Emerald, la usurpadora del tr...

By xCherryLove

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[HISTORIA GRATIS] Una maldición antigua bajo la luz de la luna roja. Un príncipe y una princesa. Uno guiará a... More

👑 ¡EMERALD YA A LA VENTA! 👑
ж PREFACIO ж
ж P R Ó L O G O ж
ж Capítulo II: Desolación ж
ж Capítulo III: Una despedida dolorosa ж
ж Capítulo IV: La reina maldita. ж
ж Capítulo V: La princesa cautiva. ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (I) ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (II) ж
ж Capítulo VI: El llanto de la esmeralda (III) ж
ж Capítulo VII: Bienvenido a la escuela. ж
ж Capítulo VIII: Leila, la mujer guerrera. ж
ж Capítulo IX: La habitación secreta (I) ж
ж Capítulo IX: La habitación secreta (II) ж
ж Capítulo X: Las voces ocultas. ж
ж Capítulo XI: No todo es lo que parece. ж
ж Capítulo XII: El inicio de año escolar. ж
ж Capítulo XIII: La clase de Clarividencia. ж
ж Capítulo XIV: Tras la pista de cuervo (I) ж
ж Capítulo XIV: Tras la pista de cuervo (II) ж
ж Capítulo XV: El secreto de los condenados. ж
ж Capítulo XVI: Renaciendo de escombros. ж
ж Capítulo XVII: Los lazos que nos unen (I) ж
ж Capítulo XVII: Los lazos que nos unen (II) ж
ж Capítulo XVIII: La orden de los caballeros. ж
ж Capítulo XIX: La visión de la muerte. ж
ж Capítulo XX: Vinculación. ж
ж Capítulo XXI: El pecado de la reina (I) ж
ж Capítulo XXI: El pecado de la reina (II) ж
ж Capítulo XXII: El Búho sabio. ж
ж Capítulo XXIII: Un vistazo al futuro. ж
ж Capítulo XXIV: Cuervo, el guardián. ж
ж Capítulo XXV: El príncipe oscuro. ж
ж Capítulo XXVI: Engañar al destino. ж
ж Capítulo XXVII: La última esperanza de la guerrera. ж
ж Capítulo XXVIII: Sanación. ж
ж Capítulo XXIX: Cuenta regresiva. ж
ж Capítulo XXX: Juntos hasta el final (I) ж
ж Capítulo XXX: Juntos hasta el final (II) ж
ж EPÍLOGO ж
🐉 ¡Estaré en la FIL de Buenos Aire! 🐉

ж Capítulo I: Quiebre ж

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By xCherryLove

El sol se asomó en el horizonte, cubriendo de luz la nación de Delia. Los sirvientes ya se encontraban realizando sus diversas labores cotidianas; mientras, la familia real todavía reposaba en sus aposentos.

A escondidas de los empleados, una silueta salía del dormitorio,cerrando una de las puertas con cuidado. Los bucles de oro que poseía lellegaban hasta la cintura y estos se batían en el aire con cada movimiento querealizaba. Acababa de levantarse, como se evidenciaba en su bata rosa arrugaday en las legañas que todavía quedaban en sus ojos.

 Se encaminó en dirección al ala sur, ya que ella era la única de su familia que vivía en el lado norte, mientras tarareaba una canción, daba pequeños saltos y giraba de manera graciosa. Era por fin el día: ella y su hermano cumplirían doce años, y su madre había organizado una pequeña celebración para ambos detrás del palacio.

Al llegar a su destino, abrió el picaporte yasomó el rostro. Tras recorrer deprisa la habitación con susvivaces ojos violáceos, fijó la mirada en su hermano, quien aún se encontraba profundamente dormido. Amboseran como dos gotas de agua, y si no fuera por elcabello largo y por sus personalidades como polos opuestos, uno podría hacerse pasar por el otro con facilidad.

Su hermano, pese a su edad, era alguien bastante serio debido a las diversas obligaciones que tenía por ser el heredero al trono. Era muy raro verlo jugar o reírse. A diferencia de su hermana, quien era un rayo de sol.

—Diamond... —susurró la pequeña mientras tocaba la mejilla de su hermano. Este se removió un poco al sentirse incómodo, mas no se despertó—. Despierta, hoy es el día.

