En el olvido.

By hypnotics

9.3K 452 77

Tras varios intentos de suicidio, River Smoak es internado en Moorfields, una antigua cárcel convertida en ho... More

introducción.
Capítulo 2; Jane doe.
Capítulo 3; Incógnitas y más incógnitas.
Capítulo 4; ¿Cita doble?
Capítulo 5; No todas las sorpresas siempre son buenas.
Capítulo 6; ¿Los borrachos son conscientes de sus actos o no?
Capítulo 7; Una ''cita'' desastrosa.
Capítulo 8; ¿Pillado?
» nota.
Capítulo 9; Familia.
Capítulo 10; Oh, ¿libertad?

Capítulo 1; Sid, Kash y Coral.

1.2K 52 10
By hypnotics

12.15 AM

Cómo desearía volver atrás en el tiempo, cómo desearía poder volver a sentir esa nostalgia al ver los rostros en las fotos, al recordar en mi cabeza una simple cara y ponerme triste o alegre.. Cómo desearía volver al pasado, en general. Antes de ese accidente, mi vida era perfecta.. o al menos para mi. 

Tenía a mis padres. 

Tenía a Ben, mi mejor amigo. 

Tenía una vida feliz, alegre, normal.. Ningún problema de salud, tanto física como mental. 

Tenía un trabajo a tiempo parcial en mi pizzería favorita, iba a un colegio normal.. TODO era NORMAL. Probablemente no era el chico más rico de la ciudad, ni el más guapo, ni el más listo pero era feliz con lo que tenía hasta que un terrible día todo decidió acabar. 

Desde entonces cada día y cada noche, cada hora y cada segundo, me pregunto qué hice mal para merecérmelo. ¿A caso no hay millones de personas peores por ahí fuera y tiene que pasarme a mi? ¿A un pobre e inocente chaval?

No me lo pensé de nuevo, le di otra calada al porro que Sid se había dejado en mi habitación. Volví a sostenerlo entre los dedos mientras poco a poco soltaba el humo, mirando hacia el techo de mi habitación. Cada vez que miro hacia arriba pienso en que Ben está vigilándome, cuidando de mi. 

-¿Me perdonas por haber olvidado como es mirarte a los ojos?.- Susurré en voz baja mientras de mis ojos se escapaban pequeñas lágrimas.- ¿Me perdonas por no poder reconocer tu cara en mi memoria si no miro una de nuestras fotos..?.- Un nudo poco a poco se formó en mi garganta, haciendo que mi voz temblara. Sentía como mi respiración poco a poco se iba acelerando, muy lentamente. El llanto quería salir, mi cuerpo, mi mente y mi corazón querían desahogarse llorando.. Era la única manera. 

O al menos, la única manera sana.

Me senté en la cama rápidamente, apagando lo poco que quedaba de porro en la pared para después tirarlo a la papelera que tenía junto al escritorio. La tristeza y la melancolía poco a poco se iban transformando en furia, una furia incontrolable que probablemente no quisiera controlar al fin y al cabo.

Me puse en pie caminando hacia el escritorio agresivamente, abrí el cajón y cogí la pequeña hojilla de plata que nadie, absolutamente nadie sabía que poseía y salí de mi habitación con la cabeza agachada en dirección a los baños de los chicos. Podía escuchar los ruidos provenientes de las habitaciones de mis compañeros; gemidos, carcajadas, risas, susurros.. todo tipo de ruidos, cosa que me tranquilizaba porque sabía que ninguno se iba a dar cuenta de que no estaba en mi habitación. Abrí la puerta del baño, que estaba al final del pasillo justo frente a la cabina de vigilancia -como así llamamos nosotros al lugar en el que está siempre un monitor vigilándonos-; Abrí la puerta suavemente, mirando de reojo como el monitor se había quedado casi dormido sobre la mesa. Me adentré en los baños -que eran una gran mierda- y tras pasar las cabinas de los retretes llegué a la zona de los bancos, taquillas y duchas. En ellas teníamos cada uno nuestro jabón, toalla, chancletas.. Era casi como el vestuario de un gimnasio, una de las pocas cosas buenas que tenía esta mierda de sitio. Me desvestí frente a mi taquilla hasta quedar en calzoncillos, caminé hacia las duchas y abrí el agua de la última de la primera fila. Me senté en el suelo abrazándome a mis piernas y dejé que el llanto poco a poco fluyera de mi interior. Mi respiración se volvía a acelerar, mi corazón comenzaba a palpitar cada vez más rápido, la furia mezclada con tristeza envolvía mi cuerpo a través de mis venas, mi mano apretaba cada vez con más fuerza la hojilla de metal sobre la palma de mi mano, produciéndome un pequeño corte que lejos de producirme dolor, produjo lo contrario. Rajarme las venas era mi manera de desahogarme, y exacto, es una puta mierda pero.. ¿qué puedo hacer? yo soy una mierda. Una basura, un cero a la izquierda, un inútil..

