Interlace «Mystic Messenger»...

بواسطة Kaede_Choi

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[Precuela "Cosmic Love"] Un joven Saeyoung de 19 años junto a Vanderwood se encuentran trabajando en la agen... المزيد

Misión n°4391: "La llegada"
Una nueva misión
Misión n° 4392: "Los clientes y los huevos"
Misión n° 4393: "El Lobo"
Welcome to the Fire I
Misión n°4394: "El intercambio"
Misión n°4395: "Ahora somos chicas"
Bad Dream
Misión n° 4396: "Ethical Hacking" Parte I
Misión n° 4396: "Ethical Hacking" Parte II
Misión n° 4396: "Ethical Hacking" Parte III
Misión n° 4396: "Ethical Hacking" Final.
Misión n° 4397: El casino
Autos
La noche en que todo aclaró
Misión n° 4398: La Infiltración.
Does that make me crazy?
Misión n°4399: La Fiesta (Parte I)
Misión n°4399: La Fiesta (parte II)
La confesión
Misión n° 5000: The Beginning of the End (Parte I)
Misión n° 5000: The Beginning of the End (Parte II)
Misión n° 5000: The Beginning of the End (Parte III)
Hunting the Hunter (Final)
EPÍLOGO: Slowly Disappear.
EPÍLOGO II: Fire Breather

One way or another

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بواسطة Kaede_Choi

Advertencia: Este capítulo tiene contenido sexual explícito [+18], por lo que se ruega discreción.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Melissa a Vanderwood, sentándose en el borde de la cama.

Luego de lo ocurrido, a Vanderwood le quitaron la bala del cuerpo y le dieron reposo por un par de semanas. Melissa y Saeyoung tuvieron que hacer esfuerzos sobrehumanos para mantenerlo en la cama, ya que obviamente él quería salir de inmediato a una misión. Melissa decidió posponer las misiones hasta que Vanderwood se recuperara, sin embargo, le avisó que sería porque consideraba que Saeyoung no estaba para misiones tan difíciles, y solo aparecían varias así para la agencia. Vanderwood ahora se encontraba en la cama, vendado, y sentado, con el torso desnudo, intentando descansar el cuerpo.

- Sí, no es como si fuese la primera vez que me han disparado. – respondió Vanderwood sonriendo. Melissa asintió lentamente con su cabeza, sin responder a su broma. – Escucha yo... no debí reaccionar así. Nada de lo que te dije era verdad: solo... tenía miedo. – comenzó a decir Vanderwood. Melissa lo miró asombrada.

- ¿Miedo? – preguntó Melissa, un poco inquieta. Vanderwood suspiró, antes de aclararse la garganta y comenzar a hablar.

- Sí. Te estabas acercando demasiado, había más intimidad de la que pensaba y quería entre los dos, y no estaba preparado para eso. Tenía miedo de lo inevitable: darme cuenta que me estás comenzando a gustar, que era más que un rollo de una noche, o de varias en nuestro caso. – dijo sonriendo, sin quitarle la mirada de encima. Melissa sostuvo su mirada, hasta que de pronto la desvió, mordiéndose los labios. – No es que espere nada de ti. Y no es tampoco que luego de una noche esperara que mañana mismo nos casásemos. Es solo que... Me gustas, y no puedo evitarlo. Me gustó tu compañía en esos días. Y temo, porque no está bien. Sé que no está bien. Sé que no debemos, así que te impulsé fuera como un proyectil, para que no siguieras.

Melissa se levantó de la cama, caminando alrededor del dormitorio de su compañero. No sabía muy bien qué responderle.

- Sabes que por nuestro estilo de vida, una historia de amor es imposible. – respondió ella, con cierta frialdad. Vanderwood suspiró. Sabía de todas formas que ella reaccionaría así.

- Lo sé. Tampoco es lo que pretendo. – respondió él, con desánimo.

- ¿Qué pretendes entonces, al decirme todo esto? – le preguntó Melissa, comenzando a subir su tono de voz. – Sabes lo que pienso, sabes que está mal, sabes que no podemos, sabes que la agencia no lo permitiría, sabes que es prácticamente un imposible. ¿A dónde quieres llegar al decirme todo esto?

