El agotamiento le pedía detenerse y descansar pero había demasiadas cosas que tenían que ser hechas. Rápidamente instaló la caja de arena y la puso en el cuarto de servicio, dejando la puerta entreabierta de modo que Queen pudiera ir y venir libremente. Esa tarea fue hecha, Natalia a zancadas salió a la sala, descolgando el teléfono inalámbrico y marcó el número en el camino.
"Seguros Lacunza, ¿en qué podemos ayudarle?" Preguntó una voz femenina por la otra línea.
"Elena Lacunza, por favor."
"Ella está ocupada ahora mismo, ¿puedo preguntar quién está llamando?"
"Natalia Lacunza . Interrúmpala, esto es importante."
"Un momento." Tirándose en su sofá de suave piel marrón y quitándose sus zapatos, metió sus pies debajo de ella. Queen saltó fuera de la cocina y se subió a su lado.
"¿Mrrow?"
"¿Qué quieres?" Preguntó, estirando su mano libre para rascar detrás de las orejas del gato. "Vamos a llegar a un a cuerdo desde el principio, ¿Ok? Compré un poste para rasguñar para ti. Los diez mil dólares del sofá están fuera del límite para tus garras, ¿lo entendiste?"
"Mrrow." El anaranjado y blanco felino puso su cuerpo arriba en el muslo de Verónica y comenzó a ronronear.
"Nat, ¿cómo estás?"
"Bien hermana, escucha, yo necesito que agregues a un empleado a las listas del seguro."
"Usualmente recursos humanos envía su papeleo una vez que ellos han completado los cursos pertinentes." Verónica oyó el sonido del teclado. "¿Cuál es su razón social?"
"Ella no está en la base de datos todavía, Elena. Necesito que la agregues y presiones para terminar el papeleo."
"Ella tiene que estar en el sistema. Todos los empleados son agregados una vez que hayan completado su I-9's y W-4's."
"Ella no los ha completado todavía. Es una empleada nueva." Verónica oyó el sonido parar y el chirrido del movimiento de la silla de su hermana.
"¿Para qué departamento trabaja?"
"Um... ella es una auxiliar en la oficina contable del centro."
"¿Un administrativo en practicas? Nat, ¿no sabes que ellos tienen que tener seis meses de servicio antes de que les demos beneficios?"
"No me di cuenta de eso." Frotó su frente, sacando una protesta del ronroneante montón de pelusa en su pierna.
"¿Qué fue eso?"
"Estoy cuidando el gato de una amiga por algunos días. Mira, la contraté personalmente y le prometí beneficios completos. ¿No puedes presionar para eso?"
"Es tan raro que mi única hermana me pida un favor. Por supuesto que puedo. Envíame por fax sus datos y la agregaré a las listas."
"De verdad Elena, necesito que tu me envíes por fax los papeles para que ella los firme. También necesito que le des a ella el mejor plan médico que tenemos y posfecharlo al primero del mes. ¿Puedes hacer eso?"
"Te costará...." la hermana más joven dijo con una voz cantarina. "¿Cena con mamá el próximo viernes?"
"¿No puedo comprarte un auto nuevo o algo?" La ejecutiva gimió.
"Natalia Lacunza, nunca pasas tiempo con mamá. Joan y yo estamos allí cada viernes por la noche para cenar y Santi está allí los domingos. Ella siempre pregunta por ti."
"Sabe mi número de teléfono, Elena. Hablo con ella."
"Lo sé. Nos dijo que hace dos semanas la llamaste en su cumpleaños. Raro, eso fue hace un mes."
"De acuerdo, de acuerdo. Faxeame todos los papeles y los regresaré más tarde esta noche."
"¿Así que te veremos la próxima semana con mamá?"
"Bien. Estaré allí, pero no esperes que me quede después de cenar mientras ella pasa a través del libro de recuerdos e intenta volver a vivir nuestra niñez."
"Por lo menos estarás allí. Eso la hace feliz."
"Lo que sea. Faxeáme eso, ¿lo harás ya?"
