La novia de mi mejor amigo.

By AlejandraGreene

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Benedict siempre ha querido enamorarse, casarse e iniciar una familia, ha pasado toda su vida buscando a la... More

Primeras miradas.
Consuelos.
Ayudando a Norah.
Cayendo en tentaciones.
Anuncios inesperados.
Vamos a Canadá.
Cambios.
Miedos.
Yo amo a Norah.
Amarillismo
Él es lo que quiero.
Sé que tengo razón.
Un favor.
Sin marcha atrás.
Sin Norah.
Te extraño.
Un último beso.
La única verdad.
Todo está bien.
Todo termina.

¿Enamorado?

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By AlejandraGreene


Habían pasado ya algunos meses desde que Norah y Tom habían comenzado a salir, y por lo que Tom le decía a Benedict parecía que iban en algo serio. 

—No le veo lo especial, Tom, de verdad, creo que es como cualquier otra chica. 

Tom sonrió levemente, dejo de beber la taza de té que tenía en frente y miro a Benedict con cierta burla en los ojos, como aquél que se ríe de algo que sabe y que el otro ignora. 

—Tiene algo que la vuelve la mujer más especial en este mundo. 

—Bueno, te aseguro que no más que Meredith. 

Respondió Benedict, sosteniendo el cigarrillo en su mano mientras se rascaba la ceja. Había seguido saliendo con Meredith, su novia, no parecía ser nada serio o al menos eso pensaba él, aunque había escuchado las indirectas que Meredith le había hecho para aclarar su situación.

—Cada mujer es especial a su manera, no creo que haya comparación entre las dos. 

Benedict simplemente asintió, no quería seguir hablando de Norah, se sentía incómodo y como un completo mal amigo al hablar con ella. 

Porque desde que la había visto por primera vez no podía dejar de pensar en ella, en aquella sonrisa que los había hecho caer a ambos, en las largas y hermosas piernas debajo de la falda que usaba el primer día que la había visto, en qué se sentiría tocarle las mejillas. Y cuando la veía en persona, un tremendo sentimiento de ardor le cruzaba por todo el pecho, se negaba a sí mismo que aquello fuesen celos. ¿Cómo podría? Él estaba bien en una relación con una mujer maravillosa. Pero de nuevo cuando la escuchaba reír, hablar incluso, se sentía presionado, como si no hubiese fuerza que lo sostuivera en la tierra, era ella la que provocaba todo aquello. 

—Como sea. Quería invitarte a ti y a Meredith a cenar con nosotros mañana.

Benedict frunció el ceño, no quería verla, no le gustaba como se sentía cuando estaba con ella, mucho menos cuando su novia estaba cerca. Además de que lo único que le ayudaba a calmar los nervios que era fumar, no podía hacerlo debido al asma de Norah. 

—¿Tengo que ir? 

—Benedict, no entiendo porque eres así con ella. 

—¿Así como? 

—¡Así! No te cansas de ser cruel con ella, y de recordarle que es una mesera y no más. Por eso quiero que vengas mañana. 

Benedict no dijo ni una palabra, no se había dado cuenta de que en su intento de disimular su atracción hacia Norah se había vuelto un tanto cruel con ella. 

—Esta bien, te veré mañana, y en verdad lo siento, no me había dado cuenta de que la trataba así. 

Tom no le dio importancia, charlaron durante toda la tarde sobre otros asuntos hasta que Tom se fue. Benedict se quedo a solas y fue entonces cuando se sentó en su sofá y se agarro del cabello como un desesperado, tenía que hacer lo que fuese para sacarse a Norah de la cabeza.

No llevaban mucho tiempo sentados, cuando Benedict llego de la mano con Meredith, Benedict esperaba que Norah reaccionara de algún modo, esperando que mostrara celos tal vez, pero ella no dejaba de mirar a Tom con una leve sonrisa en el rostro. 

No habían pasado más de quince minutos y a Benedict ya le sudaban las manos y no dejaba de intentar acomodarse el cuello de la camisa. Meredith no dejaba de mirarlo, curiosa ante aquella actitud. Se acercó a su oído y le habló en voz baja. 

—A mi tampoco me agrada que no nos deja fumar. 

Benedict sonrio un poco e intentó disimular un poco más, si Meredith se había dado cuenta no quería que Tom lo hiciera también. 

—¿Y entonces cuál es tu talento? 

Preguntó Meredith a Norah, Benedict se había perdido en la conversación debido a que no dejaba de ver los ojos de Norah. Pudo notar por el tono de voz de su novia que no le preguntaba aquello por verdadera curiosidad si no que intentaba burlarse de ella. 

—Yo pinto. 

"¿Pintar?" Se preguntó Benedict, ansioso por saber más de aquél supuesto talento. 

—¿Tú pintas?

 Preguntó Benedict, y por la cara de Tom se dio cuenta de que lo había preguntado de manera muy grosera. 

—Claro que pinta. 