- ¡No lo sé! – respondió Vanderwood, alzando también la voz. Luego, suspiró, hablando de forma más tranquila. - Quizás solo quería decírtelo, para quitarte la idea que todo lo que pasamos estos días fue una mentira.

- ¿Para sentirte menos culpable entonces? – preguntó Melissa arqueando una ceja.

- No, era para que supieras la verdad. – determinó Vanderwood.

- No era como si hubiese sido una gran mentira. Es más, ni siquiera me molesté en creerte, ya que el cliché del hombre que teme a lo que siente y miente para ocultarlo es tan común, que no me hice más caldo de cabeza por esto.

- ¿Entonces por qué reaccionaste así en la misión? Tan violenta... tan impulsiva. Era como si te hubiese afectado todo. – preguntó Vanderwood, sin comprenderla, pero intentándolo.

- ¡Porque así soy! – respondió Melissa, volviendo a gritar. - Soy impulsiva, soy errática y tengo tanta tanta ira guardada – dijo esto apretando los puños y cerrando los ojos -, que nadie a mi lado puede soportarlo. – Se sentó nuevamente en la cama, mirándolo a los ojos. – No necesito a nadie, no necesito al amor. – le dijo, levantándose de la cama, para cerrar el asunto. Melissa caminó hasta la puerta.

- ¿Me lo dices a mí o te lo estás repitiendo a ti misma para afrontarlo de mejor manera? – le preguntó Vanderwood, justo antes de que su compañera saliera.

La discusión había caído como plomo sobre ambos. Si el amor era imposible, ¿por qué entonces molestarse en discutirlo? Era evidente: a ambos le importaba, pero solo uno de ellos estaba dispuesto a admitirlo. Para Melissa era más fácil negar el problema y salir de ahí, que aceptar que en realidad también le gustaba Vanderwood, y que era un problema no tener la libertad de estar con él, de poder compartir más con él, de ser una verdadera pareja. La discusión cayó como plomo sobre ellos porque era aceptar lo inevitable: hicieran lo que hicieran, no podían estar juntos.

Melissa aprovechó el tiempo para ayudar a Saeyoung, para enseñarle todo aquello que aún le faltaba. Un día, despertó muy temprano a su compañero, diciéndole que se preparara para salir. Avisó a Vanderwood para que no se preocupase, informándole que un agente vendría a cocinar y darle la merienda mientras ellos no estaban. Como no estaban en muy buenos términos, Vanderwood no emitió ningún juicio al respecto. Melissa tomó las llaves de su auto, y se dirigió al garaje donde se encontraban todos los autos de la agencia.

- Escoge uno. – le dijo Melissa, y Saeyoung la miró intrigado. Escogió el nuevo que Melissa había comprado: un Bugatti Veyron, color negro. Ya no estaban los habituales autos de Melissa, sino que ahora solo estaba el Bugatti y el Koenigsegg CCR también color negro.

- ¿Qué sucedió con tus otros autos? – preguntó sin comprender muy bien Saeyoung. Melissa arqueó una ceja, como diciéndole que no se metiera donde no le llaman.

- Los cambié por estas dos bellezas. Era necesario algo mucho más rápido. – dijo Melissa, arqueando los hombros, restándole importancia al asunto.

Sin embargo, Saeyoung intuía que sus autos anteriores no los tenía solo porque eran lindos o útiles, sino también porque le fascinaba. ¿Por qué ahora tenía autos útiles, y velocísimos? Escogió el Bugatti, y ambos subieron a él. Salieron rápidamente de los dominios de la agencia, y Saeyoung no se le ocurrió preguntar hacia donde irían, sabía que de todas formas Melissa no le diría. Manejaron durante un par de horas, hasta llegar a una enorme llanura. Solo había tierra en ese lugar, y Melissa se desvió de la autopista para dirigirse hacia la tierra, manejando hacia el interior por al menos una hora más. Saeyoung no entendía nada.

- ¿Qué hacemos aquí? – preguntó, mirando hacia todos lados. No veía absolutamente nada más que tierra. Melissa entonces detuvo el auto, para conversar con él. – No me traerás aquí para matarme... ¿o sí? – Melissa rió ante el comentario de su compañero.

- Por supuesto que no. ¿Tienes licencia de conducir? – le preguntó ella de pronto. Saeyoung no entendía muy bien el origen de su pregunta. Conociendo a Melissa, ya sabía la respuesta a su pregunta, pero supongo que debía entregarle más información que un solo "si".

