Attack On Titan University. (...

By Sigmauraia

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Tres alumnas recién llegadas son incorporadas a una nueva Universidad llamada Rose. En ella, conviven ciertos... More

Día 1.- (Ruth.)
Día 3.- (Andrea.)
Día 4.- (Ruth.)
Día 5.- (Silvia.)
Finde. - (Andrea.)
Día 6.- (Ruth.)
Día 7.- (Silvia.)
Día 8.- (Andrea.)
Día 9.- (Ruth.)
Día 10.- (Silvia.)
Día 11.- (Andrea.)
Finde. (Ruth.)
Día 12.- (Silvia.)
Día 13. - (Andrea.)

Día 2.- (Silvia.)

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By Sigmauraia


Abrió los ojos despacio maldiciendo la mala noche que había pasado. Se resumía en un extraño duerme vela de sueños inquietos. Siempre le pasaba igual, cuando le ocurría una experiencia muy novedosa en un día, después esa noche la pasaba muy alterada. El primer día de universidad le había pasado factura.

Se sentó en la cama sobresaltada y cogió el móvil con rapidez.

-¡La universidad! Dios mío, dios mío, dios mío ¿Llegando dos días seguidos pronto a un sitio? ¡Oh no, por supuesto que no! ¡No queremos que se rompa un sello del Apocalipsis!

Se hizo un moño a lo loco y se metió en la ducha para darse un lavado rápido del cuerpo, después corrió hacia la cocina en toalla y comenzó a prepararse el desayuno. Al final solo comió unas galletas con un vaso de leche que era lo único a lo que le daba tiempo.

Mientras se vestía pensaba en como había sido tan estúpida como para olvidarse de poner la alarma.

-Segundo día por dios, ¡Segundo día!- Se reprochaba sin cesar.

El día anterior se había levantado muy pronto por los nervios de empezar la universidad y le había dado tiempo a llegar a su hora pero ya comenzaba a mostrarse la verdadera Silvia, llegando tarde a todas partes.

Una vez ya se había vestido con una sudadera de color gris y unos leggings negros al igual que sus zapatillas, se fue al baño a mirar que pintas llevaba.

-Así no vas a impresionar a nadie.- Dijo mirando su media melena de color castaño oscuro recogida en un peinado medio deshecho. Ver el moño torcido de color rubio teñido por las mechas le daba un aspecto aún más ridículo.- Espabila un poco querida.- Dio unos toquecitos en el espejo con el dedo índice mientras miraba a los ojos castaños oscuros de su reflejo que destacaban en una tez pálida.- Estoy segura que así no le vas a gustar a ningún rubio cachas.

Miró el móvil para ver que era extremadamente tarde. Cogió las llaves de casa y salió por la puerta. Unos segundos más tarde volvió a entrar para coger la mochila.

Si se había colocado una sudadera con leggings era por un único y válido motivo, correr como si no existiera un mañana.

Bajó a toda prisa las escaleras de su edificio y siguió su apresurada marcha hacia la parada de bus más cercana a su casa. Allí se paró y se sentó en el banco de metal intentando recobrar el aliento.

Agradeció la brisa fresca de la mañana en su acalorado rostro. Le dio rabia pensar que se acababa de duchar para ponerse a sudar tan pronto y de esa manera.

-Podría dar un poco menos el sol.- A Silvia le encantaban los días soleados pero en ese momento no agradecía que el astro rey se cebara con ella. Tenía tanto calor que decidió quitarse la sudadera y atársela a la cintura, luciendo así una camiseta de uno de sus videojuegos favoritos.

Silvia sacó de nuevo el móvil. Las clases empezaban en tres minutos y ella seguía allí tan tranquila. Podía elegir entre correr hacia la universidad o esperar a que llegara el bus.

-No voy a correr otra vez.- Se abanicó con la mano y guardó el móvil en un bolsillo.- Voy a llegar tarde igualmente.

La Universidad no estaba demasiado lejos de su casa, si el autobús llegaba pronto incluso era posible que solo llegara con cinco minutos de retraso. Eso contando con que hiciera una maratón desde que el bus la dejara en la parada más cercana a la universidad hasta la propia universidad.

Suspiró con el corazón aún latiéndole a mil por la carrera y cerró los ojos para relajarse.

Pensó en Ruth y Andrea y en cómo la regañarían cuando llegara. Ya podía oír la reprimenda de Andrea y podía ver a Ruth mirándola con media sonrisa burlona.

