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By ambxrx

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By ambxrx

Una última ronda.

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Veía a través de las ventanas la cantidad de gente que había a mi alrededor en el partió, listos para irse. Me sentía vaporada y no era la calor, sentía pánico en lo que podía pasar o en lo que podíamos perder. Aislada, así estaba, me encontraba a centímetros de las personas que se prepararían para salir al encuentro con los salvadores. Iríamos cara a cara, un encuentro que quizás muchos lo llevarían personal, esto era personal, esto era guerra. Suspire mirándome al espejo, peinando mi cabello en una ajustaba coleta alta, mi cabello nuevamente empezaba a crecer pero dejaría que se alargara; no lo cortaría. Me quede mirándome en el espejo, era normal que luciera así, procesaba aún lo que sucedía; procesaba que Carl se había ido. Pensaba que con el pasar de los días empezaría a sanar, pero se complicaba cada vez más. Sentía que estaba aquí, sentía que me cuidaba pero lo veía, era lo más lunático de todo esto. Desearía preguntar cómo era procesar la muerte de alguien a quien amaste en vida, desearía preguntar cómo poder olvidar. Suspire nuevamente, buscaba respirar hondo y relajarme, hoy no era un día en donde quería sentarme y llorar, llorar. Me sentía vacía, sentí que ni siquiera tenía lágrimas, estaba tan débil que llorar me dolía.

Me dirigí a la cama, donde estaba mi cinturón con mi arma, con mi navaja la cual habían encontrado anteriormente luego del ataque de caminantes. Esa navaja me la había dado mi tía, la mujer quien me crió y a quien supere su muerte a través de los días. Muchas veces la extrañaba, la pensaba y recordaba esos tiempos en donde no conocía a nadie que estuviera en esta comunidad pero perderla a ella y perder lo que tenía, me hizo encontrar lo que tengo; o lo que tenía. Me ajustaba mi cinturón, caminando por la habitación cuando tropecé con mi mochila la cual estaba colocada encima de la gaveta y se cayó. Mire la mochila cuando se escuchó un estruendo de cristales, algo se había roto, yo ni siquiera había abierto esa mochila desde que llegamos. La había preparado en Alexandria para un caso de emergencia, así la dejaría; como emergencia. Me acerqué a la mochila cuando vi solo dos trozos grandes de cristales estar sueltos y para mi impresión, era un pequeño video de fotografía. Mi mente se fue en blanco cuando sostuve en mis manos aquel cuadro que veía muchas veces al día, mi aliento se había ido y mi dolor empezó a salir a flote. Carl, metiste esta fotografía aquí porque sabias que te irías.

—Oh mi amor... —susurre cuando observe aquella fotografía que fue tomada días después de su accidente en el ojo, después que los caminantes invadieron Alexandria. Acaricie la foto, acaricie a Carl, bese a Carl. Apreté la foto contra mi pecho, la saqué del cuadro y suspire, escuchando pasos afuera de la habitación pero mi tristeza se había derramado, otra vez.

—¿Estás preparada?—fue lo que me dijo ella cuando se asomó por la puerta pero su rostro cambió al verme sentada en aquella cama con mi semblante de tristeza, mientras sostenía aquella fotografía.—Oh cariño, debemos irnos pronto, puedes quedarte.—mira a mi hermana, quien trataba de tratarme de una manera pasiva aunque quisiera comérmela por la boca.

—Solo dama unos momentos, sólo eso.—le pedí, ella se acercó, dejando la puerta abierta y vi como puso sus ojos en la fotografía.—Estoy lista, sólo quiero relajarme.—le aclaré, pero detrás de ella pude ver la silueta de Rick Grimes asomarse, mirándonos y cachándome con la fotografía en la cual él presenció cuando fue tomada.

—¿Están listas?—pregunto él, Natasha a su lado asintió ella entristecida le dio pasó a entrar y pude ver como ella se marchó, dejándome sola con el hombre a quien respetaba, a quien sentía como una figura paterna.—¿Vas a evadirme?—me pregunto.

