Accidental Love ( Adaptación...

By HannahMtop

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Antes de nada. Esta es la adaptación Albalia de @Loloch15. Alba Reche. Cajera y viviendo en condiciones prec... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
NUEVA ADAPTACIÓN

Capítulo 29

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By HannahMtop



Elena tenía agarrado a Damion y Joan estaba sosteniendo a Alvaro mientras los dos chicos se lanzaban insultos el uno al otro. "Tú hiciste trampa."

"¡No hice!"

"¡Si que hiciste!"

"¡No hice!"

"¡Suficiente!" La voz de Nat retumbó sobre las ruidosas protestas. "Me da igual quién hizo trampa o de quién era el turno. Si ustedes dos no pueden jugar agradablemente yo voy a apagar eso." La amenaza no había detenido a los dos hermanos de discutir una y otra vez.

"Pero él comenzó esto."

"¡Damion!" Ambos padres gritaron.

"Nat." Alba se apoyó sobre sus muletas. "Tú madre está en el teléfono." Cuando la alta mujer pasaba, le habló en una voz más baja. "Ella parece que ha estado llorando." Eso hizo a la mujer de cabello oscuro vacilar por un segundo antes de tomar el teléfono. Un padre llorando nunca significa algo bueno.

"¿Mamá? Ma... Mamá... Mamá, para de llorar. No puedo entenderte." Silenciosamente indicó para que Alba llamara a Elena. "Ok, dímelo otra vez, lentamente." La pelirroja entró en la cocina justo cuando Nat intentaba unir las piezas que su histérica madre le estaba diciendo. "¿Están seguros? mamá ok, está bien, tranquila... ¿qué dice él?" Se volteó de espaldas a la otra mujer y se apoyó contra la plataforma. "Mamá, escúchame cuidadosamente, dijo seguro que ese es Santi?" En la mención del nombre de su hermano, la mano de Elena fue a su boca.

"¿Pasa algo?"

"¿Quién te llamó?" Nat preguntó cuando alejaba a su hermana. Tenía bastante para intentar entender lo que Carmen estaba diciéndole. "No, Elena está aquí. Pasaremos y te recogeremos, sí mamá, estaremos allí en quince minutos, no. No llames a nadie más. Si necesitan ser llamados, lo haré más tarde. No, no llames un taxi. Estaremos justo a allí. Sí, lo prometo... adiós." Presionó el botón de apagado y dejó el teléfono abajo en la barra.

"¿Nat?" Elena dio un paso adelante. "¿Le pasó algo a Santi?" No hubo respuesta. "¿Nat?"

"Santi..." De espaldas a ellas, se agarró del borde de la barra. "Él estaba yendo hacía el este en el carril del oeste de la autopista."

"Oh mi dios," Alba susurró. Nat se empujó a si misma para situarse y hacerles frente.

"Alba, necesito que vigiles a los niños hasta que volvamos. Estoy segura que solo comerán pizzas y jugarán vídeojuegos."

"Por supuesto," la joven contestó. "Cualquier cosa. Sabes eso."

"Traeré a Joan y nuestras chaquetas," Elena con voz temblorosa. Salió del cuarto para ir por su marido. Alba cojeó hacía su alta compañera. Por varios segundos, ninguna habló. Finalmente Nat rompió el silencio.

"No sé que tan tarde estaremos. Intenta meterlos a la cama a las diez. Hay suficientes habitaciones para que escojan."

"Me ocuparé de eso," Alba prometió. Levantó su mano y acunó la mejilla de la mujer más mayor. "Te amo."

Los ojos de Alba brillaron y sonrió. "¿Cómo sabes qué decir?" Tiró de su amor acercándola y la besó en la cabeza. "Te amo también, Alba. No mates a los niños ni juegues ningún juego que implique que te amarren, ¿Ok?"

"Creo que puedo manejarlos. Tienes cosas más importantes de que preocuparte." Sintió a Nat dar un paso atrás y se dio cuenta que Joan y Elena habían entrado al cuarto.

"Te llamaré tan pronto como sepa algo."

