Te Reto a Conocerme

By TaniaMartinez352

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-Es una jodida broma-. Mascullo con molestia en dirección al abogado en frente de mi. -Me temo que no lo es s... More

Sinopsis
Primera parte - Así comienza todo
Capitulo 1: Cuando dos caminos se cruzan
Capitulo 2: La primera cita
Capitulo 3: Club de motociclistas
Capitulo 4: La verdad siempre sale a la luz
Capitulo 5: Quédate conmigo
Capitulo 6: Se llama Natasha, puedes decirle Tasha
Capitulo 7: El principio del fin
Capitulo 8: Lo que las personas hacen por amor
Segunda Parte - Una Rusa distinta a las demás
Capitulo 9: El significado de crecer
Capitulo 10: Cuando te desgarran el corazón
Capitulo 11: La mayor injusticia
Capitulo 12: La perdida de la inocencia
Capitulo 13: Un vistazo al presente
Capitulo 14: El viaje no deseado
Tercera parte - Dos mundos que colicionan
Capitulo 16: Verdades dichas a la cara
Capitulo 17: El Az bajo la manga
Capitulo 18: Los Black Ravens
Capitulo 19: Joder con la Princesita
Capitulo 20: Mi pasado es solo mío
Capitulo 21: La mejor haciendo negocios
Capitulo 22: Una provocativa tentación
Capitulo 23: Enredos de cama
Capitulo 24: Hermana modelo
Capitulo 25: Asuntos del club
Especial - Tú eres mi familia
Cuarta parte - Otra manera de ver las cosas
Capitulo 26: No fue un accidente
Capitulo 27: Lazos de familia
Capitulo 28: Sangre por sangre
Capitulo 29: La vieja Medusa
Capitulo 30: Cuentos para monstruos
Capitulo 31: Cabezas que ruedan
Capitulo 32: No puedo perdonarte
Quinta parte - Amor que cura
Capitulo 33: La historia de Hunter
Capitulo 34: Rusia invade E.U.A
Capitulo 35: ¿Ciudadana o extranjera?
Capitulo 36: Mi amigo de color verde
Capitulo 37: El corazón de un motero
Capitulo 38: De mi propiedad
Capitulo 39: Decisiones tomadas
Capitulo 40: La luz al final del túnel
Epilogo
Te Reto a Descifrarme

Capitulo 15: Hola Papá

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By TaniaMartinez352

Menudo humor de mierda que tenía en estos momentos. La irritación y molestia salía en grandes ondas a través de mi cuerpo, estaba segura que todo ser humano cerca de mi podía sentirlo.

Pero no se me podía culpar de nada, después de un vuelo de quince horas, donde me tocó compartir asiento rodeada de una familia de cinco integrantes, (tres hijos menores a diez años según mis cálculos), donde no pude tener un momento de paz. El hecho de que la mamá me viera con asco y superioridad, y el papá con lasciva, ponía a prueba la paciencia de cualquier persona.

Me alejo lo más rápido que puedo de las personas desembarcando el avión, y buscó la salida de este laberinto de personas. Una ventaja de no haber tenido que documentar mi equipaje, (porque mi mochila no era lo suficientemente grande como para hacerlo), era que no tenía nada por lo cual retrasarme y hacerme convivir más tiempo con las personas que amenazaban con acabarse la poca paciencia que tenía.

Antes de salir del aeroupuerto me aseguré de cambiar el dinero que tenía por dolares americanos. Caminé hacía un puesto de taxis y me subí al primero que se me cruzo. A pesar de ser casi las dos de la mañana, había mucho tráfico para salir de donde estábamos, le di la dirección del departamento que me había dejado mamá, y me sumergí en mi celular el resto del trayecto. Le mandó un mensaje a Reykon para asegurarle que seguía viva, y otro  a Sabrina para decirle que extrañaba su culo y que espereba verla pronto.

Reykon me contesto de inmediato diciendo que su contacto iba a tener mi moto aquí dentro de dos días, y que él me mandaba la dirección en la que la tendría que ir a recoger. Le agradecí y seguimos hablando de cosas sin importancia. No se cuanto tiempo paso cuando el conductor del taxi me aviso que llegamos. Mi mandíbula casi toco el piso y le pregunté si estaba seguro de que estaba en la dirección correcta.

