Ha pasado solamente una semana desde que Eric y yo nos reconciliamos. Hemos estado hablando mucho, también hemos estado mucho en la habitación, pero sobre todo, cada vez estamos más seguros que juntos es como debemos de estar.
Eric hace un par de días me dijo que hablaría con Grey, si íbamos a hacer las cosas las haríamos bien, desde cero. Pero no dejo de sentirme angustiada debido a que papá aún tiene sus dudas sobre Eric. Comprendo que ningún hombre sea suficiente para su hija, así como cualquier padre que se preocupa por sus mujeres, pero si no nos deja intentarlo, estaré destinada a ser una mujer desdichada por toda la eternidad.
He tenido mucha comunicación con mamá, está al tanto de nuestros planes y me ha aconsejado de las mejores maneras. Me ha hablado sobre papá, y me ha dicho que es un hombre que perdió toda su realidad cuando era pequeño, fue una persona con suerte al encontrar a mis abuelos, pero lo que él formó como un nuevo hombre, se volvió lo primordial para él. Y lo entiendo. Con eso dicho, y sabiendo que tenemos cosas qué resolver, mamá decidió darme mi espacio. Tampoco quiero aprovecharme, ella también me necesita en el trabajo, y aunque ser hija de los dueños tiene sus ventajas, no puedo estar aprovechándome de ello cada vez que ocurre algún problema personal. Ante todo debe existir profesionalismo.
Por ello, hemos decidido resolver esta enemistad de una vez por todas.
Eric lleva media hora buscando camisas y sacos a juego con su traje, yo estoy lista ya con unas zapatillas simples y un vestido veraniego verde olivo para la comida en el patio que tendremos en casa que prepararon mamá y la tía Kathe.
Mi hombre se encuentra claramente consternado, y sobretodo, decidido a cambiar la perspectiva que tiene su futuro suegro sobre su persona. Estoy exasperada ya que Eric no puede encontrar la corbata indicada y eso nos está retrasando mucho. Me enternece mucho el hecho de que trata de esforzarse, porque está haciendo todo esto para que podamos estar bien con mi padre, pero si quiere hacer las cosas de una forma adecuada, llegar tarde con Grey no le ayudará mucho.
Al fin escoge una azul oscuro que le queda de maravilla porque hace que le resalte el color de sus ojos hermosos. Mi alemán solo me mira con una sonrisa apretada, y cuando ve la mirada de hambre que de seguro tengo en el rostro al verlo tan guapo, suspira y viene hacia a mí para tomar mi mano y depositar un suave beso sobre el dorso de esta.
—Por más que quiera cumplir tus sucios deseos en este momento y huir como cobarde del amenazante de tu padre, tengo que arreglar la situación. Así que, mi bonita, espera hasta la noche.
Hago pucheros y se ríe mientras me jala hacia la puerta de salida.
***
Eric mira con ansiedad las grandes puertas negras de metal de la entrada hacia la casa de mis padres. Tomo su mano y ahora soy yo quien deposita un beso sobre esta.
—¿Y si mejor vamos por comida rápida? —dice mirando fijamente las puertas.
Yo solo me río.
—Ten por seguro que en cuanto esté sola, papá va a raptarme y jamás vas a saber de mí.
Hace una mueca.
—Entonces fue un placer haberte conocido.
—¡Eric! —estoy conmocionada.
—Bonita, estoy nervioso. Tu padre puede ser muy amenazante.
¿Grey? Nah, ni un poco. Pero me quedo un momento mirando la perfección de su perfil y las abundantes pestañas de sus ojos. Eric de verdad se encuentra muy nervioso, y en serio estoy empezando a reconsiderar las cosas. Si nada de esto resulta ¿qué vamos a hacer?
Y la respuesta viene y sale de mí de forma tan simple.
—Haremos esto; si nada resulta de forma positiva, entonces regresaremos a casa, tomaremos nuestras maletas y adiós Seattle. Seremos solo nosotros dos. Al diablo con todos. Si mi familia no te acepta, entonces no tengo por qué estar con personas que no aceptan el factor de mi felicidad. No podría estar con personas tan egoístas.
Ahora es Eric quien me mira tan detenidamente, con una mano al volante y la otra en la palanca de cambios. Sin decirme nada, acelera el coche y se da paso a través del camino de grava que da hacia la gran casa. Bajamos del coche, y antes de tocar la puerta, mi hermano es el primero en darnos la bienvenida.