—Estás muy cerca como para poder irme corriendo.—sonreí, mientras la primera lágrima se derramó, cayendo encima de lo fotografía no tarde en moverla para que le diera aire. Sentí como Rick se sentó a mi lado, el colchón se hundió y pude ver como su mano agarró la fotografía con delicadeza.

—Él te amaba, te amaba demasiado.—apreté mis labios bajando mi cabeza para evadir la mirada de Rick, para no entristecerme.—No fue tu culpa, no estoy enojado. Estoy orgulloso de que mi hijo haya sido un héroe, como nunca he podido serlo.—las manos de Rick se colocaron en mis manos, su voz era firme, no había rastro de debilidad en ella, eso era ser un héroe; aguantar, tener valor.

—Quiero que Nathan muera, aunque eso no me devuelva a Carl, voy a tener paz.—alce mi mirada para conectar con los azules ojos de Rick mirarme, veía en ellos el dolor, el dolor ante la ausencia de su hijo.—No puedo hacerlo sin él, no puedo.—mis ojos humedecidos dejaron que las lagrimas se resbalaran por mis mejillas, observando en cómo los ojos de Rick también se humedecían, teníamos un momento.

—Carl siempre estará aquí.—Rick señaló su corazón, mientras que con su otra mano sostenía aún la mía y me miraba fijamente a los ojos.—Aliana, mi hijo fue una salvación para ti. Tú y ese bebé que está ahí son su salvación para mi, de su parte, hacia mi. Y luego de que todo esto acabe, ustedes serán mi paz y yo quiero que encuentres paz en eso.—la mano de Rick se postuló en mi estomago, sorprendida ante saber que él sabía, no tenía duda de que Maggie se había acercado hacia él pero no estaba molesta.—No quiero perder a nadie, no quiero cavar otra tumba y mucho menos que tenga tu nombre, no lo soportaría. No sabes el impacto que tú muerte causaría en mi, verte a ti es verlo a él. Carl no querrá que te enfrentes a Nathan, a veces, hay que dejar que el ciclo de vida se encargue de los demás.—lamía mis labios cuando mis lagrimas se resbalaban allí, sintiéndolas saladas como usualmente era, apreté las manos de Rick y me aferré a ellas.

—Yo hubiese muerto por Carl, si yo hubiese estado consiente, yo hubiese dado mi vida por él, la hubiese dado.—le dije mirándolo a los ojos mientras mis lagrimas se derramaban.—Yo lo amaba, Rick, lo amaba.—le repetí en voz baja, mientras soltaba leves sollozos pero ver como Rick permanecía en una postura firme para darme fuerzas me alentaba a desahogarme.

—Así era como debía ser, él hizo lo correcto. Y haremos lo correcto, como él deseaba que lo hiciera.—Rick se aferró a mí en un abrazo, en un abrazo que me daba aliento pero no me daba paz, me podía calmar y dar tranquilidad pero la sed de venganza que tenía era grande.

—¿Estás listo?—le pregunté yo a él, sabia que llevaba esperando esto mucho tiempo pero ahora el encuentro que tendríamos con Negan era lo más importante.

—Ambos lo estamos.—me dijo él, nuevamente nos abrazamos, y sentí ese sentimiento que su hijo sentí, seguridad.