El señor solo me dio una mirada irritada antes de confirmarlo. Sin querer seguir en ese carro cargado de mala vibra le pagué y me baje. El conductor se marcho antes de que pudiera siquiera entrar al edificio.

¿Qué podía decir acerca del lugar?

Era impresionante, simplemente extravagante y costoso. Justo como la vida que tenía antes de que mamá muriera. El edifico era altísimo. De vidrio y estructura de piedra negra, contaba con cámaras de seguridad y su propio estacionamiento, se encontraba en el centro de Los Angeles. Y cuando cruce la puerta me sentí desaliñada, de repente el brusco cambio de mi apariencia que antes me era totalmente indiferente ahora era muy notorio.

Mientras mis botas hacían eco en el mármol resplandeciente de la recepción del lugar, un par de agentes de seguridad se acercaron en mi dirección, y el velador del edificio no tardo en llamar al que yo suponía, era el encargado de cuidar los departamentos.

-¿Puedo ayudarla en algo señorita?-.

Me preguntó con frialdad en inglés el señor mientras veía con asco los tatuajes en mis brazos.

-Tengo un departamento a mi nombre aquí-.

Contesté sin dejarme alterar por su actitud, el señor me dio una mirada llena de escepticismo.

-¿Puede darme alguna identificación y su nombre?, ¿Además de una prueba de que el departamento es suyo?-. Dijo con una voz burlona, pero su actitud clasista cambio en el momento en el que le di mi identificación y leyó mi nombre.

-¿Señorita Kozlov?, usted, su madre...-.

-Puso el departamento a mi nombre y mi abogado me aseguró que podía hacer uso de él de inmediato. ¿Hay algún problema con eso?-. Interrumpí mirándolo duramente. El gerente negó con la cabeza mientras enrojecía.

-Ningún problema señorita. Lamento mucho las molestias, su madre pago una suma extraordinaria de dinero para que el lugar se mantuviera intacto hasta el día de su llegada, una señora viene dos veces a la semana a hacer la limpieza y si necesita cualquier cosa, puede llamar a recepción y se le atenderá en seguida. ¿Necesita una copia de la llave?-.

Negué mientras contenía las ganas de poner mis ojos en blanco, tonto lame botas.

-Tengo la llave y una copia de repuesto, lo único que necesito es el número específico de apartamento-. Dije fría, joder, lo único que quería era dormir en una cama, no tener discusiones zalameras con un idiota.

-Es el penthouse, último piso, no hay otro, así que no puede equivocarse, suba el elevador y presione el botón con las siglas PH, necesitará introducir la llave para que la lleve al piso, y la volverá a necesitar para abrir la puerta. ¿Necesita ayuda con su equipaje?-.

-No, estoy bien, buenas noches-.

Corte con brusquedad y me fui en dirección al ascensor, siguiendo las instrucciones del lame botas con pocas neuronas llegue al departamento que mamá me había dejado. Y las lágrimas y la nostalgia me golpearon el pecho, no derramé ninguna, pero ganas no me faltaban. El lugar había sido, claramente decorado hasta el más mínimo detalle por mamá , podía ver hasta en el más pequeño rincón su exquisito gusto y clase, desde el color de las paredes, hasta las alfombras, los arreglos de flores en las mesas, y la comodidad de los sillones.

A parte de que todo el lugar olía a manzana canela, el ambientador favorito que mamá tenía en la casa en todo momento. No deje que la tristeza me echara abajo, y me apresuré a buscar el dormitorio, para eso tuve que subir una escalera que me condujo al segundo piso, donde había un mínimo de 5 puertas, todas ellas cerradas. Sin energías para investigar cada una, me acerque a la que era obviamente mi cuarto, pues era la puerta más grande y tenía la letra N tallada en la madera.

La abrí y pude ver una hermosa habitación decorada en tonos dorados y crema, digna de la realeza, una cama de doseles y muchos cojines esponjosos, un armario del tamaño de la mitad del cuarto, una puerta que supuse daba a un baño privado, un vestidor, un escritorio con una computadora, sillones y una mesa de centro, mesas de noche a cada lado de la cama, una pantalla enfrente de la misma, y el detalle más impresionante, unos ventanales que iban de piso a techo y que me mostraban toda la ciudad que parecía dormir a mis pies. Más que ventanales parecía ser una pared completamente de vidrio, uno muy oscuro que me hizo saber que estaba tintado, por lo cual no me tenía que preocupar por el tema de mi privacidad.