-Ni se te ocurra.- Una voz tan áspera como la lengua de un gato se pronunció entre las duchas, haciéndome abrir los ojos bajo el chorro del agua para lenvantarlo y encontrarme con Sid en la entrada a las duchas. 

Su mirada se clavaba sobre la mía con gran intensidad al igual que sus pies parecían estar clavados al suelo en aquel momento, vigilándome desde allí. Le dediqué una mirada de desprecio, volviendo a bajar mi mirada hacia mis piernas a las cuales ya me encontraba abrazado. Tragué saliva con fuerza y agarré con conciencia la hojilla de plata, posándola sobre los anteriores cortes que tenía en mi muñeca. Nunca dejaba que se quedara sin al menos unos cuatro o cinco, era mi manera de disfrutar del dolor, de hacerme sentir algo que, tras tanto tiempo terminaba por creer que merecía. Acaricié, sin llegar a dejar ni marca sobre mi piel, pero me vi incapaz de hacerlo. Sentía la mirada de Sid socavar sobre mi cuerpo, observando cada movimiento que hacía, cada detalle.. Estaba allí y no pensaba moverse hasta detenerme. Rodé los ojos y me puse en pie, dándole un pequeño golpe al grifo para que el agua dejara de caer. Sacudí la cabeza hacia los lados como un perrillo tras su ducha y emprendí mi camino hacia mi taquilla, murmurando un ''eres gilipollas'' al pasar junto a Sid, quien simplemente soltó una pequeña carcajada.

-Gracias.- Murmuró, siguiendo mis pasos. Mientras recorría el trayecto corto hasta mi taquilla con furia, sentí como Sid se encendía un cigarro para celebrar su victoria.

-No, gracias no. ¿Por qué no me dejas en paz, tío?.- Gruñí mientras cogía mi ropa y guardaba la cuchilla en uno de los bolsillos de mi pantalón.

-Porque hacer eso es malo. No sirve para nada.- Respondió con aires de sabiduría, haciéndome soltar una pequeña carcajada a la vez que abría mi taquilla.

-Si sirve. Es mi manera de manejar el dolor, de hacerme sentir bien..- Respondí, cogiendo mi toalla, comenzando a secar mi cabeza. Al sentir como la oscuridad de la toalla cayendo sobre mi rostro me dejaba a oscuras, me consentí un par de segundos para repasar lo que acababa de decir. Escuché un pequeño resoplido de mi compañero, quitándome de inmediato la toalla de la cabeza para mirarle, con tanta furia como antes.- No sabría explicártelo. El caso es que..

-El caso es que eres gilipollas, River. ¿Cuantas veces te he dicho que no quiero verte haciendo esa mierda?.- Preguntó, mirándome como si tuviera toda la razón del mundo.

-¿Ninguna?.- Le dediqué una pequeña mueca de asco mientras pasaba la toalla por distintas partes de mi cuerpo.

-Bueno, pero lo he pensado, eso cuenta.- Respondió, esbozando una de esas sonrisas que lograban producirme escalofríos o sonrisas, según qué situación.

-No. ¿A caso yo te digo algo cuando te metes un par de somníferos? ¿Eh?.- Sintiéndome con toda la razón del mundo, metí la toalla en la taquilla y la cerré de golpe, mirándole con seguridad.

-Pues claro que no, tú también te los metes.- Asintió con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa, más divertida esta vez. Los músculos de mi mandíbula indicaban que quería sonreír así que me di la vuelta rápidamente, cogí mi ropa, me abracé a ella y comencé a caminar hacia la puerta tras resoplar.

-Vete a la mierda.- Respondí mientras poco a poco lo dejaba atrás, sacudiendo la cabeza de lado a lado mientras soltaba una pequeña risilla por lo bajo.

Sid es uno de mis amigos aquí dentro, si es que así se nos puede considerar. Creo que nuestra amistad, o lo que quiera que sea eso, es el resultado de la fusión de un tornado con un volcán.. Ambos somos dos grandes catástrofes naturales, tan diferentes como tan iguales. Él es alto, algo musculado, mayormente tatuado, con marcas de guerra -cicatrices de peleas en el reformatorio y en la calle- y la cabeza rapada casi al cero, según él, como los tipos peligrosos. 