Abrazándolo pude ver a mi hermana en el margen de la puerta, pude ver su rostro de sorpresa, no era hora de explicaciones pero a veces habían cosas que debían permanecer con nosotros. Ya no estábamos en Hilltop, las horas habían pasado. Pisaba el césped, aislada de los demás como solía haberlo estado en estos días. Agarraba un arma y veía como todos se preparaban, me sentía ansiosa. Más de lo usual. Respire hondo, observando el cielo soleado y esperando que no tuviéramos que cavar otra tumba, no lo soportaría. Me sentía un poco segura con las personas a mi alrededor en este bosque, todos estaban esperanzados y llenos de adrenalina, dispuestos a lo que sea. Todos estaban atentos conmigo, el rumor de que estaba embarazada se había esparcido lo suficientemente rápido. No me sentía extraña, ni siquiera aún había procesado que traería una vida, que sería madre y que tendría a alguien a quien cuidar. Mi cabello sentía el choque del viento, se removía y me reconfortaba. Cerré mis ojos sintiendo aquella brisa, sentía que era él, lo sentía. Empecé a moverme con las demás personas, a pie. Iba más atrás que los demás, iba distante porque así me sentía cómoda, sentía mi espacio y que nadie me molesta con la mirada o con la pena.

Veía los árboles, las hojas cayendo con el viento, ver esas cosas me relajaban. Alce mi mirada, observando la silueta de mi hermana, de ella aún lado de Daryl Dixon; ambos protegiéndose mutuamente. Verlos así de esa manera tan segura me animaba, porque sé que ella era feliz. La mayoría tenían a alguien a su lado, tenían a una persona que les daba aliento y muchos como yo, no lo tenían. Más adelante pude observar a Aaron, aquel hombre quien nos había encontrado tiempo atrás en un granero había perdido a la persona que amaba, a Eric. Entristecida ante eso, giré mi rostro ante sentir pasos a mi lado, observando así a Maggie Greene junto a mi, si, ella era una de las pocas que no luchaba con alguien que amaba a su lado y se que esta última ronda le traería algo de paz, como me la traería a mi cuando enfrentara cara a cara a quien me había arrebatado todo. Seguí caminando con Maggie a mi lado, pensando en que yo era su persona por la cual ella debía luchar y ella era la mía, ella y ese bebé que vendría en camino a quien ansiaba ver.

Podía ver a Maggie como una figura materna, una la cual me hacía sentir segura, tenía una gran confianza en ella, más de la que podía sentir con Natasha. Verla me hizo recordar que habíamos perdido a más gente de lo que creímos, Sasha tampoco estaba aquí para pelear. Quise imaginármela a nuestro lado, recordando que fui la ultima persona en verla con vida de este grupo y ahora, ya no estaba. El bosque pareció finalizarse cuando llegamos a un campo abierto, luego de caminar por horas, hacer trampas y reunirnos. Si, no solo estábamos Alexandria y Hilltop, también el Reino. Esto era lo que llamaba una buena sincronización cuando éramos más de uno, cuando no teníamos miedo. Delante de mi, Rick y Michonne sostenían sus manos mientras caminaban y observaban el gran espacio. Verlos juntos, verlos reconfortarse el uno al otro, me recordó cuanto Carl los amaba. Alce mi mirada observando los verdosos ojos de Maggie brillar con el sol, verse con más claridad y puedo admitir que sonreí con honestidad, sonreí con ganas al ver lo hermosa que se veía hasta que todos se detuvieron observando algún punto desconocido.

—¿Alguna vez habían visto una así de grande?—observe el punto que todos observaban cuando uno de los residentes de Alexandria se dirigía a la gran horda que se podía ver desde este terreno, nunca había visto una gran cantidad de caminantes juntas, no después de la emboscada que le hicieron a Alexandria.

—No.—respondió Rick aturdido, al igual que todos al ver a esa enorme cantidad.—Las cosas están cambiando. Sigamos avanzando.—dijo él, alentándonos a caminar nuevamente juntos.

—Nunca había visto una así, siento que mi piel se erizo.—a mi lado Jesús caminaba, mientras que se dirigió a Maggie y a mí ante lo que presenciamos.—Nunca podríamos combatir contra una gran cantidad como esa.—si, él estaba en lo correcto, fue lo único que pensé.

—No sabemos de lo que somos capaces, quizás si.—le respondió Maggie, mientras que quedé en medio de ambos pude observar el bulto de su estómago.

