Lo que haría por él

By luzapinzon

8.3K 1K 442

Dicen que una amistad que alcance los ocho años va a durar toda la vida. Esa es una frase recurrente que les... More

Prefacio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Personajes
Capítulo 24
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Epílogo
Especial de San Valentín
Extra 2
Extra 3 - La boda
Extra 4

Capítulo 25

156 19 0
By luzapinzon

Luego de mostrarme varios de sus diseños y planos, me lleva hasta mi casa con la excusa de que tiene que ir a presentarse a la entrevista.

Puff.

—Espero que mañana me cuentes como conseguiste el empleo —le digo con una sonrisa intentando mostrarme confiada.

Lo cierto es que él tiene mucho talento y su trabajo es asombroso.

—Estoy confiado pero no voy a adelantarme. Si esta no funciona, hay otras tres empresas a las que puedo aplicar.

—Pero esta es la que quieres —le hago ver. Chris sonríe brevemente y luego alarga su mano para tomar la mía y darme un beso en el dorso.

—Nos vemos mañana, Huesitos —dice con esa voz gruesa y carismática —. Lo esperaré ansioso.

Yo igual.

Las palabras no me salieron porque me ruboricé hasta las orejas. Desde siempre Chris ha sabido cómo hacerme sentir especial.

Se aleja con pasos cortos hacia atrás y guiñándome un ojo. Sólo se gira cuando está a punto de cruzar la calle. Lo veo hacerse pequeño a la distancia mientras cada tanto, voltea para seguir despidiéndose con la mano.

Cuando cruzo la reja, puedo ver que mis hermanos y mi prima están pegados a la ventana. Se intentan esconder demasiado tarde. Es difícil enojarme con ellos aunque estén espiando, al final, solo quieren lo mejor para mí y mi hermana siempre necesita un buen chisme. Espero hasta que abro la puerta para arrugar el ceño y poner las manos en la cintura. Ale mira hacia el techo como si no fuera con ella; Gabi simplemente sonríe con culpabilidad mientras Aaron se muestra inmutable.

—¿Ni un besito? —pregunta Ale como una acusación.

—Y volviste muy rápido, eso no debió darte tiempo para nada bueno —dice Gabi alzando las cejas insinuantemente.

—No, no... —niega Aaron como si la imagen mental fuera desagradable.

—No me sorprende que Ale me espíe... pero tú —señalo a Aaron —. Debes tener una razón.

—¿No puedo preocuparme por mi hermanita? Sobre todo cuando alguien que la ha lastimado quiere volver a su vida.

—Entiendo tu desconfianza, pero todo ha sido un malentendido —Aaron no parece estar de acuerdo con mi frase porque se frunce como si hubiera probado un limón.

—Sé que no voy a poder convencerte pero por lo menos serás cuidadosa ¿no?

Asiento levemente mientras él me imita.

—En serio, pequeña... ¿ni un besito? —vuelve a insistir Ale.

Aaron pone cara de pocos amigos.

—Tenemos una cita mañana —anuncio con emoción.

Hay una pequeña conmoción por parte de las chicas. Mi hermano no parece tan feliz.

—Ha avanzado muy rápido... en cambio el otro pobre no ha visto nada de acción en cuatro años —dice mi hermana en un tono dramático.

—Supongo que todavía no lo has descartado totalmente ¿no? —pregunta Aaron.

—Estamos hablando de Chris —alude Ale.

Gabi la secunda chasqueando sus dedos tres veces en diferentes posiciones. Aaron vuelve a hacer mala cara; su ceño va a empezar a arrugarse si sigue preocupándose tanto.

Ale aprovecha que la tensión baja para arrastrarme del brazo hasta arriba y una vez dentro de mi cuarto, cierra la puerta con demasiada violencia. Su rostro no me demuestra qué ocurre pero parece que sus puños cerrados son un indicio que algo ha ocurrido y no es bueno.

—¿Qué pasó ayer con Franco?

¡Dios! Cualquier otro tema, menos ese.

—Nada.