"Estarán allí en unos minutos. Desearía que me dejaras saber por qué empleaste personalmente a alguien para un trabajo del nivel de entrada."
"Hermana, si pensara que necesitas saberlo, te lo diría. Me ha encantado hablar contigo, adiós." Natalia pulsó el botón de apagado en el teléfono inalámbrico y lo dejó abajo en la mesita del café. "Bien Queen, todo está arreglado. Qué te parece saltar abajo y jugar con algunos de tus juguetes mientras me echo una siesta, ¿hmm?" Intentó codear al felino pero el ronroneador montón de pelos se negó a moverse. "Bien, será de esa manera." Ajustó el extremo del cojín y cerró los ojos. Al principio el rítmico ronroneó la molestó pero en pocos minutos Natalia estaba profundamente dormida, como lo estaba una muy satisfecha Queen.
*****
Alba estaba despierta pero obviamente sentía mucho dolor para el momento en que Natalia volvió al hospital. "Hola."
"Hola, Alba. ¿Cómo te sientes?" Dejó su maletín en el sofá y colocó la silla al lado de la cama.
" Me duele pero a excepción de eso estoy muy bien," bromeó.
"¿El medicamento que ellos te dan no está ayudando?"
"El doctor me adormecen, pero sí. Es la única cosa que calma el dolor," contestó, alisando la manta que la cubría.
"Traje algunos formularios que necesito que firmes. Los rellené lo mejor que pude pero no sabía todas las respuestas" Sacó un fólder color azul del maletín y lo puso sobre la cama. "Nunca imaginé cuántos papeles lleva el contratar a alguien." Le tendió la pluma y estaba sorprendida de ver a Alba tomarla con su mano izquierda. "¿Eres zurda?"
"Yeah."
"Yo también," sonrió. "Solo necesitan tu firma las primeras tres hojas. Las otras tienen algunos espacios en blanco que tienes que rellenar."
"Sabe, yo todavía no puedo creer que usted este dándome un trabajo, teniendo en cuenta que no puedo trabajar" Alba dijo, moviendo su cabeza. "Esto no tiene ningún sentido."
"Hago muchas cosas que no tienen ningún sentido, pregúntaselo a mi madre."
Alba firmó los formularios silenciosamente antes de darle la pluma de nuevo. "¿Tiene una relación cercana con su madre?"
"No realmente. Tenemos diferentes opiniones sobre como debo vivir." Dudó por un momento antes de decidir sacar el tema que estaba siempre en su mente. "¿Qué pasa con tu familia? ¿Tienes un problema con ellos o algo? Quiero decir, me parece extraño que no quisieras que supieran que estabas en el hospital."
Los ojos marrones se desviaron mirando fijamente en las persianas venecianas que cubrían la ventana. "Era un bebé cuando ellos murieron. Un accidente automovilístico. Un conductor borracho se saltó un semáforo y los golpeó. Eso es todo lo que sé."
"Lo siento, no lo sabía." Se sentía mal por sacar el tema.
"Esta bien," dijo la joven mujer restandole importancia con un movimiento de su mano. "No los recuerdo. Supongo que no puedes extrañar lo que nunca tuviste." Alba intentó parecer indiferente sobre eso pero Natalia sospechó que era un acto fingido para que no se sintiera mal.
"¿Quién te crió?"
"El Estado. Algunas familias adoptivas, pero sobre todo viví en orfanatos dirigidos por el Estado o en hogares. Tan pronto como me gradué de la secundaria conseguí un empleo trabajando como cajera. He estado sola desde entonces." No deseando continuar con el asunto de su pasado, Alba cambió el tema. "¿Y cómo está Queen?"
"Está muy bien. Le gusta ronronear mucho."
"Mmm, eso indica que ella es feliz," Alba contestó. "Usted debe ser buena con los animales."
"No puedo saberlo. Esta es la primera vez que tengo uno."
"¿Usted nunca tuvo mascotas cuando era pequeña?"
"No. Mi padre era alérgico a los gatos y mi madre tenía miedo de que un perro pudiera destrozar la casa. ¿Cómo terminaste con Queen ?"