—¿Estarás bien?—le pregunté yo a ella, viendo así como llevo su mano a su estómago y lo acaricio.—Es muy arriesgado.—le expliqué, llenándome de angustia y me agobiaba que pudiera perderla si algo salía mal. Maggie me miró con una sonrisa y se encogió de hombros.

—Tú me cuidas y yo te cuido, ¿recuerdas?—me hizo recordar un pacto que hicimos, un pacto de madre y hija, uno que solo ella y yo entendíamos, el cual no compartíamos con nadie.

—Hasta que el tiempo decida.—le dije, Maggie y yo llevamos nuestros meñiques a unirse en otra promesa, observando delante de nosotras como Rick Grimes nos miraba pero al llegar a un cierto punto, sentí el pánico recorrerme cuando unos silbidos sofocaron mis tímpanos.

—Rick, mira eso.—mi mirada buscaba de donde venía su voz producida en un gran volumen por un megáfono, pero no veía nada.—Embosqué, tú emboscada. Con una emboscada más fuerte.—era Negan, era él tendiéndonos una trampa como siempre, jugando sucio. Mire a Rick, vi el desespero en él, al igual que todos apuntábamos a varios puntos de aquel terreno esperando encontrar a los salvadores.

—¿!Qué tal si sales y nos das la cara!?—Rick grito, grito bastante fuerte esperando a que Negan lo escuchara, yo esperaba lo mismo mientras que con mi arma apuntaba a varios puntos pero me encontraba delante de Maggie; la protegía.

—Rick, yo estoy en todas partes. Será mejor que planean una forma de salir porque me voy a divertir tanto con ustedes. Los traje unos viejos amigos.—buscaba su paradero, todos lo hacíamos.—¿Recuerdas a tu amigo Eugene? Bueno, él fue el que hizo que este día fuera posible.—escuchaba atentamente cómo Negan nos hablaba, pero no lo veíamos, la desesperación de encontrarlo me carcomía.—Aquí también tengo a Dwight, mi gran chico quien intentaba sabotearme por ti. Ahora se quedará aquí parado y te verá morir, tendrá que vivir con eso el resto de su vida.—baje la cabeza ante eso, ante la amenaza de muerte que nos había hecho, ante descubrir que Dwight estaba con nosotros.—Finalmente, Gabriel. Se va tener que ir también Rick, limpiáremos a cada uno de ustedes. Y después, estás tú, Rick.—mire a mi líder, mira como parecía no darse por vencido, él igual que todos nosotros apuntábamos a algún punto de este gran terreno. —Felicitaciones Rick, llego la hora.—mi piel se erizo, era grande el temor, el temor de yo vivir y que alguno de ellos muriera.—Tres... dos...

Un conteo empezó, un conteo regresivo que me recordó a la canción en que Negan eligió al azar a Abraham, los recuerdos se hicieron reales. Alce mi arma, quedándome sin aliento y observando a cada persona que me importaba. Empezando por Natasha y terminando por Rosita. Cada uno de los que estaban parados delante de mi, los amaba y entré en pánico cuando nos vi amenazados de muerte. Observe fijamente cómo mi hermana me miro, una mirada de arrepentimiento por haberme traído pero una mirada de miedo de perderme. Todos alzaron sus armas, todos entraron en pánico pero no lo demostraron ante ver a la gran cantidad de salvadores parados a centímetros de nosotros con sus armas y apuntándonos. Si, vi a Gabriel, a Dwight también y a Eugene allí de secuaz pero mi mundo se detuvo cuando pude ver el rostro de Nathan ahí, entre todos ellos a quien capte fue a él, aún lado de Negan con su bate, él no tenía un arma para su maldita suerte cuando Negan ordenó abrir fuego y algo fallo. Mi corazón se detuvo un momento cuando pensé que moriría, que recibía una bala, o que alguno de los que me importaba lo harían pero les había rebotado cada bala que hicieron cuando jalaron el gatillo.

