¿Cómo (no) conseguir un ligue...

Autorstwa R1Aguirre

832K 106K 27.8K

🏆 GANADORA DE LOS PREMIOS WATTYS 2020 ¿Puede un artículo poner de cabeza la vida de su escritor? Roger Santa... Więcej

Sinopsis
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Epílogo

Parte 26

17.1K 2.7K 562
Autorstwa R1Aguirre


Había olvidado que hoy se cumplían exactamente tres semanas desde el día que Sara se marchó. Un viernes, hace veintiún días exactos estaba siendo arrastrado por una ola de depresión por culpa de mi ex y ahora estoy aquí sin rastro de ese sentimiento agobiador y no sé si sentirme culpable por no lamentar su abandono a tan corto tiempo. Sara tenía razón, desde hace mucho tiempo que esa relación que compartíamos era tan monótona, tan aburrida y más de lo mismo. Tanto así que ni me quedaban ganas de recordarla siquiera.

Como se lo dije a Margaret, dos veces, Sara me había hecho un favor en realidad e incluso hasta escuchar su nombre de la boca de mi jefa estaba comenzando a cansarme. Yo ya no quería que Margaret sacara a relucir ningún tema relacionado con ella de nuevo, pero Margaret quería insistir, como si mi respuesta en el elevador no había sido suficiente o como si le habían saltado más dudas, no lo sé, pero después de la maldita reunión, camino al parking, me preguntó:

—¿Vas a decirme a mí que ya no la extrañas... del todo? —Desde que escuché esas palabras, supe que no había forma que esta conversación con la jefa dragón acabara de la mejor manera. Estaba realmente cabreado, hambriento y exhausto hasta la mierda por la hora y se suponía que yo ya no tenía que estar en este sitio. Al parecer a Margaret no le había bastado con haberme retenido por más de una hora en una sala de reuniones haciendo absolutamente nada, quería seguirme irritando y bastante, presiento que a Margaret le gusta molestarme a propósito y creo que sí lo estaba logrando en serio— digo, ¿Tan rápido se puede olvidar a una persona con la que compartiste cinco años de tu vida?

En mi defensa, yo había abandonado el edificio solo pero tuve que regresarme cuando me di cuenta que la batería de mi teléfono estaba por morir y el cargador se había quedado en mi oficina. Fue tanta mi mala suerte que cuando tomé el elevador de regreso, Margaret estaba ahí.

Aunque no me dijo nada todo el recorrido hasta el primer piso, cuando se dio cuenta que yo estaba dejándola atrás por mi poco interés en hablar con ella reclamó mi atención y me preguntó eso, si extrañaba a Sara. Me tuve que detener por ella, no voy a mentir que no medité mi respuesta, lo hice, especialmente porque no se me había ocurrido pensar en eso antes y llegué a una conclusión: No la extrañaba ni un poco. Por muy extraño que pareciera, por mucho que a Margaret se le haya descompuesto el gesto ante mi respuesta, la verdad es que no echaba de menos a Sara.

Tal vez no debí ser tan sincero, quizás debí darle a Margaret otra respuesta, algo que ella quería escuchar, aunque a este punto yo no sabía qué era lo que ella ansiaba oír en realidad. Pero de algo que sí me di cuenta es que no le habían gustado nada mis palabras. Mucho más cuando contesté la segunda de sus preguntas con un:

—¿Por qué no? —Todas mis palabras hasta ese momento las había soltado con tanta indiferencia que, estoy seguro, a Margaret no le había pasado desapercibido. La verdad es que en ese momento me importaba poco todo lo que pudiera salir de su boca porque, como mencioné, mi celular estaba muriendo, yo solo quería un buen plato de comida italiana y descansar, aunque no iba a descansar específicamente pero igual, pasar tiempo con Kate era suficiente para relajarme un poco. El último mensaje que le había enviado a había sido hace poco menos de media hora y temía que creyera que todo esto era una excusa para evitar las clases de Jiu Jitsu. Estaba más preocupado en otras cosas que en Margaret en realidad. Entonces, me giré un poco solo para verla e hice otra pregunta cargada de sarcasmo—: ¿Debería?

