Fhender: La rebelión de los V...

By NicoAGarcia

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¡Sumérgete en el fascinante mundo de Fhender y déjate llevar por una aventura inolvidable! En esta apasionant... More

Video Promocional Fhender: La rebelión de los Vahianer
Booktrailer Fhender
Capítulo 1: Oportunidad (parte I)
Capítulo 1: Oportunidad (parte III)
Capítulo 1: Oportunidad (parte IV)
Capítulo 2: Algo inesperado (parte I)
Capítulo 2: Algo inesperado (parte II)
Capitulo 2: Algo inesperado (parte III)
Capítulo 3: Un túnel oscuro (parte I)
Capítulo 3: Un túnel oscuro (parte II)
Capítulo 3: Un túnel oscuro (parte III)
Capítulo 3: Un túnel oscuro (parte IV)
Capítulo 4: El plan (parte I)
Capítulo 4: El plan (parte II)
Capítulo 4: El plan (parte III)
Capítulo 5: Rapto (parte I)
Capítulo 5: Rapto (parte II)
Capítulo 5: Rapto (parte III)
¡IMPORTANTE!
Capítulo 6: La conmemoración (parte I)
Capítulo 6: La conmemoración (parte II)
Capítulo 6: La conmemoración (parte III)
Capítulo 6: La conmemoración (parte IV)
Capítulo 6: La conmemoración (parte V)
Capítulo 6: La conmemoración (parte VI)
Capítulo 6: La conmemoración (parte VII)
Capítulo 6: La conmemoración (parte VIII)
Capítulo 6: La conmemoración (parte IX)
Capítulo 6: La conmemoración (parte X)
Capítulo 7: Un nuevo rumbo (parte I)
Capítulo 7: Un nuevo rumbo (parte II)
Capítulo 7: Un nuevo rumbo (parte III)
Capítulo 7: Un nuevo rumbo (parte IV)
Capítulo 8: De comienzos y finales (parte I)
Capítulo 8: De comienzos y finales (parte II)
Capítulo 8: De comienzos y finales (parte III)
Capítulo 9: Amanecer (parte I)
Capítulo 9: Amanecer (parte II)
Capítulo 9: Amanecer (parte III)
Capítulo 9: Amanecer (parte IV)
Capítulo 10: Susurros (parte I)
Capítulo 10: Susurros (parte II)
Capítulo 10: Susurros (parte III)
Capítulo 10: Susurros (parte IV)
Capítulo 11: En camino (parte I)
Capítulo 11: En camino (parte II)
Capítulo 11: En camino (parte III)
Capítulo 11: En camino (parte IV)
Capítulo 12: Discordancia (parte I)
Capítulo 12: Discordancia (parte II)
Capítulo 12: Discordancia (parte III)
Capítulo 13: Los anónimos (parte I)
Capítulo 13: Los anónimos (parte II)
Capítulo 13: Los Anónimos (parte III)
Capítulo 13: Los Anónimos (parte IV)
Capítulo 13: Los Anónimos (parte V)
Capítulo 14: La rebelión
Capítulo 14: La rebelión (parte II)
Capítulo 14: La rebelión (parte III)
Capítulo 14: La rebelión (parte IV)
Capítulo 15: Del otro lado (parte I)
Capítulo 15: Del otro lado (parte II)
Capítulo 15: Del otro lado (parte III)
Capítulo 15: Del otro lado (parte IV)
Capítulo 15: Del otro lado (parte V)
Capítulo 15: Del otro lado (parte VI)
¡IMPORTANTE!
Capítulo 16: La espera (parte I)
Capítulo 16: La espera (parte II)
Capítulo 16: La espera (parte III)
Capítulo 16: La espera (parte IV)
Capítulo 17 (parte I)
Capítulo 17 (parte II)
Capítulo 17 (parte III)
Capítulo 17 (parte IV)
Capítulo 17 (parte V)
Capítulo 17 (parte VI)
Capítulo 17 (parte VII)
Capítulo 17 (parte VIII)
Capítulo 17 (parte IX)
Capítulo 17 (parte X)
Capítulo 17 (parte XI)
Capítulo 17 (parte XII)
Capítulo 17 (parte XIII)
Epílogo