- Sí. La saqué a los 16, tal como se pide acá hacerlo. Pero no soy muy bueno conduciendo autos, más allá de lo normal. – respondió Saeyoung.

- Bien, ya lo sabía de todas formas. Vi un video tuyo de hace unos 6 meses intentando estacionarte, y eres un completo desastre, pero hoy no aprenderemos eso. – respondió Melissa. ¿Cómo era posible que pudiese hackear las cámaras de seguridad de una calle, solo para encontrar como él se estacionaba? Esta chica era increíble, y no sabía los límites de su investigación con respecto a ellos.

- ¿Por eso estamos aquí? – decidió preguntar Saeyoung. No valía la pena preguntarle por lo del video, ya que sabía de las evasivas de su compañera.

- Exactamente. Aprenderás a manejar este auto, de la mejor manera posible, y tienes solo un día para aprender, porque como siempre, tendrás una prueba de la que dependerá tu vida. – dijo Melissa sonriéndole. Saeyoung suspiró. Ante ya los planes de su compañera, no tenía nada que hacer. Ella ya lo había decidido. Sin embargo, sonrió ante la idea de manejar un auto tan impresionante como en el que estaban en ese momento. Saeyoung rió ante la perspectiva de esto, y aplaudió, sacándose el cinturón de su asiento, para intentar acomodarse en el asiento del conductor. Melissa lo detuvo.

- Primero observar, luego practicar. – le dijo Melissa arqueando una ceja.

Saeyoung suspiró. Tenía que aceptar las reglas de Melissa si quería tener el control de ese auto tan impresionante, y a pesar de que no había nada a muchos kilómetros a la redonda, la posibilidad de tocarlo y que explotara aún era posible. Saeyoung volvió a ponerse el cinturón y a acomodarse en el asiento, para escuchar las explicaciones de Melissa.

La clase había comenzado. Melissa le explicaba con instrucciones simples como manejar el auto, y tan solo diez minutos después dejó que Saeyoung se sentase en su asiento. Saeyoung esperaba que ella fuese mucho más insistente con sus explicaciones, pero ella respondió que no era necesario, y que solo le bastaría con la práctica. Intercambiaron los asientos, y siguiendo las instrucciones de Melissa, Saeyoung se puso en marcha en el auto. Solo bastó un leve roce en el acelerador, para que el auto avanzara rápidamente, como si estuviese arrancando del diablo. Saeyoung se asustó, y aunque trató de no frenar de golpe, finalmente el motor del auto se apagó. Melissa lo animó a intentarlo una vez más.

- Muy bien, ahora comenzaremos en serio. – dijo Melissa, poniéndose lentes de sol, una vez que Saeyoung dejó de hacer que el motor se apagara como respuesta a su miedo. Melissa encendió la música y sonaba Wicked One de Dorothy, una canción poderosa y adecuada para conducir.

En solo una hora, Saeyoung había comprendido que la presión necesaria que necesitaba sobre el acelerador era mínima, y que el auto respondía de manera tan rápida como sus pensamientos, lo que le fascinó. Melissa le daba instrucciones: debía realizar los cambios del auto, en el momento en que Melissa le decía, manteniendo la velocidad necesaria para que el motor no se apagara, ni tampoco exigiera pasar al siguiente cambio. Muy pronto comenzó a adelantarse a las peticiones de Melissa, y comenzó a estar casi eufórico con la rapidez que le brindaba el auto. Dejó de sentirle miedo al acelerador, y comenzó a pulsarlo, sobre todo cuando Melissa le decía que llegara al último cambio, haciendo que el motor ronroneara ante la velocidad que alcanzaban.

- Siguiente prueba: lo conducirás con los ojos vendados. No te diré cuando debes pasar los cambios, deberás descubrirlo tú mismo cuando el auto te lo exija. – le dijo Melissa, mientras se quitaba un pañuelo que llevaba en el cuello para vendarlo.

Saeyoung no pudo evitar estar nervioso ante la idea, pero sabía que ante cualquier eventualidad, Melissa se iba a encontrar a su lado. Aunque pensándolo bien, no sabía si esto le preocupaba más, ya que también podía atentar contra su vida.