Ante los pocos deseos de levantarse de su hermano, Emerald decidió saltar a la cama de un solo brinco para despertarlo. Él, al sentir que el colchón se hundía sin parar, no pudo evitar pegar un grito.

 —¡Despierta hermanito, hoy es el día! —exclamó ella con entusiasmo. Diamond, muy por el contrario, resopló con fastidio.

—Emerald, basta. Si madre escucha que estás aquí, se enojará muchísimo.

—¡Feliz cumpleaños, hermanito! —Sus mejillas estaban enrojecidas; de uno de los bolsillos de su bata sacó un pequeño dibujo y se lo mostró—. Mira, te hice esto. ¿Te gusta?

Diamond se sentó y se sujetó el rostro con fuerza. Con Emerald allí, sería imposible que volviera a conciliar el sueño.

Tomó el dibujo que le hizo su hermana y lo observó a detalle: en la imagen salían ellos dos fuertemente sujetados de las manos de sus padres. A diferencia de él, Emerald no tenía talento para el dibujo, pero apreciaba enormemente el esfuerzo que había puesto en sus trazos deformes.

—Gracias. —La abrazó con fuerza y ella pegó un pequeño grito agudo—. Me gustó mucho, estás mejorando.

—¿De verdad? —le preguntó con emoción—. Es el cuarto intento. No sabía qué darte. En un comienzo, pensé hacerte una tarta... pero ya sabes que a mamá no le gusta que ronde por la cocina.

—No te preocupes... Lamento no tener nada que darte.

—A decir verdad... podrías regalarme algo... Claro, si tú quieres.

—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó mientras enarcaba una ceja.

—Bueno... Igor te ha enseñado muchos hechizos... Y he visto que usan un libro con muchos conjuros... Quería saber si... me lo podrías prestar.

—Madre se enojará si se entera que te lo di —le respondió con seriedad. Emerald agachó la cabeza, pero, en vez de rendirse, puso una mirada triste mientras observaba a su hermano—. De acuerdo —suspiró él con resignación—, pero más te vale devolvérmelo antes de la celebración. No quiero ni imaginar lo que pasará si te encuentran haciendo magia.

—¡Prometido!

Ella besó su mejilla y tomó el libro que estaba sobre la cómoda. En cuanto lo escondió dentro de su bata, salió corriendo en dirección a su habitación.

Diamond observó cómo su hermana salió corriendopor la puerta. Su madre nunca la dejaba hacer magia y jamás le había explicadoel porqué, ya que, aunque le costara admitirlo, ella tenía talento. Las veces que él la había atrapado imitando los hechizos que Igor le enseñaba demostraban el enorme potencial mágico que ella tenía. Mientras que él, por el contrario, requería de varios intentos para poder realizarlos. Y el pensar en eso hacía que su lado egoísta aflorara. Había momentos en los que deseaba que su hermana desapareciera, pero luego caía en cuenta de aquellos pensamientos absurdos y no podía evitar sentirse mal por eso.
En cuanto se recostó nuevamente, no pudo evitaracariciar el rostro de su padre en el dibujo que su hermana le había dado.Jamás habían podido conocerlo, y las veces que habían ido al mausoleo familiar,la estatua de él que había allí había logrado intimidarlo enormemente. Poralgún extraño motivo, se sentía inquieto al verlo. Era demasiado juicioso y presentía que en su historia familiar habíaalgo extraño.

Diamond acarició los trazos mal formados; luego, observó con atención la representación gráfica de su madre y su hermana. En el dibujo, ella se encontraba sujetando con fuerza la mano de Emerald mientras sonreía. Algo que jamás había pasado.

La reina tenía un trato sumamente cortante consu hija, pese a que ambos eran gemelos. No tenía ni un recuerdo de ambascompartiendo algún tipo de actividad, como sería lo propio por ser madre e hija. Era casi como si su madre no la quisiera. Y aquello generaba que una espina se clavara en su corazón. Él quería mucho a su hermana menor. Emerald era su compañera, su mejor amiga, su compinche de travesuras. Y algo que odiaba era verla llorar por el rechazo de su progenitora.

***

Al llegar a su habitación, Emerald se aseguró de que nadie la estuviera observando y se introdujo con sumo sigilo. Aún tenía un par de horas antes de que la sirvienta tocara a su puerta para vestirla, así que aquel era el momento perfecto si quería practicar algo de magia.