Escuche jadeos, vi cuerpos caer, fue como un tipo de explosión, incluso Negan recibió una. Observe cómo Rick abrió los ojos, cómo nos miró, era nuestro momento; nuestra última ronda. La adrenalina era real cuando Rick nos ordenó avanzar, nos ordenó atacar y así fue. Mi cuerpo temblaba cuando jalaba el gatillo sin soltarlo, las balas se iban como ráfagas a los primeros salvadores que pude visualizar con mi campo visual pero esto era más que eso. Vi como huían, vi como caían muertos o como se arrodillaban. Era esto lo que queríamos, lo que habíamos esperando tanto tiempo pero para mi no fue suficiente. Mi mirada conectó con él, conectó con los ojos de mi hermano, como los tenía abiertos como plato como Negan le ordenó correr. Era mi momento, era mi última ronda con Nathan y al verlo huir me lleno de ira, una ira que me hizo correr detrás de él, correr con una velocidad que nunca imaginé tener pero cuando estabas enfadado todo te cegaba y solo veías el objetivo. Escuche el grito de mi hermana, un grito doloroso cuando me vio correr detrás de mi hermano pero solo vi como Daryl la detuvo como le dijo "déjala ir". No solo recibí su grito, no era la única que quería detenerme pero si no hacía esto, no podría dormir.

Corría, sentía el viento chocar con mi rostro mientras seguía el cuerpo de mi hermano correr con desesperación y sin ninguna protección hacia el bosque. Quería que sintiera miedo, quería que sintiera que no tenía salida, así como Carl la sintió. Sentía mi respiración agitada cuando me adentré al bosque, cuando empezaba a alcanzar a Nathan, cuando deseaba que todo llegara a su fin fue ahí cuando su cuerpo chocó bruscamente con un caminante, esto era un festín para mi. Vi como cayó al suelo, como empujó al caminante y incluso como sus manos temblaban pero fue ahí cuando alce mi arma y apunte justamente a la cabeza del caminante, dejándolo caer muerto a sus pies. Mi corazón latía, se sentía como si se quisiera salir de mi boca cuando observe a Nathan alzar sus manos en zona de paz. Le apunté con mi arma, viendo cómo se arrodilló, viendo cómo cayó de rodilla al suelo. Yo pude sentir como le dolió eso, fue tan brusca la forma en la que se tiró que lo sentí y ahí fue, fue ahí cuando sentí mis manos temblarme viendo a mi hermano juntar sus manos como si rezara, pero no había nadie que lo salvara.

—Perdón, perdón, no me mates por favor.—apuntaba a Nathan mientras que sus verdosos ojos me miraban, veía como sus manos temblaban.—Soy tu hermano, no puedes matarme.—continúe apuntándole, acercándome a él mientras parecía asustarse cada vez que me acercara.

—¿Por qué?—le pregunté, sintiendo mi garganta calentarse, sintiendo aquel nudo.—¡Contesta!—le grite fuertemente, viendo cómo se tapaba su rostro cada vez que mi arma le apuntalaba, cada vez que me acercaba a él.

—¿Por qué?—vi como me miró, conocía ese semblante y fue ahí cuando río, cuando empezó a reír, cuando se levantó del suelo, fingía estar asustado pero no lo estaba.—¿Crees que voy a suplicarte por mi vida? No soy Carl, yo soy valiente, no un cobarde.—lo apuntaba, mientras que sentí mis lagrimas secarse ante esas palabras.

—Él prefiero dar su vida por mi, algo de lo que no eres capaz, eso es de cobarde.—le arregle, viendo su rostro, su rostro lleno de seriedad que ya no tenía gota de felicidad, mis manos aún temblaban.—Lo mataste, Nathan, lo mataste.—repetí, sintiendo mis labios temblorosos, observando cómo me miraba atentamente.—¿Por qué?—le pregunté nuevamente, sintiendo como el calambre empezaba a molestar mi brazo mientras lo apuntaba.

