Esto no es un cliché, ¿o sí?

بواسطة allierngll

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Luego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá qu... المزيد

Prólogo
1. La víctima
2. El castigo
3. El beso
4. La fiesta
5. El cretino
6. La salida
7. El deseo
8. El diario
9. La pregunta
10. El acercamiento
11. La excepción
12. El rumor
13. El partido
14. La plática
15. El plan
17. La cosa
18. La revelación
19. El tiempo
20. La reconciliación
21. El viaje
22. El lago
23. La fogata
24. El mensaje
25. El cuidado
26. El espacio
27. La esperanza
28. La familia
29. La despedida
30. El despertar
Epílogo
Nota Final
1. Extra
2. Extra
3. Extra

16. El paseo

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بواسطة allierngll

Capítulo Dieciséis

El paseo

No podíamos ver absolutamente nada, aunque creo que ese es el punto de este juego. No les mentiré, tiene sus ventajas, de esa forma Alex no puede ver en mi rostro lo aterrada que estoy. Así que solo se puede escuchar nuestras respiraciones acompasadas, y podría jugar que también el latir nuestros corazones. No sé qué se supone que tengo hacer, ¿tendría que hablar yo primero?

Alex parecía haber leído mis pensamientos.

—No tenemos que hacer nada si tú no quieres —su voz le dio una vuelvo a mi pobre corazón.

Extrañaba que me hablara.

—¿Tú quieres hacer algo? —pregunté, y en el fondo deseaba que respondiera un "Sí".

Se quedó unos segundos en silencio.

—No.

Auch.

—Entiendo —la forma en que lo emití fue con tanta tristeza que desearía darme una abofeteada ahora mismo.

Aunque él no quisiera hacer nada, no me sentía incómoda por el silencio que había entre nosotros. Me sentían bien.

—No debiste haberle seguido la corriente a Caleb.

—No sabía que iba a hacer —era cierto, no sabía que él tenía planeado todo esto—. Si no querías formar parte de todo esto, no hubieses aceptado jugar con nosotros.

—Ni tú, ¿ibas a aceptar entrar con uno de esos chicos aquí? Estas no son cosas que tú harías —comentó.

Era raro el no poder verlo, pero algo me decía que se encontraba recargado en la puerta y apostaba lo que fuese a que estaba con los brazos cruzados. Mi pequeño corazón bombeaba con rapidez al imaginarme cómo reaccionaría si me acercara en este momento para robarle un beso que llevo tiempo deseando. Solo que hay un inconveniente, cuando pienso en rozar sus labios con los míos, solo recuerdo los suyos con los de Kelsey, provocando que ese deseo se esfume y solo sienta enojo hacia él. Eso hizo que me envalentonara para hablar.

—Eso es algo que a ti no te importa, y si lo hubiese hecho no le debo explicaciones a nadie. Estoy soltera y puede hacer lo que quiera y con quien quiera. ¿Lo entiendes?

Se burló.

—Sabes que eso no es cierto, no harías algo como eso.

—¿Y tú cómo lo sabes? —reté.

—Eres de las chicas que se ponen rojas con tan solo una mirada por parte de un chico. Eres demasiado dulce e ingenua para estas cosas. No deberías estar aquí.

—Las personas cambian —aseguré.

—Claro, pero insisto en que no lo harías.

—Tú no me conoces.

—¿Ah, no?

—No —afirmé.

Escuché sus pasos acercándose a mí.

—Sabes que estás mintiendo —el tacto de su mano sobre mi mejilla solo ocasionó que se erizará cada parte de mi cuerpo en reacción a él. Me maldije internamente.

Cerré mis ojos e intenté alejar esos pensamientos que me suplicaban que alejará su mano, y que le dijera hasta de lo que se iba a morir. En cambio, dejé que lo hiciera, porque soy humana y tengo mil sentimientos hacia este chico de ojos verdes. No, no estoy perdiendo la dignidad, estoy esperando que me dé una buena explicación del porqué hizo lo que hizo, y si tengo la oportunidad de volver a besarlo, créanme que no la desaprovecharé. Lo he extrañado cada día más que el anterior, sé que tal vez esté mal por querer hacerlo, pero nadie es perfecto en esta vida y cometeré miles errores antes de poder aprender de ellos.

—Si prendiera la luz en estos momentos, sé que vería dos mejillas completamente rojas —aseguró.

—N-No estés tan seguro —tartamudeé.