—No me mientas, Gise. Conozco tu rostro cuando me ocultas algo, esa incapacidad de parpadear cuando dices una mentira.

Parpadeo varias veces de forma consciente y Ale pone sus manos en la cintura, claramente molesta.

—Nada —respondo intentando que olvide el tema. Mi voz sale llena de frustración y eso alerta a mi prima.

—¿Supongo que «nada» es un código para decirme que Franco se portó como un imbécil y tiró una botella de vidrio contra la pared?

Bajo la cabeza sintiéndome expuesta. No sé cómo se enteró; si llamó a Franco para sacarle la verdad a las malas o si él confesó. Lo cierto es, que no quería que ella cambiara la forma como lo ve. Conmigo puede enojarse, pero no quiero quitarle a Ale.

—Perdió el control. La situación no era la apropiada y creo que presioné mucho. Además, demasiado sincera —hago un mohín sintiendo que si hubiera sido más sutil, quizá él no habría reaccionado tan violentamente.

—No lo excuses —alza la voz —. Esta vez la botella fue hacia una pared... No quiero imaginar el día que te la arrojara a ti.

—Wow —alzo las manos en señal que está exagerando.

No puedo creer que Ale crea que Franco podría hacerme daño.

Digamos que estuve asustada por un momento en su casa, y lo único que tenía en mi mente era salir de ahí. Pero decir que me puede arrojar la próxima a mí, me parece una locura.

—Es en serio. Me llamó súper arrepentido y tratando de convencerme que hablara contigo. Te imaginarás mi sorpresa al no poder entender lo que decía por falta de contexto —ironiza y frunce los labios —. Le tocó explicarme y se sintió peor porque mi mejor amiga/prima/hermana de otra madre no me lo contó.

—Ale, de verdad, no hagas drama por esto. No te lo dije porque no quiero que él te pierda a ti también.

Ale bufa y veo como su vena del cuello empieza a inflamarse.

—Tarde, pequeña... Muy tarde. Ya lo mandé a comer de lo que no se come.

Wow.

—¡Y haré todo el drama que quiera! —me quedo quieta un segundo para analizarla y veo como sus labios están luchando por no reírse. Nos miramos con complicidad y ella no puede aguantar.

Soltamos una carcajada como un par de locas y nos unimos en un gran abrazo.

Ale y yo nunca hemos podido enojarnos mucho tiempo con la otra. Nuestra complicidad y el lazo que compartimos nos ayuda a ponernos en los zapatos de la otra y poder ver las cosas diferentes. Claro, que con Ale siempre es divertido porque ella tiene conceptos de bien y mal mucho más definidos que los míos, así que le queda fácil tomar decisiones, mientras que a mí, me cuesta encontrar ciertos puntos medios.

—Lamento no haberte dicho —digo en su oído.

—Y yo ser tan cansona. Pero soy tu cansona y no puedes hacer nada al respecto.

Me separo de ella para mirarla con seriedad.

—De verdad no quiero que Franco se quede solo. Y no quiero perder su amistad.

—Hay que darle tiempo, Gise. No puedes forzarlo a que sea tu amigo ahora. Él está arrepentido porque cree que aún tiene posibilidades de ser algo más.

—No creo, yo fui muy sincera. Le dije que he amado a Chris desde pequeña y que siempre voy a amarlo a él.

Ale hace un gesto como si le hubiera acuchillado el corazón. Volvemos a reír, aunque esta vez sale tristón.

—Pobre, sus sentimientos —ironiza Ale.

—¿Pensarás sobre mantener una amistad con él?

Ale rueda los ojos, molesta. Cuando toma una decisión se mantiene en ella y muchas veces a pesar de la presión.

—¿Sabes? Después de mandar a la mierda a alguien es difícil replantear una amistad.

Pongo mis manos en posición de ruego.

—Por favor... ¿por mí?

Uso mi mejor cara de persuasión y veo como su determinación va cediendo.