Margaret había soltado tantas cosas frente a mí en los últimas días con el único propósito de hacerme sentir miserable, lo había logrado al principio, pero ahora cualquier cosa que pudiera salir de su boca me parecía irrelevante, en especial aquellas que involucraran a Sara. Me urgía llegar a mi auto para ponerle un poco de carga a mi teléfono y poder llamar a Kate, pero Margaret estaba de mí, siguiéndome, casi parecía un espectro. Me di cuenta del terrible poder de autocontrol que todavía tengo para soportar a Margaret incluso fuera de mis horarios de oficina.

—Solo te preguntaba porque ha pasado... No sé... ¿Cuánto? ¿Un mes? —Creo que era la primera vez que Margaret se sentía tan interesada en hacer plática con algo que me involucrara, también pude notar que la forma en que dijo esas palabras sonaron como si lo que yo dije fue algo totalmente malo. Me reí por lo irónico del asunto ¿Por qué ahora todos parecen dolidos por una supuesta relación que ni siquiera tengo cuando mi ex está por ahí acostándose con otro? Pero no con cualquier otro, si no con el tipo que ella misma se follaba aun estando conmigo y, lo peor de todo, es que todos (Margaret principalmente) lo sabían—. Creo que incluso han sido días.

—Tres semanas en realidad... creo. —Me apresuré a decir. Hasta ese momento fue que me di cuenta que hoy se cumplían exactamente esa cantidad de tiempo y me sorprendí porque ni siquiera me acordaba. Hasta el viernes anterior incluso, me había despertado recordándolo y hoy, sin querer, había pasado de largo ese hecho que, sin duda alguna, había marcado un antes y un después en mi vida—. ¿Cuál es tu punto, Margaret?

—¿No te parece que moverte así de rápido pueda ser contraproducente? —En ese momento sí me giré hacia ella, hasta olvidé la pobre carga de mi teléfono celular y me lo guardé en el bolsillo cuando repetí con una risa irónica:

—¿Contraproducente? —Y me reí de nuevo—. Cuando ella superó esa relación unos cuatro o cinco meses antes de terminarla. La vida sigue, Margaret. No voy a estancarme solo porque ella quiso follarse a un tipo por los millones en su cuenta bancaria. —Nunca me hubiese atrevido a hacer esa elección de palabras para hablar de mi ex novia si no hubiera estado realmente cansado, molesto con Margaret y aturdido. La jefa dragón estaba comenzando a sacar lo peor de mí y creo que si hubiera continuado en ese sitio mis siguientes palabras hubiesen sido peores, así que me apresuré a decir—: Ahora sí ¿Puedo retirarme?

Margaret nada más me miró a los ojos, no hubo una respuesta para eso porque estoy seguro que hasta ella sabía que tenía razón, aunque con mejor ánimo tal vez no lo hubiese dicho de esa forma... tal vez... pero ya me daba igual. Mi jefa se acomodó el bolso Channel en el hombro y cuando me di media vuelta dispuesto a largarme, la escuché decir:

—¿Sabes? Me haces pensar que en realidad no estabas enamorado como decías, más bien estabas en esa relación por comodidad.

Recordé en ese momento una conversación que había tenido con Kate el lunes, el mismo día que se había sentado sobre mis piernas y habíamos pasado bastante tiempo juntos creando el artículo. Cuando se dejó caer sobre mi cama y tomó de regreso la cámara fotográfica, se encontró con las fotografías de Sara que todavía guardaba en ese objeto y me preguntó:

—¿Es tu ex? —Le dije que sí con indiferencia cuando me mostró la foto a la que se refería. Continué leyendo el artículo y con mis manos sobre el teclado iba redactándolo a mi forma en otro documento—. Es guapa.

—Lo es, pero insistió en realizarse cirugías estéticas. —Le contesté. Desde la Sara que conocí desde que tenía quince, a la que existía ahora, había bastante diferencia. Ni siquiera era yo del tipo de hombre que se preocupara por el aspecto físico de una mujer, pero ella decía querer sentirse bien consigo misma, así que tampoco pude oponerme—. ¿Tú te has hecho cirugías alguna vez?

—No —respondió y siguió viendo más fotografías. La miré a través del espejo que estaba en la pared de mi recámara y dejando la cámara sobre su abdomen hizo contacto visual conmigo a través del reflejo—. ¿Debería?

Solté una pequeña risa sin dejar de verla a los ojos.

