Capítulo 5

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Terrence bajó del escenario sin esperar las acostumbradas felicitaciones y agradecimientos de los miembros de la compañía. Tenía tres meses en esa gira y estaba harto de la misma palabrería sin sentido.

Llegó a su camerino y se apuró a cambiarse, quería salir del teatro antes de que la gente se aglomerara en la entrada. Esa misma noche tomaban el tren a su siguiente destino. El más esperado por él.

Viajaron durante toda la noche, y aunque estaba cansado, no pudo dormir bien en todo el camino. Solo un duermevela que no lo mantenía despierto, pero que tampoco llegaba a ser ese sueño reparador que necesitaba.

Fue durante ese ir y venir del mundo de los sueños, en que su mente reprodujo el principio de su tormentosa existencia.

❣️❣️❣️

Boston, tres meses antes.

Parado en uno de los pasajes del Jardín Público de Boston, Terry aguardaba, con el alma agitada, a que Candice le respondiera.

Era la primera vez que exponía sus sentimientos de esa manera, la primera vez que entregaba el corazón sin reservas, seguro de que lo estaba depositando en las manos correctas.

Pero Candice solo lo veía.

La joven sentía que el suelo se movía, o quizá era ella que apenas y lograba sostenerse vertical. La proposición de Terrence le había sacudido el alma. Formar una familia con él era lo que más anhelaba, pero no así, en esas circunstancias. No a costa del futuro de Terry.

Y ahora... ¿cómo le decía que se iría?

Terrence cerró los ojos, un dolor sordo comenzó a expandirse por su pecho, el cual se agravaba con cada segundo sin respuesta de la joven. Ese silencio era ya una respuesta en sí mismo, y debía aceptarlo.

Bajó las manos, rompiendo el contacto que segundos antes lo colmaba y que ahora le dolía. No se sentía con fuerzas para hacer frente a sus ojos llenos de compasión, desvió la mirada, centrándose en la nada.

Siempre ha estado solo. En su vida nunca hubo amor, comprensión ni cariño, y, a esas alturas, ya debería haber aprendido que hay algo en él que no lo hace merecedor de ninguno de esos sentimientos.

«Tu propia madre te rechazó, ¿por qué habría de ser diferente con ella?», le susurró el viejo Terrence, ese que gozaba de la vida nocturna londinense sin rendir cuentas a nadie.

Tembló, y no de frío. O al menos no por el frío causado por las bajas temperaturas propias de la ciudad, pues estaban a principios de abril y estas eran casi nulas. Las gélidas oleadas venían desde dentro, del fondo de sus entrañas, provocándole estremecimientos que no estaba seguro de poder soportar mucho tiempo sin que ella lo notara.

Endureció el gesto, revistiéndose de la capa de cinismo y arrogancia que tan bien lo protegió durante años, y que por estúpido dejó que la rubia frente a él traspasara.

❣️❣️❣️

Una envión, producto de la inercia del tren al frenar, sacó a Terrence de su seminconsciencia. Se asomó por la ventana, comprobando que era la estación en que debía bajar se espabiló pronto y se apuró a tomar su maleta para bajar antes que sus compañeros.

En el andén, la actividad generada por los pasajeros que descendían y por los que pretendían abordar, ayudó a Terrence a pasar desapercibido, sobre todo porque iba camuflado por su inseparable bufanda, a pesar de que el clima no lo ameritara.

Caminó entre la gente, buscando la salida, sin percatarse de la rubia que lo miraba a la distancia.

En un rincón apartado, una joven observaba el tumulto, oteando con la mirada entre cada pasajero. El corazón se le paralizó un segundo cuando las hebras castañas, que tanto deseaba ver, aparecieron en su campo de visión.

Tú eres mi vidaWhere stories live. Discover now