"Oh." Estiró la mano por el vaso de agua. Tomó un largo trago del fresco líquido antes de contestar. "La encontré, o más bien ella me encontró. Estaba caminando a casa una noche y apareció saliendo de la nada. Solo piel y huesos. Siguiéndome a casa. Ha estado conmigo desde entonces." Una temerosa mirada apareció en sus ojos. "¿El casero no la vio, verdad? Se supone que no tengo ninguna mascota."
"En realidad... él llegó cuando yo estaba en piso de abajo ."
"Oh no." Una preocupada mirada cubrió la cara de la joven mujer. "¿Fue él amable?"
"En absoluto," Natalia contestó. "Al parecer piensa que la palabra mierda es un adjetivo y que debe utilizarla cada vez que abre su asquerosa boca."
"¿Qué le dijo a usted?" El temblor era evidente en su voz.
"Nada de lo que necesites preocuparte ahora mismo."
"Me ha echado, ¿no es así?" Para la ejecutiva esto no era algo preocupante, pero la chica postrada en la cama estaba obviamente trastornada por la noticia.
"Alba, no te preocupes por eso, por favor, prometo que todo estará bien." Miró su reloj. "Vamos, creo que Pasapalabra empezará pronto. Nos recostaremos y veremos quién consigue más respuestas correctas, ¿Ok?"
"Me gusta Pasapalabra," Alba dijo, presionando el botón para levantar un poco la cabecera de la cama. "Hay una TV en el salón de empleados en el trabajo y a veces mi descanso para cenar es a las siete treinta así que puedo verlo. Soy bastante buena también, aunque no sé si puedo permanecer despierta bastante tiempo."
"Oh, ¿quieres que me marche para que puedas dormir un poco?"
"No." Alcanzó la mano de Natalia. "Por favor quédese."
"Seguro, solo no te enfades si acierto más respuestas correctas. Nadie quiere jugar Trivial Pursuit conmigo."
"Oh, ¿usted tiene ese? Es un juego tan divertido. Lo jugué una vez en el centro comunitario."
"Te haré un trato. Lo traeré mañana para que juguemos y prometo no ganarte demasiado rápido."
"Veremos quién gana a quién," Alba contradijo con una sonrisa. El tema musical de Pasapalabra atrajo su atención a la televisión. "Ooh, está empenzando." Colocó su cabeza nuevamente en su almohada para mirar el programa pero antes del primer comercial del descanso estaba dormida. La ejecutiva de cabello oscuro metió suavemente la manta de Alba y apagó la televisión.
Se quedó sentada allí por varios minutos mirando el gran molde y las puntadas que formaban una línea en el pómulo de la joven mujer.
"Lo siento," susurró antes de salir del cuarto.
*****
Queen estaba esperando ansiosa en la puerta cuando Natalia volvió a casa. "¡Mrrow!"
"¿Qué? Tienes comida."
"¡Mrrow!"
"Tienes juguetes y tienes comida. ¿Qué más quieres?" Queen respondió frotándose contra la pierna de Natalia, dejando los anaranjados y blancos pelos por todo su pantalón negro. Se agachó y recogió al felino. Sostuvo al feliz gato con un brazo y el maletín en el otro. "¿Quieres ver cómo funciona la máquina del fax? Vamos."
La oficina de Natalia estaba en el primer piso cerca de las escaleras. Los formularios del seguro fueron enviadas por fax cinco minutos más tarde y la mujer de cabello oscuro se dirigió arriba a ponerse algo mas cómodo, a saber una sudadera y unos pantalones enormes. Echó un vistazo a su reloj y gimió. Tenía una reunión a primera hora de la mañana y tenía todavía que repasar los informes mensuales. "Creo que va a ser una noche larga, Queen." Se arrastró hacía su escritorio y encendió su ordenador, teniendo pavor a la idea de pasar las próximas horas viviendo sobre las hojas de los balances y los informes. Por supuesto, los jefes de cada división harían las mismas cosas que ella mañana pero Natalia se enorgullecía de saber exactamente lo bien o mal que iba cada departamento antes de oír la versión edulcorada de su familia. Apretó el botón de encender y el ordenador se encendió. El logotipo corporativo de Lacunza cubrió la pantalla de veinte pulgadas. Mecanografió su contraseña y el logotipo desapareció, revelando la pantalla principal.
