Gravity of you

By NeroSeragaki

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Yuya creía tener una vida normal hasta que un día su pesadilla se vuelve realidad, máquinas destruyen su ciud... More

Asalto
Interconexión
Yuto vs Sora
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Risk
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Thirst for Blood
Lullaby
Ashes
Trip
Freakish
Torn
Rise and Fall
Broken
Gaps
Right here
Together
Inhumanity
See you again
Beloved
Dominación
Out of time
Felicidad
Gravity of you

Demon's Rebirth

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By NeroSeragaki

-Ruri- Shun miró a su alrededor, debía de liberar a su hermanita cuanto antes.

-Déjame intentarlo- dijo Sora acercándose y sacando un dispositivo para entrar a la computadora de las celdas, debería de ser capaz de jaquear el sistema para poder abrir las cerraduras.

-No entiendo ¿cómo es que ella esta aquí?- se suponía que estaba muerta, él había visto el edificio derrumbándose sobre ella, sin embargo, no había podido recuperar el cuerpo debido a que no había sido lo suficientemente fuerte. Aquel lugar se había convertido en la tumba de su hermana.

-Tu dijiste que no viste el cadáver- dijo Sora mientras se encogía de hombros.

Shun asintió, ahora mucho más ansioso por entrar a esa celda y verificar la condición de su hermanita.

-Lo tengo- dijo Sora alegremente una vez que la puerta emitió un débil pitido y se abrió, de hecho todas las celdas se abrieron -iré con Yuzu- dijo antes de echar a correr a la celda de la chica de ojos y cabello rosa.

Shun no esperó más y abrió la puerta de golpe para luego acercarse a la persona dentro -Ruri- la llamó, ansiosamente.

Sin embargo, no pasó ni un minuto cuando se dio cuenta de que algo estaba mal. Se hincó en el piso para estar a la altura de la chica sentada en la cama, cuando su mirada dorada se topó con los ojos rosas faltos de vida no pudo evitar fruncir el ceño.

-Ruri- la llamó tomándola por los hombros para sacudirla suavemente -Ruri- pero no hubo respuesta ¿qué en el infierno le había sucedido?-

-¡Shun!- el grito de Sora lo sobresaltó y se precipitó a la entrada de la celda justo a tiempo para ver a unos soldados precipitarse hacía Sora, que llevaba a Yuzu a remolque.

El halcón gruñó por lo bajo, iba a acabar con esos desgraciados para luego interrogarlos sobre lo que sea que tuviera su hermanita. O eso fue lo que pensó cuando escuchó un sonido detrás suyo y luego un dolor tan fuerte que de un momento a otro apagó su mundo. Lo último que pudo ver fue una extraña sonrisa en los labios de Ruri.

+++++

-¿Qué está sucediendo?- Yuya miró el miedo en los ojos de Yuzu y de las demás chicas encerradas en contenedores al igual que él y los tres generales.

La máquina que Leo había activado hizo que cada uno de los contenedores se iluminara.

-Están a punto de presenciar el renacimiento del demonio más grande de toda la creación- dijo Leo en voz alta para hacerse escuchar por sobre el ruido de la máquina.

Yuya no lo entendía ¿qué estaba pasando? no podía recordar nada más allá de que había sido llamado por el profesor junto a Yuri ¿porqué estaba ahí ahora? ¿cómo es que los tres generales habían terminado ahí? ¿Leo los odiaba por su traición? más importante aún ¿qué tenía que ver Yuzu y las demás chicas?

Su tren de pensamiento se detuvo cuando escuchó el grito de Yuri, con el corazón acelerado vio como el general de fusión caía de rodillas dentro de su contenedor.

-¡Yuri!- las voces mezcladas de Yugo, Yuto y Yuya llamaron a su compañero.

El chico de ojos rosas había llevado su mano a su pecho, su respiración agitada y un rictus de dolor en su rostro ¿qué era lo que le estaban haciendo? Un momento después la chica de cabello azul con ojos verdes también gritó y cayó en su propio contenedor.

-¿Qué estás haciendo?- exigió saber Reiji -detente ahora-

-Ellos son un sacrificio necesario para mis planes, no hay manera de que me detenga ahora- contestó Leo desviando la mirada de su hijo.

-¡DETENTE!- Yuto y Yugo gritaron, el primero empezó a golpear el vidrio del contenedor.