En cuanto se dirigió al ropero para poder esconderse, un papel amarillento cayó del interior del libro. Ella lo recogió y, con la cabeza ligeramente ladeada, lo leyó en voz alta:

—Hechizo de transformación. —Dejó el libro en el piso y se sentó a su lado sin dejar de leer con atención el papel—. El hechizo de transformación te permite tomar la apariencia de otra persona, o modificar la apariencia de alguien más. Recuerda, para que esto funcione, debes tener un objeto que le pertenezca.

Emerald observó a los lados, pensando. Entonces, se puso de pie y se dirigió hacia uno de sus cajones, del que sacó un pequeño collar de oro con una incrustación de cristal en el centro. Era de su hermano; se lo había quitado hacía unas semanas, cuando su madre se lo obsequió. Ella era consciente de que eso estaba mal, pero le daba envidia que él recibiera regalos de su parte mientras ella era dejada de lado.

En cuanto se lo colgó en el cuello, volvió a sentarse en el suelo y comenzó a leer las instrucciones. Las manos le sudaban de la emoción. Era un hechizo complicado, hasta ese momento, lo máximo que había realizado era cambiar el color de la fruta por otro de tono chillón. Pero se tenía fe.

—Cierra los ojos e imagina a la persona en la cual te quieres convertir. Luego, extiende las palmas de tus manos y concentra la magia allí. Por último, posiciónalas delante de tu rostro y di mutatio.

Emerald, obedeciendo las indicaciones, cerró los ojos y comenzó a respirar de forma pausada. Extendió las palmas con lentitud y sintió que de a poco se le calentaban. Un momento después, percibió una pequeña corriente de aire en la habitación, su cabello se movía al compás de la brisa. Se obligó a mantener los ojos cerrados a pesar de su curiosidad: ya había visto que en las ocasiones en que su hermano los abría, la magia se cancelaba. No quería que le pasara lo mismo.

En cuanto tuvo en su mente la imagen nítida de su hermano, acercó sus palmas a su rostro y las dejó allí. Estaba a punto de retirarlas cuando la puerta se abrió de golpe. Su corazón se detuvo por unas fracciones de segundo.

—¡Princesa! —Igor, que se encontraba en la puerta, se quedó estático, con la boca ligeramente abierta.

—Lo siento, no quería... ¡Perdón! Por favor, no le diga a mi mamá...

Ella se encontraba al borde de las lágrimas, pero antes de que pudiera seguir pidiendo disculpas, Igor la detuvo:

—No tiene por qué disculparse.

Él cerró la puerta tras de sí y se acercó a la niña, que no logró contener más el llanto. Mientras algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas, Igor se colocó a su altura y la abrazó con fuerza. Emerald le correspondió sin dejar de observar hacia el suelo.

—Perdón, no lo volveré a hacer.

Ella comenzó a limpiarse el rostro con la manga de su bata. Igor en vez de regañarla por lo que había hecho, se separó y le sonrió ligeramente.

—No es necesario prometer que no volverá a hacerlo, princesa. —Emerald lo observó con confusión. Su madre le había prohibido practicar cualquier tipo de magia, por eso Igor nunca la dejaba participar de sus clases—. Usted tiene mucho poder dentro. No permitirle hacer magia es como pedirle que renuncie a su humanidad. Venga. —Él extendió su mano; ella sujetó su palma arrugada y lo siguió hasta posicionarse delante del espejo.

Al verse, casi se cayó de espaldas. Su reflejo no la mostraba a ella. No. Veía a su hermano.

—El poder que guarda dentro es hermoso, Emerald. Usted es capaz de hacer muchas cosas al primer intento. —La pequeña se sujetó el cabello, que ahora lucía corto, y comenzó a moverlo—. El que haya podido realizar este hechizo complicado reafirma lo que siempre he sabido.

—Pero mi mamá dice...

—Sé lo que la reina dice —le sonrió con tristeza mientras volvía a ponerse a su altura—. A veces los justos pagamos por los pecados de otros.

—¿Pecados? ¿Qué pecados puedo estar cargando? Solo tengo doce años.

—Todo lo sabrá a su momento.

—Pero yo...