—Porque es lo que soy, un monstruo. Ni tú, ni nadie lo cambiarán.—dijo, me tense cuando vi como cambio mirada atrás de mi y ahí fue que sentí pasos.

Con rapidez giré mi cuerpo, observando el castaño cabello de Jayden Evans, observando sus ojos mirarme y como me apuntaba con un arma pero fue ahí cuando mis reflejos me ayudaron. La punta de mi arma chocó con rapidez su cabeza, la chocó tan fuerte que vi como le rajé su cien como la sangre salía de ahí con rapidez y este, cayó al suelo adolorido. Giré mi cuerpo, queriendo apuntar a Nathan pero fue ahí cuando sentí un raspón en mi estomago, vi una navaja en su mano pero cuando quise procesar todo, él cayó encima de mi y me alarmo. Aplastaba mi arma con mi pecho, mientras que sentí el ardor de la cortadura en mi estómago. Gritaba, esperando que alguien me ayudara pero éramos él y yo, nadie más. Intentaba forzar con él, separar su peso del mío cuando ahí fue, cuando escuche los gruñidos de los caminantes. Mire fijamente el rostro de Nathan, como me miraba de la misma forma que yo, con ira. Sentí mis labios temblorosos cuando mi garganta soltó aquel sollozo, recordando cada momento que pase con él. Intentaba separarlo de mi cuerpo, pero él intentaba de quitarme él alma y aunque mis manos dolieran o sintieran calentón, incluso raspe, no soltaría el arma pero fue ahí cuando la debilidad de los recuerdos me sofocó. Me debilite, me debilite cuando sentí como Nathan nuevamente tomo fuerza de mi y tiro el arma aún lado de mi, llevando sus manos a mi cuello.

Empecé a sentir aquella presión, veía sus ojos verdosos, sus pecas. Él era idéntico a mi, se me hacía imposible procesar que él me estaba holgando, me quería matar. Y ahí entendí, que nada cambiaría. Sentí como el aire me faltaba, pero él tenía mucha más fuerza que yo pero aún así viendo sus ojos húmedos, sabiendo cómo le costaba eso, buscaba fuerza.—Vas a morir lentamente, como Carl.—fue lo que dijo, fue lo más rápido que mis oídos procesaron y fue ahí cuando la ira se apoderó de mi, cuando recordé el por qué estaba aquí y era por Carl. Veía a mi hermano, amaba a Nathan pero ya no era él. Elevé mi rodilla con fuerza y rapidez, dándole justamente en su parte íntima viendo como este se debilitó y cayó en mis pies. Sentía mi cuello doler, sentía que no podía hablar o gritar. Pude escuchar los jadeos de Nathan, incluso los gruñidos de los caminantes a lo lejos. Alce mi pierna y lleve mi talón a la nariz de Nathan, dándole justamente ahí, viendo cómo gimió más fuerte. Me levante del suelo con rapidez, viendo mi camiseta, viendo una línea ensangrentada en mi estomago y eso me estrujo el mundo. Cogí mi arma, y le apunté, le apunté cuando vi que se levantó del suelo y aguantaba su nariz ensangrentada. Jale el gatillo, una sola vez, dándole justamente en la pierna y viendo cómo caía, pero como buscaba la forma de levantarse.

—Estoy embarazada, hijo de puta.—le dije gruñendo, mordiendo mis labios cuando entendí que el intento de dañar lo que llevaba a dentro también, me acerqué a él con brusquedad y lleve mi arma a su pecho apuntándole.

—Por favor, no me mates.—quedé aturdida cuando escuche esas palabras, sentía como cada parte de mi corazón terminaba de descomponerse.—Puedo cambiar, lo prometo, puedo hacerlo, no tengo nada.—vi sus ojos humedecidos, vi como las lagrimas se desprendían de sus ojos.