-Eso es un esfuerzo inútil- dijo Leo al general de Exceed -ese contenedor fue especialmente diseñado para ti, por muy fuerte que seas ese cristal no se romperá-

-¡Deja en paz a Yuri!- gritó Yugo también golpeando el cristal.

-No se preocupen, todos seguirán su destino pronto- contestó Leo indiferente al sufrimiento que estaba causando, de hecho, presionó unos botones más en su consola de comando y la siguiente en caer al suelo con dolor fue la chica de cabello verde con ojos naranjas.

-¡RIN!- Yugo gritó -¡déjala ir maldito!-

Leo no pudo evitar reírse -¿ahora te importa? ¿recuerdas lo que te hizo?-

Al escuchar esas palabras un escalofrío recorrió el cuerpo del general de Synchro -¿cómo... cómo es que sabes eso?- era algo que había ocurrido hacía mucho tiempo, cuando todavía no había conocido ni a Leo ni a Yuri.

La sonrisa en el rostro del profesor le dio un escalofrío -¿quién crees que adoptó a Rin en primer lugar?- sus palabras cayeron como un martillo en el corazón de Yugo sin embargo se negó a dejar que eso lo afectara, después de todo, lo que hizo el hombre no tenía que ver con las palabras hirientes que le había dado Rin -Y para asegurarme de que rompieras tus lazos con cualquiera de la dimensión Synchro puse cierto collar de control en la pequeña Rin-

Los ojos de Yugo se abrieron a más no poder cuando escuchó esas palabras, no podía ser, Rin... ella... miró a la chica que se encontraba sufriendo en el otro contenedor y lo supo, su amiga era en verdad una buena persona, siempre lo había sido. Sin embargo Leo lo había engañado, sin el apoyo de Rin todo el resentimiento que había guardado por las personas de la dimensión Synchro se había desatado y había sido más fácil de manipular.

-Aunque claro, no fui el único responsable- prosiguió Leo.

Sin necesidad de más palabras Yugo sabía a lo que se refería, de nuevo Yuri había atentado contra una de las personas que se suponía amaba. Sin embargo Yugo solo le dio una mirada al chico de ojos rosas antes de mirar a Leo.

-Habla todo lo que quieras, aquí el único malnacido eres tu-

Esas palabras borraron un poco la sonrisa del profesor, aun asi, no era como si le importara lo que un sacrificio tenía que decir. Unos ajustes más y fue el turno de Yugo de sufrir en su contenedor.

-¡Basta!- gritó Yuya sin poder soportar mirar a Yugo y Yuri sufriendo.

Leo lo miró, esos ojos color carmesí, tan llenos de compasión. Casi quiso reír, no había nada en ese chico que le recordara a su anterior compañero de investigación.

-Yusho Sakaki- pronunció en voz alta llamando la atención de Yuya -cometió un grave error-

El chico de ojos carmesí no podía entender a que se refería con esas palabras, sin embargo, dado que lo mencionó, no pudo evitar interesarse por ello, por el paradero de su padre.

-¿Qué le hiciste?- dado que al hombre no parecía importarle sacrificar a sus aliados, bien podría haberle hecho algo a su padre.

-Nada en realidad, es un hombre bastante cobarde- Leo se encogió de hombros y le dio una sonrisa burlona al chico de ojos carmesí -desde que descubrió lo que me proponía no hizo nada para detenerme, simplemente huyó- presionó un par de botones más -sin embargo encontró su final en la dimensión Exceed hace mucho tiempo-

Un escalofrío recorrió a Yuto cuando escuchó esas palabras, Leo no se estaba refiriendo a aquella vez ¿verdad? cuando él mismo eliminó a gran parte de la población de esa dimensión. La mirada del hombre posándose en él le dijo que efectivamente se trataba de esa ocasión.

Los gritos de Ruri, sin embargo, le impidieron seguir pensando en ello. Sobre todo cuando Shun despertó solo para ver a su hermanita sufriendo.

-Detente- lloró Yuya, si eso seguía así, entonces Yuto...

-Estás equivocado- Reiji se hizo escuchar mientras sostenía a Shun para que no saliera corriendo hacia su hermana -Sakaki Yusho no huyó sin más-

Una de las cejas del profesor se elevó -¿ah si?- estaba un poco intrigado pero no por ello dejó de activar los botones de la máquina, Yuya sintió que la desesperación se apoderaba de su corazón cuando vio a Yuto derrumbarse, sin embargo el chico resistió el no gritar.