Capítulo 1: Oportunidad (parte II)

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By NicoAGarcia

Milton fue directamente a la cocina a comer lo que fuera que había cocinado Toni, ya estaría frío y probablemente duro pero no comía desde el almuerzo y su panza se lo pedía.
Leo ya había comido y estaba allí charlando con Toni. Al ver que se acercaba Milton, se fue a su habitación.

—Pibe, encima que no te quiere nadie, ¿te peleas con tu amigo? —una pausa—. ¡Ja! Vos sí que sabés.

—No me jodás Toni, ¿Quedó algo para comer?

En otro momento, Milton hubiera dado batalla; pero ahora se sentía cansado, defraudado, enojado y con hambre. Quería comer y dormirse. Por lo tanto se limitó a tomar el plato que Toni de mala gana le ofrecía, buscó una mesa y se sentó. Mientras comía, empezó a recordar cómo se sintió antes de quedarse dormido, empezó a visualizar que era lo que había pasado antes de ese sueño extraño.

—Bueno, ¡hasta el lunes será! que tengas buena semana Toni —la voz inconfundible de Pía hizo que Milton se levantara de la mesa y rápidamente la fuera a buscar.

—Disculpa ya sé que no es la hora —dijo él titubeando-. Pero... ¿no podríamos adelantar la sesión del lunes?.

—Mil —decía mientras lo abrazaba—. Claro que sí, ¿cuándo querías?

—¿Ahora?

—Eh —confundida—. ¿En este momento? ¿Pasó algo?

—No. Bueno sí... ¿Podes?
Pía era la psicóloga del orfanato a quien Milton veía todos los lunes, era un espacio donde él se sentía cómodo y podía hablar fluidamente. Además, para él, Pía era dulce, se sentía acompañado por ella, observado y hasta a veces halagado. Era una persona con la que se olvidaba de todo y podía hablar dejándose llevar por el olor de su perfume.

—Bueno, haré una excepción —decía mientras esbozaba una sonrisa.

Los profesionales de la salud tenían en el orfanato una habitación que usaban como oficina. Pía iba muy seguido y no siempre a trabajar. A veces iba a visitar y solía formar ciertos vínculos, por lo cual era criticada; pero a ella no le importaba, sus convicciones eran fuertes y estaban claras. Si debía quedarse más tiempo o como en este caso atrasar su llegada a casa, no tenía problema en hacerlo.
Mientras caminaban hacia la habitación, Milton iba pensando en que decir y como decirlo, tenía miedo que lo crean loco o peor aún, que le digan que quería llamar la atención. Sabía que podía confiar en su psicóloga, pero siempre se preguntaba «¿Hasta dónde?».
Al sentarse Pía miró firmemente a Milton esperando una reacción, estaba claro que su comportamiento en el comedor había sido raro. Algo le pasaba, y ella tenía que averiguarlo.

—Bueno —comenzaba a divagar—. ¿Siempre me mirás así? O estoy haciendo algo mal...

No había respuestas. El silencio apretaba a Milton y cada vez más el miedo se apoderaba de él.

—Es que creo que esto no va a funcionar—hizo una pausa—. Perdón —decía mientras se levantaba como para retirarse.

Pía permanecía en esa posición sin perderle la mirada y sin emitir rasgo de emoción alguna. Milton caminó hasta la puerta de salida, tocó el picaporte y pensó «¿qué estoy haciendo?». Consecuentemente volvió a su silla disculpándose por tal actúar y empezó a contar desde su pelea con Leo, quizá no era muy importante pero él pensaba que ese había sido el inicio de sus pesares.
Pía tenía mucha experiencia con adolescentes y hacía muy bien su trabajo, así fue como supo ver que en realidad a Milton no le estaba preocupando su relación con Leo o con Jazmín.