- ¿Estás completamente segura, que esto es necesario?

- Todo lo que hacemos en los entrenamientos es completamente necesario. Además, confío en ti. – le dijo Melissa, guiñándole un ojo. Luego, le vendó los ojos.

Saeyoung encendió el auto sin problemas, y comenzó la travesía en línea recta. Habían pasado desde el inicio del entrenamiento en línea recta de ida y de vuelta muchas veces, y jamás se había encontrado con ninguna dificultad. No había nada, absolutamente nada cerca: ni árboles, ni plantas, ni siquiera animales o personas. Melissa colocó en su dispositivo Welcome to the fire de Willyecho, una canción que debía marcar cada uno de los entrenamientos de Saeyoung que había tenido con Melissa. Cada uno de ellos eran duros, poniéndolo siempre más allá de los límites, forzándolo siempre a ir más allá. Esta vez, no tendría ningún problema si es que se concentraba, y así lo hizo. Se concentró en el pequeño movimiento que se sentía a través de la palanca de cambios que le exigía cambiarlos, y el pequeño rugido del motor que a pesar de la música, Saeyoung podía sentir. Melissa no decía absolutamente nada, solo lo miraba sonriendo ante su concentración. No podía evitar sonreír ante su compañero y todo lo que estaba logrando en tan poco tiempo. Tenía sentido: Saeyoung aprendió tan rápido a manejar el auto de manera extraordinaria, como si hubiera nacido para la velocidad, al igual que ella. Finalmente logró llegar hasta la última velocidad sin problemas, para luego comenzar a disminuirla y detener el auto.

- ¿Cómo te sientes? Le preguntó Melissa, ayudando a quitarle la venda de los ojos. Saeyoung estaba sonriendo, y reía eufóricamente.

- ¡Esa fue la sensación más maravillosa de la vida! – respondió, abriendo los ojos de la impresión. La mente de Saeyoung intentaba asimilar todo lo que había sentido, mientras él tomaba su cabeza para poder procesarlo todo mejor. Eran demasiadas emociones combinadas.

Melissa dio por concluidas las clases, y no le comentó nada a Saeyoung acerca de la prueba que tendría al otro día. Ya estaba comenzando a atardecer y no habían comido nada durante el día. Melissa fue hasta el equipaje de auto, para sacar una canasta con un montón de víveres. Sacó un par de sándwich que estaban aguardando por ellos, además de jugo y dos botellas de champaña para ella.

- Sabía que esto sería un motivo para celebrar. – dijo Melissa. Saeyoung la miró con el ceño fruncido, no era una buena idea que ella tomara tanto. – Admito que no traje las dos botellas para mí, sino para que celebráramos ambos, ya que olvidé que no bebías. Pero bueno, también traje jugo. – dijo ella, sonriendo. Parecía sincera, así que Saeyoung aceptó todo menos el alcohol.

Brindaron, Melissa con su champaña y Saeyoung con su jugo, mientras devoraban un delicioso sándwich, sentados sobre el capó del auto. Terminaron su sándwich sin decir una palabra: tenían tanta hambre, que prefirieron llenarse la boca de comida antes que de palabras.

- Vaya, no pensaba que tenía tanta hambre. – dijo Melissa riendo. Saeyoung asintió, comprendiendo lo que sentía. Luego, volvió a beber de su vaso de jugo. De pronto, Saeyoung recordó algo.

- Creo que me debes algo. – dijo Saeyoung llevándose un dedo a los labios, mirando a su compañera con detención. Melissa bebió de su copa y suspiró. Sabía a lo que se refería su compañero.

- Está bien, lánzalo. – dijo dejando su copa a un lado, y apoyándose sobre sus brazos, como si estuviese en un diván de un psicólogo. Saeyoung se apoyó sobre su codo izquierdo, para mirar a su compañera.

- ¿Me responderás solo una pregunta, o varias? – preguntó Saeyoung. Quería saber con antelación las limitaciones, para saber qué específicamente preguntarle.