Sentí su aliento golpear mi rostro y el olor a hierbabuena invadió mis fosas nasales. Sin mencionar, que olor de su colonia ya me tenía lo suficientemente mareada. Ahora entendía cuando decían, que no te ahogas al caerte en un río, sino al quedarte sumergido en él. Cuando percibí que sus labios estaban por tocar los míos decidí preguntar.

Sentí la punzada de dolor en mi pecho.

—¿Por qué la besaste? —susurré contra sus labios.

—No quiero hablar de eso.

—Yo sí.

—Créeme que por tu bien no quieres saber.

—¿Eso que significa?

Suspiró con fastidio.

Mis ojos comenzaba a adaptarse a la oscuridad, y logré distinguir su silueta y algunas facciones de su rostro.

—Significa que llevó un puto mes privándome de poder estar cerca de ti. No he podido escuchar tu voz y todas las ocurrencias que salen de esa cabecita. No soporto estar un segundo más sin poder besarte. Eso es lo que significa.

Sus palabras se clavaron en mí, y no dudé ni un segundo más en unir nuestros labios. La familiaridad con que los recibieron no me sorprendió, mis labios lo extrañaban hasta el punto en el que sentía que no podía respirar. Sin dudarlo llevó su mano a mi cintura y me acercó más a él hasta que sentí su cuerpo pegado al mío. El roce de sus labios se iban haciendo cada vez más lentos, y él delineó el inferior de mi boca para entreabrirla y así nuestras lenguas pudiesen encontrarse. Sentí como todo mi cuerpo despertaba una serie de extrañas sensaciones.

Sus labios se apartaron de los míos, y estuve a punto de reprocharle, si no fuera porque sentí sus fríos labios en mi piel, y esta no tardo en arder en llamas. Nunca me hubiese imaginado que los besos en el cuello podían hacer que a alguien le temblarán las piernas de esta forma. Solté un pequeño gemido cuando llego al lóbulo de mi oreja y no lo soporte más. Atraje su rostro con mis manos y lo besé nuevamente, pero con más desenfreno que antes.

Sabía que el tiempo que teníamos era corto y tenía que aprovecharlo al máximo. No importaba si mañana no nos volviésemos a hablar. Estaba dispuesta a obtener lo que pudiese de él. Alex comenzó a caminar hacia atrás hasta que sus pies chocaron con lo que parecía ser un sofá y él se sentó sin pensarlo dos veces. Lo que hizo que nos separáramos un momento y me quedará de pie frente a él.

Mi corazón estaba bombeando demasiado rápido, y una lucha interna creció en mí, sobre sí hacerlo o no.

Vamos, Mack.

No eres una cobarde, en el fondo sabe que te mueres por hacerlo. Me quité mi chaqueta y la dejé caer al suelo.

Al ver lo que hice, él se despojó de su sudadera y de su gorra sin pensarlo tanto como yo. Me puse más nerviosa.

—No tienes que hacerlo si no quieres, Mack —sus palabras decían eso, pero en su voz noté el deseo y eso solo hizo que me animará a hacerlo.

Respiré profundo y me armé de valor.

Me senté a horcajadas sobre él, y al sentir su cuerpo de esta manera por primera vez, solo hizo que mi rostro se sintiera excesivamente caliente. Mis manos descasaron sobre sus amplios hombros y me quedé un momento así.

—Yo nunca había hecho esto —confesé en un susurro.

Agradezco el estar a oscuras, porque me estoy muriendo de la vergüenza. Me siento expuesta de cierta forma.

Su mano descasó en mi mejilla.

—Lo sé, nena —se acercó lentamente, y me susurró cerca del oído con una voz dulce—. Te prometo que me comportaré.

Alex empezó a dejar una serie de besos desde mi cuello hasta la comisura de mi boca. Una parte de mí comenzaba a palpitar y no precisamente mi corazón. Esta sensación era completamente nueva y no podría decir que es rara porque me sentía bien con ella. Sus manos viajaron por debajo de mi crop top y sentí la delicadeza con la que me tocaba e iba subiendo poco a poco y, cuando pensé que haría algo más, él se detuvo. ¿Por qué lo hizo?

—¿Puedo? —preguntó, cerca de mis labios.

Me matas de amor.

—Sí, sí puedes.

Alex levantó mi crop top y quedé en sostén.

—Si te llegas a sentir incómoda o hago algo que no te guste, me tienes que decir, ¿ok? No me voy a enojar.

—D-De acuerdo —asentí, aunque no pudiese verme.