"¿Mrrow?"
"No. Ésta es una cosa humana, no hay aquí nada que te interese", le dijo al ansioso gato que estaba parado sobre sus patas traseras con la expectativa de ser levantado. Queen extendió sus garras delanteras en los pantalones grises de Natalia. "Ni se te ocurra."
"¿Mrrow?"
"No. Ve a jugar con tus juguetes." Giró su atención al primer informe, Lacunza Real Estate. Santi el hermano más joven de Natalia estaba a cargo de esa división. Varios terrenos habían sido comprados a lo largo de la región en anticipación de urbanización para la construcción de viviendas pero estaban seriamente atrasados en sus proyecciones de crecimiento. El calendario pedía que cien hogares fueran construidos y vendidos, aún cuando a finales del mes pasado solamente veinte habían sido realmente terminadas y apenas la mitad de ésas tenían ofertas en ellas mucho menos vendidas. "¿Qué voy a hacer con él?" Se recargó en la confortable piel de su sillón y frotó sus ojos. El movimiento pareció ser una abierta invitación a Queen, quien rápidamente saltó sobre su regazo. "Vamos, no puedo hacer ningún trabajo si estás aquí." Suavemente cogió al ronroneador animal en sus brazos y lo dejó en el piso. "Ve a jugar."
El reloj del ordenador marcaba las 2:53 a.m. en el momento en que Natalia se levantó y apagó el ordenador esa noche. Salió al cuarto principal para poner la alarma para la noche cuando vio la chequera de vinil azul marino que estaba sobre la mesa de la entrada al lado de los libros de la biblioteca. Su conciencia le decía no mirar, los asuntos financiero de Alba eran privados, pero la curiosidad consiguió lo mejor de ella y se encontró sentándose sobre la suave piel del sofá marrón claro con el talonario de cheques en su mano.
No había muchas entradas. El registro era solamente de cuatro meses atrás, pero dio abundancia de penetrar en la vida de la mujer que permanecía en el hospital. La pequeña escritura, ordenada detallaba cada depósito, cada cheque. Ningún depósito era mayor de ciento cincuenta dólares. Cuatro retiros estaban enumerados como estando para la renta, cada vez borrada del dinero que había tomado la mayor parte del mes anterior, la acumulaba. Dos entradas existían para la compañía de luz, y varios fueron extendidos a Money Slasher. Cada semana los depósitos de varias exiguas cantidades fueron registradas seguidas por los cheques a la tienda de comestibles. El cheque más alto era por un poco más de diez dólares y el más bajo era por solo cinco. Lo qué Verónica encontró más interesante fueron los cheques restantes, extendidos todos a alguien llamada Delores Bickering. Esos cheques fueron extendidos en cantidades desde cinco a veinticinco dólares, cada uno hacía que quedara poco en la cuenta de la joven mujer después de pagar sus gastos semanales. Esas entradas aparecían justo tan a menudo como los cheques a Money Slasher. El actual balance mostraba unos ciento doce dólares y cambio en la cuenta de la joven mujer, mucho menos que la renta que había estado debiendo. Los ojos de Natalia fueron de nuevo a la entrada para la renta de noviembre. Era esa semana que Alba había comprado los cinco dólares y el cambio de comestibles, el registro mostraba una negativa cantidad de dos dólares y quince centavos después de esa entrada. Era la única vez que Alba había tenido en descubierto su cuenta y Natalia no podía incluso imaginar lo que había comprado la joven mujer para intentar y sobrevivir esa semana.
