Tú eres mi vida

Jarigrand tarafından

42.1K 3.9K 1.6K

Candy descubre que Terry ha abandonado el colegio y corre tras él, dispuesta a alcanzarlo. Una despedida que... Daha Fazla

Antes de leer [importante]
Sinopsis
Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9 parte 1
Capítulo 9 parte 2
Capítulo 10
Capítulo final

Capítulo 5

2.2K 213 91
Jarigrand tarafından

Terrence bajó del escenario sin esperar las acostumbradas felicitaciones y agradecimientos de los miembros de la compañía. Tenía tres meses en esa gira y estaba harto de la misma palabrería sin sentido.

Llegó a su camerino y se apuró a cambiarse, quería salir del teatro antes de que la gente se aglomerara en la entrada. Esa misma noche tomaban el tren a su siguiente destino. El más esperado por él.

Viajaron durante toda la noche, y aunque estaba cansado, no pudo dormir bien en todo el camino. Solo un duermevela que no lo mantenía despierto, pero que tampoco llegaba a ser ese sueño reparador que necesitaba.

Fue durante ese ir y venir del mundo de los sueños, en que su mente reprodujo el principio de su tormentosa existencia.

❣️❣️❣️

Boston, tres meses antes.

Parado en uno de los pasajes del Jardín Público de Boston, Terry aguardaba, con el alma agitada, a que Candice le respondiera.

Era la primera vez que exponía sus sentimientos de esa manera, la primera vez que entregaba el corazón sin reservas, seguro de que lo estaba depositando en las manos correctas.

Pero Candice solo lo veía.

La joven sentía que el suelo se movía, o quizá era ella que apenas y lograba sostenerse vertical. La proposición de Terrence le había sacudido el alma. Formar una familia con él era lo que más anhelaba, pero no así, en esas circunstancias. No a costa del futuro de Terry.

Y ahora... ¿cómo le decía que se iría?

Terrence cerró los ojos, un dolor sordo comenzó a expandirse por su pecho, el cual se agravaba con cada segundo sin respuesta de la joven. Ese silencio era ya una respuesta en sí mismo, y debía aceptarlo.

Bajó las manos, rompiendo el contacto que segundos antes lo colmaba y que ahora le dolía. No se sentía con fuerzas para hacer frente a sus ojos llenos de compasión, desvió la mirada, centrándose en la nada.

Siempre ha estado solo. En su vida nunca hubo amor, comprensión ni cariño, y, a esas alturas, ya debería haber aprendido que hay algo en él que no lo hace merecedor de ninguno de esos sentimientos.

«Tu propia madre te rechazó, ¿por qué habría de ser diferente con ella?», le susurró el viejo Terrence, ese que gozaba de la vida nocturna londinense sin rendir cuentas a nadie.

Tembló, y no de frío. O al menos no por el frío causado por las bajas temperaturas propias de la ciudad, pues estaban a principios de abril y estas eran casi nulas. Las gélidas oleadas venían desde dentro, del fondo de sus entrañas, provocándole estremecimientos que no estaba seguro de poder soportar mucho tiempo sin que ella lo notara.

Endureció el gesto, revistiéndose de la capa de cinismo y arrogancia que tan bien lo protegió durante años, y que por estúpido dejó que la rubia frente a él traspasara.

❣️❣️❣️

Una envión, producto de la inercia del tren al frenar, sacó a Terrence de su seminconsciencia. Se asomó por la ventana, comprobando que era la estación en que debía bajar se espabiló pronto y se apuró a tomar su maleta para bajar antes que sus compañeros.

En el andén, la actividad generada por los pasajeros que descendían y por los que pretendían abordar, ayudó a Terrence a pasar desapercibido, sobre todo porque iba camuflado por su inseparable bufanda, a pesar de que el clima no lo ameritara.

Caminó entre la gente, buscando la salida, sin percatarse de la rubia que lo miraba a la distancia.

En un rincón apartado, una joven observaba el tumulto, oteando con la mirada entre cada pasajero. El corazón se le paralizó un segundo cuando las hebras castañas, que tanto deseaba ver, aparecieron en su campo de visión.

Quiso correr a él y abrazarlo, decirle lo mucho que lo ha añorado, lo difícil que han sido esos meses sin él, pero no podía. No todavía.