Rió ante aquella imagen y recordó al resto de compañeros. No les conocía a todos pero los chicos con los que había hablado el día anterior eran muy simpáticos. Estaba deseando poder tratarles más de cerca.

Abrió los ojos rápidamente dándose cuenta de que llevaba demasiado tiempo perdida en sus pensamientos. Se levantó para espabilarse y miró por si venía el autobús. Ni rastro de él.

-Que desgraciada soy, siempre vuelve a pasar sobre esta hora.- Justo el día que más necesitaba llegar a tiempo y el puñetero autobús no aparecía.

Como si le hubiera invocado vio al autobús doblar la esquina y le levantó la mano para que se detuviera.

Se preparó mentalmente para la nueva carrera que le esperaba y en cuanto las puertas del autobús hicieron el amago de abrirse, se coló entre ellas para ahorrar todos los segundos que pudiera.

''Que no haya llegado el profesor, por favor'' era lo único que podía pensar mientras intentaba correr con algo de dignidad cargando con su pesada mochila.

Pasó por delante de aquellos maravillosos árboles en flor a la vez que olía el aroma de las rosas. Le hubiera encantado detenerse a contemplar su belleza pero ya lo haría a la salida o en el recreo.

Entró por la puerta principal y miró todo a su alrededor. No había nadie por los pasillos a excepción de algún profesor o secretario que cambiaba de una clase a otra.

-Las escaleras de la derecha. Primera planta.- Se dijo así misma para cerciorarse de que era allí donde estaba su clase.

-¿Llegando tarde el primer día oficial de universidad? Las clases ya han empezado.

Silvia dio un respingo por el susto y miró a la persona que la hablaba.

Era un hombre algo mayor de pelo rubio y ojos miel que la miraban divertidos. Era bastante alto y por la pinta debía ser un conserje.

-¿Han... empezado todas? Es que... el autobús... ha...- Intentaba vocalizar entre sucesivos jadeos pero no le llegaba demasiado oxígeno al cerebro y ahora que lo pensaba, creía que nunca le había llegado demasiado.

-¡Tranquila, tranquila!- Rió.- Además no te creo, todos ponéis la escusa del autobús. En cualquier caso mi nombre es Hannes y soy conserje.

-Yo soy Silvia.- Pensó que al conserje le importaría poco el nombre de una alumna entre cientos.- Y es cierto, puede que se me hayan pegado las sábanas.- Intentó reír pero era un gasto innecesario de aire.

-Bueno, has tenido suerte de encontrarte conmigo. Hay otros conserjes mucho peores.- Se acercó un poco a ella para susurrárselo.

-¿Está aquí para oírnos?- Dijo preocupada.

-No me extrañaría, ella siempre parece estar en todas partes.

-Bueno Hannes, muchas gracias.- No sabía muy bien que le agradecía pero aquel hombre se estaba enrollando demasiado y ella tenía demasiada prisa.- Me voy a clase.

-¡Hasta luego, Silvia!

Él se marchó por el pasillo con las manos en el bolsillo y ella subió las escaleras hasta su aula. Vio las puertas cerradas y se arrimó con cuidado a la puerta para escuchar.

En el interior de la clase reconoció la voz del que era su tutor, Erwin Smith. Aquel hombre parecía muy serio y muy profesional por lo que no le apeteció demasiado interrumpir su clase.

Comenzó a dar vueltas por el pasillo sin saber muy bien que hacer. En ese momento escuchó a alguien correr las escaleras arriba y ella se escondió tras una columna. Si era un profesor sería mucho mejor que no la viera.

-Mierda.- Murmuró aquella persona.

Ella se asomó con cuidado y vio al chico que se sentaba frente a ella.

-¿Tú también te has dormido?- Silvia salió de su escondite con una sonrisa de culpabilidad.

Él se asustó al oírla pero en seguida le devolvió la sonrisa.


-Siempre me pasa lo mismo, no consigo estar listo a mi hora.

-Ya somos dos. Eren ¿Verdad?

-Sí. Silvia ¿No?

Ella asintió y señaló la puerta.

-Me niego a entrar ahí.- Dijo sin dejar de señalarla.- El profesor da mucho respeto.

-Ya te digo... ¿Tocaba Geografía?

-Sí, por eso me niego a entrar. Parece de los que se molestan por las faltas. Quizá si tocara con la profe de las gafas me hubiera atrevido a pasar...

-Lo mejor será que entremos a la siguiente clase. Mientras podríamos ir a la cafetería, no he desayunado.- Dijo sonriente.