Después de sentirme sobrecogida por la inmensidad del lugar, dejo caer mi mochila en el piso y mi cuerpo en la cama. Un gemido de placer salió de mis labios al sentir el suave colchón bajo mi peso, quite mis botas con un movimiento, y mi brasier con otro. Mis ojos se cerraron y mi respiración se fue ralentizando.

Y mientras me quedaba dormida en este lugar, casi pude olvidar los sucedido durante los últimos años de mi vida.

Casi.

Hasta que me dormí, y tuve las mismas pesadillas que me atormentaban desde la muerte de Nikolai.


(...)


Cuando me desperté era casi medio día, moví mi trasero con pesadez a al baño privado de mi cuarto y tome una ducha bien fría que terminó por despertarme. Salí con la toalla rodeando mi cuerpo, y sin ganas de ponerme mi ropa sucia, me acerque al armario.

No me sorprendió en lo absoluto verlo lleno. Estaba segura que mamá había ordenando hasta el mínimo detalle pues así era ella, siempre buscando hacerme la vida más fácil, sin importar lo difícil que yo se lo ponía a veces.

Una mueca de tristeza movió mis labios y acaricie las prendas aún con etiqueta que ella había elegido para mi, eran preciosas. Y eran definitivamente, acorde a lo que era mi gusto hace unos años.

Pero yo ya no soy la misma persona.

Sin querer despreciar la ropa que mamá había elegido. Tome lo más acorde que veía a mi más reciente personalidad. Unos jeans azul marino pegados. Una blusa blanca con detalles rojos con profundo escote, pero que cubría mi tatuaje de Nikolai perfectamente. Aparte de un juego de ropa interior de algodón básico.

Salí buscando mis amadas botas y no dude en volver a calzarlas. Cuando me vi en el espejo del cuarto pude ver como la persona que había sido y la que era ahora se fundían en una sola.

La ropa era obviamente cara y de marca. Las botas y los tatuajes en mis brazos resaltaban en claro contraste al atuendo dándome un aire de chica mala.

Sintiéndome aún desnuda, me acerque al tocador, y pude ver todo el maquillaje cuidadosamente acomodado. Siguiendo viejos hábitos, me maquillé como solía hacerlo, con la diferencia que, está vez usé colores más llamativos y oscuros. Colores que resaltaban el color verde de mis ojos, y contrastaban con mi blanca piel. Me cepille el pelo y no me moleste en hacerle nada. Cuando estuve satisfecha con el resultado me escanee buscando algún error.

Pero no encontré ninguno, mis sombras cafés rojizas se veían perfectamente degradadas y hacían juego con el delineado debajo del ojo, con unas cejas hermosamente perfiladas y unos asombros y llamativos labios rojos.

Una mirada al reloj me hizo darme cuenta que eran las dos de la tarde y mi estómago rápidamente demando por comida. Salí fuera de la habitación poniéndome mi chamarra de cuero y tomando mi identificación, dinero, las llaves, los dos sobres y la tarjeta con la dirección del abogado. Fui directa a la puerta pues dudaba de que hubiera comida en el departamento, a parte de que nunca había aprendido a cocinar pese a los esfuerzos de mi madre por enseñarme. Cerré con seguro y salí con paso decidido. Me subí al ascensor y baje a la recepción.

El tipo que estaba ahí, era el mismo que la noche anterior había llamado al encargado, tuvo la decencia de sonrojarse al verme y abrir la boca para disculparse seguramente. Pero no le di tiempo a que lo hiciera, pues salí a toda prisa del lugar.

Camine por las calles de la ciudad hasta que di con una cafetería donde pedí un café y un pedazo de pastel.

Joder, que bien sabía esto.

Me terminé el pedazo de pastel y salí con el resto de café en mis manos. Revise la tarjeta con la dirección del abogado, y al no tener una idea a donde ir. Tome otro taxi y le di la dirección, el trayecto fue corto, no más de quince minutos. Pague el viaje y baje del carro.