Sus labios me besaban de tal manera que todo dejaba de existir. Toda la música y ruido de afuera se esfumaron, solo éramos él y yo. Su mano viajó por debajo de mi sostén y sentí como dos de sus dedos acariciaban la cima de mis pechos. Un escalofrío me recorrió la espina dorsal, y es que la atención que les estaba dando me hacía sentir demasiado bien. Y por si fuera poco, comenzó a hacer lo mismo con el otro. ¿Este chico era multiusos? No solo le bastaba con darme besos que me desarmaban, también estaba haciendo sentir bien a mis gemelas.

Alex se detuvo, pero no dije nada al respecto, porque solo lo hizo para liberarme de mi sostén. La mitad de mi cuerpo estaba totalmente expuesta a él, y no me sentía mal por ello. Sí, tengo mis inseguridades con respecto a mi cuerpo, pero el que esté la luz apagada me ayudaba, y el que Alex se note tan ansioso me hace sentir deseada.

Mis manos le retiraron su camiseta.

Cuando sentí sus labios y una parte de su lengua en uno de mis pechos casi suelto un grito de la sorpresa. Vaya, es que eso no me lo esperaba por nada del mundo. Solté un jadeó cuando sentí su otra mano acariciando mi pezón izquierdo. En ese momento era como si una oleada de calor nos rodeará a ambos y una cierta humedad crecía en mis bragas y eso me hacía sentir avergonzada. No sé qué se supone que debo de hacer o si eso es normal. Así que no pude evitar comenzar a ponerme un poco tensa.

Alex se detuvo.

—¿Todo en orden? —su voz ronca solo me hizo desear que no se hubiese detenido—. ¿Quieres que me detenga?

Solté algo avergonzada.

—No, es solo que no sé qué hacer.

—Lo estás haciendo perfecto —musitó.

—¿En serio?

—Sí, Mack —dejó un beso en mis labios—. Eres hermosa.

Me aferré a sus hombros y le regresé el beso.

—Me gustaría hacer algo más, pero no quiero excederme y llegar a lastimarte —explicó.

—Confío en ti —dije sin titubear.

Me gustaría decir que fue por el momento de calentura que dije eso. Sin embargo, por más que este último mes pasará maldiciéndole y gritándole al mundo que era un completo idiota. Al final regresaba a este punto, en el que me hacía sentir especial y me trataba de una forma tan dulce que me era imposible creer que me haya lastimado de esa forma. Mientras me besaba, su mano algo áspera comenzó a deslizarse por mi pálido vientre y fue bajando poco a poco, hasta llegar a mi intimidad. Me avergonzaba pensar el que sentiría la humedad que había, y sus dedos fueron delicados a la hora de introducirse dentro de mí.

Solté un gemido.

Me llevé la mano a mi boca para callarlo.

—No la cubras —pidió, con la mano que tenía libre me quitó la mía de mi boca—. Me gusta escucharte, y dudo que alguien más nos esté escuchando.

—¿Nadie entrará? —dudé, y mi voz salió ahogada.

—No hay nadie —susurró cerca de mi cuello mientras dejaba besos lentos y húmedos. Sus dedos se movían con sumo cuidado, y eso me estaba matando.

Cerré mis ojos y apreté mis labios.

—¿E-En serio? —sentí mi voz salir distorsionada, y es que me era difícil pensar con él haciéndome eso.

—Sí, los escuché irse —avisó.

¿Tan desconectada estaba del exterior que yo no escuché nada eso? Vaya, sí sabía cómo perderme en Alex.

Una parte de mí decía que moviera las caderas, y no sé cómo explicarlo; es como si fuese una especie de instinto el querer hacerlo. Así que las comencé a mecer con algo de inseguridad y debo admitir que mis movimientos eran un poco torpes y sin fuerza. Alex notó lo que intentaba, así que descansó su mano sobre mi cadera y me comenzó a mostrar como lo tenía que hacer.

Una vez que había agarrado un ritmo con el que me sentía cómoda. No pude detenerme, la marea de sensaciones que sentía eran todas indescriptibles. Sus labios besando cada parte de mí que tenía a su alcance, es como si estuviese conectando puntos y todos regresaban a uno solo.

A mi boca...

La forma en la que nos besábamos era como si ambos supiésemos que estábamos en una especie de burbuja con un contador de tiempo. Ese que podía explotar en cualquier momento sobre nuestras caras. Sin embargo, ambos éramos lo suficientemente valientes o mejor dicho tontos por intentar hacer que esto durara un poco más.

