Esa noche en el hospital, el peor y más grande temor de Justin era perder a la persona que ha movido su mundo como nadie jamás lo había echo. A pesar de sus intentos por quedarse en el hospital a cuidarlo durante la madrugada, su padre no le dejo, pues tenía que descansar de la cansada y traumática noche que vivieron.
Al día siguiente le dieron de alta y regresó a la mansión de los Morgan con una venda en el brazo y un par de muletas. En la entrada estaba la familia y los colegas de trabajo esperándole. Le dieron la bienvenida, pero el Sr. Víctor y Mike tenían mucho que hablar.
— Mike, quiero hablar contigo en mi despacho — le dijo el Señor Víctor.
Se sentaron en un cómodo sillón al calor del fuego en la chimenea.
— Sí señor, se le ofrece algo?
— No, para nada Mike. Quería darte las gracias....lo que hiciste fue sumamente valiente....si bien sé que es tu trabajo, nunca terminare de agradecerte por salvarnos de esos criminales.
— Como usted dice, es mi trabajo, y nunca permitiría que algo les pasara, desde que llegué, su familia que ha acogido muy bien.
Y a mí me ha cogido muy bien, pensó Justin con una sonrisa atrevida.
— Igualmente, gracias, y me gustaría que te quedaras en la ciudad, yo cubriré los gastos de todo lo que necesites.
— No tiene que molestarse señor.
— No es molestia, es mi forma de agradecerte, y ya no se diga más.
— Yo puedo ayudar si quieres — dijo Justin — puedo hacerle compañía a Mike, ya que él me salvó.
— Eso estaría bien por mí — respondió Mike.
Se sonrieron el uno al otro.
Por la tarde Justin y Mike pasaron la mayor parte del tiempo en la habitación, no hablaban mucho, pero la barrera de hostilidad que se había desarrollado entre ambos ya no existía, parecían estar tranquilos el uno con el otro, incluso a gusto, platicaban algunas veces y Justin lo entretenía con sus historias de familia rica cuando era pequeño, pero como siempre, tenían sus momentos se cercanía, esos momentos donde todos sus pensamientos se sumergen en los del otro.
Alrededor de las 5 de la tarde, Justin le llevó una pequeña merienda, una copa de helado de fresa con galletas pulverizadas encima, un baño de chocolate derretido y un jugo.
— Te traje algo para que no tengas el estómago vacío — dijo Justin entrando con la bandeja en su mano.
— Justin no tenías que molestarte.
— Molesta? Molestia es que te den dos balazos por mi culpa.
— No fue tu culpa, no fue la de nadie — dijo con sus brillantes y claros ojos.
La voz de Mike era apasible, tranquila, amistosa, pocas veces se comportaba así con el.
— Tengo una idea — Justin tomó una cucharada de helado — abre la boca, aquí viene el avión.
— ¿Enserio Justin?
— Qué? Eres demasiado maduro y hombre para una cucharada de avión?
— Justin, por Dios, Madura.
— Vamos!, solo una, por mí — hizo pucheros.
Lo miró provocador y abrió la boca. Se tragó la cucharada. Tomó otra y cuando la alejo de la copa, un poco del baño de chocolate cayó sobre el torso de Mike.
— Lo lamento, que torpe — se paró para buscar desesperadamente una toalla.
— Espera Justin!
— Que pasa?
— No tienes que limpiarlo con una toalla — dijo con una sonrisa provocativa dibujada sobre su rostro.
— A que te refieres? — preguntó confundido.
— Ven aquí.
Justin se acercó y se sentó a la orilla de su cama. Mike tomó una cucharada de helado, se levantó la camiseta hasta la altura de cuello y derramó la cucharada sobre su abdomen. Justin estaba confundido pero poco a poco fue captando su indirecta. Ya no estaba confundido, sino sorprendido
— Límpialo — le dijo Mike.
— Cómo? — susurró.