Cerró la chequera y la dejó sobre la mesa del café. ¿Por qué estaba Alba , quién no tenía dos céntimos para frotar juntos, constantemente expidiendo cheques a alguien más? ¿Tenía una vieja deuda que estaba intentando liquidar? ¿Qué otra explicación podía allí estar? La joven mujer dijo que no había nadie para contactar, así que esa persona Bickering no podía ser un pariente. La hora tarde y el último pensamiento tomaron su cobro cuando el agotamiento finalmente salió ganando y el sofá una vez más se convirtió en la cama de la rica mujer para la noche, con Queen enroscada contra ella.
*****
En alguna parte un teléfono estaba sonando. Natalia se dio la vuelta, perturbando al durmiente gato. Los timbrazos se hicieron más y más fuertes, penetrando en el mundo de sus sueños y sacándola de su profundo sueño. Su brazo salió y torpemente lo dejó caer sobre la mesa del café por el molesto teléfono. "Mmm... Lacunza."
"¿Nat?"
"¿Yeah?" Vino la adormilada ininteligible contestación.
"Nat, ¿tienes idea de la hora qué es?" El sonido de la voz de su hermana ayudó a despejar las telarañas en su mente mientras lentamente rodaba moviéndose para sentarse. "Son las diez menos cuarto."
"¡Oh mierda!" Los ojos marrones se dispararon abriéndose cuando se dio cuenta del propósito de la llamada. "Maldición, me quede dormida en el sofá. Estaré allí tan pronto como pueda." Se dirigía ya hacía las escaleras, con el teléfono inalámbrico en la mano. "Elena, ni una palabra. Tengo un neumático desinflado, ¿lo entiendes?"
"No puedo creer que te quedaras dormida," la hermana más joven reía suavemente. "Creía que tenías dentro de ti un despertador. Espera a que a mamá oiga esto."
"Elena..." gruñó, llegando a la parte superior de las escaleras y corriendo dentro de su dormitorio. "Estaré allí, retenlos o algo." Golpeó el botón de apagado en el teléfono y lo tiró en la cama cuando se dirigió hacia a su baño. Quince minutos más tarde estaba en su Jeep Cherokee y de camino para Albany, los límites de velocidad eran maldecidos.
A las diez y media, las puertas dobles de roble se abrieron de par en par cuando Natalia rápidamente entró en la sala de reunión. "Lo siento neumático, desinflado." Dijo mientras tomaba su asiento al final de la larga mesa rectangular. "¿Vamos a comenzar?" El silencio que recibió la hizo voltear. Al parecer no era la única que tuvo problemas para llegar a la reunión a tiempo. "¿Dónde está Santi?"
"No lo sé. Lo he estado llamando desde que hablé por teléfono contigo y no hay respuesta en ninguno de sus números," Elena contestó. Sentada justo a la derecha de su hermana mayor, la jefa de seguros Lacunza nunca podría confundirse con Natalia.
"¿Lo has buscado?" Era una pregunta estúpida pero Nat todavía tuvo que hacerla. Durante los últimos meses, su hermano más joven había hecho cada vez más difícil conseguir agarrarlo y abandonaba mucho su atención a las reuniones. Mirando su reloj, decidió no esperar al su rebelde hermano más tiempo. "Bien, estamos gestionando bastante tarde, vamos solo a comenzar." Abrió su portafolio y sacó el primer informe. Uno por uno fue recorriendo el cuarto, diez distintos o parientes de los Lacunza explicaban lo que sus divisiones en particular estaban haciendo y cuáles eran sus planes para el siguiente mes. La mayor parte de las palabras navegaron más allá de Natalia, que asentía de vez en cuando pero prestando apenas alguna atención. Su mente estaba a varios kilómetros, preguntándose qué estaría haciendo Alba, cómo estaba sintiéndose, y cómo Delores Bickering entraba en la vida de la joven mujer.
Eran las doce menos cuarto cuando las puertas se abrieron para revelar a un hombre de cabello rubio oscuro, que estaba despeinado y arrugado. "Lo siento," él masculló, escabulléndose hacía su silla. "Puse el despertador, pero la alarma no saltó."