El edificio era modesto en comparación de los últimos que había visitado, un par de plantas solamente y era de ladrillo rojo, me encogí de hombros sin juzgar el libro por su portada y camine a la entrada.

A diferencia del bufete de abogados de mi país, la recepcionista fue de lo más amable y me dirigió a la oficina del licenciado Seitz, después de haber rellenado los formularios obligatorios.

Cuando abrí la puerta me sorprendí al ver a un hombre de unos cuarenta años, de una complexión fuerte y trabajada, un pelo negro ojos chocolate y un bronceado envidiable.

Parecía más un modelo que un abogado.

Me presente ante él y le entregue la carta que me dejo mamá con su nombre, el hombre la leyó y me volvió a impresionar cuando unas lágrimas salieron de sus ojos, me dio su pésame y me dijo lo mucho que aprecio a mi madre, incluso me contó que la había conocido yendo a la misma Universidad que ella aquí.

Cuando le comenté acerca del testamento él me dijo que solo se podía abrir en presencia mía y de mi padre. A pesar de mis súplicas, el sujeto no dio su brazo a torcer, dejándome sin otra opción más que tener que buscar al hombre que más despreciaba en el mundo.

Recuperando un poco el malhumor que tenía al llegar al país. Me despedí del abogado y salí de las oficinas. Nuevamente tome un taxi y dije de memoria la dirección de la casa club de los Black Ravens.

Apestaba no poder moverme por mi misma, pero apestaba aún más regresar al último lugar al que había visto al sujeto que puso su esperma y luego me abandono.

El conductor me preguntó todo el trayecto si estaba segura de querer ir a ese lugar. Y con un demonio que lo estaba, no quería hacerlo, pero mamá se había asegurado de no dejarme otra opción.

Al final el hombre se canso de mis respuestas vagas y cortantes y se limito a conducir. Me dejo a una cuadra del lugar, por cuestiones de seguridad según él.

Cobardía le decía yo.

Le pague, y le deje una propina generosa por que me dio pena.

Camine sin importarme las miradas que los hombres daban en mi dirección. El lugar estaba igual que cuando lo había visitado teniendo dieciséis años. Cuatro pisos, fachada blanca, gran patio trasero, amplio estacionamiento lleno de motos de todo modelo, color, o tamaño, amplio, con un bar en la parte de enfrente. Y enormes hombres con el chaleco de cuero con un cuervo negro en pleno vuelo y el nombre del club en la espalda. Hice una mueca cuando sus gritos hacía mi persona se hicieron presentes.

-¡¿Estás perdida princesita?!- -¡O tal vez busques un poco de diversión!- -¡Qué tal si te acercas para que pueda apreciar ese cuerpo como se debe!-.

Muchos otros comentarios machistas se escucharon, pero mantuve mi cara fría. Tenía un objetivo en mente y ningún simio con complejo de cavernícola iba a interponerse en mi camino.

Atravesé la entrada del bar y el olor a tabaco, sudor y alcohol me golpeo como un puñetazo.

Mi presencia se hizo evidente cuando todos dejaron lo que estaban haciendo para seguirme con la mirada mientras hacia mi camino a la barra. Ahí le pedí a la chica con poca ropa que lo atendía una cerveza que me paso de inmediato. Poco a poco los moteros siguieron en lo suyo, pero vigilándome a cada momento. Unos jugaban billar en la parte más alejada del bar, otros estaban en las mesas con una mujer entre las piernas o sentadas en ellas, unos cuantos solo bebían mientras reían y otros tantos jugaban cartas y apostaban.

Mis ojos los recorrieron a todos y cada uno de ellos, buscando el rostro de mi progenitor, pero no lo hallé. Lo que si encontré fueron unos ojos negros que parecían escanear y encender cada centímetro de mi piel. El sujeto era alto, tenía el pelo largo café recogido atrás en una coleta baja, una barba recortada. Piel morena, músculos de acero, labios gruesos, cejas pobladas, nariz recta, mandíbula fuerte y cuadrada.