—¡Hey, cuñado idiota! ¡Hermanita!
Me sorprende el entusiasmo de Theodore. Cuando entramos y nos abraza a ambos, empiezo a notar todo muy sospechoso.
—¿Qué diablos sucede contigo? ¿Estás drogado?
Theodore luce indignado.
—Tengo mucho sin verte, cara de culo. Y que no te escuche mamá decir eso, que piensa seriamente en esa posibilidad. Por favor, soy natural —dice señalándose a sí mismo.
—La estupidez es natural. ¿Dónde están todos?
—Fuera —y me señala hacia el patio —, voy a pedirte un favor, Nana. No comiencen sin mí. Vengo en un momento.
Antes de que pueda preguntarle sobre eso, sale disparado por la puerta. Cuando volteo hacia Eric con mi cara confundida, él solo se encoge de hombros.
Tomo a Eric de la mano y vamos hacia el gran patio, las puertas corredizas están abiertas, pero las cortinas nos bloquean la vista. Antes de cruzar, Eric me jala y me da un beso lento, dejándome sentir sus labios por un momento que me parece eterno.
—Todo va a salir bien —le digo, pero también me lo digo a mí.
Él sigue igual de serio así que solo me da un asentimiento.
Cuando cruzamos hacia la puerta, a quien veo primero es a papá. Se encuentra al fondo de la piscina hablando con el abuelo Ray, la abuela Grace, mi primo Marco y el abuelo Carrick a su alrededor.
Mamá me sorprende apareciéndose por un lado de mí con una gran sonrisa jubilosa. No pierde el tiempo y me abraza hasta sacarme el aire.
—Te extrañé tanto, corazón.
Y yo me fundo en sus brazos, oliendo su cabello.
—También te extrañé, mamá.
—Hola, Eric. Qué gusto verte —dice viéndose toda jovial—. Vengan, la comida ya está casi lista.
Mi familia viene a recibirnos, y de inmediato somos abducidos por todos en sus abrazos. Todo el buen recibimiento lo tomo como una buena señal.
Papá es el último en acercarse, pero cuando está frente a mí, me abraza tan fuerte que tengo que hacerle cosquillas para separarlo un poco de mí.
—¿Me extrañaste, Grey?
Él me mira a los ojos y acaricia mi mejilla.
—Cómo no iba a extrañar a esta pequeña rebelde. Tú eres mi niña, y siempre lo serás.
En eso estaba de acuerdo.
—Y ahora ¿tú vas a dejar de serlo y hablarás con mi hombre?
Papá enarca una ceja.
—¿Mi hombre? Las personas no son objetos para señalarlas como de nuestra propiedad.
Ahora me toca a mí rodar los ojos.
—Tienes razón. Pero aún así, decidí pertenecer a él y él a mí. No somos una propiedad, simplemente somos de alguien y para alguien.
Grey levanta su trago de cognac, y antes de tomarlo, puedo escuchar que dice:—. Tonterías.
—¡Hey!
Y ahora se está riendo de mí.
—Tráeme al chico.
—Lo que ordene, señor.
Antes de darme la vuelta, no me pasa desapercibida la mueca que hace papá al escuchar esa palabra.
Eric está cómodamente platicando con las mujeres de la familia. Todas se encuentran muy divertidas y a mí me empiezan a dar celos.
—¿Se puede saber qué es lo gracioso?
La tía Kathe es la primera en hablar con una sonrisa ebria en su rostro. ¿Qué tantos mojitos han estado tomando?
—Que tienes un gran hombre aquí, mi cielo.
El tío Elliot le frunce el ceño.
—Aquí también estoy yo, cariño.
—Oh, sí, lo sé, lo sé —dice cantarina, y no puedo evitar reírme.
—¿Qué pasa, bonita? —me pregunta Eric cuando lo salvo de las mujeres.
—Papá quiere hablar contigo.
Toda diversión se borra de su rostro y traga duro.
—¿Ya?
—Sí.
Respira profundo y a mí me dan ganas de reírme.
—¡Eric! Solo es una charla, no es como si fueras a pedirle mi mano.
—¿No quieres que lo haga?
—¿Qué?
—Pedir tu mano.
—No es el momento, primero tienes que hablar con él.
—¿No quieres?
Me empiezo a exasperar. —¡Eric!
—Está bien, está bien. Luego resolveremos eso... En la cama.