- Pueden ser varias, depende de las preguntas. – respondió Melissa, alzando los hombros. Luego, se levantó, apoyándose sobre su codo derecho, para seguir bebiendo de su copa y mirar a Saeyoung. – Digamos que estoy de ánimo para conversar. Pero eso significa que también tienes que responderme preguntas. – dijo sonriendo y mirando su copa. Saeyoung suspiró. Sabía que no estaba bien que ella tomara, solo esperaba que no fuera demasiado. Melissa lo observó, comprendiendo inmediatamente su mirada. – No te preocupes, no tengo ánimos de emborracharme hoy, ya te lo dije. – Saeyoung asintió. Luego de un breve silencio, comenzó.

- ¿Quién eres realmente? – simplemente soltó. Melissa se sorprendió con la intensidad de su pregunta. Luego sonrió.

- Supongo que me haces esa pregunta porque no pudiste encontrar mucho de mí. – respondió Melissa con aire de suficiencia. Está bien, eso había herido un poco el ego de Saeyoung, que se consideraba un excelente hacker, pero al parecer, toda la información de Melissa, solo la podía sacar de ella misma.

- Exactamente. – respondió Saeyoung, suspirando. El no tener certezas, le confundía. A pesar que estaba acostumbrado a la agencia a seguir órdenes, siempre investigaba las razones.

- Soy inglesa, y el director de esta agencia, Jack, me adoptó cuando era pequeña. ¿Satisfecho? – dijo Melissa. Saeyoung arqueó una ceja, contrariado.

- Claro, y mi nombre es Saeyoung y vengo desde Corea. No me digas cosas que ya sé. – respondió Saeyoung. Melissa sonrió, y luego suspiró.

- Llegué a esta agencia hace muchos años, porque el director William me compró. – soltó Melissa. Saeyoung la miró boquiabierto. ¿Cómo era eso, que la compró? Melissa sonrió de manera sarcástica, entendiendo la confusión de su compañero. – Una persona que realizaba trata de blancas en mi país. No sé más allá de eso de mi pasado. Por más que he intentado buscar a mis padres, es como si una nube los cubriera. De lo único que estoy segura es que realmente me llamo Melissa. – dijo ella, volviendo a mirar a su copa, como si ahí encontrara las respuestas. Su ánimo cambió bruscamente, Saeyoung era capaz de sentirlo.

- ¿O sea que realmente te llamas Melissa? Pensé que era un alías, como todos en la agencia. – respondió Saeyoung, tratando de cambiar un poco el tema.

- Sí. No quiero vivir bajo el nombre de otra persona, si es lo único real que existe en mi vida. – respondió Melissa con una sonrisa amarga. Saeyoung asintió: lo que decía tenía sentido. – Además, si todos tienen alías, nadie pensará que es mi nombre real, tal como tú.

- Tiene sentido. – respondió, sonriéndole.

- ¿Por qué estás tan lejos de casa? – le preguntó Melissa a Saeyoung. Supongo que le debía esa respuesta, ya que estaban conversando tan abiertamente.

- Por mi hermano. La única forma de protegerlo, es estando aquí, en la agencia. No puedo hablar con él, ni contactarme con él. Tampoco tengo la certeza que esté bien, solo que está vivo. – respondió Saeyoung con pesar. Melissa asintió. Al parecer todas las personas que se encontraban en la agencia deseaban o: huir de su pasado, encontrarse a sí mismos, o salvar a alguien. Melissa se preguntó de pronto en qué grupo caería Vanderwood.

- ¿O sea que no lo has visto desde que ingresaste a la agencia?

- No. Una vez lo intenté, pero no pude. – de pronto, encontró Saeyoung mucho más interesante el fondo de su vaso que la conversación. Melissa se levantó de pronto, acercándose a su compañero. Ahora sus cuerpos se rozaban, mientras Saeyoung dejó su vaso a un lado, y apoyó toda su espalda en el capó del auto. Melissa se acostó a su lado, y le tomó la mano.

- Debes volver a casa. – le dijo ella, sonriendo. Saeyoung sostuvo su mirada. – Es importante siempre volver a casa. – puntualizó ella. Saeyoung asintió. No sabía cómo lograrlo, pero lo único que quería hacer era volver junto a su hermano. Solo apretó la mano de Melissa, sintiendo su tibio contacto. Eso le provocaba cosquilleos, y latidos fuertes en el corazón. Luego de un breve silencio, Saeyoung continuó.

