CAPÍTULO 43 |Parte 2|

713 63 11
                                    

Miro a Eric, tan callado y pensativo abrazado a mi como un salvavidas. No habla, simplemente se queda quieto, dejándose acariciar el cabello.

Siento una cosa tan extraña en el pecho, a pesar de que acabamos de tener uno de nuestros mejores momentos en cama, hay algo que no encaja, que no está bien.

El cansancio se apodera de mí, mi cuerpo está muy bien trabajado y mi cerebro está confuso, voy cerrando los ojos sintiendo como Morfeo me va llevando...

                                * * *

Me despierto de golpe, sintiendo mucho frío y un vacío en el estómago.

¿Qué hora es?

Me estiro y me doy cuenta que Eric no está en la cama, ni su ropa está por el suelo. La extraña sensación vuelve a mi más fuerte y las señales de alerta se encienden en mi cerebro innecesariamente.

—¿Eric?

Escucho ruido en la sala, y sin perder tiempo, rápido me pongo una camiseta de dormir que guardo bajo la almohada y salgo a ver qué pasa.

—¿Eric? —vuelvo a llamar, pero no responde.

Ay Dios, ¿y si es un ladrón? Imposible.

Voy directo hacia la puerta de entrada y me detengo en seco por el pasillo.

Mi corazón se paraliza.

—Eric.

Está inclinado contra la puerta, su frente reposando en su brazo, y su mano está alrededor de la perilla. Está vestido con la misma ropa de ayer, como si fuera a trabajar, pero dudo que sean si quiera las cinco de la mañana.

Respira pesadamente y no se voltea hacia a mí. Cae contra la puerta, sus músculos tensos...

¿A caso él...?

—Te estabas yendo —no le pregunto, afirmo con conmoción.

No responde, sigue sin darme la cara. De repente siento que la pequeña distancia del pasillo que me separa de él se hace larguísima.

—Bonita...

De repente siento náuseas, me siento usada y desechada. Dios, que no sea lo que estoy pensando.

Se da la vuelta, y unas terribles ganas de llorar me invaden. Su rostro se ve decaído, y parece como si hubiera estado llorando por un rato. El saber eso sólo hace que me prepare para algo que no me va a gustar.

—¿Qué...? ¿Qué pasa?

Talla su rostro con ambas manos en signo de frustración, y camina hacia a mí. No encuentro que hacer, ni que decir.

—Phoebe, yo... Tengo que irme.

¡Zaz! Si me hubiera dejado hace unos minutos sin decir adiós hubiera sido mejor, mejor porque así yo me quedaría con la duda del por qué se fue...

Doy una respiración profunda y me recargo contra la pared, ya no aguantando estar parada.

—¿Me estás dejando?

Al principio no contesta, sólo me mira con pesar en sus ojos. Veo como traga duro y asiente imperceptiblemente.

Oh, ya veo...

Me fuerzo por retener las lágrimas y no dejar que el dolor en mi pecho me afecte y me derrumbe aquí mismo.

Me obligo a hablar —. ¿Por qué?

—No quiero hacerte daño.

Los estás haciendo, campeón.

Negando con la cabeza, exploto:

RevealedWhere stories live. Discover now