—Y después de que se fue tu amiga ¿Qué hiciste?

—¿Yo? —nervioso—. Nada volví para cenar —hizo una pausa y rascó su cabello—. Creo que ya me siento mejor. Sí, ya me siento mejor —intentaba convencerse a si mismo.

—Milton, si querés irte podés. Pero sé que algo no anda bien. Algo te tiene preocupado y si no fuera grave, me lo contarías —se tomó un tiempo para pensar—. ¿Cómo era ese sueño?

Estaba sin palabras, él no recordaba haber hablado de ningún sueño ni tampoco haber mencionado la palabra. Poco a poco las imágenes del fuego le vinieron a la cabeza, empezó a sentir como si la habitación se hiciera cada vez mas chica y podía escuchar su propia respiración agitada. Un fuerte dolor de cabeza hizo que Milton se encorve y agarre su frente con sus dos manos.

—¿Estás bien?—preguntó la psicóloga asustada.

—No sé qué me pasa —su voz temblaba—. Me quedé dormido en el parque, en verdad creo que me desmayé. No podía dominar mi cuerpo, caí vencido al suelo. Pero eso no es lo peor, lo peor —tragaba saliva y suspiraba—. Soñé que algo se incendiaba, se destruía y era mí culpa. Después estaba él, que no se quien es, pero aparece en todos mis sueños últimamente.

—Tuviste una pesadilla —afirmaba.

—Pero los sueños empiezan a tener conexión, tengo miedo. ¿Me estaré volviendo loco?

Su psicóloga rió tiernamente. —Todos pensamos eso alguna vez. ¿Más tranquilo?

Milton afirmó con la cabeza, se sentía mejor, más liberado. Agradeció el tiempo a Pía, y se retiró. Necesitaba dormir todo este tema lo tenía mal, «encima tengo que estudiar».

Milton amaneció con buen humor a pesar de lo sucedido, quería desprenderse de las cargas negativas que estaba teniendo y que había vivido. Por eso, se dispuso a aprovechar su fin de semana en su lugar secreto, un lugar al que solo él sabía llegar e iba cuando sentía que el mundo no lo entendía, que tenía a todos en su contra, algo que era muy habitual en él.
Mientras se vestía pensaba «¿no debería preguntarle a Leo como le fue con la familia?». Pero rápidamente se convencía de que era inútil hacerlo, «si tiene algo para contarme lo hará. Además, él no me preguntó como estoy yo».
Un ruido despabiló a Leo, preguntando quien estaba allí, pero nadie le respondió.
Milton agarró su libro y cerró la puerta de la habitación.

Seguía enojado con su amigo, pensaba que quizá su relación nunca volvería a ser la misma. Además creía que él le había llenado la cabeza a Jazmín para que esté de su lado y eso era imperdonable según Milton.

Llegando a la cocina sintió su nombre, alguien lo llamaba, no tenía ganas de dar explicaciones, sólo comer e irse a leer. En principio ignoró el llamado, pero al sentarse en el comedor el llamado se intensifico y tuvo que voltear.

—Milton, te estaba llamando casi desde que saliste de tu habitación —decía Pía mientras se acomodaba a su lado—. ¿Estás bien?

—Sí. En verdad, estoy muy bien, creo que hoy va a ser un gran día —sorprendentemente, él no mentía, se sentía cargado de una gran positividad y la trasmitía al hablar.

—Bueno, me alegro. Realmente me alegro porque tengo buenas noticias —hizo una pausa. Ella sabía que para hablar del tema tenía que tener mucho tacto—. Hoy, mientras vos dormías, vino la familia Clemente interesada en un adolescente. Me asegure bien de que los rasgos de ambos coincidan con los de personas sanas y todo está bien. Demuestran ser muy afectivos y por lo que me contaron, quieren un hijo adolescente porque son adultos y entienden el proceso de la niñez como algo que ellos ahora no podrían soportar —suspiró como si hubiera corrido una maratón—. ¿Qué opinás?