Lo vio dirigirse a la salida de la estación, alejándose de ella, una vez más. Tal como aquella tarde de abril. Cerró los ojos, apretándolos con fuerza, en un intento por desaparecer los recuerdos.

❣️❣️❣️

Boston, tres meses antes.

Candice vio con toda nitidez la transformación en el semblante de Terry. Y supo, con la misma certeza de que el sol alumbra en el cielo, que si no decía algo enseguida su relación se dañaría de manera irreparable.

-Sí -balbuceó entonces, colgándose del cuello del castaño.

Terrence no reaccionó enseguida. Y los segundos que tardó en rodearla con sus brazos, fueron una agonía para ella.

-¿Has dicho que sí? -susurró él, con la voz estrangulada por las emociones que pugnan en su interior.

-Te amo, Terry. -Candy retiró el rostro del pecho masculino y lo miró a los ojos, encontrando una marejada de incertidumbre y dolor que aumentó el propio-. Lo que más deseo es no separarme de ti nunca más.

-Pecosa... -El rostro de Terry descendió, deseoso de probar una vez más su boca cereza.

Candy cerró los ojos y lo permitió. Con ese beso, Terrence sintió que una agradable calidez lo envolvía, penetrando en cada poro de su ser, ahuyentando la frialdad que casi había congelado su corazón.

Esa tarde regresaron al hotel, comieron, y después fueron al teatro. Candice estuvo en las primeras filas, disfrutando del talento de su prometido. Prometido... la palabra le creaba una sensación agridulce. Estaba feliz de haber aceptado la propuesta, pero estaba segura que cuando le dijera a Terrence sus planes, este no lo tomaría bien.

Después de la función celebraron el éxito de la obra con una cena en el restaurante del hotel. Terrence había querido ir a otro lugar, pues tenía en mente hacer una proposición mejor, no obstante, la joven prefirió no salir. A la mañana siguiente tomaban el tren muy temprano, y debía hablar con el chico esa misma noche.

❣️❣️❣️

El tren silbó la señal de salida, y la mente de Candy volvió al presente.

-¿Señorita, va a abordar? -preguntó uno de los trabajadores de la estación.

-No, perdone.

Candy abandonó la estación con los recuerdos en carne viva. Había ido con la intención de hablarle, pero la posible reacción de él la paralizó.

«Cobarde», le susurró su conciencia.

Acababa de poner un pie en la calle cuando vio a Susana Marlowe alcanzar a Terry y subir al mismo carruaje que él. Un calor le subió por el cuello, y unas ansias por ir a bajarla, aunque fuera de los pelos, la hizo caminar hacia allá. Sin embargo, el vehículo se puso en marcha y ella se quedó en la acera, ahogándose en sus celos.

Dentro del carruaje, Terry maldecía en sus adentros. Susana se había auto invitado a compartir el transporte, y aunque habría preferido mostrarse descortés, accedió al pedido de su compañera.

Por fortuna el trayecto no fue muy largo, pero esos veinte minutos encerrado con ella le parecieron eternos. Se bajó en cuanto el carruaje se detuvo, y dejó la tarea de ayudar a Susana al botones del hotel. No quería ser grosero, pero le urgía registrarse, y a ser posible, en la habitación más alejada.

Susana Marlowe ocultó la molestia que le causó el desaire de Terrence. En los tres meses que llevan de gira no ha logrado que sus conversaciones vayan más allá de las impresiones de la obra. Si han cruzado más de dos palabras fuera del teatro, son una exageración. Ni siquiera hace un momento, a pesar de que viajaron solos, logró entablar una plática amena con él. Se limitó a darle asentimientos de cabeza, y un par de monosílabos que ni pegaban con el tema.

«Roma no se hizo en un día», pensó mientras lo veía cruzar el lobby del hotel en dirección a las escaleras.

-Susana Marlowe, por favor -dijo en cuanto se acercó al mostrador-. Quiero la habitación contigua a la de Terrence -pidió con una sonrisa al recepcionista.

❣️❣️❣️

Candice llegó al hospital con el tiempo justo para iniciar su turno.