Antes de que Igor pudiera seguir hablando, tocaron levemente a la puerta. Emerald, quien volteó hacia el espejo y vio que su apariencia seguía siendo la de su hermano, no pudo evitar encogerse por el miedo.

—Si deseas deshacer el hechizo, debes hacer lo mismo, pero esta vez debes decir reverti.

Emerald asintió y de inmediato repitió los pasos que había realizado. Cuando se observó otra vez al espejo, su apariencia había regresado a la normalidad. Tocó su cabello largo y una enorme sonrisa se plasmó sobre sus labios, pero al voltear Igor ya no se encontraba dentro de la habitación.

—¿Señorita? —escuchó que dijeron desde el otro lado de la puerta.

Emerald miró el libro que yacía en el suelo y lo pateó debajo de la cama; luego, escondió el collar debajo de su almohada. Recién entonces permitió que pasaran mientras sentía su corazón palpitar a mil por hora.

En cuanto concedió el permiso, una muchacha de su edad ingresó al cuarto. Era su amiga Diani. Emerald fue corriendo a darle un abrazo en cuanto cerró la puerta.

—¿Se quedó dormida? —le preguntó.

—No, solo estaba... practicando mi sonrisa en el espejo.

—Ya veo —ella rio—. Mire, tengo algo para usted.

Cuando se separaron, Diani sacó un pequeño cupcake que había resguardado celosamente dentro de un pañuelo limpio. Los ojos de Emerald brillaron al ver la cubierta de fresa, su fruta favorita, y no le importaba que parte de la cubierta que esta poseía se hubiera pegado a la tela.

—¡Muchas gracias!

Ni bien se lo entregó, Emerald le dio un mordisco. Sus mejillas se enrojecieron mientras daba una vuelta y la pequeña sirvienta rio por el gesto. Emerald colocó el restante justo al lado de la cómoda de su cama para poder terminarlo más tarde.

—¿Le gustó?

—¡Me encantó! Muchísimas gracias, es el regalo más bonito que me han dado.

—Me alegra escucharlo —le contestó, avergonzada—. Aprendí a hornear hace poco, Alessa me enseñó.

—Te quedó exquisito. —Sujetó sus manos con fuerza—. ¿Podrías enseñarme a prepararlos? Me gustaría que Diamond probara uno.

—Desde luego, aunque yo también estoy aprendiendo.

Emerald tomó a Diani de la mano y la llevó en dirección al espejo. Una vez que estuvieron frente a él, la princesa tomó un listón morado del cajón en el cual guardaba sus preferidos e intentó ponérselo a su amiga en señal de agradecimiento. Al darse cuenta de sus intenciones, Diani intentó alejarse; sin embargo, terminó aceptándolo debido a la insistencia de la princesa.

—No es necesario que me regale nada, señorita —acotó mientras alternaba la vista entre el objeto y Emerald—. Con que me haya dado las gracias es suficiente para mí.

—Diani, quiero que lo tengas. Eres mi mejor amiga. Yo también quiero hacerte feliz. Además, tu cabello se verá bonito con él.

—Pero, señorita... Si me llegan a ver con esto...

—Si no aceptas, me ofenderé mucho —le respondió, fingiendo estar molesta. Al ver que agachaba la cabeza, Emerald tomó su mano—. Aun si no puedes usarlo frente al resto, quiero que al menos tengas algo que yo te haya regalado.

—Gracias. Lo apreciaré con mi vida.

Emerald volvió a abrazarla y ella le correspondió. Era consciente de que la relación que ambas tenían debía mantenerse bajo estricto secreto, ya que si su madre se enteraba de su amistad con una sirvienta, no dudaría en desaparecerla.

—Princesa Emerald, ¿ya está despierta?

Al oír la voz en el pasillo, Diani escondió el listón dentro del bolsillo de su delantal y acompañó a Emerald hasta el tocador para que se acomodara en el banco. Enseguida, la sirvienta sujetó el cepillo de cabello y fue a abrir la puerta.

—Señorita Alessa, buenos días.

—Oh, Diani, ¿ya estabas aquí? —preguntó mientras entraba. Traía consigo una enorme caja finamente decorada.

—Sí. Acabo de llegar. Estaba ayudando a la princesa a peinarse.

—Buenos días, Alessa —la saludó Emerald desde donde se encontraba, al tiempo que se ponía de pie.