Y yo le calculaba al menos veinticinco años, tatuajes se veían desde su cuello hasta donde su camiseta negra deja ver, sus brazos, manos, llenos de figuras, letras, de muchos tamaños y colores. Por supuesto que él también tenía un chaleco de cuero, y cuando por fin caí en cuenta de ese detalle, toda mi curiosidad por el asombroso espécimen masculino desapareció de golpe.

Definitivamente no quería un motero en mi vida. Con mi padre desaparecido tenía más que suficiente muchas gracias.

Aunque deje de prestarle atención, pude sentir como la mirada de él no se separo de mi cuerpo ni por un segundo, haciéndome estar más tensa a cada minuto que pasaba.

Pero el tipo no hizo ningún gesto de querer acercarse, y por supuesto yo tampoco lo hice. Iba ya por mi tercer cerveza cuando por fin pasó lo que tenía que pasar cuando una chica esta bebiendo sola en una barra. Un idiota borracho demasiado pagado de sí mismo se me acerco.

-Hola preciosa, ¿Qué hace una princesa como tú tan sola en un lugar como este?-. Preguntó una montaña de músculos arrastrando cada palabra, demostrando cuan pasado de tragos estaba.

-Nada que sea de tu incumbencia-. Contesté fría.

-No seas tan arisca muñequita, todos aquí sabemos por lo que viniste-.

Una de mis cejas se arqueó mientras daba otro trago a la botella antes de contestar.

-¿Ah si?, ¿Y a qué es lo que vine?-.

El tipo me dio una sonrisa asquerosa enseñando sus dientes amarillos.

-Buscas ser un culo dulce por supuesto, quieres un chaleco con las letras de un hermano y estar montada atrás de nuestras motos. Así que no te hagas del rogar y acercate. Si eres un buen polvo tal vez y considere darte mi chaleco-.

El tono arrogante y seguro con el lo dijo hizo que soltara una carcajada que me ganó la atención de los hombres del bar.

-Tienes una muy buena opinión de ti mismo musculitos, pero déjame romper tu corazón y decirte que preferiría hacer un striptease para todo el bar antes de dejarte ponerme una mano encima-. Me giré para pedir otra cerveza que me fue arrebatada antes de que tocara mis dedos.

-¿Puedes darme mi cerveza?- Pregunte ahora con molestia al maldito motero.

-Primero tienes de darme un beso a cambio-.

-En tus jodidos sueños, regrésame mi bebida-.

Un brillo de enojo paso por sus ojos.

-No hasta que me des lo que quiero-.

Bufé y me levante del banco donde había estado sentada.

-Como quieras-.

Iba a caminar a una mesa cuando un sentí un golpe en mi trasero.

Me detuve en mi lugar y cerre mis ojos intentando buscar paciencia que no tenía. Y la leve vocecita de mi mente que me pedía no causar problemas desapareció cuando una segunda nalgada llegó, y esta vez acompañada por un apretón.

Mis ojos se abrieron y pude ver como el sujeto de ojos negros que me había estado observando apretaba la mandíbula y se ponía en tensión claramente dispuesto a ir en mi ayuda si la pedía.

Pero yo no era una jodida princesa que esperaba a que la rescataran. Había nacido con dos manos en perfectas condiciones para hacer lo que quisiera con ellas.

Sin pensarlo me giré de golpe y solté un puñetazo a la cara del motero. El tipo no se lo esperaba, por lo que pude sentir como su hueso de la mandíbula cedía bajo mis nudillos, el impacto fue tan fuerte que lo derribe al piso. Musculitos se puso en pie de un salto mientras que sus ojos sacaban chispas.

Yo le hice una señal para que me atacara si se atrevía, y como un toro enfurecido cargo contra mi. Antes de que pudiera tocarme mi rodilla ya se había estrellado contra su entrepierna, mi puño busco su cara de nuevo encontrando su pómulo con fuerza. Sin darme cuenta otro motero me ataco de lado empujándome contra la barra, haciendo que perdiera el equilibirio durante un segundo, una mano sujetó mi pelo con fuerza mientras lo jalaba y me acercaba a la cara de otro motero.

-Vaya vaya, viniste al sitio incorrecto para buscar pelea gatita-. El nuevo hombre lleno de músculos y pelo largo negro sin barba me hablo.