"¿Supongo que no tenías un traje limpio tampoco?" dijo Natalia con desaprobación. Los varios primos y parientes que rodeaban la mesa miraban a la mujer de cabello oscuro y Santi y viceversa , esperando una batalla. El hombre joven, sin embargo, fingió no notar el comentario de su hermana mayor.
"¿Me perdí algo importante?"
"No, por supuesto que no," su tono traicionó apenas su irritación en él. "Estaba justamente disponiéndome a repasar las cifras para tu último proyecto."
"Yo diría que estamos en bastante buena forma, todas las cosas consideradas," contestó. Diez pares de ojos volaron de nuevo a Natalia.
"¿Y qué cosas te gustaría que yo considere en las claras cifras que estoy mirando?" Sacó el informe originado en la ordenador las páginas hasta que encontró lo que buscaba. "Las ventas han disminuido casi el treinta por ciento que el año pasado y los costos están llegando al techo."
"No puedo evitar esto si los contratistas aumentaron sus precios. Inflación, tu sabes," se lanzó hacía atrás airadamente. Natalia no pasó por alto los enrojecidos ojos o la manera en que Santi mantenía su mirada en su reloj.
"La inflación no tiene nada que ver con esto. Según estas cifras, más de cincuenta unidades habitacionales deberían estar terminadas. Pero la semana pasada, solamente veinte estaban terminadas. ¿Qué diablo está ocurriendo, Santi?"
"Estoy en ello, ¿está bien?" Se hizo para atrás airadamente, su puño golpeó la superficie de la mesa de mármol con bastante fuerza agitando el vaso del agua delante de él. El silencio llenó el cuarto cuando todo el mundo esperaba la reacción de Verónica. En lugar de eso giró su atención a Carlos.
"Escuché que conseguiste la transición que querías. ¿Cuándo estarás estropeando el suelo?" Para el resto de la reunión, la mujer de cabello oscuro se negó a mirar a su enojado hermano, y viceversa. Santi salió en cuanto la reunión terminó.
"Nat, ¿qué está ocurriendo con él?" Elena se había arrinconado a la ejecutiva a un lado, con la preocupación escrita claramente en su cara. "Ha estado tan extraño últimamente, tan irritable. No piensas que está tomando drogas, ¿es así?"
"No sé lo que pienso, hermana, yo solo sé que algo esta mal." Echó un vistazo en su reloj. "Necesito estar en un lugar."
"Yeah, ¿qué pasa contigo? ¿Qué pasa con Alba Reche?" La curiosidad natural para el cotilleo de su hermana más joven, particularmente cada vez que esto concernía a alguien en la familia, estaba mostrándose.
"Nada, solo alguien que conocí y que decidí emplear. ¿Te ocupaste de ese seguro?" Mientras estaba hablando, Natalia estaba dirigiéndose hacia la puerta.
"Por supuesto. Está en mi lista de las cosas para hacer hoy." Elena contestó despreocupadamente.
"No. Tiene que ser hecho enseguida. Y no se te olvide de posfecharlo al principio del mes. Es muy importante." Agarró el brazo de su hermana más joven para enfatizar su punto.
"Lo haré al instante en que vuelva a mi oficina. Realmente, Nat, piensas que ésta es una situación de vida o muerte."
"Solo asegúrate que esté hecho hoy, Elena. Envíame por fax las confirmaciones a casa." Natalia salió hacía el elegante vestíbulo y presionó el botón para el elevador. Entró solo para hacer que su hermana más joven le agarrara el brazo para evitar que las puertas se cerraran.
"Hey, casi se me pasa. ¿Qué le comprarás a mama para Navidad?"
"Tengo que irme, Elena." Presionó el botón y esperó expectantemente.
"¿Quiere decir que no le has comprado nada todavía? La Navidad es solo en veinte días."
"Estos veinte días que tengo elegiré algo. No te preocupes sobre eso. Mamá tendrá un regalo fantástico . Vamos, Elena. Necesito conseguir salir de aquí." Empujó el brazo de su hermana apartándolo de las puertas.
"Solo que no se te olvide estar el próximo viernes en la cena con mamá. Lo prometiste."
*****