Y si te parabas a pensar, Sid tenía el aspecto de un marginado social al que DEBERÍAS temerle y de hecho, le temes, pero que puede que en el fondo sea todo lo contrario, y aunque suene a tópico, lo es. Tras esa terrible y bien hecha -hay cosas que son innegables- armadura de persona que no teme a nada ni nadie, sin sentimientos, vacilona y fría, hay un pequeño corazón. Yo lo sé, es algo que su presencia me inspira a pensar. No se puede decir que no sienta cariño por él, ya que llevamos aquí juntos y dándonos por culo el uno al otro -por favor, ¿en serio eso ha sonado tan mal?- casi desde que llegamos aquí. 

Exactamente hace 212 días y tres horas.

Y sí, soy incapaz de reconocer los rostros de una persona pero logro acordarme de cuando entré aquí, incluidos los segundos. ¿Extraño eh? Bueno.. Quizás como yo. Padezco una enfermedad que suele detectarse tras grandes episodios de estrés o traumatismos; a unas personas se les desprende la retina, a otras se les queda un trauma para toda la vida y a mi me ha tocado una ida de pinza increíble. No solo tengo prosopagnosia -así se llama mi enfermedad, aunque yo la llamo la anti feos- si no que también tengo un grado bastante alto de ansiedad y depresión. Por eso de perder a mi mejor amigo en un jodido accidente de autobús, lo típico, vaya. 

No se puede decir que sea como esos de las series que tienen problemas de autoestima, sufren bullying y acaban deprimidos y encerrados en sus casas para toda la vida, no. Mi autoestima siempre ha tenido que estar donde debe de estar; alta. No me considero el más guapo, ni el más listo, ni el más atractivo, pero sí se sacarme el máximo partido. Además, mi abuela dice que soy el más guapo. Eso siempre cuenta, las abuelas son las más sabias se diga lo que se diga. Tampoco me importa lo que piensen los demás de mi, soy como soy y mientras a mi y a la gente que me importa -pocos- le guste, nada ni nadie puede derrumbarme. Aunque a decir verdad.. Desde el accidente he cambiado bastante y si puedo notarlo yo mismo, ¿cómo lo habrán notado los demás? 

Antes era un chico normal, amable, cercano, divertido, honesto, cariñoso... Ahora soy borde, frío con todos y cada una de las personas que me rodean -o al menos la mayor parte del tiempo-, distante y busca pleitos. Y aun encima, en un puto manicomio.

Día siguiente.

11.10 AM

Era la hora del descanso, lo que significaba que todos teníamos una hora para hacer el ganso por todo el maldito patio. Un patio enorme, con bastantes actividades para hacer, pero cero ganas. Sid, Kash, Coral, Joanna y yo preferíamos sentarnos en la esquina de la parte trasera del edificio a fumar y comentar cosas de las que nos íbamos enterando entre actividad y actividad. El reloj había indicado que ya era hora, pero la profesora Eckhart había decidido retenerme unos minutos después de la clase para simplemente alagar mis relatos para la asignatura de historia así que me tenía que joder y esperar. 

-Entonces, ¿en serio has hecho todo esto tú? Wow..- La profesora -aunque podría hacerse pasar por alumna- Eckhart sonrío mientras ojeaba las hojas de mi relato sobre la peste negra en la edad media.

-Sí. Antes de llegar aquí, en el instituto, trabajamos mucho ese tema ya que se dio en Londres, como bien sabe.- Respondí con las manos dentro de mi sudadera negra. La verdad, es que al fin y al cabo, teníamos toda la libertad que quisiéramos -aunque no del todo- aquí dentro. Podemos vestir con la ropa que queramos, -normalmente básica y con los menos bolsillos posibles-; tenemos un horario para acostarnos y levantarnos -aunque escaparse de la propia habitación es bastante fácil, cosa que viene genial cuando nos reunimos para echar partidas de póker, mus.. lo que sea-; tenemos clases por las mañanas y actividades opcionales por las tardes; una hora de patio obligatoria todos los días; televisión -aunque con ciertos programas censurados- y cursos de informática -los cuales nos pasamos por el forro y nos metemos a hacer el gilipollas en internet-; los profesores son jóvenes casi inexpertos -que nos da ventaja- y más cosas, pero al fin y al cabo, es algo que constará en nuestra ficha para toda la vida. Vayamos a donde vayamos, queramos el trabajo que queramos, sabrán que hemos estado en un loquero.. Eso si salimos, por supuesto.