Tenía un par de meses estudiando enfermería en la escuela de Mary Jane, una anciana de mucho carácter y amplios conocimientos médicos. Fue aceptada gracias a la antigua amistad de esta con la señorita Pony, así que se estaba esforzando para que la buena señora se sintiera orgullosa de ella.

Recién empezaba a enrolarse en el ambiente del hospital, apenas es una aprendiz, así que solo ayudaba a las enfermeras a realizar trabajos simples que no requieren de ningún grado de experiencia o conocimiento superior.

-La mejor forma de aprender es practicando -decía siempre la estricta anciana.

Y por eso tenía a todas sus discípulas desarrollándose en el hospital de la ciudad. Los turnos no eran tan largos como los de las enfermeras calificadas, pero debían cumplir a raja tabla los horarios que les marcaban.

Al día siguiente era la función a beneficio de la compañía Stratford y debía conseguir asistir a como diera lugar. La entrada ya la tenía, gracias a sus amigos.

Stear y Archibald, junto con Annie, y los Leagan, habían arribado a Chicago un par de semanas atrás, huyendo de la inminente guerra. Esos días retomaron su amistad, y no se salvó de las recriminaciones de sus amigos por haber abandonado el colegio sin avisar.

Se guardó para ella los motivos, y la situación actual con Terrence. Por eso, cuando Annie Britter supo que la compañía teatral de Terry actuaría en Chicago, no dudó en conseguirle una entrada para asistir con su familia. Y otro tanto hicieron los Cornwall.

Si todo salía bien, mañana podría verlo actuar otra vez. Y esta vez desecharía sus miedos.

❣️❣️❣️

La función fue un éxito. Y aunque a Terrence le complacía el aplauso del público, no dejaba de sentirse molesto por todas las butacas vacías del tercer piso que pudieron ser ocupadas por la gente que no tenía para comprar una entrada.

«Prefirieron dejarlas vacías que mezclarse con los pobres», rumió en silencio mientras se quitaba el maquillaje.

-Apresúrate, Terrence, ya casi es hora de salir -gritó alguien al otro lado de la puerta.

Chaqueó la lengua con fastidio. Si algo detestaba de su vida artística, eran las reuniones y cenas posteriores a las funciones. No en todas las ciudades eran agasajados con alguna recepción, y, en las que sí, se inventaba alguna excusa para no ir. No siempre se salía con la suya, tal como ahora, ya que por ser a beneficio tenía la obligación de asistir.

Se desmaquilló y cambió de ropa sin el menor ánimo, pero en pocos minutos estuvo listo.

Salió, como siempre, con Susana del brazo.

Si había algo que lo disgustaba más que las estúpidas fiestas de la alta sociedad a la que se dirigía, era tener que aguantar la cháchara sin sentido de su compañera. Siempre se mantiene callado, esforzándose para no responderle alguna majadería, como bien sabe hacer. No es tonto, y está consciente de la atracción que la rubia siente por él, sin embargo, la joven le es tan indiferente que la trata con toda la educación que su paciencia le permite.

Fuera, un corrillo de mujeres gritaba su nombre. Pasar entre ellas fue complicado, y tuvo que dar algunos autógrafos. Ayudó a Susana a subir al carruaje que ya los esperaba, listo para partir hacia la recepción, y se dispuso a hacer lo mismo, pero un grito agudo pronunciando su nombre lo detuvo en el estribo.

«¡Candy!», gritó su corazón, y su mirada voló hacia las mujeres que continuaban rodeándolo.

Pero ninguna era ella.

-¿Pasa algo, Terry? -El actor miró a su compañera y negó con la cabeza.

En otras circunstancias le habría pedido que no lo llamara de esa manera, pero su cerebro seguía allá afuera, reproduciendo la voz que segundos atrás lo llamó del mismo modo.

Regresó la vista hacia atrás una vez más, y luego subió.

❣️❣️❣️

Candy miró partir el carruaje con la impotencia reflejada en sus ojos. Por un momento creyó que Terry la había reconocido, pero no fue así. O quizá sí y la ignoró a propósito. La posibilidad le robó el aliento.

No, prefería pensar que no la había escuchado, o que no logró verla entre tanta admiradora.

Poco a poco el grupo de mujeres se fue diseminando, y la rubia decidió regresar al hospital. Había logrado que su compañera Nataly la cubriera por el tiempo que dura la función, y se comprometió a regresar enseguida.