—Por supuesto que no. Tú eres... —hice una pausa buscando el adjetivo correcto para describirla sin llegar a hacerla sentir incómoda... quería decirle que en realidad si ella creía que Sara era guapa, probablemente ella era el doble, porque en realidad sí, Kate tiene un atractivo que fascina a cualquiera pero no me atreví a mencionarlo. Sé que ella ya lo sabe porque es imposible que no haya notado la atención que recibe de parte del sexo masculino en todas partes, algo que raramente o casi nunca me pasó con Sara—. Preciosa. —Volví a concentrarme en el monitor y continué—: Aunque esa confianza que irradias te hace todavía más atractiva que cualquiera.

Y ella se rio entonces y miré de nuevo al espejo. La observé tomar la cámara para sentarse sobre el borde del colchón y se cruzó de piernas para mirarme fijo. Como ya he dicho en otras ocasiones, esa forma de mirarme lograba desconcentrarme por completo y ella lo sabía, por eso lo hacía cada vez que tenía la oportunidad de torturarme, así que mejor volví a mi computadora y me atreví a preguntar:

—¿Has tenido alguna relación que haya terminado realmente mal? —Se puso de pie, sosteniendo mi cámara, me rodeó y tomó lugar sobre mi escritorio.

—No, creo que no. —Dejé la laptop a un lado y me concentré en ella. No voy a negar que sus piernas así de cerca me habían provocado una sensación casi abrumadora que no era muy común en mí, así que tuve que buscar otra cosa a la que darle mi atención en el momento.

—¿No? ¿En serio?

—Todas las relaciones que he tenido se han disuelto de la mejor manera. —Ni siquiera sé lo que significaba eso, porque solo había estado en una relación y, bueno, aunque quisiera aquello no había terminado ni por cerca de la mejor manera—. Nunca existió drama de por medio, no hubieron lágrimas ni infidelidades. Si en algún momento me encuentro con alguno de ellos es muy probable que nos saludemos y continuemos con nuestras vidas. —Hizo una pausa y me preguntó—: ¿Y qué hay de ti? ¿Qué hubo de tus otras relaciones?

Entonces ahí no supe que contestar. Sentí vergüenza por no tener una larga lista de relaciones amorosas como la mayoría de hombres a los veintisiete, pero al mismo tiempo alivio porque no he tenido que pasar por esto en otras ocasiones ¿Quién en su sano juicio quiere tener el corazón roto varias veces? Ahora comenzaba a comprender a Simon, salía con quién quisiera una vez y no volvía a verla para evitar pasar por esto. Aunque yo, definitivamente, no pudiera hacerlo.

Me quedé meditando mi respuesta, buscando palabras que no me hicieran sonar como un completo perdedor, pero antes de poder decir algo, Kate me interrumpió:

—Entonces... ¿Es verdad? ¿Solo has salido con una chica? —Mi silencio fue suficiente para confirmárselo, en realidad estaba buscando la forma de decirle que sí sin sonar como un inepto y mi mente estaba maldiciendo a Simon al mismo tiempo por andar soltando tantas cosas personales sobre mi persona. Entonces soltó una pequeña risa, se bajó de mi escritorio y me preguntó—: ¿Ni siquiera un rollo de cama?

Yo ni siquiera sabía qué rayos era un rollo de cama. O sea, sí sabía qué era un rollo de cama —al menos teóricamente— pero nunca había tenido uno.

—Ella ha sido mi único rollo de cama... —Tal vez, debería evitar confesarle a Kate cosas que no debía y concentrarme en alardear de aquellas que sí había logrado. Aunque pensándola bien, no tengo ni de qué alardear siquiera, pero debería remarcar la nota mental que me había hecho desde hace mucho tiempo: No hablar demás frente a Kate. Entonces me reí, no sé si por vergüenza o porque mi realidad es tan triste como esa y me apresuré a decir—: Te lo dije. Soy un fracaso con las mujeres.

—No lo eres, nunca siquiera has probado ligar con una. Solo por teléfono harías correrse a cualquiera ¡Vamos! —Y me reí de nuevo, relajé mi espalda en el respaldar de mi silla y ella continuó—: Admite que tienes una voz provocativa y podrías usarla a tu favor cuando te convenga.