- ¿A qué le temes? – preguntó Saeyoung. Él la veía tan fuerte, tan concentrada en las misiones, pero todo el mundo tenía algo que temer. Si estas preguntas eran para conocer más a Melissa, no se iba a concentrar solo en su pasado, sino en quién era realmente. Melissa lo miró sorprendida, parpadeando muchas veces. No se soltaban de las manos, mientras él miraba el cielo, que lentamente comenzaba a oscurecer, tomando colores rosados, morados, todo un espectáculo para sus ojos.

- A que todo haya sido en vano. Y a desaparecer completamente. – dijo Melissa, perdiéndose esta vez en el cielo. Saeyoung la miró. Los tonos cálidos del cielo le daban un brillo sincero en su perfil. Su nariz pequeña contrastaba con sus labios gruesos, su pelo largo le hacía cariño en sus manos cuando el viento comenzaba a soplar. Entendía lo último. Era también su miedo, el no poder dejar una huella en el mundo por la vida oculta que debían llevar.

- ¿Todo? ¿Todo qué? – preguntó Saeyoung, mirándola a los ojos.

- No te puedo responder eso. – dijo ella, sosteniendo su mirada. Se notaba cierta tristeza en sus ojos. Saeyoung sonrió, sabía que habían cosas que ella no le respondería, por lo que prefirió no insistir.

- ¿Alguna vez te has enamorado? – preguntó de pronto Melissa. No habían roto el contacto visual.

- ¿No crees que soy muy joven para eso? - respondió Saeyoung, sonriendo. Melissa rió.

- ¡Por supuesto que no! ¿Acaso intentas evitar mi pregunta? – respondió ella, sonriendo. Saeyoung no pudo evitar mirar la comisura de sus labios, donde comenzaba esa sonrisa tan bonita. Luego, acarició el rostro de su compañera, con el dorso de su mano.

- No, pero me gustaría. – respondió honestamente Saeyoung, sin dejar de acariciarla. Melissa bajó la mirada, y se mordió los labios.

- Ya hemos hablado de esto.

- Técnicamente, solo escuché tu amenaza a Vanderwood, desde otra habitación. – respondió Saeyoung sonriendo. Melissa rió, recordando lo ocurrido. Luego, suspiró.

- No lo hagas, Saeyoung, no te mereces a alguien como yo. Mereces a alguien que te entregue toda su alma, alguien que se pierda en tus abrazos, alguien que delire con cada una de tus palabras, alguien que disfrute de tus bromas. Alguien real, no una fantasía, como yo. – respondió Melissa.

- Pero eres una fantasía muy bonita. – respondió Saeyoung, sonriendo. Melissa rió con sarcasmo.

- De una noche, quizás. – respondió ella, con desgano.

- No, de toda una vida. – dijo Saeyoung, sinceramente. Apretó su mano, y la besó.

- Pero no de la tuya, no quiero hacerte esto. – dijo Melissa en un susurro, sin dejar de mirarlo.

Saeyoung dejó de acariciar su rostro, para ahora, tomar su rostro, y besarla. Melissa se dejó llevar por aquellos labios suaves y cálidos, que lentamente comenzaban a poseerla. Saeyoung era como un faro entre toda la oscuridad que habitaba en su corazón. Era tan cálido, que se sentía como una polilla atraída por su luz cegadora. Sentía que todo lo que había en él era ternura, armonía, tranquilidad, aquello que precisamente le costaba conseguir, y que no sabía si quería. Sentía que si a alguien debía corresponder en este mundo, era a él.

Saeyoung por otro lado, sentía fuegos artificiales al sentir el contacto de Melissa. Sentía que su corazón no paraba de dar brincos, tal como los que quería dar él ya que al fin la había besado. Ella era tan inaccesible, tan lejana, siempre oculta en una nube de misterio, de impasividad. Se había formado un personaje en su entorno, el de la femme fatal, pero por dentro estaba tan atormentada como él. ¿Cómo no querer cada uno de sus tormentos? ¿Cómo no querer despertar a su lado cada día? A pesar de sus secretos, a pesar de sus objetivos, Melissa era una especie de fuerza irremediable que podía destruir, derrumbar, pero también crear.

De pronto, sus labios se alejaron, y volvieron a la realidad.

- Saeyoung yo... - comenzó a decir Melissa. De pronto, Saeyoung se percató de lo que había hecho, del impulso que no había podido reprimir, y sus mejillas se encendieron.