"No pueden tener nada de cafeína o azúcar después de las siete. Pablo tiene que estar en cama a las ocho y los otros niños pueden permanecer levantados hasta las diez." Elena dijo mientras buscaba en su bolso. "No puedo encontrar las llaves. Joan, ¿dónde están las llaves?" Su labio inferior temblaba y sus manos comenzaron a temblar.

"Conduciré," Nat dijo firmemente, arrebatando las llaves de su hermana. El cambio en su tono motivo que Alba la mirara. Donde suaves curvas acentuaban la fuerte mandíbula, tensos músculos se apretaban justo debajo de la superficie. La espalda de Nat estaba recta, su postura imponente. No era la suave, sensible mujer que era con Alba en privado. En su lugar estaba la ejecutiva, la líder de una multimillonaria compañía y la cabeza de una poderosa familia. Aunque entendía la necesidad para las dos identidades, Alba de todas formas desesperadamente deseaba que Nat no tuviera que ser la guardiana todo el tiempo. Odiaba la manera en que la presión y la tensión agotaban la energía de su amada. Mirándolos irse, Alba pudo únicamente rezar para que todo estuviera bien. 

Las campanadas del reloj despertaron a la mujer que dormitaba. Alba alcanzó sus muletas y se puso de pie. Un rápido frotamiento de sus ojos le ayudó a ver que era las tres. No había habido llamada telefónica aún, ninguna palabra. Fue a la cocina y comenzó a preparar una jarra de café. Sin duda cuando Nat volviera desearía un poco. Pronto Alba estaba sonriendo en el pacífico sonido de la cafetera. Alvaro y Damion habían decidido continuar su pelea, forzando a Alba en un momento dado a enviarlos por separado a las esquinas para tranquilizarlos. Esa acción le ganó una colorida serie de palabras de Alvaro. Únicamente la amenaza de repetírselas a su tía Nat consiguió calmarlo. A la hora de irse a la cama tomó la salida fácil y dejó a cada chico escoger su propia habitación para dormir. Sus brazos aún le dolían de subir las escaleras dos veces antes de que los sobrinos de Nat se quedaran finalmente dormidos.

Alba pasó el tiempo bebiendo café en la mesa de la cocina y releyendo el diario. Queen saltaba dentro de vez en cuando, exigiendo atención, entonces salía. El total de tres días de noticias impresas y la mitad de la jarra de café resbalaron para antes de que el jeep de Nat tirara por el camino de entrada. Se levantó sobre sus muletas y fue a la puerta, abriéndola con tiempo para ver a Joan ayudando a su esposa y suegra a salir del vehículo. "Oh Señor," susurró, sabiendo que lo peor había sucedido. Nat asumió el control por su cuñado y ayudó a Carmen a entrar.

"¿En qué habitaciones metiste a los niños?" Preguntó cuando pasaba.

"Las habitaciones a ambos lados de la tuya y la que está al final del pasillo," dijo Alba, ahogando al fondo un nudo en su propia garganta. Hasta que vio las desoladas miradas en sus caras, se había estado aferrando a la esperanza de que había sobrevivido Santi de alguna manera al accidente. Nat asintió y miró a Joan.

"La habitación de la izquierda cerca al final del pasillo está vacía. Ponla allí. Pondré a mamá en mi habitación." Tomó el bolso de la matriarca y lo dejó en la barra. "¿Mamá? Vamos, pienso que necesitas acostarte por un rato."

"Pero tengo que llamar..."

"Me ocuparé de que todo el mundo sepa. Necesitas acostarte." Vio a Joan conducir a su esposa fuera del cuarto. "Vamos, iremos arriba ahora."

"Horrible... Esto es solo tan horrible..." Carmen gritó.

"Lo sé, mamá. Vamos ya." Nat condujo a la afligida mujer.

Quince minutos más tarde volvió a la cocina. "Alba, ¿crees que puedas hacer una jarra de café?"

"Ya la hice. Tu taza está en la mesa." Nat miró en la familiar taza, entonces en su compañera. "Imaginé que necesitarías un poco de café," Alba dijo con un encogimiento de hombros. "He tomado un poco yo misma." Ambas miraron la jarra casi vacía.

"Esa es una buena idea." Frotó sus ojos. "¿Qué hora es?"