Nuestras bocas soltaban ruidos y maldiciones que solo hacían que esto incrementará más el deseo entre ambos.

—Joder, Mack —jadeó, en contra de mis labios y después mordió el inferior con fuerza y eso me hizo maldecir del dolor—. Me estás matando.

La manera tan sensual en la que esas palabras habían salido de su boca me hicieron perder la razón. En un último movimiento de mi parte y de los suyos. Sentí que mi cuerpo alcanzaba su punto límite y nunca podría describir lo bien que sintió. Me dejé caer en su hombro y el saco su mano con cuidado. Nuestras respiraciones eran acompasadas y podría jugar que su corazón latía igual de fuerte que el mío. Me sentía en una especie de nube, y la sensación de que estaba flotando no pasaba desapercibida.

Alex me hizo levantar mi rostro.

—¿Estás bien? —preguntó—. ¿No te lastime?

Me acerqué y dejé un beso sobre su nariz.

—Nunca había sentido algo así —confesé, avergonzada.

Me sentía mareada y llena de sensaciones nuevas.

Soltó un suspiro.

—Me vuelves loco, Mack —confesó

—Y tú a mí, aunque muchas veces no de la forma en la que desearía que lo hicieras, pero aun así lo haces.

Alex pegó su frente con la mía.

—Sé qué tal vez mañana te arrepentirás de todo esto, pero quiero que sepas yo no lo haré.

—No puedas dar por sentado lo que sentiré mañana —dije mientras me colocaba mi sostén.

Él alcanzó mi crop top y me ayudo a ponérmelo.

—Lo hago, porque no merezco nada que venga de ti, ni siquiera merecía lo que acaba de pasar ahora. Así que sí, soy un egoísta porque aun así lo hice, desde hace mucho tiempo quería estar de esta forma contigo.

Sonreí.

—Yo también soy egoísta, porque te quiero solo para mí.

Negó con su cabeza.

—Nada puede pasar entre nosotros.

Tiene que estar bromeando.

—¿Por qué? —pregunté—. ¿Es por Kelsey?

—No, joder, no es por ella —se quedó unos segundos en silencio mientras comenzaba a ponerse su camiseta.

—¿No me dirás por qué la besaste?

—Aunque quiera hacerlo, no puedo —admitió.

—No entiendo —me levanté, y recogí mi chaqueta del suelo para ponérmela—. No sé qué te lo impide, o mejor dicho quién.

Él seguía sentado.

—Sí, es un quién —soltó con molestia.

—¿Es ella? ¿Sientes algo por ella?

Tenía demasiado miedo de la respuesta, pero aun si tenía que saberlo. Si existía alguien ocupando el lugar en el que yo deseaba estar. No veía el sentido a seguirlo intentando.

—No siento nada por ella, y creo que es mejor que no sepas nada de lo que está pasando. Es por tu bien, Mack.

—¿Por mi bien? ¿Quién decide eso?

—Me preocupo por ti —aseguró.

—Maldita sea, no entiendo el afán de la gente por querer protegerme y que anden suponiendo lo que es mejor para mí. Es mi vida y yo decido por ella. No soy una niña a la cual tienen que estar cuidado y privando de cosas. Estoy agotada de que todos me traten de esa forma, yo tengo el derecho de hacer lo mismo que los demás, y si llego a salir lastimada será mi responsabilidad y no la de ustedes.

Sentí la respiración alterada, y comencé a caminar de un lado a otro por la habitación. Estaba encabronada.

»Nunca les pedí que lo hicieran, y sobre todo a ti que por cierto ya suficiente daño me has hecho. Y, tal vez si soy una tonta por estar aquí contigo, compartiendo el primer momento íntimo que he tenido. ¿Por qué? Porque confío demasiado en ti. Eso haces cuando estás enamorada de otra persona, le das esa confianza esperando que haga lo mismo. En cambio, tú no dejas de alejarme cada que intento acercarme a ti. ¿Es que acaso tienes miedo a que te lastime? Joder, es más probable que tú me lastimes a mí que yo a ti.

Alex intentó acercarse.

—Sé que la he cagado y en grande.

—Sí, lo hiciste —solté.

—Es la razón de que me haya mantenido alejado, porque sabía que si te tenía cerca, no me iba a poder controlar.

—Eres un cobarde —solté, molesta—. Tú sientes muchas cosas, pero no haces nada y eso te convierte en una persona cobarde.