—Bieeeen —alarga las palabras con cansancio —. Pero sólo con la condición que él se disculpe contigo como debe ser y que prometa que dejará de ser un imbécil que arroja botellas.

—Hecho —estiro mi mano para que la estreche.

Por su expresión comprendo que Franco debe cumplir cada punto de su condición o pasará de la friendzone a la vetealamierdazone.

***

Afortunadamente, Franco volvió a llamar a Ale y así, ella no tuvo que ser la primera en disculparse. El asunto es que ambos estuvieron hablando por lo menos treinta minutos en los que ninguno me mencionó y yo estaba ahí como boba siguiendo su conversación.

Fue hasta que Ale se acordó que él tenía que disculparse y hacer varias promesas que por fin mi nombre hizo presencia.

La pausa de la conversación empieza a ser bastante notoria. Sin embargo, luego de que se aclarara la garganta varias veces, Franco pronuncia un «lo siento» bastante seco. Ale intenta que elabore su disculpa, pero él se muestra displicente.

Cortan la llamada poco después y es claro que ellos dos pueden seguir siendo amigos, pero nosotros, hemos pasado a una relación extraña en la que no podemos ni hablarnos.

***

Tía Sonia llega para la hora de la comida como si hubiese una fiesta; su ropa, siempre elegante y ceñida al cuerpo la hace notar entre todos los que estamos en la sala.

—Hoy no es la fiesta, Sonia —le dice mamá en cuanto la ve.

—Este no es mi atuendo de fiesta —indica tía Sonia como si la estuviera insultando —. De todas formas, vengo a sacar a mi chica favorita a una pre-despedida de los veinte.

Arrugo el ceño al entender que se refiere a mí.

—Pre ¿qué? —pregunto con cierto recelo.

—De los veinte, cariñitito —avanza hasta que está cerca de mí —. Sólo una vez en la vida se tiene esa vitalidad y energía.

—Sonia, ¿estás intentando sonsacar a mi hija? —pregunta mamá con un tono serio.

—¡Claro! Contigo no pude, pero tengo esperanzas con Gise.

—¡Oye! ¡Yo también cumplo veintiuno en dos días! —alega mi hermana desde la cocina.

Gabi aparece un segundo después con una bandeja llena de panecillos y café. Estoy segura que mamá hoy no planeaba cocinar y Gabi siempre extraña los panes de su tierra. Eso le da una excusa para comer hasta saciarse.

—Lo sé, Gabi —dice Sonia como si no se le hubiera olvidado —. Pero ¿vendrías con nosotras? —su pregunta está cargada de escepticismo.

—¿Por qué no?

—Seguramente porque nunca has salido con tu hermana y conmigo —afirma tía Sonia alzando los hombros.

—Porque nunca me invitan —lloriquea Gabi haciendo un puchero.

—Bien. Puedes venir si quieres —acepta a regañadientes luego de darme una mirada de ayuda.

—¡Hey! Yo tengo veintiuno pero me apunto a todo lo que sea fiesta —dice mi prima con ánimo.

Tanto tía Sonia como Ale empiezan a bailar sin música atrayendo la atención del resto de la familia.

—¡Plan de chicas! —anuncia tía Sonia y mamá hace un gesto impaciente.

—Supongo que me apunto —dice mamá mirando su ropa. No está lista y ella lo sabe.

—¿No confías en mí?

—¿De verdad tengo que responder a esa pregunta? Tú me llevaste a un club de strippers para mi despedida de soltera aun cuando yo no quería. Y aún peor, contrataste uno para que viniera a mi casa en tu cumpleaños.

Papá aparece al lado de mamá.

Principessa, déjalas. Ellas deben divertirse hoy. Además, tendremos menos personas en la casa —dice mirándola con promesas.

Promesas que Aaron entiende y se levanta de inmediato.

—Iré donde mis amigos un rato —se despide al cruzar la puerta.

Después de eso, mi hermana, Ale y yo corremos a nuestros cuartos para alistarnos lo más rápido posible. Gabi se ve emocionada; mucho más de lo que anteriormente un plan con tía Sonia podía ilusionarla. Me agrada que haya cambiado esa actitud petulante que usaba con su propia familia.