-Es genial, simple y claro. Si pudiera ponerte más de un diez lo haría, lo juro.- La profesora sonrió dulcemente y me dio una pequeña caricia en el moflete que me hizo sentir bastante incómodo. A veces siento como que tontea conmigo, aunque quizás sean imaginaciones mías..

-Muchas gracias, es genial saber que he hecho algo bien por una vez..- Sonreí cabizbajo, apretando las manos en mis bolsillos. La profesora, Katy, frunció su ceño.

-Oh vamos, River.. ¡Sabes que eres un alumno diez!.- Exclamó, volviendo a tomar asiento en su silla, en la cual había permanecido sentada durante toda la hora.- He estado ojeando tu historial académico y he visto que eras un hacha en clase, sobre todo en lengua e historia..- Apoyó sus brazos la mesa, mirándome después con una sonrisa bastante cómplice. Asentí con la cabeza sin saber muy bien que decir, no podía dejar de pensar en salir a fumarme un maldito cigarro. Llevaba casi una hora y media sin uno. ¡Lo necesitaba!- ¿Quieres contarme por qué lo sientes así?.- Preguntó, haciendo parecer más serio su rostro sin retirar su mirada de la mía.

-No sé, es simplemente..- Me encogí de hombros.

-Señorita Eckhart, tiene una llamada en la recepción.- De pronto Dorothea, la que sería ama de llaves en la casa de los Adams interrumpió la conversación. Dorothea, era una vieja con un rostro completamente serio, gafas con un estilo retro y un uniforme de color blanco, del que salía una terrible chepa en sus espalda que se encargaba de administrar las llamadas, entradas y salidas del recinto. Creo que aún la mantienen en el puesto de trabajo por que nadie, ni si quiera Sid, es capaz de acercarse a la parte principal del edificio -que por cierto, es un edificio enorme pero dividido y muy bien hecho además. Dicen que antiguamente esto era una cárcel de presos altamente peligrosos-, es decir, la parte que da a la calle, al mundo real, lo que viene siendo su territorio y de nadie más. Katy, es decir, la profesora se giró hacia esta y asintió con la cabeza, poniéndose de pie mientras me miraba poco a poco a mi, tras haber sido despreciada por la mirada de la pobre señora. Era, sin duda alguna, la más vieja y amargada del lugar. Nunca la he visto sonreír, y según he oído, nadie durante su estancia aquí la ha visto. Y creo que morirá, o moriremos nosotros, y jamás se la verá con una sonrisa en la cara.

-Disculpa River, nos vemos en la clase de mañana.- Sonrío y salió por la puerta tras Dori. Solté un resoplido de felicidad y salí también de la clase, caminando hacia la zona de los comedores mientras comprobaba que en el bolsillo de mi sudadera continuaba mi paquete de tabaco, que por desgracia ya no estaba ahí. Mordí enfadado mi labio inferior y bajé las escaleras hasta la salida al patio. Uno de los monitores me miró con cara de enfadado y solté una pequeña carcajada, alzando una de mis cejas.

-Katy me retuvo.- Me encogí de hombros y este sacudió la cabeza, quitándome el ojo de encima. Caminé hacia la puerta trasera de la cocina, en el límite del recinto ya que era allí donde nos reuníamos todos cada hora libre. Para mi sorpresa, tan solo me encontré a Coral.- Eh, ¿y los demás?.- Pregunté con cierta curiosidad, observando como se mantenía sentada en las escaleras fumándose un cigarro -de liar, por cierto- observando como me acercaba.

-Sid y Joanna tenían que hablar con la psicóloga por nosequé de la esquizofrenia y Kash quería ducharse.- Aclaró dándole una última calada al cigarro antes de ofrecérmelo.

Coral era, junto con Joanna, la más guapa de todo el edificio. Pelo por la mitad de la espalda, color chocolate con un par de mechones más claritos, ojos azules, sonrisa perfecta y un perfecto aroma a vainilla. Es un poco más bajita que yo, así que muchas veces nos enfadamos porque nos empezamos a meter el uno con la altura del otro; pero no hay enfado que no se solucione a los cinco segundos con unas risas y un gran abrazo. Y no, no me gusta. 