—Sí, tal vez lo sea —su voz no perdía la seguridad, y yo sentía que quería gritar de la desesperación.

—Lo eres —afirmé.

—Soy un cobarde por preferir alejarme de ti con tal de que los horribles rumores se detuvieran y que no salieras lastimada al escuchar todas esas obscenidades sobre ti.

Tenía que ser una broma.

—¡¿No salir lastimada?! —grité—. ¡Me rompiste el maldito corazón el momento en el que la besaste! No fue necesario esperar a que los rumores lo hicieran. Tú lo hiciste solo y creo que hasta mucho mejor. Esos rumores me importaban un carajo, y era porque estaba contigo.

Sentí las lágrimas agolparse en mis ojos.

—E-Esa no era mi intención —titubeó, y eso hizo que bajara la guardia—. Yo nunca quise lastimarte, y creo que mi error fue el pensar que alejándote de mí estarías mejor.

Me acerqué más a él.

—Había mil maneras de alejarme de ti, pero decidiste que agarrar todas mis inseguridades y volverlas realidad era una mejor opción. Sí, muy listo de tu parte, Alex.

Esa era la gota que faltaba para colmar su paciencia.

—Lo sé, ¿bien? No eras tú la que no tenía otra opción y, aunque no lo creas, para mí tampoco ha sido fácil este último mes. El saber que te había hecho daño solo me carcomía por dentro. Desde que te conocí supe que nada sería sencillo contigo y aun así quise intentarlo. Más nunca pensé que me obligarían a alejarte de mí.

Sentí el sabor salado en mis labios.

—¿Obligarte? Solo tenías que ignorar todos esos rumores y seguir a mi lado. ¿Tanto te costaba hacer eso?

Alex acortó la distancia.

—No llores, Mack —suplicó tomando mis manos entre las suya, y después pegó su frente con la mía—. Me destroza verte llorar y saber que soy el responsable. No merezco ninguna de tus lágrimas, no entiendo por qué sigues perdiendo el tiempo conmigo. No lo valgo.

—No puedo controlarlas, el saber que te rendiste tan fácilmente por culpa de personas inmaduras me duele.

—No me rendí, no digas eso —advirtió.

—Lo hiciste, y te alejaste.

—Entiéndelo, el querer hacer algo por tu bien terminó lastimándote más de lo que imaginé. Soy un idiota.

—No tenías que hacerlo —espeté.

Se alejó un poco.

—Deberíamos dejar de pelear, no le encuentro sentido hacerlo y no llegaríamos a ningún lado.

—Tú provocas que quiera pelear —me justifiqué.

—¿Te parece si salimos a dar un paseo? Me gustaría platicar de algo contigo, sin todo este ruido y un montón de personas alcoholizándose.

—De acuerdo —acepté, y me limpié las lágrimas del rostro—. Aunque tú también lo haces.

—¿Qué cosa?

—Alcoholizarte —apunté.

—Yo tenía una buena razón para hacerlo.

—¿Cuál?

—Me quería olvidar de ti, pero como puedes ver es algo que no tuvo mucho éxito que digamos.

Sonreí.

—Me alegro de que no lo haya tenido —confesé.

(...)

El frío de la noche me hizo abrazarme a mí misma para intentar entrar en calor. Entre más nos alejábamos de la fiesta más silenciosa se volvía todo a nuestro alrededor.

La única luz que alumbraba el vecindario era la de los faroles y alguna que otra casa. Levanté mi cabeza para poder admirar las estrellas y una gran luna sobre nosotros.

—¿Tienes frío?

Bajé mi vista hacia él.

—Sí, un poco —musité.

Alex me atrajo hacia él, y el calor que emanaba de su cuerpo me hizo cerrar los ojos por un momento.

—¿Mejor? —preguntó

—Mejor.

Mientras caminábamos en silencio, mi mente empezó a jugarme mal y recordando todo lo que había pasado desde que llegué a la fiesta. No me arrepentía, él en verdad me gusta y me sentí cómoda. No soy una niña, y sabía que algún día iba a comenzar a explorar mi sexualidad, y me alegra saber que es con Alex. No puedo decir que lo he perdonado del todo por lo que hizo, sé que su intención no fue lastimarme y tampoco la más inteligente. Pero, al fin y al cabo, nunca fue por haber estado jugando conmigo, y siento cierta culpabilidad al haber pensado todas esas cosas horribles de él en estos últimos días.