Silvia estuvo encantada de que Eren quisiera pasar tiempo con ella, era bastante tímida y aunque se esforzaba por ser simpática le suponía un gran esfuerzo hacer nuevos amigos.

Se perdieron un poco por los pasillos pero pronto dieron con la cafetería.


Solamente había allí dos chicos sentados en la barra.

-¿Esos no son de clase?- Preguntó Eren.

Silvia les miró y le costó reconocerles, el día anterior solo había echado un vistazo por encima a los chicos de su curso y no se había quedado muy bien con las caras de todos ellos.

Uno de ellos era un chico muy bajito con ojos enormes de color avellana y el pelo rapado al tres. La chica parecía ser ligeramente más alta que ella, rondando el metro setenta y, al igual que Silvia, tenía el pelo castaño y los grandes y vivarachos ojos eran del mismo color.

-¡Ey!- Dijo Eren llamando la atención de los chicos.- ¿Sois de primero?

-Sip.- Dijo el chico.- Pero no hemos llegado a tiempo.

-Bueno eso no es del todo cierto.- Dijo la chica masticando un trozo de tostada.- La verdad es que nos hubiera dado tiempo a llegar por los pelos pero no habíamos desayunado.

-Vaya par.- Susurró Silvia con una sonrisa.

-Ella es Silvia y yo soy Eren. Hemos preferido no entrar por si teníamos castigo.

-Pues sois bienvenidos.- Dijo el chico señalando los desayunos de ambos.- Mi nombre es Connie y ella es Sasha.

A pesar de que Silvia había desayunado se pidió un chocolate y Eren pidió otro tanto de lo mismo.

Estuvieron cerca de una hora hablando animadamente con ellos. Sasha les contó que era una chica que se había crecido en un pueblo y se había decidido ir a la ciudad a estudiar. Connie por su parte decía estar allí como un reto personal, siempre le habían dicho que era un chico algo ''cortito'' y que nunca llegaría a la universidad por lo que ahora les estaba haciendo tragar sus palabras.

Silvia se sintió muy contenta por haber pasado aquel rato con aquellos chicos. Sasha y Connie eran bastante despistados y divertidos lo que hizo que se sintiera identificada con ellos. Eren también la hizo sentir muy cómoda, la había tratado con mucha cercanía desde el primer momento.

Se escuchó la música del cambio de clase y los cuatro chicos se dispusieron a subir las escaleras para ir a su aula.

Seguían charlando cuando de pronto vio a Sasha con la cara ligeramente desencajada mirando al frente.

-¿Qué ocurre Sash...?

En su dirección se acercaba Erwin mirándoles con expresión neutral en su rostro.

-Venga ya.- Connie sudaba por la tensión.- Deberíamos haber tardado un poco más en subir.

-Yo creí que se habría ido ya.- Dijo Eren igual de nervioso que el resto.

-¿Qué hacemos? ¿Qué decimos? Me va a petar algo.- Silvia veía como el tutor estaba cada vez más cerca hasta que se cruzaron.

El profesor pasó de largo sin decirles nada y todos suspiraron de alivio.

-Vosotros sois de mi clase, ¿Verdad? Creo recordaros de la presentación de ayer.- Era la voz grave y calmada del tutor que hablaba a sus espaldas.

Los cuatro se quedaron más tiesos que una estaca y se dieron la vuelta con miedo.

-S-sí.- Dijo Sasha que parecía tener ganas de echar el desayuno que se acababa de tomar.

-Sasha, Connie, Silvia y Eren si no me equivoco.- Les miró uno a uno con sus inteligentes ojos azules.

-Hemos llegado tarde y no nos atrevíamos a entrar.- Confesó Silvia.- Es el primer día para todos y nos hemos puesto nerviosos sin saber que hacer.

-¡Exacto!- Exclamó Connie.- Nos hemos quedado en el pasillo esperando que terminara la clase para poder incorporarnos rápidamente a la siguiente.

Connie mintió descaradamente y se quedaron esperando una respuesta de Erwin.

El profesor les miró fijamente unos segundos y les habló con una ligerísima media sonrisa que parecía intentar ocultar.

-Lo entiendo pero la próxima vez solo tenéis que llamar a la puerta y entrar. Aunque entiendo que la cafetería es una idea mucho más atractiva.

Erwin se dio media vuelta con las carpetas que sostenía en su brazo derecho y bajó las escaleras.

