Peligro. |TERMINADA|

By V_0702

17.1K 1K 156

"-Eres especial, Kacey. -Su dedo recorrió el camino que mi vena palpitante hacía. -Por aquí corre algo muy es... More

Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Epílogo.
Agradecimientos.

Capítulo 30.

227 11 12
By V_0702

Zed me siguió hasta mi habitación y se quedó cerca mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas, intentando consolarme con palabras ya que no estaba seguro de acercarse.

–Kacey, él no te merece.

Me limpié las mejillas, no quería seguir llorando. –¿A qué te refieres con eso?

–A lo que hizo, él no debió hacerlo. –Quise reír por sus palabras. –No hay justificación para lo que hizo, pero se que te ama.

–No te entiendo.

–¿Por qué?

–Dices que no me merece, pero me aseguras que me ama. –Lo miré. –¿No sería más lógico decir lo contrario?

–Quizás, pero no mentiré por conveniencia, no es así como deseo que pasen las cosas.

Se acercó hasta sentarse a mi lado en la cama, dejando una distancia prudente.

–Zed...

Negó, despacio. –Esa noche, en el lago, cuando me besaste porque te lo pedí, en verdad deseaba...

La puerta se abrió de golpe, dejando a medias la confesión que estaba por hacer. Creí que así era mejor.

–Repite la mierda que acabas de decir.

–Abraham.

Zed me tomó de la mano para que no interfiriera, lo miré buscando una explicación, pero no la obtuve.

–¡Te hablo!

–Calmate de una vez. –Ordenó. –Si quieres hablar de esto tendrás que hacerlo.

–¿¡Cómo mierda me pides que me calme después de lo que acabo de escuchar!?

–No es lo que estás pensando, al menos no completamente.

Se acercó demasiado rápido para mí, lo tomó por la camisa, encarándolo.

–¡Abraham, tranquilízate!

–Venía a hablar contigo, quería pedirte perdón pero... ¡lo besaste, mierda!

–¡Que no fue así! –Zed lo empujó por los hombros, haciendo que lo soltara. –¡Escúchame!

Abraham no se contuvo, le soltó un puñetazo que fue a parar directo a su rostro, grité debido al ruido sordo que provocó al usar demasiada fuerza.

Pronto Zed se recompuso y le devolvió el golpe con la misma fuerza, así ambos comenzaron a golpearse frente a mí sin que yo pudiera interferir.

El sonido de sus golpes me asustaba, no quería que ninguno de los dos saliera gravemente herido por un estúpido mal entendido, todo empeoró cuando las paredes y el piso comenzaron a teñirse de pequeñas gotas rojas.

–¡Dejen de pelear de una maldita vez!

A pesar de mis gritos e intentos por separarlos, no se detenían. Pensé incluso en acercarme pero sabía que podía resultar herida y no quería agregar más dolores a mi cuerpo, ni hacer que se sintieran culpables por ello.

Llegó un punto en el que Zed estrelló a Abraham contra la pared, dejando un hoyo en esta.

–¡Te estoy diciendo que te calmes! –Le gritó a la cara, aún cuando Abraham sólo intentaba seguir golpeándolo. –¡No es lo que estás pensando!

–¡La besaste!

Volvió a estrellarlo, escuché el crujido de lo que parecían ser huesos. –Puedo entender que creas eso de mí, ¡pero ella no es igual que tú!

Se quedaron callados después de ese grito, entonces apareció Mike, demasiado tranquilo, como si esto fuera cosa de todos los días.

–Sueltalo ya, Zed.

Tras él, entró Ethan. –Lo menos inteligente que podían hacer ya lo hicieron, ¿pueden parar de una vez?

–Escúchame bien, Abraham, porque no volveré a repetirlo. –Lo soltó, alejándose un paso para evitar que el de cabello oscuro volviera a atacarlo. –Pude haberlo intentado, pude haberla besado incluso, pero ella me hubiera rechazado por ti. Puedes desconfiar de mí todo lo que quieras, pero eres un imbécil si crees que ella te hubiera engañado como lo hiciste tú.

–Zed. –Advirtió Ethan.

–Ya da igual, hermano, no es algo que quiera seguir ocultando.

–¿Cómo pudiste? –Exigió, quizás un poco más tranquilo, pero no del todo.

Zed se sentó en la cama y me miró. –No lo planeé, ni la elegí. Cuando me di cuenta, ya no había nada que hacer, pensaba conformarme con el cariño que ya había, pero terminé queriendo más.

–Esto no está bien. –Anunció Ethan, cruzado de brazos. –Es mejor que paren de una vez.

–Tu hermano tiene razón, Zed, es mejor que no sigas hablando.

Abraham negó, mirando con los puños cerrados a Zed, quien los ignoraba por mirarme.

–Siento haber peleado con él por una estúpida mala elección de palabras, Kacey.

–Está bien. –Respondí luego de algunos segundos. –Pero no vuelvan a hacerlo, no conmigo en medio de todo.

–¿Esperas que me quede tranquilo con esto? ¿Que permita que estés cerca de ella como si nada?

–Es que tú no eres quién para decidir eso.

–Abraham, eso lo decido yo. –Tuve que secundar a Zed, porque esa actitud posesiva comenzaba a cansarme. –No soy tu propiedad, yo soy la única que puede decidir si seguir teniendo a Zed cerca o no, y la respuesta es sí. Siempre es sí.