—Buenos días, princesa. —Hizo una reverencia—. Feliz cumpleaños. Le he traído un obsequio de la reina.

La mayor de las empleadas colocó la caja sobre la cama. Emerald se acercó con una expresión triste: otro cumpleaños en el cual su madre no se lo entregaba en persona.

Alessa y Diani, intuyendo lo que pensaba, laanimaron a que lo abriera e, incluso, le dijeron que la reina misma lo habíaelegido. Desde luego, ella sabía que eso no era cierto. El palacio disponía deuna modista que elaboraba las prendas para ella a su libre criterio. Pero, almenos durante ese día, quería imaginar que en verdad su madre se había tomadola molestia de hacerlo.

Al abrir el paquete, se encontró con un hermoso vestido de color verde con un corsé de pedrería, acompañado de unos zapatos de tacón bajo a juego.

Poco después, las empleadas la ayudaban a prepararse para la celebración, en la que luciría su nuevo vestido.

*** 

A medida que se acercaba al jardín posterior del palacio y la música alegre comenzaba a llegar a sus oídos, Emerald sonrió con emoción. El panorama que encontró al salir hizo que esa sonrisa fuera aún más amplia: había carpas de colores vivaces y llamativos, similares a las que se usaban durante los festivales de Delia, bordeadas por flores de tonos celestes y verdes que hacían referencia a los nombres de los cumpleañeros.

Producto de la emoción, Emerald aceleró el paso en dirección a la mesa, en la que había un enorme y variado buffet. El sirviente que se encontraba atendiendo a los demás reyes le preguntó si deseaba algo, pero ella dijo que no. No tenía hambre. Estaba demasiado exaltada como para comer.

—¡Esto es increíble! —susurró en cuanto regresó al lado de Diani—. ¿Viste el pastel? ¡Es gigante! Y salgo en la parte superior junto a Diamond... ¡Me encanta todo esto!

Tal y como le había dicho su amiga, Diani observó al enorme pastel de cinco pisos y se dio cuenta de que en la parte superior había dos muñecos de los hermanos, los cuales habían sido encantados para que se movieran haciendo una pequeña reverencia.

—¡Un dicadropo! —escuchó decir a Emerald justo antes de que corriera hacia donde estaba el domador de bestias.

La fiera, que tenía cuerpo de león y cabeza de dragón, hizo una reverencia al ver a la princesa y la niña emitió un pequeño grito agudo. Diani, por su parte, no se acercó demasiado: le daban miedo las criaturas mágicas.

—Señorita —le dijo en cuanto se puso a su lado—, su hermano se acerca.

Emerald se despidió de la criatura, que seguía haciendo sus trucos para llamar la atención de los otros príncipes. Diamond, quien trataba de acelerar el paso sin romper la línea, sonreía a cuanto invitado de su edad viera pasar.

—¿Dónde está el libro? —le preguntó mientras se pegaba a su oído.

Ella puso los ojos en blanco mientras se golpeaba mentalmente. Lo había olvidado por completo.

—Bueno... el libro... verás —contestó con nerviosismo—. Lo que pasa es que llegaron Alessa y Diani a ayudarme. Ni siquiera pude ojearlo.

—¡Emerald!

—¡Está en un lugar seguro, te lo juro! —mintió—. Nadie me ha visto usarlo.

—Más te vale —refunfuñó entre dientes—. Tuve que mentirle a madre porque no vio el libro en mi habitación. Si no lo regresas antes de que vaya otra vez a mi cuarto, se pondrá histérica.

Antes de que pudiera contestarle, los músicos hicieron sonar las trompetas. Era la señal de que su madre se estaba acercando y todos debían dejar de hacer lo que estuvieran haciendo para saludar a la reina.

Diani se dirigió uno de los laterales y se unió a los demás sirvientes. Los reyes y príncipes invitados se formaron en línea, uno al lado del otro, y agacharon la cabeza en señal de respeto.

—Ven, tenemos que ir.

Diamond tomó la mano de Emerald y la llevó hasta el inicio del camino. Agatha, quien ya se encontraba un poco más cerca, avanzaba a paso firme mientras traía el mentón ligeramente alzado. Su vestido morado contrastaba con su piel nívea y su cabello azabache, que estaba sujeto por un moño prolijo en lo alto de su cabeza. Su corona de oro brillaba más que nunca.