—No es verdad... —Kate se rio conmigo y entonces en ese momento, con un tono algo serio, me preguntó:

—Crees que si tu ex regresa ¿Serías capaz de volver a retomar tu relación con ella? —Le contesté lo más honesto que pude: No. Porque además no creo que Sara regrese si está a punto de casarse con un sujeto millonario y, a decir verdad, tampoco me imaginaba mi vida otra vez con ella. Al menos ya no, no después de haberme dado cuenta que prefiere el dinero a una relación estable, no es que esté diciendo que no tenga una buena relación con el holandés porque en realidad no lo sé, tal vez él sea mucho mejor novio que yo, tal vez sí la trata como ella quiere, quizás él sí la lleva a los lugares que a ella le gustaría, de lo único de lo que puedo dar fe es que ella encontró a quién presumir en sus viajes y yo encontré esa paz que antes no sentía, estábamos a mano y yo ya no tenía ganas de volver a vivir aquello. Entonces, en ese momento fue que Kate mencionó exactamente las mismas palabras que la jefa dragón:

—¿Sabes? Yo creo que en realidad estuviste en esa relación por comodidad.

Y no supe qué contestarle, solo me quedé meditándolo y llegué a la conclusión que podía ser verdad, nunca había conocido otra relación, nunca me había dado el tiempo de conocer a otra chica. Por eso me sentía bien con Sara, aunque a veces me molestaran un poco sus reglas, sus salidas continuas sin incluirme en sus planes, sus excusas de «viaje de chicas» todos los fines de semana, pero seguía ahí por eso: Comodidad. No se me pasaba por la cabeza dejar esa relación, tal vez ya no era buena para ninguno de los dos. Por tal motivo, cuando escuché decir a Margaret exactamente lo mismo, no dudé en darle la razón y decir:

—Sí, yo también creo lo mismo.

En fin, el cabreo con Margaret se había esfumado una vez que llegué al apartamento de Kate. No importaba lo fastidiado que estuviera, o las ganas que tenía de tirarme o tirar a Margaret por la ventana, Kate es de ese tipo de persona capaz de cambiarte el día incluso a través de la pantalla de un teléfono celular, podía enviarle un mensaje cuando mi jefa comenzaba a irritarme bastante y de inmediato recibía una respuesta de esas suyas que me hacen apretar los labios para evitar soltar una carcajada. Me bastaron cinco minutos de su presencia para olvidarme de lo enfadado que estaba con Margaret y al cabo de diez minutos ya ni siquiera me acordaba. Me fascina la forma de ser de Kate voy a admitir... tan pícara, tan provocativa... tan... ella misma, tanto así que darle clases de Jiu Jitsu me estaba comenzando a suponer un verdadero reto.

—De acuerdo. Escúchame con atención. —Le digo, habíamos apartado todos los muebles de su sala para despejar un poco el espacio, aunque el lugar es pequeño es suficiente para unas cuantas clases de defensa personal como me lo había pedido. Estoy detrás de ella, tengo su cuello rodeado con mi brazo y solo miro su expresión divertida a través del espejo. Kate no es muy alta, pero tampoco es pequeña, alcanza llegarme a la altura de los labios considerando que yo mido un metro ochenta y ocho. Bastante bueno para la estatura de una mujer—. Primero, ¿Qué es lo que haces si te encuentras en esta situación?

—Patearle las pelotas, tal vez. —Me río un poco y flexiono mi brazo con más fuerza—. ¡Roger! ¡Mi cuello!

—Tú eras la que quería aprender esto ¿No? Lo siento, pero nadie va a atacarte pensando en tu cuello, Kate. —Y se ríe, intenta liberarse de mi agarre forcejeando conmigo y, efectivamente, como me había dicho, intenta golpearme las pelotas—. Primero, estás perdiendo energías, si presiono un poco más me tomaría siete segundos dejarte inconsciente aunque creo que eso ya debes saberlo. Una vez inconsciente, puedo hacer contigo lo que quiera.

—Eso sonó erótico.

—Kate... concéntrate. —Y me río otra vez. Presiono entonces con más fuerza pero no lo suficiente para lastimarla tampoco y continúo—: Antes que nada, protege tu cuello con tus manos —Tomo sus manos con la mía libre y le muestro como hacerlo para seguir—: Este pie al frente, el otro entre medio de nuestros cuerpos. —Señalo la pierna de la que estoy hablando sin tocarla y dejo que se ubique. Una vez en la posición que le menciono, prosigo—: Ahora, usa todo el peso de tu cuerpo para dar media vuelta y me empujas. Vamos... Uno... dos... tres... —Presiono con fuerza.