-No sé que es lo que planeaba pero fue él quien me dijo de tus planes- prosiguió Reiji -él me dio los planos del cañón de supresión y él creó el dispositivo de combate de péndulo, lo hizo para su hijo-

Leo se rió -vaya, parece que todavía tenía esperanza- pulsó otros botones y la siguiente en derrumbarse con dolor fue Yuzu.

-Debió de haber sido por él que no pude encontrar a Yuya cuando era pequeño- comentó casualmente -después debió de ir a Exceed con la esperanza de encontrar y ocultar a Yuto, es una lástima que para ese entonces el niño ya estuviera en entrenamiento forzado dentro de mis instalaciones- unos comandos más y la verdad junto con el dolor se estrellaron dentro de Yuya.

Se derrumbó en el suelo pero ni siquiera fue capaz de gritar, el dolor era agonizante, como si algo estuviera siendo arrancado de dentro suyo ¿era eso lo que sus compañeros habían tenido que soportar hasta ahora?

-Detente- sollozó, el dolor inundando su cuerpo, miró a los generales de Exceed, Synchro y Fusión pero estos ya habían perdido el conocimiento, sollozó de nuevo y se rindió, ya no había nada que pudiera hacer.

Cuando la oscuridad se apoderó de él, ni siquiera el conocimiento de que su padre lo había protegido hasta el momento le dio consuelo, pues sentía que, lo que estaba por ocurrir, finalmente se lo arrebataría todo.

+++++

Reiji miró como los chicos y las chicas en los contenedores perdían el conocimiento, al mismo tiempo, una luz empezó a emerger de los otros dos contenedores que habían estado vacíos hasta ese momento, algo había empezado a formarse dentro.

Dos formas humanas, un hombre y una mujer, eso era por lo que Leo había estado trabajado durante tanto tiempo, despreciando en absoluto el valor de miles de vidas humanas. Reiji no podía creer que semejante monstruo fuera su padre. 

-Reiji, Ruri, ella...- Shun estaba al borde de las lágrimas, demasiado herido para poder ponerse de pie y rescatar a su hermanita, no podía saber cuanto debía de estar sufriendo su amante en ese momento.

-Tranquilos, todo terminará cuando menos lo esperen- dijo Leo con una sonrisa triunfal cuando las personas dentro de los dos contenedores tomaron forma por completo.

Una mujer de estatura promedio, cabello guinda y facciones parecidas a las de las chicas pero más maduras hizo su aparición. A un lado suyo estaba un hombre, de cabello plateado con mechones verdes y también facciones más maduras que las de los tres generales y Yuya. 

-Reiji- Leo llamó la atención del joven de ojos púrpura -te presento a tu hermana mayor Ray y al demonio Zarc- 

Pareció que Leo había logrado lo que quería, sin embargo, un aura oscura no tardó en manifestarse alrededor de Yuya, Yugo, Yuto, Yuri y Zarc. Se escuchó entonces el rugido de 5 dragones y la tierra tembló por unos momentos.

-Parece que está despierto- comentó Leo volteando a mirar a Zarc solo para toparse con unos furiosos ojos dorados.

-Akaba... Leo- la voz, grave por el desuso, de Zarc se hizo escuchar antes de que el hombre soltara un grito de furia que sacudió la tierra con más fuerza que antes.

El profesor sonrió, tanto poder, sin embargo, no era capaz de escapar del contenedor de contención en el que se encontraba y pronto, todo ese poder sería suyo.

-Papá- Ray había despertado también -sácame de aquí- ordenó, no le agradaba para nada estar cerca de Zarc.

-Como gustes- respondió Leo, indiferente, a él solo le importaba el poder que podía obtener de Zarc, el haber podido traer de vuelta a su hija también era un plus.

Presionó unos botones y el contenedor de Ray se abrió, liberando a la chica que se acercó a su padre, observando con desprecio a las chicas y chicos en los demás contenedores.

-¿De verdad me vi reducida a esas patéticas formas de vida?- preguntó la joven -no parece que ninguna de ellas sea una guerrera- comentó frunciendo los labios.

-Tienes razón, ninguna de ellas lo es- contestó Leo también con indiferencia.

Sus palabras enfurecieron a Shun -¡deja ir a Ruri!- gritó.