En cuanto estuvo cerca de sus hijos, le dedicó una cálida sonrisa a Diamond, que se transformó en una mueca forzada en cuanto su mirada se posó en su hija. Si bien el gesto pasó desapercibido para los demás, no lo hizo para ella.

Agatha sujetó la mano de su heredero. Al notar que este se negaba a soltar la mano de su gemela', no le quedó otra opción que caminar junto a los dos al podio que se había armado justo al frente de una pequeña pista de baile.

—Es nuestro día, no importa lo que pase —le dijoen voz baja a su hermana y ella asintió.

El sillón de la reina tenía el apoyabrazos bañado en polvo de oro, mientras que las sillas de sus hijos tenían por decoración algunos globos a juego con los colores de la fiesta.

Al terminar con la pequeña ceremonia protocolar de saludo, la reina, quien había tomado asiento, se puso de pie. El sonido de las trompetas cesó, los demás monarcas se fueron acercando rápidamente hasta estar frente al podio, igual que los príncipes de cada reino, que se situaron bien adelante para no perderse de nada.

—Queridos invitados —dijo con una amplia sonrisa—, es grato el poder ver a rostros tan familiares reunidos aquí, en este día tan especial en que mis hijos cumplen un año más de vida.

La muchedumbre aplaudió con alegría a medida que escuchaba a Agatha, ella sonrió con gracia y luego continuó:

—Sé que han sido épocas difíciles desde la partida del rey, pero aquella tragedia tan solo reforzó los lazos entre nosotros, y la prosperidad de los miembros de la Alianza no se detuvo. —Los presentes volvieron a aplaudir—. El día de hoy, como ha sido tradición en la familia Lagnes, quiero hacer unos anuncios importantes. Hoy finalmente anunciaré los compromisos de mis hijos.

Los hermanos se miraron entre sí sorprendidos. Su madre les había ocultado a ambos lo que pasaría.

—Primero anunciaré el compromiso de mi primogénito, el futuro rey de Delia. —Tras decir esto, ella observó hacia atrás e invitó a su hijo a acercarse. Diamond se levantó y se situó justo a su lado—. Como todos sabemos, Diamond será coronado rey en cuanto cumpla dieciséis años. Es por eso que la elección de la princesa fue muy complicada. Igor, quien ha sido el hechicero en jefe desde que mi esposo era un niño, los videntes de Orfelia y yo debatimos durante mucho tiempo hasta que encontramos la respuesta.

El rey de Sudema, que era un hombre de tez oscura y cabello negro, sonrió de lado, convencido de que, debido al trato que siempre había tenido con la reina, su hija menor sería la prometida del futuro rey. Sin embargo, más de uno de los presentes se encontraba también inflando el pecho, intuyendo el mismo resultado que él.

Agatha se quedó callada para mantener la alta tensión en el aire, y aunque más de un rey tratara de disimular los nervios, pocos eran los que lograban mantener una expresión neutra en el rostro.

—La princesa elegida fue Denaisa Treical, del reino de Orfelia.

Los presentes comenzaron a aplaudir por compromiso. Muchos de los reyes habían creído que gracias al trato que siempre habían tenido con la reina, sus hijas serían las elegidas para convertirse en las nuevas monarcas de Delia. Su frustración podía percibirse con facilidad.

La niña de cabello plateado caminó hacia el frente y se unió a su padre, un hombre grande y fornido de barba corta y cabello plateado que estaba ya esperándola. Ambos subieron juntos al podio y realizaron una reverencia a la reina y a Diamond en señal de respeto.

Diamond, siguiendo la tradición protocolar existente entre herederos de la misma edad, se acercó hacia Denaisa, tomó su mano con gentileza y depositó un suave beso sobre el dorso de su mano. Cuando él volvió a su posición, ella se inclinó otra vez con nerviosismo y con las mejillas algo enrojecidas.

—Bienvenida a la familia, Denaisa —dijo la reina con voz maternal mientras le sonreía con cariño.

Uno de los sirvientes subió inmediatamente una silla y la situó justo al lado de Diamond. Los niños se acomodaron y el padre de la princesa volvió a su lugar mientras sonreía a cuanto monarca se cruzara en su camino.