Coral, al igual que yo, era una de las enfermas más 'leves' de todo el hospital. Ella tan solo padece de bulimia nerviosa, depresión y ansiedad con varios intentos de suicidio. Todos en el grupo llevamos más o menos el mismo tiempo aquí, así que básicamente nos tenemos todos desde el principio de esta mierda de etapa.

Decidí aceptar su cigarro y le di una suave calada, devolviéndoselo mientras me sentaba a su lado, expulsando poco a poco el humo mientras observaba su pelo. Parecía tan sedoso y brillante..

-Me gusta tu pelo, ¿sabes?.- Comenté en voz alta mientras agarraba uno de los mechones que caían por su espalda y lo acariciaba, apoyando mi cuerpo hacia atrás en las escaleras. Coral soltó una pequeña carcajada y se giró hacia mi, dedicándome una tímida sonrisa mientras se recogía el pelo en una pequeña coleta y la echaba hacia delante, para que no pudiera tocarlo.

-No mientas.- Respondió nerviosa, volviendo su mirada hacia delante mientras se abrazaba a sus piernas. Coral era bastante tímida cuando se hablaba de ella; se creía la más horrible y gorda del mundo cuando en realidad era tan bonita y frágil como una muñeca. Desde el primer día que la vi sentí una conexión especial con ella; le tengo muchísimo aprecio aunque nunca se lo demuestre - al igual que a todos.-

-No miento Coralyne.- Sonreí acercándome a su oído, haciéndole soltar una pequeña carcajada mientras me daba un pequeño golpe con el brazo.

-¡Sabes que odio eso!.- Exclamó mientras se ponía en pie, cruzándose de brazos con la mirada sobre la mía.

-Pero si tienes un nombre bonito, tonta..- Susurré mientras vocalizaba su nombre unas cuantas veces seguidas, observando como pretendía hacerse la enfadada cuando moría por reírse.

-¡Hola!.- Exclamó Kash acercándose a nosotros, escondiendo todo su cabello bajo un gorro. Nada más apareció, la actitud de Coral cambió. Se sentó a mi lado y, apoyándose en la barandilla de las escaleras le miró desganada, escupiendo un pobre ''hola.'' Su actitud con él siempre era algo más distante a la de los demás, pero nadie sabe exactamente el por qué y cuando preguntamos, no obtenemos respuesta por parte de ambos.

-Hombre, cuanto tiempo.. Oye, necesito que me hagas un favor.- Saludé mientras se sentaba en los últimos escalones, justo entre Coral y yo.

-Dime.- Respondí observando que tenía un pequeño chupeton en su cuello, ladeando la cabeza para verlo mejor. Kash era un chico bastante atractivo, es algo que no se puede negar. Metro noventa, buena complexión, delgadito, pelo castaño, piercing en la nariz -como el mío- y una carita de niño bueno increíble, así que no me extrañaba que tuviera uno. Pero.. ¿a quién se había tirado? No hay muchas por donde elegir, a decir verdad.. Nada más ver el chupetón, le di un pequeño toque a Coral para que lo observara conmigo. La chica lo observó mientras poco a poco asentía con la cabeza, intentando no reírse en voz alta.- Joder, ¿ahora no hablas?.- Gruñó girándose de golpe, deteniendo la creación de un porro entre sus manos.- Eh, eh, ¿qué mirabais?.- Dejó todo el porro a medio hacer sobre una de sus manos y llevó la otra hasta el cuello, tocándoselo como si estuviera en busca de un bicho o algo.

-Así que un chupetón, eh..- Respondí mientras le daba un pequeño toque con el pie en la cintura, alzando las cejas de arriba abajo rápidamente.

-Ah, eso..- Rodó los ojos con una pequeña sonrisa y se volvió al frente, continuando con el porro.- Nunca está de más ducharse acompañado.- Soltó una pequeña carcajada mientras Coral y yo nos mirábamos con complicidad.

-Pobre chavala, a saber qué mentira le has soltado para llevártela al catre..- Susurró Coral, soltando una pequeña carcajada que continué. Exacto, Kash es un guaperas que saca partido a su atractivo y se folla a tantas como puede ¿A caso existe alguno que no lo haga? Pero no es oro todo lo que reluce; tras él se esconde un trastorno de somatización -que se queja crónicamente de daños físicos que no tienen un origen físico que podamos identificar- y algo más que no quiere decirnos, no sabemos por qué.

-Pues ha disfrutado bastante, tendríais que verme la espalda, llena de arañazos..- Soltó en una voz bastante divertida  y picarona, terminando las palabras con el porro en la boca.