-No vine buscando una pelea, pero la tendrás si no me sueltas en este maldito momento motero-. Escupí con odio.

-Quiero verte intentándolo-.

Y con ese comentario se activo algo en mi interior.

Esa extraña nube que tomaba control de mis acciones cada vez que perdía los papeles y que había aparecido a raíz de tanta perdida y violencia en mi vida. Esa a la que mis amigos habían llamado Medusa por sus miradas frías y carente de sentimientos se hizo con el control de mi cuerpo.

Con un movimiento de cabeza me aseguré de hacerle sangrar la nariz al sujeto, lo que hizo que me soltara el pelo, con esa libertad ganada, le di una patada que lo empujó varios pasos atrás. Pero antes de poder moverme un pelo, otro sujeto ya estaba enfrente de mi lanzándome un puñetazo al abdomen, el cual pude esquivar, pero no vi venir el que iba a mi cara, y que me hizo probar mi sangre, haciéndome saber que tenía el labio roto.

Tome el brazo con el cual el tipo me golpeo y lo retorcí, deje ir mi puño en su cara un par de veces antes de por fin liberarlo y alejarme. De la barra tome la botella de cerveza que había estado tomando y la estrelle formando un arma improvisada. Para ese momento cada hombre en el bar ya se estaba acercando a mi.

Incluido el tipo de ojos negros y tatuajes infinitos.

Los tres moteros que había golpeado estaban sangrando y me vieron con rabia. Estoy segura de que me hubieran matado con sus propias manos de haber podido.

Pero no lo hicieron.

Porque una presencia se hizo notar justo en el momento en el que todos me iban a saltar al cuello.

-¡¿Qué es lo que está sucediendo aqui?!-. Se escucho el grito lleno de autoridad de un hombre, seguido de varios pares de zapatos acercarse.

Pronto un hombre de altura, con músculos, tatuajes, sin barba, el pelo corto estilo militar y unos ojos verdes idénticos a los míos se acerco a donde estábamos, pero no me dirigió ni una mirada, pues estaba muy ocupado viendo a sus hombres heridos exigiendo una respuesta.

-Solo un pequeño problema de faldas con una zorra con las garras muy afiladas Prez, nada que no podamos arreglar-.

-¿Una zorra pudo dejarlos en semejante condición?, si, claro que veo que no es nada que no puedan manejar-. Soltó con voz irónica el hombre, y miles de recuerdos de esa misma voz llenaron mi memoria.

Un odio frío y lento apretó mi corazón. Y una sonrisa afilada y llena de desdén apareció en mi cara, la cual se hizo más grande cuando vi al chico detrás de él con mi mismo color de ojos.

-No es mi culpa que sean unos cavernícolas que no saben pelear-.

Dije con voz indiferente y por fin logre tener la atención del hombre que había estado esperando todo la tarde. Mi padre arrugo la frente molesto y estuvo apunto de gritar algo antes de verme, sus ojos me escanearon de arriba a bajo tomandose su tiempo, se detuvo por unos momentos en la mano en la que empuñaba la botella y en mi labio roto. Pero fue cuando sus ojos chocaron con los míos que la comprensión se hizo presente en su cara. Sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras inhalaba aire de golpe.

-Natasha-. Escalofríos recorrieron mi espalda al escucharlo decir mi nombre, le di una mirada llena de odio antes de contestar.

-Hola papá, ¿O acaso prefieres que te llame Hades?-.

Cuando las palabras abandonaron mis labios pude sentir el cambio de ambiente en el bar antes hostil.

Ahora una aura de sorpresa he impresión rodeaba a todos los presentes. Incluido el chico de mis mismos ojos, el tatuado acosador, y los tres idiotas que me habían golpeado.

El color se drenó de la cara de mi padre, y yo no pude evitar decir en el tono más sarcástico que podía.

-¿Acaso no vas a darme un abrazo después de tantos años?-.

Por la mirada que me dio, supe que no había más que desatado el infierno, pero bien, yo estaba lista para jugar con fuego.

Y esta vez, haría que todo y todos ardieran conmigo hasta los cimientos.






Iba a subir este cap hasta el jueves pero estoy muy feliz de que llegamos a 1k. Gracias por todo su apoyo los amo.

Besos.

TaniaMartinez352.

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