- L-lo siento. – dijo titubeando, bajando rápidamente del auto, para quedar apoyado en e'l. "Mierda" pensó Saeyoung, y de pronto recordó a su amigo, que estaba convaleciente en su casa, y que también estaba absolutamente colado por Melissa, a pesar de que solo decía que le gustaba. No le podía hacer esto. Melissa también se apoyó en el auto y suspiró. Había algo que le rondaba la cabeza desde que Saeyoung dejó de besarla.

De un momento a otro, Melissa se pone frente a Saeyoung, entre sus piernas, acercándose a besarlo de un impulso, mientras su compañero se sorprendió. Melissa quería encontrar la respuesta en sus labios, quería sentirse querida, quería sentirse única. Saeyoung no pudo nada más que responder a su beso, mientras sentía que todo lo que acababa de pensar se derrumbaba a un costado.

- Te propongo algo. – le dijo Melissa, una vez que sus labios volvieron a despegarse. Saeyoung no se atrevió a decir nada, aún estaba obnubilado por aquellos dos besos que se acababan de dar. – Amémonos solo por esta noche. – le dijo, mirándolo a los ojos. Saeyoung no entendía muy bien la propuesta. – Te entregaré todo el amor del que soy capaz de dar, y tú podrás dar rienda suelta a todo lo que sientes. Te amaré como nunca he amado a nadie, con cada parte de mi cuerpo, y cada parte de mi mente. Pero solo por esta noche. – dijo Melissa.

Saeyoung no sabía muy bien qué responder ante esta propuesta. Sabía que se complicarían las cosas si es que aceptaba. Pero entre amarla una noche y no amarla nunca, prefería lo primero. Saeyoung aceptó su propuesta, acercándola desde la cintura hacia él, mientras la besaba. Melissa sonrió, para responder a su beso, esta vez con mucha intensidad. Se dan un largo beso que hace que se pierdan en él. Luego, Saeyoung va dejando un mar de besos desde el cuello al hombro de Melissa, aprovechando que su ropa lo permitía. Le gustaba sentir el olor de su piel, le gustaba sentir como su piel se erizaba en su contacto, mientras ella acariciaba lentamente su espalda, respirando cada vez más pesado.

Saeyoung quería estar en más contacto con su piel, quería ser egoísta, quería poseerla completamente, así que mientras besaba su cuello con calidez, lentamente jugaba con la blusa de Melissa, para así tocar la piel que estaba bajo ella. Pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Saeyoung jamás había estado con una mujer, pero de todas formas quería intentarlo. Le quitó torpemente la blusa a Melissa, mientras ella sonreía, percatándose de su nerviosismo.

- ¿Nunca has estado con una mujer? – preguntó ella, tiernamente. Saeyoung sintió cómo sus mejillas enrojecían, así que bajó su mirada, y negó con la cabeza, sin atreverse a responder con palabras. Melissa se acercó a su oreja, para susurrarle. – Solo déjate llevar, sigue tu instinto, y toca mi cuerpo como te plazca. Mi cuerpo hoy es tuyo, y mi corazón también.

Saeyoung sintió un pequeño escalofrío con la intensidad de las palabras de su compañera. Pero tenía razón: al fin y al cabo todo se trataba de una cosa de instinto. Dejaría de lado el hecho que su compañera había tenido bastante parejas, dejaría de lado las comparaciones que en este momento no le servían. En este momento ella estaba dispuesta a él, a quererlo, a amarlo como nunca nadie en esta vida lo había hecho.

Para que dejara de pensar, Melissa lo empujó contra el capó del auto lentamente, para que volviera a acostarse en él. Saeyoung subió, mientras Melissa se acomodaba a su lado, para volver a besarlo. Saeyoung la acercó hacia él por la cintura, y así Melissa quedó sobre Saeyoung mientras se besaban. Él sentía como su pelo formaba una barrera entre ambos rostros, mientras le hacía cosquillas. Melissa se sentó a horcajadas sobre sus piernas, mientras lo invitaba a sentarse, para ayudarlo a quitarse la camisa. Ella besaba su cuello y se movía lentamente sobre sus piernas y su pantalón, mientras bajaba uno a uno los botones de la camisa. Saeyoung aprovechaba para sentir su espalda y cada trozo de ella, mientras intentaba desabrochar el brassier de su compañera con un poco de torpeza. Cuando Melissa le quitó la camisa, ambos se encontraban con el torso desnudo. Saeyoung no pudo evitar contemplar sus hermosos pechos, y se acercó a ella para besarle desde el cuello hasta sus pechos, mientras sostenía su espalda, y Melissa se arqueaba para que lo hiciera con más facilidad, comenzando a jadear. Melissa sentía el aliento cálido de su compañero rozando su piel, y hacía que sintiera escalofríos. El contacto de su boca la hacía sentir tan bien, que no pudo evitar moverse sobre su pantalón, mientras sentía la erección de Saeyoung, lo que la excitaba aún más.