—¡Roger!

—Te lo dije, tu atacante no va a tenerte compasión, Kate.

—Es más fácil patearte las pelotas.

—Si tienes suerte y logras patearme las pelotas. —Reafirmo, todavía no logra moverse, entonces, le pido que lo haga de nuevo pero esta vez con más intensidad y firmeza, unas tres o cinco veces hasta que lo logra, o al menos lo intenta porque en realidad cuando logra liberarse de mi agarre lo único que consigue es tropezarse con su propio pie y caer al piso, entre risas aunque metí mis manos para evitar que eso pasara, igual acabó ahí y aunque no quiero reírme, lo hago y hasta tengo que sostener mi abdomen para burlarme tranquilo—. ¿Lo ves? No es así de fácil.

—Esto es una mierda. —Y sigue riendo echa un ovillo en el suelo. Le extiendo mi mano para ayudarle a ponerse de pie pero entonces ella tira de mí metiendo su pie entre los míos, provocando que ahora sea yo quien caiga rodando a su lado. Si no estuviera riéndome a carcajadas hubiese podido evitar esto, pero ahora yo también estoy sobre la alfombra y todavía no entiendo qué está haciendo hasta que se ubica a horcajadas sobre mí y me aprisiona con fuerza entre sus piernas—. De acuerdo, ¿Qué haces en este caso?

—Fácil. —Tres pasos y en segundos ya la tengo debajo de mí, inmovilizándola usando mis brazos. Ahora soy yo quién la aprisiona debajo de mi cuerpo pero en una posición distinta, en esta yo estoy entre sus piernas, llevo mis manos a su garganta pero sin hacer presión para continuar—: Ahora dime tú qué harías en esta situación.

—No lo sé, pero esta posición me está excitando.

—¡Kate! —Y me río de nuevo. Incluso pierdo fuerzas por lo cual me dejo caer a su lado otra vez. Ella se ríe conmigo, no sé cuánto tiempo nos carcajeamos los dos pero definitivamente, viéndolo desde este punto, entrenar a Simon es más fácil... mucho más fácil—. A ver, de acuerdo... —le digo respirando profundo para proseguir. Le pido que se ubique sobre mí en la misma posición para mostrarle como salir de este caso, algo que opino cualquier mujer debería aprender en caso de que se vea en un escenario como este y se lo digo, está de acuerdo conmigo, así que continuamos—: Con tu mano derecha sostienes el antebrazo del agresor y la izquierda la cruzas hasta el hombro izquierdo. Flexionas tu pierna hasta quedar a la altura de la ingle y la utilizas para acomodarte perpendicularmente y empujarte. Subes la otra hasta el hombro del atacante y la pierna que ha quedado libre la usas para llevarla hasta el cuello. ¿Lista? —Cuando asiente, lo hago, suave para evitar que se golpee y en segundos ella está debajo de mí, riéndose, forcejeando debajo de mis rodillas.

—¡Guau! —la escucho exclamar, entonces la libero de mi agarre.

—¿Lo ves? Así de sencillo. ¿Quieres intentarlo? —Me dice que sí, así que me ubico sobre ella de nuevo. Le explico una vez más, paso a paso, lo que tiene que hacer y va practicándolo lento hasta que logra tumbarme al suelo. En el segundo intento, al creer poderlo hacer con prisa, falla en algún paso y terminamos rodando por el piso, uno sobre el otro, no sé cómo llagamos a pegar contra la pared. Ni siquiera me había percatado de la cercanía de ambos hasta que me doy cuenta que estoy riéndome, con la frente sobre su hombro y cuando levanto el rostro me encuentro con esos ojos verdes muy de cerca.

—De acuerdo, ni siquiera se logró lo que se pretendía. —Le agrega una risita suya de esas adorables y divertidas. Sé a lo que se refiere porque seguimos en la misma posición y por un momento, cuando la diversión se acaba, nos vemos a los ojos. Puedo sentir como su aliento roza levemente el mío, ninguno de los dos se mueve, ninguno de los dos hace nada en realidad. Siento que el corazón se me acelera y me palpita con fuerza. Trago saliva y tengo que contener la respiración un momento para poder apartarme con toda la fuerza de voluntad que no había podido recoger hasta hace un segundo.