Respondió Tom por ella. 

—Es muy, muy buena, tiene un gran ojo para las personas, puede ver a través de ti, creánme. Acabo de ver una de sus pinturas y wow. 

Benedict miro de reojo a Norah y pudo notar como se le sonrojaban suavemente las mejillas de un color rosado encantador. 

—¿Y por qué sigues siendo una mesera? 

Pregunto Meredith con un tono cruel de voz, Tom la miro con el ceño fruncido pero antes de que el respondiera, Norah habló. 

—En realidad una galeria esta por presentar mi trabajo. 

Comenzó a buscar dentro de su bolsa hasta que finalmente saco dos panfletos, le dio uno a Benedict y otro a Meredith, había un deje de emoción y orgullo propio en su sonrisa. 

—Estaba a punto de invitarlos, si no estan muy ocupados ese día, esto es muy importante ¿saben? Es lo que va a definir mi futuro, si a la gente le gusta no volveré a ser una mesera. 

Benedict la miro con ternura, se sintió emocionado por ello, pero enojado consigo mismo por no poder sentimientos más que fraternales por la novia de su mejor amigo. Bien hubiesen podido ser amigos si ella no fuese tan encantadora como lo era, si el no se sintiera de la manera en la que se sentía cuando la observaba con detenimiento. 

—No volverás a ser una mesera.

Dijo Tom y la beso suavemente en los labios. Benedict sintió algo arder dentro de él, como siempre se sentía cuando veía a Norah besar a Tom, pero el era un actor, podía manejarlo, podía actuar como si no sintiera nada.

—No creo que pueda asistir, lo siento. 

Dijo Benedict con un tono cortante. 

—¿Por qué? 

Preguntó Tom mientras levantaba una ceja acusadora.

—Tengo trabajo que hacer. 

—No, no es cierto. Ayer me dijiste que tenías el fin de semana libre. 

Tom estaba un tanto harto de la actitud de Benedict hacia Norah, solamente porque ella era una mesera, Tom esperaba que Benedict pudiese ver el trabajo de Norah para así darse cuenta de que ella era más que una mesera y comenzara a respetarla. 

—Tengo que practicar unas líneas. 

—Esta bien, por mi es más importante que tú estes ahí. 

Respondió Norah dirigiendose a Tom, aunque su voz sonaba irritada ante la actitud de Benedict. 

—¿Entonces por qué nos has invitado? 

—Por pura cortesía.  

—Eso es perfecto, entonces no tengo por qué ir. 

—Ni siquiera quería que fueras en primer lugar.

Se fulminaron con la mirada durante unos cuantos segundos hasta que Norah se puso de pie, Benedict la escuchó sollozar y pudo ver una lágrima salir de sus ojos, Benedict regresó a ver a Meredith aún con la boca abierta, mientras que ella parecía aguantarse la risa para no causar más problemas. 

—Muchas gracias, mi amigo.

Dijo Tom, remarcando la palabra amigo meintras corría detrás de Norah. 

—Hiciste bien. Sólo quiere a Tom por su fama. 

Dijo Meredith, tratando de besarlo. Pero él no podía dejar de sentir aquella sensación de que se había comportado como un completo idiota con ella. Estaba más que ansioso por ver su trabajo, pero al mismo tiempo se sentía asustado de si mismo, de aquella ansiedad al verla, de la ira que sospechaba eran celos, por qué después de todo ella era la novia de su mejor amigo y al principio ella solo trataba de ser amable con él hasta que su actitud hacia ella la hizo tratarlo con la misma sequedad que él lo hacía. 

Benedict acompañó a Meredith hasta su casa, como lo hacía todas las veces que salían. 

—¿Quieres pasar? 

Preguntó ella. Benedict intentó darle su mejor sonrisa para negarse pero antes de que pudiese responder ella lo tomo del cuello de la camisa y comenzó a besarlo. antes de que se diera cuenta ya estaban en el sillón de ella, mientras Meredith le besaba todo el cuerpo para provocarlo. 

Benedict intentaba corresponderle, pero no podía sacarse a Norah de la cabeza. 

—Tengo que llamar a Tom, lucía bastante molesto. 

Dijo intentando rescuperar el aliento, ella lo ignoro y se sentó sobre sus piernas, siguió besandolo. 

—Puedes llamarlo mañana. 

Le dijo ella, mientras con una mano le quitaba el télefono y con la otra le bajaba la bragueta. Benedict gimió al sentirse dentro de la boca de Meredith, la tomo del cabello para levantarla, le beso el cuello y la recargó sobre la pared con fuerza, le arranco la blusa haciéndola gritar y le beso los pezones, sintiendo como se endurecían debajo de su lengua. La miro a los ojos y de pronto vio el rostro de Norah frente a él. 

—¿Ben?

Dijo ella en un suave gemido y él la beso con ferocidad, sin dejar de pensar que nunca se había sentido así de excitado en toda su vida. 

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