De pronto, Melissa empuja lentamente a Saeyoung sobre el parabrisas, para besarlo con ternura envuelta en una pasión desconocida. Acaricia su torso desnudo, amando cada parte de su piel, mientras lo besa tiernamente en el cuello. Saeyoung abraza a su compañera, mientras ella va descendiendo sus besos tiernos y fogosos por su torso, hasta llegar a su ombligo. Saeyoung no pudo evitar jadear ante el contacto de su compañera con su piel, mientras ella le quitaba el cinturón, para ayudarle a quitarse los pantalones. Luego, Melissa se quitó la pequeña falda que tenía y sus braguitas, dejándolas sobre el auto. Ahora ambos se encontraban frente a frente, completamente desnudos.

Saeyoung por impulso, puso sus manos a ambos lados de los muslos de su compañera, mientras ella colocaba las manos alrededor de su nuca, comenzando a moverse lentamente sobre él. Saeyoung sentía todo el calor que emanaba su cuerpo, desde adentro, y lo sentía tan bien. Melissa jadeaba, mientras se apoyaba en su nuca para atraerlo hacia ella. Melissa quería sus labios, quería degustar el sabor preciado de los labios de Saeyoung. Ambos se besaron en medio de los jadeos.

- Eres mía, Melissa, al fin eres mía. – susurraba Saeyoung, mientras ella se movía sobre él. Su voz era un murmullo cálido envuelto con la avidez del momento, mientras que con su mano acariciaba su muslo.

Melissa sentía que cada centímetro de su piel reaccionaba a sus murmullos, al sonido ronco que se escapaba de los labios de Saeyoung cada vez que ella se movía, lo que la hacía gemir de manera tan dulce como una caricia. Melissa cierra los ojos, esperando a que sus labios por fin vuelvan a encontrarse nuevamente. Ahora ya no solo Melissa es quien se mueve sobre Saeyoung, sino que él también, haciendo que Melissa deje escapar pequeños gemidos entrecortados, mientras se muerde los labios.

- Te amo, Saeyoung. – dijo Melissa en un susurro, mientras volvía a besarlo, y él le respondía con un "yo también" entrecortado por sus besos.

Por primera vez sintió que todas las barreras que había impuesto Melissa se destruían una a una. Caían como un bello dibujo preparado minuciosamente con fichas de dominó, todo para dejar ver a la persona real, al dibujo real que estaba oculto cuando se unían todas las fichas. Saeyoung sentía su aliento, sentía la calidez de su piel, y como con su contacto se electrizaba, cómo ambos corazones latían desesperados. Pero también sentía que realmente se amaban en ese momento. Sentía no solo la calidez de su piel, sino de su corazón, un poco resquebrajado, pero que por fin después de tanto tiempo, era capaz de entregar, solo para armarlo un poco, solo para que las piezas no se derrumbaran.

Finalmente, una deliciosa descarga sacude el cuerpo de ambos, saliendo finalmente un suspiro de la boca de Melissa. Con sus cuerpos con gotas de sudor, y abrazados, se encontraron pronto mirando el cielo que ahora se encontraba completamente oscuro, iluminado por pequeñas estrellas y por una luna que se hallaba oculta en ese momento.

- Prométeme que nunca me vas a olvidar... Saeyoung.

- Nunca, Melissa, jamás. 


Nota de la autora: ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué les pareció la primera vez de Saeyoung? ¿Cómo afectará todo esto a la historia?

No olviden votar  si es que les gustó el capítulo y comentar, darme sus opiniones, sus impresiones. ¡Me encanta leer todos los comentarios!

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