"Casi las seis treinta."

"Supongo que debo esperar una hora o así antes de empezar a llamar a todo el mundo." Nat envolvió las manos alrededor de su taza y miró fijamente el oscuro líquido. Insegura qué decir, Alba permanecía silenciosa, dando a su compañera el tiempo que necesitaba. Sus ojos brillaron con la amenaza de derramar las lágrimas pero permanecían enfocados en el café. Después de un prolongado silencio, Nat comenzó a hablar. "Los testigos dijeron que giró fuera de la rampa en vez de sobre la rampa." Su labio inferior tembló y parpadeó rápidamente. "Iba a exceso velocidad y chocó contra un camión de basura justo antes de entrar a la autopista."

"Nat, lo siento tanto." Puso su mano en el fuerte antebrazo.

"Ellos um..." El parpadeo aumentó cuando luchaba por mantener las lágrimas dentro. "Ellos tienen que hacer una autopsia." Su voz se enredaba. "Piensan que tomó... drogas..." Un sollozo se escapó de sus labios y Nat se encontró siendo tirada en los brazos de Alba.

"Está bien, te tengo," la joven mujer arrullaba. Las sillas rasparon a través del piso de la cocina cuando se acercaron, ninguna quería romper el contacto. La guardiana necesitaba consuelo y Alba era la única que podía proporcionarle este.

"No e-es justo. Era demasiado joven," Nat se atragantaba. "Las drogas..."

"Lo sé." Besó la morena frente. "Lo sé." Comenzó a mecerla mientras las calientes lágrimas empapaban su camisa. Los sollozos atormentaron al alto marco pero Alba seguía, murmurando consoladoras palabras y frotando suavemente la espalda de Nat. "Te tengo... eso es, suéltalo."

"Fueron esas malditas drogas," gritó.

"Lo sé." Alba continuó meciendo y sosteniendo a su amada hasta que finalmente las lágrimas amainaron y los sollozos se redujeron a sorbidos. Sintió el tirón de Nat hacía atrás y soltó el abrazo. "¿Mejor?" Recibió un tembloroso cabeceo. "Ven aquí." Tomó una servilleta de lino de la mesa y limpió la húmeda cara. "Desahógate... eso es mejor."

"Gracias, solo necesitaba... bien, esto." Nat con fatiga se hundió nuevamente en su silla y movió su cabeza. "Esto es solo tan difícil de creer." No había nada que Alba pudiera decir así que arrimó su silla hasta que sus rodillas estaban tocándose. Nat puso su mano sobre la más pequeña y la apretó. "Los próximos días van a ser duros."

"No tienes que atravesar esto sola." Alba levantó su mano libre y ahuecó la mejilla de su amor. "Estaré justo aquí contigo, lo prometo." Miró el reloj. "Es aún demasiado temprano para llamar a todo el mundo y realmente necesitas un poco de descanso. Has estado levantada toda la noche."

"¿Qué sobre ti?" Por primera vez Nat notó los oscuros círculos debajo de los hermosos ojos avellana. "¿Dormiste algo?"

"Me quedé dormida alrededor de las dos pero estaba levantada para las tres."

"Ambas necesitamos dormir un poco." Se levantó, entonces frunció el ceño. "Tengo que dormir en el sofá. Si alguien despierta..." No hubo necesidad de acabar la oración.

"¿Por qué no tomo el sofá? Necesitas la cama cómoda más que yo."

"Estoy demasiado cansada para discutir contigo Alba."

"Entonces no lo hagas," la joven mujer dijo firmemente. Nat la miró y se preguntó si alguien más podría hablarle de esa manera y salir impune por eso. Sospechó que nadie, excepto tal vez Noemí. Sus ojos se entristecieron en el pensamiento de dar la noticia al ama de llaves quién había conocido a Santi desde que era un bebé.

"Hay tanto hacer. Tengo que llamar a los primos..."

"Puedes hacer todo eso después de que hayas tenido un par de horas de descanso." Alba se forzó para levantarse sobre sus muletas. "Vamos ya, me acostaré contigo hasta que te quedes dormida." Nat asintió con fatiga. Necesitaba descansar y no había duda que con su rubia amiga a su lado podría hacer justo eso.