Antes de que pueda responderle, él ya se encuentra caminando hacia papá.
Los miro por un momento, observando y deduciendo la conducta de mi padre. Se le nota tranquilo, y Eric un poco tenso. No puedo decir con claridad si papá en realidad está tomando una actitud serena solo para confundir a su presa. Tengo muchísimas ganas de escuchar lo que dicen, pero es una cosa que ellos tienen que resolver. Grey no es una persona fácil de tratar. Sí, los años lo han ablandado... Pero solo un poco.
Sin darme cuenta, voy acercándome de poco a poco cuando veo que ellos empiezan a caminar más allá en el jardín, hasta que siento que una mano toma mi hombro. Mi sonrisa es de auténtica alegría cuando veo a mi mejor amigo justo frente a mí. No resulta extraño verlo aquí, por lo regular, cuando el señor Flynn no puede asistir, Thómas viene siempre en su representación, además como invitado.
—Veo que resultó bien la fiesta del después —dice señalando con una sonrisa hacia donde papá y Eric se fueron.
Y vaya que sí.
—Es una larga charla...—mi mirada se desvía hacia donde se encuentra mi primo platicando con su padre al otro lado de la piscina, y noto que mira de muerte al hombre que tengo delante de mí. Entonces, viene a mi mente la pelea que hubo entre él y Marco — ¿Qué está pasando en realidad con ustedes tres?
Él mira rápidamente y le toma a su copa de vino.
—Es una larga charla...
Arqueo sugestivamente una ceja y él me mira serio. ¿A caso ellos...? No ¿Claudeth haciendo tríos? Ni hablar.
—¿Qué tan involucrados se encuentran?
Thómas hace una cara de completo horror.
—¡Por Dios, Phoebe! ¿En qué perversidades estás pensando?
—Solo estaba preguntando... —digo encogiéndome de hombros mientras finjo inocencia.
—Aunque es el sueño de todo hombre, yo no le veo el chiste. Soy más del tipo posesivo. Y quiero a Claudeth, solo para mí. Si ella me quiere a mí, y también a tu primo, y tiene todas esas dudas en su loca cabecita, entonces yo no tengo nada que hacer ya ahí. ¿Me entiendes?
Mi corazón se apretuja. Thomas es un hombre a la antigua, del tipo que te conquistaría con flores y visitas nocturnas en tu casa a la madrugada, escondiéndose de tus padres y de tu perro. Y Claudeth... Claudeth es más liberal, más enamoradiza de la vida, de los hombres. No es una cualquiera, aclaro, simplemente ella se enamora de todas las personas hermosas que conoce, y con tal de no romper corazones, preferiría romper el suyo antes que lastimar a alguien más. Marco... Marco es más oscuro, más frío. Es un hombre que hasta el momento, no he visto empatía más que por su familia. Se preocupa, sí, pero para él, siempre será primero su familia, luego él, después él, y a lo último él. Es difícil sacar un resultado positivo a esa ecuación.
Veo a mi mejor amigo pensativo, viendo hacia los arbustos. Sé que es algo difícil para él, ya que no encuentra con frecuencia a alguien que le llene en todos los aspectos, y al parecer, encontró eso en mi mejor amiga.
Sin pensarlo, lo abrazo y trato de apretujarlo lo más fuerte que puedo. Tal vez no he estado muy presente en sus vidas debido a todo el desastre emocional que fui las últimas semanas, pero espero y él pueda sentirlo.
—Lo sé, enana, lo sé. Yo también te quiero, y aquí estaré siempre para ti. Así como el hombre que está detrás de ti —dice señalando con su cabeza hacia el frente.
Cuando volteo, mis ojos se abren en completa conmoción. A puesto que mi cara es todo un poema.
No me doy cuenta del completo silencio que hay en el patio. Solamente puedo escuchar el ruido que hacen las hojas de los árboles moviéndose en sincronía con el fresco viento de la tarde. También puedo escuchar claramente el ritmo acelerado de mi pecho, los golpeteos tan fuertes como si estuviera a punto de subirme a una montaña rusa. Volteo a mi alrededor, y miro a mi padre con una sonrisa melancólica a penas perceptible en su rostro. Las mujeres de la familia sonríen ebrias con jubilo alzando sus copas hacia a mí, y mamá... Mamá está llorando siendo abrazada por los hombros por papá.
Al final, miro al hombre que se encuentra arrodillado frente a mí.
Santo Dios...