this is our summer | larry st...

By HazzLovesL0u

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Louis, un chico introvertido, inteligente, torpe y con ansiedad ante las situaciones sociales e interactivas... More

prólogo
uno
dos
tres
cuatro
cinco
seis
siete
ocho
nueve
diez
once
trece
catorce
quince
dieciseis
diecisiete
dieciocho
diecinueve
veinte
veintiuno
veintidos
veintitres
veinticuatro
veinticinco
veintiseis
veintisiete
veintiocho
veintinueve
treinta
treinta y uno
treinta y dos
treinta y tres
treinta y cuatro
treinta y cinco
treinta y seis
treinta y siete
treinta y ocho
treinta y nueve
cuarenta
cuarenta y uno
cuarenta y dos
cuarenta y tres
cuarenta y cuatro
cuarenta y cinco
cuarenta y seis
cuarenta y siete
cuarenta y ocho
cuarenta y nueve
cincuenta
cincuenta y uno
cincuenta y dos
cincuenta y tres
cincuenta y cuatro
cincuenta y cinco
cincuenta y seis
cincuenta y siete
cincuenta y ocho
cincuenta y nueve
sesenta
sesenta y uno
epilogo

doce

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By HazzLovesL0u

Esta noche, para celebrar que llevamos una semana de campamento, el grupo de los mayores vamos a hacer una hoguera cerca del lago y supuestamente luego acamparemos por grupos pequeños al raso como una actividad extra. Lo de hoguera no me importa, ya que al menos estaré con Niall, Shawn y los chicos de mi cabaña, pero lo de tener que dormir una noche en medio del bosque con otras tres personas que nos van a asignar no me hace tanta gracia.

El resto de actividades de la tarde han transcurrido con normalidad, y ha sido todo un detalle que Harry no me haya dirigido la palabra en ninguna de ellas. No creo que hubiera soportado ninguna discusión hoy con él, no sé por qué.

Cenamos hamburguesas que preparamos en una especie de barbacoa mientras hablabamos con con los compañeros. Yo pienso en entablar aunque sea una conversación con alguien, pero el miedo se apodera de mí con solo imaginarlo, así que me quedo con Niall todo el rato. Al contrario de mí, él no tiene problemas con socializar, por lo que me limito a escuchar.

Cuando terminamos de cenar, el monitor de nuestro grupo, Sonrisa Emocionada, y la del grupo de las chicas nos piden que nos sentemos alrededor de la hoguera que ya está ardiendo. Nos reparten malvaviscos, los clavamos en un palo y las acercamos al fuego para que se derritan un poco. Sí, esta es la típica imágen de campamento de verano que a todo el mundo le encanta. A todo el mundo menos a mí; yo solo quiero volver a mi casa.

—Chicos, antes de repartirnos en los grupos en los que se dividirán para dormir esta noche, vamos a hacer una última actividad —explica el monitor.

Miro a Niall asustado. Cualquier actividad a estas horas de la noche tiene pinta de ir en mi contra. Seguro que es alguna actividad física —como el juego de atrapa la bandera— vamos, que ya he conseguido que mi equipo pierda y ni siquiera hemos empezado.

Algunos lanzan gritos de entusiasmo y empiezan a levantarse de los troncos donde estamos sentados, dispuestos a agruparse con sus amigos para jugar a lo que sea que han planeado los monitores. Sin embargo, estos alzan las manos intentando recuperar la atención que han perdido en un momento.

—No tan rápido —pide Sonrisa Emocionada, y la gente se detiene a mitad movimientos para volver a sentarse. Todos miran extrañados—. Esta noche no se trata de un juego físico —explica, y yo choco los cinco conmigo mismo internamente al escuchar esto—. Lo que vamos a hacer antes de dormir es un pequeño ejercicio de reflexión que queremos instaurar como hábito a partir de ahora en el campamento.

—Se llama La rosa y la daga, y se trata de que compartáis con el grupo alguna experiencia que les haya sido placentera hasta ahora, la rosa; y alguna otra que no les haya hecho sentir tan bien, la daga — explica monitora tomando el relevo.

¡¿Qué?! ¿He entendido bien? ¿Tengo que abrirme al grupo? ¿Expresar mis sentimientos? Ya me empiezo a encontrar mal; me duele el estómago... ¿En qué momento acepté venir a este campamento? Un año en Francia no lo veo tan mal, tendría que haber escogido eso...

—Por cierto, es voluntario, así que puede hablar quien quiera —añade Sonrisa Emocionada—. Pero los animamos a que hablen cuanta más gente, mejor. Ya veran como se sienten bien y seguramente descubran que otra gente se siente como ustedes.

En cuanto escucho estas palabras, siento que vuelvo a respirar con un poco más de normalidad. No voy a hablar, no tengo por qué hacerlo. Dejaré que otra gente lo haga y ya está, problema resuelto.

Los demás se miran entre ellos; algunos bajan la vista y otros se encojen de hombros. Yo me uno al primer grupo, ya que prefiero evitar cualquier contacto visual hasta que alguno empiece a cortar su rosa y su daga. Por supuesto, Niall tiene la mano levantada, y con una sonrisa, todo hay que decirlo.