-Ya obtuviste lo que querías- intervino Reiji -¿qué es lo que sucederá con ellos?- preguntó a Leo refiriéndose a los chicos y chicas en cada uno de los contenedores.

-Ya no son necesarios- contestó Leo, indiferente -me desharé de ellos- su mano estuvo a punto de moverse hacia una palanca en su centro de comando cuando Zarc volvió a gritar.

-¡AKABA LEO!- a su alrededor, un aura oscura comenzó a emerger.

Leo lo miró tan solo un momento antes de pulsar otro botón, la maquina se activó de nuevo y el contenedor de Zarc se iluminó.

-Comenzando la extracción ¿eh?- dijo Ray cruzándose de brazos mientras una sonrisa satisfecha se mostraba en sus labios, por fin las ambiciones de su padre se cumplirían y ella vería caer a Zarc, como siempre lo había querido.

-Pronto todo será mío- contestó Leo observando con una sonrisa en sus labios como Zarc parecía debilitarse un poco, el aura oscura a su alrededor disminuyendo.

Sin embargo, pronto esa sonrisa vaciló, Zarc había empezado a reír, de una manera tan siniestra que a todos se les erizó la piel.

-¿Crees que esto es algo que pueda detenerme?- preguntó Zarc mientras tocaba el material transparente de su contenedor -eres realmente iluso- al terminar sus palabras el material empezó a fluir, como si se tratara de un líquido en lugar de un sólido, deslizándose hasta el suelo y dejando un gran hueco detrás, así, ante los ojos de todos, Zarc se había liberado sin más.

Leo estaba sorprendido hasta la médula, sin embargo, no tardó en reaccionar, pulsó unos botones y una alarma se desencadenó. Las puertas y ventanas del laboratorio se sellaron, pero una de ellas se mantuvo abierta para que un grupo de hombres armados se precipitara al interior.

-¡Deténganlo!- fue la orden del profesor.

Eso hizo sonreír a Zarc -que patético- murmuró haciendo un gesto con su mano, el líquido del contenedor se elevó por su cuerpo formando una armadura de color negro con partes verdes neón luminosas y doradas -no son más que escoria- 

La armadura terminó de formarse al igual que su arma, una espada de hoja negra con incrustaciones verde neón en forma de rombos. La blandió y una ráfaga de poder se desplegó, forzando a los hombres armados a retroceder.

Ray y Leo retrocedieron, parecía que la fuerza del hombre de ojos dorados, en comparación con su yo de antaño, se había incrementado.

-¿Ya no van a venir entonces?- preguntó Zarc, divertido ante el miedo instantáneo que provocó en los hombres de Leo -bien, entonces yo iré por ustedes- dijo lanzándose contra ellos.

Reiji retrocedió con Shun y Sora mientras veía con asombro como el hombre de ojos dorados destrozaba y asesinaba sin piedad a sus oponentes. Leo había tenido razón en llamarlo demonio, su fuerza era devastadora y sus movimientos letales. Al final, todos los hombres, que solo estaban haciendo su trabajo, cayeron.

Sin embargo, Zarc se veía lejos de estar satisfecho con lo que hizo, miró directamente a Leo y le sonrió, una sonrisa que, si el hombre no estuviera rodeado de cadáveres, podría haber resultado inocente y dulce.

Leo negó y parpadeó, en tan solo un instante Zarc había desaparecido de su rango de visión. Al segundo siguiente un aterrado grito provino de detrás suyo, Zarc estaba ahí, sosteniendo a Ray por el cuello a unos cuantos centímetros del suelo.

-¿Creíste que lo olvidaría todo?- preguntó el hombre de ojos dorados, su voz fría como el hielo -¿creíste que olvidaría tu traición?- el enfado se hizo presente en las facciones de Zarc mientras apretaba la garganta de la chica, cortando su respiración.

Ray lo miró, el miedo inicial reemplazado por desprecio -te... lo... merecías- fue lo único que pudo contestar.

Esas palabras hicieron que los ojos dorados se llenaran de frialdad -la ocasión anterior tuviste la oportunidad de detenerme, no la tendrás de nuevo- gruñó en voz baja.

Esas palabras eran una clara sentencia de muerte, sin embargo, Leo no tuvo tiempo para reaccionar antes de que la mano de Zarc atravesara el pecho de su hija, la sangre se derramó mientras el shock aparecía en el rostro de Ray, incrédula, ¿esa era la manera en la que se suponía moriría? 