—¡Tú me quitaste todo!—le grite, sintiendo incluso como la saliva se me salía, escuchando los gruñidos de los caminantes. Veía sus lagrimas, cómo sentía dolor ante tener una pierna herida pero el tenía su cuerpo recostado de un árbol.—¡Me quitaste todo sin razón!—le volví a gritar, apuntándole en el rostro.—¡Te odio, te odio!—le repetía, viendo cómo sollozaba.

—Yo nunca podría odiarte, sólo te quería tener para mi, sólo eso. Mi hermana, solo para mi.—me aleje de él cuando escuche esas palabras, cuando vi como detuvo su llanto y me miró fijamente.

Confusa ante sus palabras, procesaba el hecho de que varios caminantes se acercaban pero fue cuando vi como Nathan alzó su mano con aquella navaja y la incrustó en mi hombro. Gemí, gemí fuertemente pero incluso con la traición que me lanzó, me aferré a su cuerpo con fuerza y le di una patada en su herida viendo cómo se desvanecía en el tronco del árbol. Ahí visualicé lo que nunca pude presenciar y fue, cuando él provocó la mordedura de Carl. Aferre su cuerpo al tronco, mientras que mis oídos se rompieron, incluso mi corazón cuando sus gritos de dolor alarmaron el lugar. Empujaba el cuerpo de Nathan contra el tronco, la ira me había provocado esa fuerza, la ira me provocó sentir esto y desear esto. Observe cómo aquel caminante despellejaba la piel de Nathan, como mordía su cuello y la sangre salía de él, veía su rostro ensangrentado, veía sus lagrimas caer y ahí fue cuando caí en cuenta, mate a mi hermano. Me solté de su cuerpo, aturdida y viendo cómo él se deslizaba por el tronco hasta desvanecerse y caer sentado, ahí fue que observe el karma, como la sed de venganza calmó toda la ira que tenía pero era algo con lo  que nunca podría vivir. Alce mi arma, alce mi arma y borre con la ráfaga de disparos la cara de aquel caminante y de los dos más que se aproximaban.

Mi arma cayó, cayó ante mis manos temblorosas mientras aún escuchaba a Nathan gemir del dolor que estaba sintiendo. Me imaginé por un momento como Carl se sintió, el miedo, el proceso de que morirías porque no había forma de salvarse cuando la mordedura era en una de esas partes que no podías cortar. Ahí fue, fue cuando caí de rodillas al suelo pero no sentía arrepentimiento, era eso lo que me agobiaba. Nathan iba a matarme sin importar que, él iba matarme. Me acerqué a su cuerpo, observando cómo sus lagrimas se desprendían, como su cuello estaba en carne viva, como él con su mano sostenía la sangre para que no se desangrara y entre lagrimas, hice lo mismo. Lleve mis dos manos a su cuello, apretándolo y aguantando la sangre, mientras veía a mi hermano sufrir de dolor, mientras recordaba como Carl combatió con la enfermedad hasta que él mismo lo finalizó. Sentí mi corazón estrujarse, sentía la debilidad, Nathan si era una parte de mi; él si era una parte de mi corazón, era mi hermano. Sus ojos verdosos me miraron, su mano izquierda llena de sangre la llevo hasta mi rostro y lo acaricio, observándome y después de tanto tiempo, pude ver una sonrisa, una maldita sonrisa sincera de mi hermano. Sentí unas hojas crujir, giré mi rostro, observando a Jayden estar tirado en el suelo con su mano en la cabeza y observándome, observándome con horror pero solo me enfoqué en que también perdería a Nathan.

—Te lo buscaste, te lo buscaste Nathan.—dije entre lagrimas, deseando que todo pasara rápido.—Yo no quería, no quería hacerlo pero tú me lo quitaste, me lo arrebataste mi felicidad.—le dije, viendo mis manos llenas de sangre.

