Todavía no sé adónde voy con Harry y tengo miedo de lo que pueda pensar la gente de todo esto. No creo que pase nada por mentir un poco. Vamos, todo el mundo lo hace y nadie se ha muerto por ello.
Niall se pasa las manos por la cara y las deja
sobre su barbilla, como si estuviera pensando qué responderme. Sin embargo, esa respuesta no tarda en venir.
—Algún día lo mataré —dice simplemente—. Si no lo mato, algún día cuando venga del internado a pasar el fin de semana a casa, en vez de abrazarle le golpearé fuertemente de lo exasperado que me tiene. Lo quiero mucho, pero a veces se merece una buena bofetada.
—Tampoco es para tanto. El hecho de que volvamos a estar enfadados también es mi culpa porque al fin y al cabo yo le ataqué con mis propios comentarios —me apresuro a decir intentando calmarlo, ya que está poniendo verde a su hermano cuando, por una vez, no lo merece. Esbozo una pequeña y tímida sonrisa para suavizar el ambiente cuando añado: —Además, yo ya le he dado más de un golpe, no creo que cambie mucho las cosas.
Niall se lleva su tostada a la boca sin apartar la vista de mí. Tiene los ojos entrecerrados y yo suelto una risita nerviosa porque me gustaría saber qué está pasando por su cabeza, donde claramente está urdiendo un plan.
—Tienes razón —suelta al cabo de unos segundos. ¿La tengo?—. Pegarle no serviría de nada con él, es demasiado orgulloso como para que eso le llegue a importar. Pero no voy a permitir que se meta contigo, L. Ahora mismo voy a ir a hablar con él y a dejarle las cosas claras.
¿Qué? No, no, no.
—Niall, por favor, no hace falta —le pido tomándolo de las manos cuando veo que tiene intención de levantarse de la mesa para ir a hablar con él ya—. No nos llevamos bien, eso es todo. No hay por qué darle más vueltas al asunto, eso solo lo complicará más.
Pero Niall parece muy decidido. Creo que nada de lo que le diga lo va a hacer cambiar de opinión. De hecho, me paso el tiempo restante del desayuno intentando convencerlo de que no tiene que decirle nada a Harry, pero no tengo ningún éxito. En cuanto ve que Harry
se levanta y empieza a recoger, él hace lo mismo y yo decido quedarme callado, ya que sé que cualquier esfuerzo va a ser en vano. Entierro la cara en mis manos cuando Niall llega hasta él y le planta cara, pero en seguida les miro de nuevo.
Doy gracias porque, al menos, Niall toma a Harry del brazo y lo aparta de su grupo de amigos antes de empezar a hablar. Desde donde estoy, no puedo escuchar nada de lo que dice, pero sí que veo a un Harry muy confuso por el repentino ataque de su hermano. De repente, los dos mueven sus cabezas hacia mí y me miran, Niall señalándome con el dedo. Ahora mismo solo querría desaparecer, pero sé que yo solito me he metido en este lío, así que aprieto los labios en una línea y miro a Harry con expresión de disculpa. Su rostro me demuestra que no entiende nada de lo que está pasando.
Niall mueve los brazos exageradamente e incluso hay un momento en que le da un ligero empujón a Harry. Dios mío, sí que está enfadado. Si hubiera sabido lo que iba a pasar, seguramente me habría inventado otra mentira.
Unos minutos más tarde durante los cuales Harry apenas ha abierto la boca, Niall le da la espalda y se acerca de nuevo hasta mí. En cuanto se detiene a mi lado, me sonríe amablemente.
—Ya está —me dice en un tono de voz que claramente no es el mismo que ha empleado con Harry. La verdad es que estoy un poco sorprendido; nunca había visto a Niall actuar así—. A ver si ahora le entra en la cabeza que tiene que dejar de molestarte de una vez.
Quiero contestar algo, lo que sea, pero realmente no sé qué decir.
—Sé que me dijiste desde el principio que no querías que hablara con él —continúa Niall—, pero es que no aguantaba más sabiendo que se seguía saliendo con la suya. Te prometo que ya no me meteré más entre ustedes; lo que pase a partir de ahora es cosa suya.
—¿Gracias? —digo a falta de una respuesta mejor.
Como yo también he acabado de desayunar, recojo mis cosas y me dispongo a salir del comedor con Niall. Aprovecho un momento en que él se pone a saludar a una chica que pasa por nuestro lado para buscar a Harry, que sigue en la misma posición en la que Niall
lo ha dejado, y lanzarle una mirada de disculpa. En cuanto me ve, aprieta los labios y yo muevo los míos para pedirle perdón en silencio y decirle desde la distancia que luego tenemos que hablar.