Pía tenía la certeza de que a Milton no le iba a gustar la idea, pero que con el pasar de los días, iba a cambiar su opinión y más, sabiendo que Leo en poco tiempo siguiente se iría.

—Me encanta. ¿A qué hora tengo la entrevista?

Había quedado boquiabierta. —La vedad es... que no programe ninguna cita con vos, hoy vienen ellos a hacer una segunda evaluación conmigo. Si querés, al terminar, los podés conocer. ¿Qué te parece?

—Sí, buenísimo —decía con una sonrisa en su rostro—. ¿A qué hora?

—Vení a las 8 p.m , para esa hora ya habremos terminado. Hay algo más, que quizá no te guste pero tengo que decírtelo —tomó aliento—. Ellos son...

—¿Son qué?

—Son dos hombres... Una pareja de dos hombres.
Milton quedó sorprendido y sin palabras, no por que fueran dos hombres, sino por el hecho de que su psicóloga lo considerara como algo negativo.

—Sigo sin entender cuál es el problema.

—No hay ningún problema, solamente te lo tenía que decir para que no te llevaras sorpresas.

—Buenísimo —dijo Milton ya queriendo terminar la conversación—. Entonces nos vemos a las 8 p.m.

La psicóloga lo saludó y se fue a hacer sus cosas. Milton no podía evitar pensar, que quizá todo estaba por cambiar, todo iba a ser mejor, era incapaz de sacar la sonrisa de su rostro.

—Toni —le decía mientras se acercaba a la cocina—. ¿Hay alguna fruta?

—Para vos no ¡ja!

—Hoy, no me vas a arruinar el día—decía mientras agarraba una manzana—. Es más, que tengas un buen día.

Dejó sorprendido a Toni que estaba acostumbrado a molestar a los "bichos feos", como él los llamaba. Atónito no tuvo más opción que mirar al suelo y seguir haciendo sus tareas.
Milton emprendió camino con su manzana y su libro.

Su lugar secreto, era una casa antigua a la que le habían demolido la mayor parte de las habitaciones y para ir había que atravesar el parque.
Al estar cerca del mismo y en un segundo piso, podías ver y disfrutar la naturaleza, así como a las personas que estaban allí.
La demolición había arrancado hace mucho ya, de hecho cuando encontró el lugar estaban arrancando a demoler. Pero no lo terminaron, lo dejaron así, «como todo» pensaba Milton. Para lograr entrar, tenías que escalar entre los escombro, y dar algunos saltos, por eso, el nunca llevaba mucho peso.

«Que idiota Pía» pensaba mientras luchaba para llegar a su lugar. Quizá era un adolescente y le faltaba mucho por entender pero era muy hábil para encontrar en las personas prejuicios, siempre intentaba combatirlos. Después de todo él decía "soy negro y huérfano, si yo no estoy en contra de la discriminación, ¿Quién?"
"Fantasía de la Montaña" se llamaba el libro que había traído para leer. Esta novela lo hacía volar y olvidarse de sus problemas o sus peleas. «¿Le hablo a Jaz para pedirle perdón?», no tenía ganas de pensar por lo tanto se dispuso a leer.
Mientras iba leyendo como Ivon, el personaje principal estaba por llegar al valle donde se desataría una batalla, pensaba en que siempre los personajes principales eran como Ivon, rubios, blancos, altos, inteligentes y sin ninguna falla, siempre con la respuesta. Esto lo desalentaba. Le cansaban las historias que siempre jugaban el mismo tipo de personaje principal, pero igual lo quería terminar porque le faltaba poco para el final. Sintió un ruido raro que lo hizo correr la vista del libro y al volver Ivon había desaparecido, se encontraba leyendo una especie de pasaje bíblico y no entendía que había pasado, pero igual, lo leyó.