—Adelante, Niall.

Él se aclara la garganta antes de hablar. Está sentado a mi lado, así que me giro para mirarlo.

—De acuerdo —empieza él—, mi daga es que echo de menos a mis padres y a mis amigos de casa, pero de alguna manera eso hace que mi rosa sea más fuerte: al no estar con ellos me obligo a aprovechar al máximo el tiempo que estoy aquí con la gente a la que no veo tanto a lo largo del año, gente que me importa mucho.

Dicho eso, Niall alarga el brazo contrario a mi lado y entrelaza sus dedos con los de Shawn, que lo mira con una sonrisa tierna. Los chicos encajan la cabeza el uno en el hueco del otro y se quedan así, apoyados entre sí. Sonrisa Emocionada asiente satisfecho.

—Muchas gracias, Niall —dice—. Seguro no eres el único que echa de menos a alguien, pero me alegra mucho de que seas capaz de ver que aquí tienes gente fantástica.

No sé por qué, pero siento que las palabras de la coordinadora van dirigidas hacia mí. Es como si me hubiera dicho que debo aprovechar los días que voy a pasar en el campamento, y que para eso debo empezar por darme cuenta de que hay gente a mi alrededor que puede ser simpática y agradable conmigo. Quizás podrían hasta llegar a ser mis amigos. Pero ella no entiende que yo no quiero eso, con Niall, Shawn y los chicos ya tengo bastante, no necesito que más gente me conozca para que se dé cuenta del desastre de persona que soy.

Varios compañeros más nos cuentan su rosa y su daga y, aunque escucho sus experiencias, no estoy prestando total atención, sino que más bien estoy jugando con el borde de mi camiseta.

—¿Alguien más antes de concluir la actividad? —nos invitan los monitores mirándonos a los que todavía no hemos hablado.

No bajo la vista, pero sé que no me voy a ofrecer voluntario tampoco. Entonces veo algo que me sorprende. Más bien, a alguien. Harry alza con decisión la mano justo cuando la monitora estaba abriendo la boca para dar por finalizada la actividad.

—Estupendo, Harry —dice el monitor—. Cuentanos.

Lo miro inclinando la cabeza. No pensé que fuera a querer participar en esto, justamente teniendo en cuenta el día de hoy: no ha mostrado ningún interés especial en hacerme la vida imposible, lo que demuestra que hoy no está especialmente activo y, además, claramente sigue conmocionado por el episodio de la llamada a su padre. Desde que ha salido de la oficina y nos hemos mirado un momento, no hemos vuelto a hablar, pero lo sigo viendo tenso.

—Me gustaría contarles solamente la parte de la daga, si es posible. Prefiero guardarme la rosa para mí por el momento —dice mirándose las manos.

En seguida busca la aprobación de los monitores y, cuando estos asienten despacio, continúa:

—Llevamos una semana de campamento y, sinceramente, me parece más de lo mismo. No me malinterpreten, me gusta mucho venir aquí año tras año, pero a veces siento que es todo un poco monótono: siempre sé lo que me voy a encontrar cuando llegue, lo que voy a tener que hacer y con quién.

Harry hace una pausa para pensar en cómo seguir.

—Este año, sin embargo, hay algo que es diferente en toda esta especia de esquema, algo que sobresale de lo habitual. Por primera vez, el día a día en el campamento me parece ligeramente distinto, lo que me encanta, porque no me despierto con la sensación de que tenemos el horario del día ya establecido. Siento que este verano es... especial. El problema, la daga, es que creo que no estoy aprovechando bien este cambio que tanto anhelaba aunque ni siquiera me había dado cuenta. Creo que lo estoy hechando por la borda y ni siquiera voy a tener la oportunidad de disfrutarlo.

Todos estamos en absoluto silencio mirando a Harry, que ha vuelto a enterrar sus manos en los bolsillos del pantalón. Nunca lo había visto tan vulnerable y sincero. De hecho, es una faceta de él que pensaba era imposible que poseyera. Durante todo su discurso se ha abierto de una forma que para mí resultaría inviable, cosa que he admirado. Obviamente, nunca se enterará de que internamente le he aplaudido por regalarnos esa confesión de forma tan valiente.

Clavo mi vista en él y, de repente, Harry alza la suya y la clava en mí. Nos quedamos unos segundos aguantándonos la mirada mientras mi yo interior me grita que la aparte, pero sé que no puedo. ¿Qué está pasando? No entiendo nada; me siento muy incómodo pero aún así estoy paralizado. Creo que no quiero ser el primero en romper el contacto visual. De hecho, quizás hasta quiero que él tampoco lo haga. Sin embargo, esto no puede durar eternamente, así que al final miramos ambos hacia otro lado. Yo noto cómo el calor sube a mis mejillas y estoy seguro de que me he puesto rojo.

—Muy bien —Sonrisa Emocionada interrumpe mis pensamientos—. Vamos a repartirnos en grupos de 4 para acampar al raso.

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