Me podría justificar diciendo que ahora estamos a mano porque él me lastimó, pero eso no me hace sentir mejor.

Lo juzgué sin saber la otra parte de la historia, y me dejé llevar por todos los pensamientos negativos. Me fue fácil deducir el porqué lo había hecho y el tirarme a morir en este último mes. En verdad estoy decepcionada de mis comportamientos y de mis estúpidos pensamientos.

Alex apretó su mano en mi hombro.

Esbozó una sonrisa ladeada.

—No pienses tanto.

—Me temo que eso es imposible —admití.

Se burló.

—Bueno —volcó los ojos, y se quedó pensando una mejor petición—, entonces no pienses cosas negativas.

—Me pides imposibles, ¿a dónde vamos?

—A ningún lugar en específico.

—¿Entonces? —cuestioné.

—Solo caminaremos y platicaremos.

—Y, ¿qué es lo que estamos esperando?

Alex respiro profundo.

—Estoy esperando no ser un cobarde y poder contarte.

Mis ojos se abrieron ante su sinceridad, y me maldije por dentro al no pensar antes lo que suelo decir.

—Lo siento, puedes tomarte el tiempo que gustes.

Lo miré con anhelo.

No sabía con exactitud qué era lo que me quería contar, pero no necesitaba ser una genia para saber que era algo muy difícil de decir en voz alta. En ese caso, estaba por presenciar el que se abriera a mí, algo que siempre había querido. Mi corazón empezó a correr demasiado rápido por milésima vez en esta noche. Mi cabeza explotaría en cualquier momento si seguían pasando cosas a las que no estaba acostumbrada y que era las primeras veces para mí.

Metí la mano derecha en mi chaqueta.

—No tienes que forzarlo, si no te sientes listo para contármelo, créeme que te entenderé —aseguré.

—Si quiero contártelo.

Me detuvé.

—Yo no te voy a juzgar —puse mis manos frías en sus mejillas y atraje su rostro a mí para besarlo.

Alex murmuró sobre mis labios.

—Sé que sigues molesta conmigo.

—Sí, pero no por eso lo haré —aclaré.

—Te creó.

Seguimos caminando, solo que esta vez me tomó de la cintura y me pegó más a él. Llegué a pensar que tal vez tenía miedo de que una vez que escuchara lo que tenía para decirme, yo ya no iba a querer estar a su lado.

Alex soltó su aliento y provocó que humo saliera de su boca a causa de la baja temperatura. Recargué mi cabeza en su hombro para infundirle un poco de seguridad.

Se aclaró la garganta antes de comenzar.

—Todo comenzó unos meses atrás, y creí que iba a estar bien, que podría seguir igual que siempre. Sin embargo, las inseguridades comenzaron a aparecer y sentí que todo lo que tenía no me pertenecía. Así que decidí irme de casa una noche, y al día siguiente estuve tan distraído en el entrenamiento que terminé golpeando a una chica rara de cabello rosa. Estaba tan enojado ese día que me comporté como un cretino con ella, y se me hizo fácil culparla.

Sonreí con nostalgia al recordar eso.

—Sí lo fuiste.

—Lo lamentó —musitó.

—Ya no tiene importancia, continua.

Alex asintió

—Tal vez pienses que es una tontería, pero para mí es algo importante y algo que, aunque no quisiera, me afectó.

—No digas cosas que aún no pienso —pedí.

—El día que descubrí que era adoptado, desde ese día todo cambio y no porque me haya enojado con mis padres por ocultármelo. Si no porque no entendía en primer lugar por qué mis padres biológicos me dieron en adopción, ¿qué circunstancias los orilló a hacer algo cómo eso? ¿Es qué no me querían? ¿No tenían los recursos para hacerse cargo de mí? ¿Quiénes eran? Desde entonces no puedo dejar de pensar en eso, en qué hice mal para que me hayan abandonado de esa forma. No entiendo, ¿tan poco valor tenía en sus vidas? Ahora entiendo por qué siempre he sentido que me faltaba algo y esa sensación de que no encajaba. Me hicieron sentir que no valgo nada.

»Siempre había sabido quién era, o al menos eso quería creer, solo que ahora estoy más perdido que antes. No soy Alexander Price, ese apellido no me pertenece a mí, no lo merezco. A veces siento que le robe la identidad a alguien más. Es por eso que me fui de casa, no podía dejar que se hiciesen responsables de mí. No quiero ser una carga para nadie. Y, antes de que ellos me dejen a mí, yo los dejé a ellos, no soportaría el que me abandonen nuevamente.