Tomó a Justin del cuello y posteriormente de la cabeza y lo inclino hacia su abdomen, hacia donde había derramado del dulce y frio líquido.
— Usa la lengua. Solo házlo. Por mí.
Comenzó a pasar la lengua sobre él, sobre el frio helado que estaba en su cálida y tersa piel. Se dio lugar sobre todo su abdomen, sentía las milimétricas separaciones entre sus remarcados abdominales y la mano de Mike acariciando su cabello lo inspiraba aún más. Dejó la zona de sus abdominales y con la lengua se dio paso deliberadamente hacia su pecho, suave y lentamente. Ambos tenían la respiración sumamente acelerada, la erótica, azucarada y ensalivada escena les prendía a tal punto que se podía oír como intentaban sofocar algún gemido que se les quería escapar. Llegó hasta sus pectorales y encerró sus tetillas entre su boca mientras las acariciaba con su lengua quien estaba desatada en placer en ese momento. Subió hasta su cuello y las lamidas se convirtieron en besos. Mike deslizo las manos sobre la espalda de Justin hasta sus pantalones. Estaban inmersos en su propia fantasía, en su mundo, en sus cuerpos. De repente suena el teléfono de Justin. Momento arruinado. Cuando se fijó en su teléfono vió que era Charlie. No había hablado con él desde ayer y estaba preocupado por cómo se encontraba. Marcó varias veces y no contestó.
— Pasa algo con Charlie? — preguntó Mike.
— Pues no hasta hace unos minutos cuando te estaba besando el cuerpo. — contestó con una media sonrisa.
— No volverá a pasar si no quieres.
— ¿Por qué me pediste que lo hiciera?, me refiero a que...tu eres el primero en insistir que seamos nada mas amigos, y ni eso.
— Muchas cosas cambian Justin.
— Lo sé — suspiró y bajó la mirada. — Han pasado muchas cosas, nuevas personas han llegado a nuestras vidas, nuevos problemas...
— Nuevos sentimientos — interrumpe.
— Si, también eso. — le da una media sonrisa mientras asiente con la cabeza.
— Justin, quiero besarte.
Justin se quedó pálido ante la confesión, tanto que creyó que era alguna broma.
— ¿Qué?
— ¿Puedo besarte?
— Mike.....no quiero que me tengas lastima o que...lo hagas por aburrimiento.
— Jamás lo haría por eso — se sentó en la cama y le agarro la quijada con el dedo índice y el pulgar y se acercó lentamente y le dio un cálido y corto beso, después otro y otro, todos cortos y constantes. Recostaron sus frentes una sobre la otra.
— Porque me haces esto Mike? — susurró.
— Hacerte qué?, Eres tú el que me hace esto.
— Hacerte qué?
— Despertar cosas en mí, cosas que nunca quise tener, cosas que quisiera esconder pero no puedo.
— Dímelo Mike, dime que cosas que hago sentir.
— De todo, te quiero, te quiero y te deseo junto a mí, no como amigo si no como algo más, te deseo Justin, más que nada en el mundo. — susurró.
Otro beso.
— Siempre he estado aquí, desde el primer día en que entraste por mi puerta y te vi la primera vez con tu traje negro, tu corbata, perfectamente vestido. Desde el día en que me cole en tu cuarto bajo la cama y te vi desnudo por primera vez. Desde aquella noche que cogimos en la fiesta de Melanie y todos los días posteriores a ese, siempre he estado aquí. — murmuró Justin la respiración acelerada.
— Justin, no me dejes solo hoy. Ponle seguro a la puerta y quédate. Duerme aquí conmigo, por favor. — le suplico.
— No tienes que pedírmelo dos veces. - sonrió.
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Estoy feliz de anunciarles que próximamente publicaré un proyecto en el que he estado trabajando por algún tiempo y que es muy importante para mi. ''Encantado por tu mirada''. Por Ahora tenemos mucha trama por delante de ''El Único al que Amo'' así que esperen nuevos capítulos cada semana. Los quiero y gracias por su apoyo :).