Quince minutos después y varios montones de ropa encima de mi cama, salimos a encontrarnos con tía Sonia.

Doy un respiro de alivio cuando llegamos al lugar y no es un club de strippers —no es mi tipo de sitio y además, ella ya tiene una fama ganada —, sino una discoteca con estilo. Le mostramos al guardia nuestra identificación y nos deja entrar sin pagar porque es un día no-cover para mujeres.

Tengo que admitir que eso me alegra porque al no estar trabajando desde que salí del semestre, mis gastos ya casi van a sobrepasar mis ahorros.

Para nuestra sorpresa, tía Sonia tenía reservada una mesa adornada. Y como adición, un grupo de tres muchachos de nuestra edad sentados muy sugestivamente. No sé cómo hace para armar estos planes y mucho menos, si son contratados o si son amigos, pero ella siempre me sorprende.

—¿Los conoces? —le pregunto por encima del ruido de la disco.

El DJ está muy emocionado y el nivel de la música es tan alto que se tiene que gritar en el oído del otro.

—Sí, son pasantes... —lo dice alzando las cejas.

Los chicos se levantan para darnos la bienvenida a nuestra mesa. Son atractivos, por lo menos dos de ellos; ambos altos y sus parpados llenos de pestañas —se ven incluso más tupidas que las mías maquilladas —, por lo que infiero que son hermanos. Mientras que el otro es más bajo y corpulento. Lo único que lo hace resaltar, es su cabello liso y levantado, que lo hace ganar unos cuatro centímetros.

—¿Pensé que sólo ibas por mí?

—¿Lo dices porque hay tres chicos? —dice como si fuera extraño —. No quería que te sintieras presionada como si esto fuera una cita doble. Y yo siempre podría quedarme con dos —su sonrisa pícara sale a relucir.

Con esa respuesta me relajo. Ella siempre ha sido un poco loca pero es considerada con mi situación.

Cuando nos sentamos, cada uno se presenta. Los hermanos se llaman Jorge y Jaime, y el otro chico tiene un nombre muy viejo y por lo tanto se presenta como Gildo.

Gabi y Ale se muestran muy entusiasmadas con los hermanos, y son ellos los primeros en estrenar la pista de baile. Gildo saca a Sonia mostrándose muy caballeroso, y así me quedo sola en la mesa por varias canciones.

—Una chica tan linda no debería estar sentada sola.

Al voltear para seguir la voz, me encuentro con los ojos claros de Franco y pego un grito que no alarma a nadie por el volumen de la música.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto claramente asombrada.

—Estaba aquí con unos compañeros y te vi. Supuse que no fui muy asertivo en el momento de la disculpa. ¿Bailas? —me extiende la mano con la misma actitud cordial que siempre usaba conmigo antes que volviera Chris.

Alzo los hombros sin mucha convicción. Él toma mi mano y me guía hasta donde están las otras parejas. Nos movemos al ritmo lento sin mirarnos fijamente.

—Lamento mi reacción —dice acercándose a mi oído.

—Me asustaste —admito. Mi voz sale muy débil así que no creo que me haya escuchado.

—Lo sé. Lo lamento.

La canción termina y él se despide con una leve inclinación. Lo veo caminar sin voltear a mirar y siento que quizá podemos atravesar este pequeño episodio.

Por fortuna, Ale y su pareja vuelven a la mesa para no dejarme tanto tiempo sola. Estoy segura que no es algo random, ella va a preguntarme qué le dije a Franco.

Para mi sorpresa, se queda callada y me ofrece que baile con Jaime para que no me aburra. Acepto antes que cambie de opinión y le paso mi mano al chico.

La canción es más movida y gracias a que Jaime tiene mucha pericia en cuanto a liderar, me encuentro con el mejor baile que haya tenido en la vida. Doy vueltas, me muevo a la par, y siempre estoy sincronizada con él. Le doy una sonrisa, cuando una de las vueltas sale exactamente como debe y quedo sorprendida. El chico también sonríe y veo como sus ojos oscuros brillan de una manera peculiar. De esa que me indica que va a decir algo inapropiado.