Me quedé helada al escucharlo.

Jamás imaginé que algo como eso le estaba pasando, y no puedo decir que está exagerando, ya que a la mayoría le cuesta encontrar su identidad. No me quiero imaginar el cómo es para las personas que son adoptadas. Debe ser horrible despertar un día y darte cuenta de que toda tu vida no era como creías.

Es como si te aventaran un balde de agua fría, y te trajeran de vuelta a la realidad. No me puedo atrever a juzgar o sentenciar a sus padres biológicos por lo que hicieron, ya que desconozco sus razones. Aún sigo en shock por todo lo que me acaba de revelar, no me quiero imaginar todo lo que él debió de haber pensado y sentido en todo este tiempo. Sin mencionar que ha estado solo, y espero que Caleb haya estado para él. Me parte el alma imaginármelo enfrentando todo esto sin ayuda de nadie.

Es increíble cómo el descubrir algo como esto puede desestabilizar lo que en diecisiete años le había tomado tiempo construir. Ahora entendía por qué le costaba tanto el abrirse conmigo. No quería encariñarse, por el miedo de que yo también lo abandonará.

Sin mencionar la vez que pensó que le había mentido acerca de Leo. La forma en la que reaccionó y mencionó que no soportaba las mentiras, y era porque toda su vida había vivido rodeado de ellas. Aquí es cuando todo comenzaba a encajar. Sus inseguridades y la forma tan rápida con la que solía cambiar de humor. El cómo parecía que se sentía fuera de lugar alrededor de sus amigos, lo que me había dicho en casa de Caleb. Todo.

Me detuve y me planté frente a él.

Tomé sus manos entre las mías.

—Fuiste, eres y serás Alex Price, que ellos no sean tus padres biológicos no quiere decir que no lo sean. Un padre no es el que te da la vida, es el que te cría.

Una lágrima se escapó de su ojo.

—Me duele no ser realmente su hijo.

La retiré con mi pulgar.

—Lo eres, y estoy segura de que te aman como si lo fueses —aseguré, y le sonreí con nostalgia.

—No deberían —soltó.

Negué con mi cabeza.

—Tú no decides quién puede o no amarte, el cariño nace de la otra persona sin necesidad de que se lo pidas. Así que solo tienes dos opciones; aceptarlo o ser un idiota que no valora lo que le están dando. Fácil y sencillo.

—¿Y si un día se cansan?

Su inseguridad me mataba.

—No eres un juguete que pueden desechar después de haber jugado con él. Eres una persona y su hijo.

Soltó una risa seca, y cargada de dolor.

—No me puedes asegurar eso.

—No, lamentablemente no puedo —sentía una enorme impotencia en mi pecho, y no quería que él tuviese todos esos pensamientos—. Sin embargo, confío en que si una persona se atreve a adoptarte, es porque quiere darte la vida y el amor que te mereces. Tú lo mereces, Alex.

Se llevó dos dedos al puente de su nariz, y después apretó sus ojos con fuerza. Sabía con seguridad que se estaba aguantando las gana de llorar. Me dolía verlo así.

—Ya me cansé de fingir que todo está bien, frente a todas las personas que me rodean. Es inútil y desgastante.

—No tienes que hacerlo.

—Sí, si tengo —afirmó.

—Alex, no le debes explicaciones a nadie, ni siquiera deberías hacer eso con las personas que se hacen llamar tus amigos. Se supone que tienes que ser tú mismo.

Alex negó con su cabeza.

—Todos tenemos máscaras, Mack —su voz salió demasiado apagada, y llena de realidad—. Las cuales utilizamos dependiendo la persona con la que estemos, ya sabes, la que se requiera en la situación, pero ¿cuál de todas ellas eres realmente? ¿Con cuál te quedarías para el resto de tu vida?

Estreché mis cejas en confusión.

Nunca me había puesto a pensar en algo como eso, por lo regular siempre intento ser yo misma con las personas que me rodean. Intentó ser la mejor versión de mi misma, sé que la mayoría del tiempo pienso y digo tonterías; pero esa soy yo y me toca aceptarlo. Me siento cómoda siendo de esa forma conmigo y con los demás. No porque a ellos no les guste lo dejaré de hacer, no pienso dejar mi esencia a un lado por el bienestar de los demás. Tal vez no tenga un grupo grande de personas queriéndome, pero las pocas que tengo, me quieren tal y como soy. Y, eso es suficiente para mí, no necesito nada más. Las personas que lleguen a mi vida tendrán que entenderlo. Si no lo hacen, pues fue un gusto conocerles, porque no puedo obligar a nadie a quererme. Alex debería empezar a entender eso.