Kate se pone de pie de inmediato y yo hago lo mismo después de ella. Se va en dirección a la cocina y tomo lugar sobre el sillón sin decir nada intentando acomodar mis pensamientos. Respiro hondo y me froto la cara con ambas manos para despejarme. Consciente de que es muy probable que esa sensación no desaparezca ni un poco, intento distraerme preguntándole algo que hasta ahora no me había atrevido pero igual lo tenía en mente:

—¿Tienes planes mañana después de la seis?

Miro en su dirección en ese momento, está tomando agua desde una botella y está dejando otra sobre el desayunador. La verdad es que desde que Monique me había dicho que podía invitar a alguien para me acompañase a la fiesta cuando estaba en su oficina, la primera que llegó a mi mente fue Kate. Aunque no estaba seguro si ella estuviese disponible, soy consciente que sus horarios de trabajo son bastante impredecibles, entonces le dije a Monique que iba a preguntarle a la única chica que me atrevería a invitar a un evento como este. Me sonrió y dijo:

—Perfecto, Margaret va a volverse loca cuando conozca a tu chica. Incluso a mí me ha intentado sacar información sobre tu vida personal que no estoy dispuesta a darle —Un tanto atónito por su declaración le pregunté:

—¿Es en serio? —Ella asintió. Además quise decirle que en realidad Kate no era mi chica, pero me quedé pensando en lo último que dijo y me imaginé el motivo por el cual Margaret quiere saber sobre mi vida, últimamente hasta pareciera interesada en mí si no es porque eso en mi mente suena como una completa tontería.

—Así que yo en tu lugar disfruto esa fiesta, eres el protagonista. Si Margaret intenta molestarte llamas a seguridad, eso es todo lo que tienes que hacer. —No voy a mentir que después de escuchar eso solté una risa pero de esas irónicas que me salen naturales. Quería recordarle a Monique que para mi desgracia todavía seguía trabajando para Margaret.

—Pero después tengo que volver a la realidad y hacer algo así significa quedarme sin empleo.

—Eso no importa, Roger —replicó ella de inmediato—. Tengo espacio para un redactor en mi línea, si gustas. —La verdad es que no supe qué significó aquello hasta que dejé su oficina y todo el camino en el ascensor medité eso que había dicho ¿En realidad me había ofrecido un empleo en su multimillonaria línea? Tal vez debí preguntarle más pero en ese momento no se me ocurrió nada qué decirle—. Mañana solo disfrútalo. Margaret es en realidad quién tiene que temer, Roger. No tú. Métete eso en la cabeza.

Esa fue toda la conversación, después dejé su oficina y Margaret me torturó en la maldita reunión, pero no fue suficiente porque continuó en el parqueo. La voz de Kate interrumpe mis pensamientos justo en el momento que la escucho decir:

—¿Qué hay mañana después de las seis? —Toma la botella que estaba sobre el desayunador y se acerca a mí. Me extiende el agua cuando está a mi lado y después de agradecerle se deja caer sobre el mismo sillón y contesto a lo que me había preguntado:

—La fiesta del lanzamiento de la línea de Monique. —Hago una pausa, mirando la botella en mi mano y jugando con ella entre mis dedos para no verla a la cara—. Me preguntaba si... querías venir.

—¿Va a estar tu jefa? —Por un momento dudo el motivo por el cual me está preguntando por Margaret. Pero entonces, recuerdo que le había contado la conversación que habíamos tenido en el parking, ocultando algunas cosas por supuesto. Esbozo una sonrisa y en ese momento sí la miro, le respondo que sí, que es muy probable que esté presente. Ella sin siquiera meditarlo un poco, me contesta:

—Entonces sí, estoy libre mañana después de las seis.

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

3.1K 177 18
Un mito dice que cada cien años se enamora un ángel y un demonio, uno sacrifica su paz y el otro renuncia a su odio, ¿que pasará? cuando dicho demoni...
709K 53.5K 104
Emma, un ángel de sanación, sacrifica su cómoda vida y con ello se une a los mortales por salvar la vida de su hermano, sin embargo, Milton, el ángel...
559K 46K 24
Tras un accidente automovilístico en el que Milay queda en coma, su novio, Enzo, va a visitarla diariamente al hospital y a recordarle las razones po...
554K 4.1K 6
Cassidy es buena. Tito es malo. Es bastante simple. Marcados por vidas similarmente injustas, Cassidy Lowe y Tito Pastore tienen cada uno caminos...