Después de ir al baño y de cambiarse sus pantalones, Nat se arrastró en la cama. "¿Estás segura qué no te quedaras dormida?" Murmuró grogui mientras arreglaban sus almohadas.

"No, he tomado tanto café que no pienso que pueda dormir." Alba extendió su brazo. "Ven aquí, déjame sostenerte." Pronto Nat se acomodó contra su pecho. "Eso es," comenzó a acariciar el largo oscuro cabello. "Tú descansa y deja que me preocupe de ti para variar." 

Alba estaba tarareando suavemente y dulcemente acariciaba la espalda de su durmiente compañera cuando oyó el auto llegar por el camino de entrada. Cerró sus ojos lentamente con la certeza que era ya lunes y en menos de un minuto Noemí estaría cruzando la puerta, totalmente inconsciente de los acontecimientos de la noche previa. Echó un vistazo en Nat y sabía que no podría despertarla para esto. "Me ocuparé de eso," susurró antes de deslizarse y poner un tierno beso en el hombro de la durmiente mujer.

Entró a la cocina justo cuando Noemí estaba cerrando la puerta corrediza. "Oooh, ese viento," el ama de llaves dijo cuando se quitaba su chaqueta. Dio vuelta y se dio cuenta que no estaba sola. "Oh, buenos días, Alba. ¿Es el auto de Elena el que está en el camino de entrada?" En ese mismo momento notó la cafetera medio vacía y los periódicos derramados sobre la mesa.

"Sí."

"Alba, ¿qué pasa? ¿Dónde está Nat?"

"Está durmiendo. Noemí, por favor venga siéntese." Alba apoyó las muletas contra la barra y sacó una silla.

"¿Por qué Elena está aquí? ¿Están los niños bien? ¿Algo le sucedió a Joan? Está..."

"No, ellos están bien. Por favor siéntese." Albasoltó una respiración y esperó a que el ama de llaves se sentara antes de sentarse ella misma.

"Estás asustándome. ¿Qué pasa?" La voz de Noemí estaba llena de preocupación. Alba sentía la garganta apretarse incluso antes de que hablara.

"Desearía que hubiera una manera fácil de decirle esto." Dándose cuenta que sus palabras estaban únicamente inquietando más a la mujer mayor, respiró profundamente y continuó. "Tommy falleció en un accidente de auto anoche."

Como un espejo rompiéndose, la cara de Noemí perdió toda la compostura y rompió en llanto. Como hizo con Nat, Alba tomó a la afligida mujer en sus brazos y la confortó. El ama de llaves permitió el contacto por algunos minutos antes de levantarse y limpiar sus ojos. "Bien entonces, creo que hay cosas que debo hacer." Se acercó a la cafetera. "Estoy segura que una jarra recién hecha estaría en orden."

"Noemí, usted no tiene que hacer eso."

La mujer mayor volteó y la miró. "Alba, no soy una Lacunza. Nat dice que soy el ama de llaves pero eso no me hace familia. Recuerdo cuando su padre falleció. Trabajé para ese hombre por veinticinco años y en el día de su funeral estaba aquí asegurándome de que hubiera bastante comida para la gente que iba a llegar después del servicio de entierro."

"Eso es terrible," Alba jadeó. "¿Nat no le dio el día libre?"

"Nat no estaba a cargo entonces, estaba su madre." Noemí vació el café en el fregadero y giró en el grifo. "Dijo que me necesitaba aquí para ocuparme de todo por ella. ¿Qué era lo que se suponía que hiciera?"

"Estoy segura que Nat no esperará que usted trabaje." Cojeó dando otro paso y habló en una voz más baja. "Carmen está aquí también."

"Bien entonces, estará esperando té caliente cuando baje." Noemí abrió el armario y sacó la tetera. "¿A qué horas vas a despertar Nat?"

"Pienso que le daré otra media hora o así. Estuvo levantada toda la noche."

"Hmm, Carmen normalmente despierta a las ocho. Probablemente debes despertar a Nat una vez que el café este listo." Alba asintió en el acuerdo. No sería una buena cosa despertar a su compañera y entonces hacerle frente a su madre inmediatamente. 



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