—Eres muy linda.

Bueno... segunda vez en una noche... Nada mal.

—Gracias.

Bajo la mirada para que no crea que ha ganado terreno.

Ahora mismo preferiría estar bailando con Chris por muy buen bailarín que sea este chico. Y recibir cumplidos no le ayuda a mi añoranza porque quisiera que fuera él quien me los dijera.

La noche avanza y tía Sonia pide una botella de ron. No soy fan y la verdad es una bebida muy caliente. Baja por la garganta como si fueran llamas y pronto todas las extremidades se sienten diferentes; más vivas, más listas. Es una sensación que lleva a consumir más y al poco tiempo, no recordar nada de lo que pasará en la noche.

Y gracias, pero no.

Gabi, por su parte, acepta los tragos sin filtro, al igual que su pareja permanente, Jorge.

—¿Franco vino por ti? —pregunta Ale en un momento que no lo esperaba. Casi me da un ataque cardíaco porque ella gritó y la música ya había bajado.

—Dijo que estaba con unos compañeros.

El mohín de Ale me hace dudar.

—Pues lo vi irse solo... y después de que bailó contigo, no lo vi en la pista —me dice con cierto tono de descubrir una conspiración.

—No lo sé, no le puse cuidado.

—Agradece que yo sí. Y no lo vi con nadie.

Eso me pone nerviosa. Como si estuviera implicando que Franco nos siguió.

—Vino a disculparse, de nuevo.

La expresión de Ale me hace sentir como si eso fuera mentira.

—Estoy intentando ser su amiga... Lo has visto... Pero si me entero que tiene otras intenciones, es un italiano muerto —su puño se choca con su otra mano abierta.

—Lo sé. Eres mi guardiana.

—Awww —simula que la conmueve y luego se levanta para bailar con Gildo.

El estado de ebriedad de tía Sonia ya me empieza a preocupar. No solo porque ella es la encargada de nosotras, sino porque su vestido ajustado ya está menos abotonado. No sé si fue ella misma o si alguien lo ha hecho por ella.

Miro el reloj y veo que son las doce y media de la noche. No es exageradamente tarde pero hay algo que me dice que es mejor dar por terminada la velada. Sobre todo cuando Gildo vuelve y para sentarse, pasa su mano muy cerca de la abertura del vestido de Sonia. Y lo peor, ella no se queja.

—Nos vamos —ordeno a tía Sonia. Pero ella me mira sin comprender mis palabras.

Intenta responder pero alarga las silabas más de lo normal y niega fervientemente. Dice algo parecido a «la noche es joven». Yo sé que a ella le provoca cierto repelús que alguien le recuerde la edad, pero al estar por encima de los cincuenta, su tolerancia al alcohol y las fiestas ha desmejorado.

Y primero me dejo de llamar Giselle Egizi antes de que ella se vaya con Gildo.

Ale me apoya, pero Gabi no quiere dejar a su nuevo enamorado. Y no puedo dejar a mi hermana con un completo desconocido.

¿Qué se supone que debo hacer? 

Principessas...

Capítulo de viernes y con la esperanza que el próximo llega lleno de acción. 

Que tengan un buen fin de semana.

Abrazos...

Luza

Continue Reading

You'll Also Like

17.2K 1.2K 8
Un viaje a New York, un amor de la infancia, un cantante en problemas y el hermano de tu mejor amiga. La vida de Summer cambio en cinco minutos, ese...
69.1K 6.2K 63
Sus métodos de espantar a los hombres han mantenido a Melanie Grey a salvo de cualquier traición o decepción. Una estrategia que ha funcionado exitos...
4.8M 423K 79
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...
729K 84.2K 53
Libro 2 de la Bilogía "Te Amaré" Libro 1: Hasta el último de mis días. 4 años después del suceso, ya nada es como antes, hay amores nuevos, proble...