-Él si que es atractivo.- Silvia alzó una ceja viendo como el profesor desaparecía al doblar una esquina.

Sasha rió histérica y Eren y Connie parecían aún demasiado nerviosos como para reaccionar.

-Que suerte, estaba cagado.- Dijo Connie.

-¿Cómo habrá sabido que estábamos en la cafetería?- Dijo Eren.

Se miraron entre ellos y fue en ese momento que Silvia vio la mitad izquierda de la cara de Sasha.

-¡La madre que te parió, Sasha! ¡Llevas un chorretón de chocolate en la barbilla!


Los cuatro se metieron en el aula y Silvia sonrió a sus amigas que la miraban acusatoriamente.

-¿Dónde te habías metido?- Preguntó Ruth que estaba sentada con la espalda apoyada en la pared y el pie en el asiento de SIlvia que retiró cuando ella fue a sentarse.

-Seguro que se ha quedado dormida por tirarse hasta las tantas de la mañana viendo imágenes y vídeos de sus queridos personajes.- Andrea sacaba los libros para la clase siguiente

-Es verdad, no sé para qué pregunto.- Dijo Ruth encogiéndose de hombros.

-¡Eso no es cierto! Al menos no del todo...

Silvia dejó la mochila a su espalda y miró a Reiner y Bertholdt. Ellos la sonrieron y ella les sonrió de vuelta sintiendo una punzada de nerviosismo en el estómago.

-Ey, ¿Cómo estás?- Preguntó Reiner.

-Perfectamente.- Dijo sonriendo vergonzosamente.- Q-quiero decir, ¿El pie? ¿Te refieres al pisotón? Está bien, no habrá que amputarlo.

-Bueno me refería en general.- Rió Reiner.- Como no has venido a primera he pensado que te ocurría algo.

-¿Eh?- Dijo avergonzada.- Oh, no. Estoy bien, simplemente he llegado tarde.

-Acostúmbrate a no verla nunca a primera hora.- Le dijo Andrea a Reiner.- Ya sea porque llega tarde o porque prefiere quedarse durmiendo una hora más.

-¡Déjame!- Dijo Silvia mientras Ruth reía.

Silvia le hizo un gesto de desgana a Bertholdt y él la sonrió muy dulcemente. Le dieron ganas de achucharle.

-En el recreo nos contarás que has estado haciendo durante esta hora.- Ruth guardó el móvil en el bolsillo cuando vio entrar al siguiente profesor.


El resto del día no fue mucho más interesante ni mucho más productivo que el anterior. Para ser el segundo día de universidad había transcurrido con mucha calma.

Las tres amigas salieron charlando de la universidad y se pararon cerca de la puerta de entrada.

-¿Cuándo tocaba filosofía o psicología?- Preguntó Ruth como si nada.

Andrea y Silvia se miraron cómplices y después la miraron a ella con el pitorreo reflejado en sus ojos.

-¿Para qué quieres saberlo?- Silvia sonrió de forma divertida.

-Para ver al profesor.- Dijo Andrea sin cortarse un pelo.

-No es eso.- Ruth se sonrojó por el comentario de su amiga.- Es sólo por saber que libros tengo que traer.

Las tres se despidieron tras un rato de bromas y Andrea y Ruth se fueron cada una por su lado.

Silvia sacó el móvil de su bolsillo y comenzó a desenredar los auriculares maldiciendo por lo bajo.

-Hasta luego, Silvia.

Silvia alzó la cabeza y vio a Reiner que iba junto a Bertholdt. Los dos se despidieron con la mano y ella hizo lo mismo haciendo que los cascos enrollados a sus dedos salieran por los aires.

Los dos chicos la sonrieron con más ganas y ella hizo lo mismo pero con la cara del color de un tomate.

Silvia sintió mucha vergüenza por ese momento pero sonrió como una tonta al volver a rememorar la escena.

''Se ha acordado de mi nombre.''

Silvia se colocó los auriculares y comenzó a andar hacia casa. Le apetecía disfrutar de aquel maravilloso día en el que los pájaros cantaban alegres como si pudieran sentir las emociones de la chica. Caminó pensando en el día que había vivido. Había estrechado lazos con tres compañeros gracias a su tardanza, había podido hablar de nuevo con Reiner y había pasado otro día más con sus mejores amigas.

''Si no hubiera llegado tarde no hubiera ocurrido nada de esto. Todo pasa por algo.'' Se dijo así misma.

Silvia siguió su trayecto a casa con una sonrisa de oreja a oreja.

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