Mientras intentaba asimilar el shock la oscuridad rápidamente llegó a su mirada y el frío envolvió su cuerpo, la sangre se precipitó fuera muy rápidamente, en menos de un minuto, estaba muerta.

-¡Ray!- Leo gritó, sorprendido, mientras Zarc arrojaba el cuerpo de la chica a un lado sin verse en lo más mínimo afectado, matarla con sus propias manos no había sido tan satisfactorio como pensó que sería.

Así pues, su mirada se volvió hacia Leo, quizás, eso era lo que faltaba. Sonrió, claro ¿como podía olvidar al culpable de todo? aquel que lo "rescató" solo para meterlo en otro infierno ¿cómo olvidar cada día de tortura, dolor y sufrimiento? forzado a entrenar y a ser una cobaya de laboratorio, sobretodo ¿cómo olvidar al hombre que engendró a esa arpía sin corazón?

-¡Aléjate!- Leo ordenó, retrocediendo mientras llamaba a más de sus soldados entrenados.

Zarc se burló, como si eso pudiera detenerlo. Cada hombre que se interpuso en su camino fue abatido con un solo movimiento de su espada, no eran más que estorbos, sin embargo, era divertido en cierta manera como Leo pensaba que podría escapar de él. Aun a las puertas de la muerte ese hombre tenía esperanza.

Levantó su arma cuando el hombre se apresuró a la puerta de salida del laboratorio, aun tenía la esperanza de poder huir. Un movimiento de su mano y el arma se movió, como una serpiente, se lanzó contra su presa, atrapándolo. 

Leo soltó un grito de dolor cuando la espada, mitad látigo, incrustó sus cuchillas alrededor de su cuerpo. Zarc se rió, disfrutando con el dolor del hombre frente a él.

-Esto es mucho menos de lo que te mereces- dijo antes de retraer el látigo, arrojando a Leo contra uno de los muros, la sangre manando sin control de sus heridas.

Zarc se acercó, el látigo retrayéndose para juntar las cuchillas y volver a formar la espada -será mejor que digas tus oraciones- dijo mientras apuntaba al profesor con su arma, esta sería su venganza.

Leo quiso decir algo pero la espada penetró en su cuerpo, cortando su respiración, sus ojos se cerraron entonces ¿qué había salido mal?

El hombre de ojos dorados sonrió, y se apartó, sacudiendo la sangre de su arma. Miró entonces sus manos, por alguna razón... no era suficiente.

Antes de que pudiera pensar en algo más una explosión sacudió el laboratorio y una brecha apareció en el muro a un lado de Akaba Leo. Pronto tres hombres irrumpieron, uno de ellos tenía el pelo rubio con mechones verdes y ojos azules fríos como el hielo.

-¿Quién en el infierno eres tú?- preguntó Kaito apuntándolo con su arma.

Sin embargo, no recibió respuesta, el hombre de ojos dorados simplemente los miró antes de que una sonrisa maligna apareciera en sus labios.

-No es suficiente- musitó mientras un aura oscura lo rodeaba -¡no es suficiente!- 

Al tiempo que gritó, una ola de poder se desató y el techo del laboratorio se fracturó.

-¡Kaito!- Reiji gritó mientras alzaba en sus brazos a Shun -¡hay que sacar a todos de aquí!-

Kaito, Jack y Crow se precipitaron dentro, junto con algunos soldados de Reiji, para salvar a las chicas y chicos en los contenedores.

Ese momento fue aprovechado por Zarc para huir del laboratorio, había todo un mundo que destruir.

+++++

El laboratorio estaba a punto de colapsar, afortunadamente ya todos estaban a salvo. Reiji se dio la vuelta para salir cuando su mirada recayó en el cuerpo de su padre derrumbado contra un muro. La sorpresa se abrió paso en sus facciones cuando detectó un leve movimiento... Akaba Leo seguía con vida. 

+++++ 

Notas de autor: No tengo excusas, me la pasé trabajando y el resto del tiempo leyendo otras cosas y vagabundeando, por eso esto tardó en venir, pero lo bueno es que llegó XD

Espero que les haya gustado y no duden en dejarme sus comentarios y votitos si es que me los merezco después de tan larga espera, no sean tan crueles :'v

Nos leemos luego ^^/

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