—Ahora, he de anunciar el compromiso de Emerald.

En cuanto la aludida escuchó su nombre, se ubicó al lado de su madre. Emerald sujetaba sus manos con fuerza, a tal punto que unos leves crujidos escaparon de sus dedos.

—Al igual que con mi hijo, evalué diversos factores con los videntes e Igor. Elegir un pretendiente no fue tan complicado, pero sí tomó bastante trabajo y tiempo.

Esta vez el ambiente estaba tenso. Ninguno de los reyes quería condenar a su hijo a vivir una vida al lado de la princesa maldita, y los príncipes, conscientes de lo peligrosa que podía ser ella debido a lo que les relataron sus propios padres, no se encontraban tranquilos en sus lugares

—El prometido que elegí para ella es Julian Ases, príncipe de Navidia.

En cuanto escuchó su nombre, el muchacho abrió los ojos ligeramente. Su padre, un hombre de cabello negro hasta el cuello con diversas cicatrices en el rostro, hizo lo mismo que el rey de Orfelia y esperó a su hijo para subir.

Sin embargo, contrario a la reacción que esperaban por el anuncio, los dos caminaron con tranquilidad hasta ubicarse frente a la familia real, en especial Julian, quien en cuanto tuvo a Emerald frente a frente le proporcionó una sonrisa seductora que dejaba a la vista uno de los hoyuelos de su mejilla.

—Majestades —dijeron los Ases luego de reverenciarlos.

Julian, al igual que Diamond, se acercó un poco más a la princesa y sujetó su mano para depositar un beso. Ni bien sus labios hicieron contacto con su piel, ella pudo sentir que una descarga eléctrica la envolvía de los pies a la cabeza.

—Un gusto conocerla, princesa —dijo con voz pausada, sin despegar sus ojos verdes de ella—. Es un placer haber sido comprometido con usted.

Una vez que se sintieron más tranquilos, los demás reyes comenzaron a aplaudir. Siempre habían considerado a los Ases como una familia extraña que ocultaba muchas cosas. A diferencia de los demás, ellos no tenían un linaje real que se remontara a varias generaciones. A esto se le sumaba el hecho de que el rey Rugbert Ases quien había peleado codo a codo con Cornellius Lagnes y había sido considerado su amigo, no derramó ni siquiera una lágrima durante su funeral sin cuerpo presente. Sin mencionar los rumores que sostenían que, de morir el último miembro de los Lagnes, serían los Ases quienes tomarían el control de Delia y de la Alianza por ser la segunda familia con mayor poder mágico.
Antes de que la mayoría de los monarcas hubiera terminado de digerir el trago amargo del compromiso de Diamond con la princesa de Orfelia, la reina informó que tendría un nuevo anuncio. Este, sin embargo, no los afectaría a ninguno de ellos, si no que solamente traería consecuencias para su hija:

—Soy consciente de que todas las familias tenemos diferentes costumbres. Por eso, y con el fin de preparar a Emerald para que sea una buena reina para Navidia, ella será enviada a ese reino a la brevedad con la intención de que logre adaptarse. Y en cuanto cumpla dieciséis años, contraerá nupcias allá.

Emerald se quedó observando un punto fijo en el suelo. Poco después, alzó el rostro y vio por el rabillo del ojo que su hermano, quien se encontraba sentado en el borde de la silla, trataba de llamarla. Ella, al sentir que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos, se dio media vuelta con torpeza. Chocó con Julian, que trató de sujetarla al verla llorar con tanta amargura., pero Emerald tan solo le dedicó una corta mirada antes de huir en dirección al bosque.

El rey Rugbert Ases pareció intuir que su hijo trataría de seguirla y lo detuvo de forma disimulada colocando una mano sobre su hombro.

Agatha, furiosa por tal desplante contrario a todos los protocolos existentes, comenzó a llamar a su hija con insistencia. Ante su sorpresa, Diamond se puso de pie y corrió detrás de su hermana. Casi al mismo tiempo, Diani también fue detrás de ellos. Antes de que nadie alcanzara a reaccionar, los tres niños se introdujeron cada vez más en el oscuro y peligroso bosque. 

Aquí presente el team #OdioAgatha jaja.
Espero el capítulo les haya gustado <3, les dejo un dibujito de Emerald :D

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