—Perdóname, perdóname Aliana.—veía sus ojos humedecidos, cómo salían lagrimas, sus manos apretaban su cuello y aguantaban la sangre pero era tarde, así como lo fue para Carl.—Te voy a amar siempre.—mis lagrimas se derramaban, sintiendo el calentón de mi garganta cuando oía lo difícil que se le hacía hablar.—Mi bolsillo, mi bolsillo.—me hablaba entrecortadamente, algo temblorosa lleve mi mano a su bolsillo, sintiendo un trozo de cartulina, era una fotografía.—Léela, por favor.—me pidió, mientras veía como todo su cuerpo se llenaba de sangre. Veía su rostro, sus pecas tapadas por la sangre. Observe la fotografía, la cual reconocí, éramos nosotros tres en la fiesta de cumpleaños de Nathan, éramos pequeños. Mis manos temblaban.

—"Querido Negan, Nathan está cumpliendo sus diez años. Aquí te envío una foto desde Atlanta para que veas lo grande que están, espero que tú y tu esposa Lucille se encuentren bien. Posdata, Natasha tiene su primer novio. Te envía saludos, Emily".—quedé sin aliento cuando leí esas palabras, cuando comprendí todo en este instante pero mi mundo se detuvo cuando ya Nathan no soltaba un suspiro más.

—No, Nathan, no.—giré mi rostro aturdida ante lo que estaba pasando viendo cómo Jayden se arrodillaba delante de mi, delante de Nathan y lloraba, lloraba con sinceridad.

Abrí mi boca para soltar un gran sollozo cuando comprendí absolutamente el por qué de muchas cosas, con esa nota que mi tía le había enviado al hombre que nos había arrebatado muchísimas cosas, daba las respuestas de muchas preguntas inciertas. Me aferré al cuerpo de Nathan, no sentía arrepentimiento por haberlo matado. Sentía mi alma estrujarse por el cargo de conciencia que tendría por no tenerlo a mi lado nunca más, porque él se había ido, igual que Carl, igual que cada persona qué pasó por mi vida y dejo una huella. Mi aferré al cuerpo de mi hermano mientras que llore, procesando las acciones que provoque, que él me hicieron provocar y realmente el monstruo era yo. Abrace su cuerpo, puse incluso su mano en mi estómago. Me balanceé con él, mientras gritaba, sollozaba. Era una parte de mi, Nathan siempre fue una parte de mi, era mi hermano y era un lazo que no se rompía. Jayden a mi lado también lo sufría, sufría a su mejor amigo, eran amigos de la infancia. Veía al castaño recostarse del tronco del árbol, tapar su cara y llorar, Nathan era lo único que le quedaba y se lo había arrebatado.

Abrace el cuerpo de Nathan, como nunca pude hacerlo en mucho tiempo. Recorriendo cada memoria que tuve a su lado, todas las veces que estuvo ahí conmigo, más que nadie, él nunca me dejo sola. Lloraba, lloraba y sacaba de mi todo aquel peso de tristeza que sentía. Intentando de procesar aquellas palabras de aquella fotografía, de aquella pequeña nota que estaba detrás de esa fotografía familiar. Alce mi mirada cuando escuche pasos, cuando vi como  los ojos color miel de Natasha se encontraron la escena más perturbadora que tendría. Solloce más, solloce mucha más porque no tendría el valor de explicar lo que sucedió y nunca podría hacerlo. No quería soltar a Nathan, sólo quería abrazarlo y sentirme bien porque él no estaba rechazando algo que deseaba. Solo observe cómo Natasha cayó de rodillas al suelo, gritando, gritando y gritando y jalando su cabello esperando que esto no fuera real. Acostándose en el cuerpo de Nathan ella se aferraba a él, todo había acabado para ella y para mi, una última ronda que no olvidaría. Me quedé ahí, abrazando a mi hermano y contemplando el dolor desgarrador que Natasha sentía, pero fue ahí cuando comprendí algo. No estábamos solas, Negan era nuestro padre.

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