Vinieron de la luz, y se fueron en la luz. Dejaron a sus dos hijos al cuidado del Etel y Enal. El primer mundo en ser habitado, antes que eso, oscuridad. Los creadores hicieron el Etel y Enal, también plantaron dos árboles, Pseu, el árbol de la vida, el que daría a este mundo, a estas dos regiones, seres que las habiten, de distintas formas, de distintos tamaños, colores, habilidades, entre ellas, la forma de vida más perfecta, el ser humano. El segundo árbol, Mytri, que al florecer, daría a determinados seres, la capacidad de usar la magia, convirtiéndolos en seres mágicos, dotados de responsabilidad.
Así el mundo empezó a gestarse, existiendo seres mágicos de distintas razas, que utilizarían su poder para crear escuelas donde enseñarían sus dones, para capacitar a los bendecidos con la esencia mágica que expulsaban las esferas de Mytri.
Los creadores intervinieron en el proceso, marcaron los límites, y establecieron las pautas de lo que estaba bien y lo que estaba mal, castigando al malvado con el peor de los castigos, el encierro.

Nunca se supo de donde vinieron los creadores, ni a donde se fueron.

Al leer esto Milton no entendía donde habían quedado Ivon, sus guerreros, el valle y demás. Esto que estaba leyendo parecía no encajar con la historia. Pero sentía la necesidad de seguir, sin preguntarse demasiado.

Con el pasar del tiempo, los creadores se dieron cuenta, que habían razas, que eran más agresivas que otras y que por su naturaleza imponían su voluntad, eran dominantes. En un principio los creadores dejaron que esto ocurra, creyeron que la naturaleza sería sabia; pero el resultado de este accionar fueron muertes, batallas, guerras. La reproducción de las razas dominantes fue cada vez mayor, al igual que su poderío en Etel y Enal. Los creadores creían haber perdido el control. Pero había una esperanza. La creación más perfecta, la única capaz de sentir amor y empatía, la raza humana, también, la más débil, en este mundo. Esta raza no soportaría mucho tiempo y quedaría extinta con el pasar de los años. Por lo tanto, Rigal el creador y Taniel la creadora, formaron el segundo mundo, el mundo donde los humanos y las humanas podrían vivir en paz, desarrollar sus habilidades intelectuales, progresar, crear, expandir su cultura y estar alejados de las guerras. Así fue, como dieron a elegir a los humanos irse a este nuevo mundo y abandonar el Etel y Enal para siempre. Muchos aceptaron, otros no.
Después de esto, a los creadores se los cuestionó duramente, las otras razas se sintieron apartadas y tomaron un gran odio hacia la raza humana y hacia los creadores, empezando así los planes conspirativos para derrocarlos.
Poco a poco la imagen de quienes en un momento habían sido dioses, fue tornándose más oscura y sin más, decidieron irse, heredándole a sus hijos sus nombres y sus esferas de poder y dejándoles una tarea clara, restablecer la paz. También les impusieron un mandato, cuidar a Pseu y a Mytri.

Milton levantó su mirada mientras terminaba de leer, no entendía mucho, recordaba esos nombres, pero no sabía bien de donde. «¿Qué es esto?» se preguntaba, pero las respuestas no le llegarían en ese momento. Pronto recordó que Taniel era el nombre de su sueño «me estaré obsesionando con mi pesadilla» pensó. Volvió la vista al libro para ver si no encontraba alguna relación con su sueño y se encontró leyendo nuevamente la aventura de Ivon. Como era posible se preguntaba, «si acabo de leerlo», revisaba las páginas y nada aparecía. Milton tendría otra experiencia para charlar con su psicóloga.
En ese mismo momento, se dio cuenta que estaba oscureciendo, y quería estar bien vestido y a horario para recibir a su posible nueva familia. Miro el reloj, eran las 7 p.m, estaba a tiempo.


                                                                                                                                      NicoAGarcía

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