-¿Y quién ha sido? La verdad es que no hay mucho por donde elegir..- Pregunté con curiosidad, haciendo un pequeño gesto con la boca. Kash se puso en pie y me miró, alzando una ceja.

-Se dice el pecado pero no el pecador..- Kash me guiñó un ojo y se alejó un poco de nosotros, buscando un lugar en el que no le diera mucho el viento para poder encenderse el porro.

-¿Quien crees que ha sido?.- Le di un pequeño codazo a Coral, quien estaba completamente fuera de órbita. Me miró algo aturdida, sacudió la cabeza y frunció el ceño.

-¿Qué?.- Preguntó confundida, mirándome mientras poco a poco fingía una sonrisa.

-Que quien crees que ha sido..- Susurré extrañado, pensando que podría estar pasando algo por esa cabecita.

-Hmm.. No sé, hay muchas chicas guapas.- Susurró mientras desviaba su mirada hacia el centro del patio donde estaban todos los demás pacientes realizando distintas actividades.- Todas ellas son guapas, yo sin embargo..- Susurró mientras se abrazaba a si misma, dándose pequeñas caricias en los brazos, mirando hacia el suelo.

-Tu eres la que más.- Sonreí dulcemente mientras me acercaba a ella, intentando darle un pequeño abrazo que continuó.

-Ehh, parejita.- Exclamó Kash, que venía felizmente de vuelta con su cigarro encendido. Coral se sonrojó y se puso en pie, mirándome.

-Voy al baño, después nos vemos..- Se despidió de mi dedicándome un pequeño gesto con la mano y me puse en pie, mirándole preocupado. Sabía que no iba al baño precisamente a mear, o a cambiarse las bragas o cualquier cosa que haga una mujer en el baño. Iba a llorar, tomarse alguna pastilla o a hacer alguna tontería pero.. ¿qué iba a hacer yo? ¿bañarme en mi hipocresía?

-Vete con ella a ponerla buena, campeón.- Kash me propinó una pequeña palmada en el hombro, haciéndome volver en mi mismo ya que me había quedado pasmado viendo como Coral entraba al edificio.

-¿Qué? ¿Eh?.- Ladeé la cabeza con confusión, negando rotundamente después.- No, tio, a mi Coral no me gusta.- Me encogí de hombros, mirándole extrañado. No mentía, Coral no me gusta. En serio. Simplemente le tengo cariño..

-Joder tío, ¿no tienes ganas de follar? ¿Cuanto llevas sin follar?.- Preguntó completamente intrigado, volviendo a sentarse en las escaleras, al igual que yo. Miré hacia el frente pensativo y después volví a mirar hacia él.

-Un par de semanas o así antes de entrar aquí.- Me encogí de hombros y sonreí, haciéndole un pequeño gesto para que me diera el porro. Tras darle una calada, sorprendido y casi boquiabierto me entregó el porro y negó con la cabeza.

-Tienes que follar ya.- Ordenó. Le miré completamente extrañado e incómodo mientras le daba una pequeña calada al porro. Respecto a este tema, tenía varias objeciones: Primero; no hay nadie que me parezca lo suficientemente atractivo como para follar y segundo; ¿qué pasa si estoy teniendo una especie de crisis sexual? Realmente me avergonzaba pensar en contárselo a cualquiera y estarlo viviendo. ¿Por qué a mi?

-No, no, no.- Negué dándole una buena calada al porro, sintiendo como iba calando en mi interior.- Tío.. ¿Qué mierda le has echado?.- Pregunté mientras veía como en sus labios se formaba una enorme sonrisa triunfadora.

-Tu calla y fuma, anda. Y respecto a lo de follar, te voy a dar unos cuantos consejos para que consigas a la que quieras. Ah, y lo principal es que no te esperes encontrarte una Adriana Lima aquí, tu piensa en follar, en el acto, en el placer..- Volví a darle otra calada al porro, empezando a oír más lejana la voz de Kash.. Mis párpados pesaban cada vez más, empezaba a ver borroso pero me sentía muy feliz y triste a la vez.

¿Qué mierdas me estaba fumando?

Continue Reading

You'll Also Like

65K 1.7K 12
Dicen que cuando eres diferente, eres raro. Cuando tienes gustos diferentes también dicen lo mismo.. Pero, ¿qué pasaría si mis gustos son un poco ext...
1.3M 98.9K 80
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
949K 153K 151
4 volúmenes + 1 extra (+19) Autor: 상승대대 Fui poseído por el villano que muere mientras atormenta al protagonista en la novela Omegaverse. ¡Y eso justo...