Tuvo la tentación de ir a la recepción a buscarlo, o de esperarlo en el hotel, pero si alguien se enteraba del cambio metería en problemas a su compañera.

«No debo ser egoísta. Mañana haré otro intento en la estación», resolvió en silencio.

El hospital estaba a pocas calles del teatro, por lo que prefirió ahorrarse lo del carruaje. Mientras recorría las solitarias calles de Chicago, el recuerdo de su última separación brilló en su mente.

❣️❣️❣️

Boston, tres meses atrás.

Candy abrió la puerta de su habitación, y Terry se quedó en el umbral, deseando entrar tras ella, pero guardando las formas. No quería perjudicar la reputación de su futura esposa.

«Futura esposa», el pensamiento le robó una sonrisa.

-Terry... yo... -Comenzó Candice, con la mirada gacha y las manos retorciendo su falda-. No puedo casar... -La joven no pudo continuar, un nudo le obstruía la garganta.

La sonrisa de Terrence desapareció. Se adentró en la habitación y cerró tras él, con el dolor apretando su corazón, y una creciente furia recorriendo sus venas.

Al escuchar la puerta, Candice despegó la mirada del piso y lo enfrentó con sus ojos esmeralda llenos de lágrimas.

La furia de Terry casi se evaporó al verla llorar. Se obligó a calmarse y se acercó a ella.

-¿Qué pasa, Candy? -El actor la tomó de la cintura y la pegó a él.

Candice se aferró a la espalda del castaño, había querido mantenerse fuerte, pero la mirada de furia de Terry y el dolor de la separación le ganaron la partida.

-No puedo, Terry.

-¿Qué estás diciendo? -Terrence rompió el abrazo, y la tomó de los hombros.

-Yo... no estoy preparada... -Cerró los ojos, si quería mantenerse firme debía evitar a toda costa su mirada.

Terrence sintió como si lo hubiese abofeteado. Aunque, de haberlo hecho, le habría dolido menos. No obstante, respiró profundo, y se dijo que era natural que estuviera asustada. El matrimonio era un gran paso, y, por mucho que se amaran, no resultaría sencillo; sobre todo por la gira.

Haciendo acopio de todo su autodominio, se armó de paciencia, y volvió a abrazarla, dispuesto a erradicar sus miedos.

-Lo haremos bien, pecosa -susurró contra el pelo de la joven-. Yo te amo más que a mi vida. Pero qué estoy diciendo... Tú eres mi vida. Sin ti nada tiene sentido, aún el teatro.

Candy lloró más fuerte, sintiéndose miserable.

-Por favor, perdóname -dijo ella entre sollozos.

-¿Qué tengo que perdonarte?

La rubia no respondió enseguida, tan solo descargó el llanto que su angustiada alma le pedía liberar.

-Me iré a Chicago, al hogar de Pony -pudo decir después de unos minutos.

-¿Qué? -La soltó de repente, y Candy se sintió más sola que nunca.

-No estoy lista para asumir este compromiso -balbuceó con la mirada baja-. Entiéndeme por favor -rogó, atreviéndose a mirarlo.

Terry la veía con tanta dureza que se encogió.

«No va a perdonarme», lloró el alma de la rubia, reconociendo en la mirada zafiro la misma frialdad de la que Eleonor fue destinataria hace tiempo.

-Vete entonces, no voy a rogarte.

Y con esas palabras abandonó la estancia, dejando a Candice en el más absoluto desconsuelo.

🖤🖤🖤

N./A.: 😶

Okumaya devam et

Bunları da Beğeneceksin

126K 12.3K 54
La historia transcurre cuando Kang Seulgi, la novia de la grandiosa Kim Jennie decide terminarla. Jungkook, su mejor amigo, empieza a "ayudarla"... d...
198K 11.2K 18
El maldito NTR pocas veces hace justicia por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suce...
40K 3K 13
Él todavía la quería. No la había olvidado. A pesar de los años y de la convivencia con la joven actriz, él seguía queriéndola. Seguía siendo suyo. P...
8.4K 1.2K 13
- ¡Me gustas, Akashi-kun! - También me gustas, Furihata. Feliz día AkaFuri~ (◍•ᴗ•◍)♡*。