Sonreí, y después le respondí.

—Me quedaría con la se acerque más a mi misma, la que me haga sentir bien y con la que sé que podré enfrentar la vida. Tienes que dejar intentar quedar bien con todos, eso es algo que nunca lograrás. Siempre existirá alguien que esté en desacuerdo con lo que hagas o digas. Lo primero que tienes que hacer es quedar bien contigo mismo. Tienes que aprender a aceptarte, Alex. Dejar de fingir que eres un chico que no tiene sentimientos, no es malo tenerlos y mostrarse frágil. Eso no te quita hombría, en todo caso te hace madurar y entender que un hombre puede hacer muchas cosas y no por hacerlas deja de serlo.

Alex me atrajo hacia él y me abrazo con fuerza.

—No sabes cuánto lamento el haberme comportado tan mal contigo —besó mi cabeza, y después recargó su mejilla sobre ella—. Te juro que si pudiese volver al día en que nos conocimos, esta vez lo haría mejor.

Me alejé para verlo directamente a los ojos.

—Yo no, no cambiaría nada. Todo lo que hemos pasado y dicho nos ha traído aquí, justo ahora, a esta noche.

Alex me besó.

Ya había perdido la cuenta de todas las veces en las que nos habíamos besado. Solo que por primera vez entendía lo que en verdad significaba besar a alguien. No solo es el acto físico que ejercen esas dos personas, es el poder entregar todas las emociones que tienes albergadas en lo más profundo de ti, quieres que la otra persona entienda en un acto todo el mar de sentimientos que sientes, y es por eso que siento que con cada beso, me arrastra cada vez más cerca de él y no creo salir ilesa. Aun si quiero arriesgarme y ser absorbida totalmente por su marea.

En verdad quiero estar con Alex.

—Desconozco las razones por las que te fijaste en mí, pero daré todo porque siga siendo así —le hablé en medio de nuestros besos y esbocé una sonrisa soñadora.

—No tienes que hacer nada, el simple hecho de existir hace que te quiera a mi lado —confesó, y después me volvió a besar.

Me encontraba perdida, y no deseaba que nadie me encontrara. Mi lugar era estar en los brazos de Alex.

—Te quiero, mi nube de azúcar —declaró.

Suspiré.

—Te quiero, mi limonagrio cretino.

Me alejó un momento de él.

—¿Aún quieres ponerle una etiqueta a lo nuestro?

—No la necesito, el saber que estas conmigo es más que suficiente para mí —sonreí.

Se burló.

—La pequeña Mack ha madurado, eh.

Le golpeé el hombro.

—No empieces, porque si no me voy a arrepentir.

Alex se dio la vuelta.

—Lo decía jugando, ¿a dónde vas? —pregunté.

—Tenemos que volver, ya es tarde.

Empecé a caminar rápido para alcanzarlo, y enlacé mi brazo con el suyo para después recargar mi cabeza.

—No me acordaba de la fiesta —dije con vergüenza.

Sonrió.

—Ni yo.

Nunca imaginé que pasaría todo esto, no después de lo que había pasado. Me siento feliz de que las cosas hayan terminado de esta forma, o mejor dicho, el que empiecen de esta forma. Eso era, una nueva etapa estaba por comenzar para ambos y esperaba que fuese para bien.

—Mack, me gustaría preguntarte algo.

—Dime —respondí.

—¿Te gustaría que saliéramos un día de estos?

Mi corazón dio un vuelco.

—¿Algo así cómo una cita? —quise saber.

—Sí, solo que no la llames de esa forma.

—¿Por qué? —reí.

—No me gustaría que las cosas que hagamos las nombremos como las demás personas lo hacen.

—¿Entonces cómo deberíamos llamarlo?

Alex se quedó pensado.

—No sé me ocurre nada —confesó.

—Mientras encuentras un nombre, creo que deberíamos llamarle "cosa"—me burlé.

Él también se comenzó a reír.

—Bien, tengamos una cosa —afirmó.

Le di un beso en su mejilla.

—Me encantaría, Alex.

🏀📖
¿A ustedes con quién les gustaría
tener una "cosa"?

Capítulo editado. ✔️

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