–Kacey...

–Nada, Abraham, después de lo que pasó, ya no hay nada.

–Tienen que hablar, así que si es lo que quieres, me iré para que lo hagan.

Asentí, agradeciendo en silencio por todo, sabiendo que también tenía que hablar con él. –Te veré más tarde.

Acarició mi mejilla un segundo, y se marchó. Ethan lo siguió inmediatamente, alcancé a escuchar que le reclamaba por sus acciones, a esos reclamos se unió Mike.

–No es lo que parece. –Inició, lento. –Deja que te explique.

–¿Ah, no? La besaste, Abraham.

–¡Pero no significa nada!

–Para mí sí, me engañaste.

–Estaba mal. –Se defendió en un murmullo, aún cuando no había manera de defenderse.

–¿Y eso qué demonios tiene que ver?

–Ella estaba ahí. –Agachó la mirada, sintiéndose derrotado. –Ambos estábamos heridos.

–Es increíble que digas eso. –Me crucé de brazos, conteniendo las lágrimas. –Por una estúpida pelea me engañaste, pero cuando yo estuve mal por la muerte de Nick, por lo que pasó en casa, ¡tuve a los chicos cerca siempre y no te engañé!

–¡Nunca quise hacerlo! –Gritó de pronto, mirándome. –Pero sentí como si me sacaras de tu vida cuando intentaba ayudarte, ¡incluso Zed puede tocarte sin que huyas!

–¿Estás diciendo que es mi culpa?

–No, no, Kacey, no me malinterprete.

Negué al borde del llanto, tuve que enterrarme las uñas en la palma para contenerlo. –No, Abraham, quien falló fuiste tú.

–¡Y lo siento!

–¡Las cosas no se arreglan sólo con sentirlo! No tienes idea de lo mucho que me dolió verte con ella después de todo lo que hemos pasado sólo por estar juntos.

–Nunca quise hacerte daño, te amo, Kacey, en verdad te amo.

–Vete.

–Kacey...

–Vete. –Repetí, sin mirarlo. –No quiero seguirte escuchando.

–No me iré hasta que escuches todo lo que tengo que decir.

–No quiero.

–Escúchame, por favor.

Negué, cansada. –No quiero hacerlo, Abraham, no quiero que sigas dándome explicaciones, déjalo así.

–¡Es que no quiero dejarlo así!

–Detente, por favor, esto me está haciendo daño.

–No me digas eso.

Vi sus lágrimas comenzar a derramarse, y me dolió. Sé que no soy la única que sufre con todo esto, pero lo mejor que podemos hacer ahora es separarnos y pensar con la cabeza fría las cosas. Seguir así, en este estado, solo hará que nos hagamos más daño.

–No voy a mentirte.

–Hazlo. –Susurró, parecía que había perdido toda la energía de repente. –Hazlo, prefiero mil veces eso, ilusionarme, antes de aceptar que te he perdido.

–No puedes vivir de mentiras, eso no es vivir.

–Entonces no quiero vivir. No quiero esta vida si te pierdo.

–Abraham. –Le llamé en un tono de advertencia por lo que estaba insinuando.

–Por favor, escúchame.

–No. –No puedo seguir reteniendo las lágrimas, quiero que se marche.

–Te necesito.

–¡No, detente, deja de hablar ya!

–¿Pero por qué? ¿Por qué no puedo decirte lo mucho que lo siento?

Dejé que las lágrimas se derramaran, sin fuerzas para seguir reteniéndolas. –Porque se que si te escucho me convencerás y te perdonaré y no quiero hacerlo. No quiero perdonarte.

–Te necesito. –Repitió. –La única razón por la que sigo adelante eres tú, Kacey, no puedo explicarlo con palabras, pero así ha sido desde que acepte convertirme. Nunca quise hacerte daño, lo único que quiero es amarte y entregarte todo lo que tengo, lo que soy.

–Por favor, no sigas. –Nada bueno saldrá de esto, lo sé.

–Cuando escuché lo que dijo Zed, creí que te había perdido. –Caminó hasta arrodillarse frente a mí, no quería que siguiera acercándose mientras peleábamos. –Quizás perdí el control, pero me dolió.

–No quisiste escucharnos, todo fue un mal entendido.

Asintió. –Sólo, déjame arreglarlo.

Negué. –Vete, Abraham, después hablaremos. Ahora nada bueno saldrá de esto.

Negó, casi con desespero. –Kacey, perdóname.

Sus manos se cerraron al rededor de mis muñecas, cerré los ojos por inercia, sintiendo como el corazón me latía con fuerza. Las costillas me dolieron.

–Suéltame. –Tiré de mis manos, pero no lo hizo. –Por favor, suéltame.

No lo hizo, no me escuchó. Lo sentí acercarse y lloré, lloré al sentir sus labios sobre los míos, por no poder aceptarlo, por recordar al infeliz de máscara de payaso.

Era lo único que se repetía en mi cabeza una y otra vez mientras me sentía incapaz de moverme. Terminó por recargar su frente sobre la mía, justo como hizo él.

Inevitablemente me recordó a él.

–Kacey, vuelve a amarme.

–¡Sueltame!

Lo sentí alejarse, entonces escuché su voz, hablándome en un murmullo. –Está bien, Kacey, todo está bien.

Abrí los ojos, su color selva inspeccionó mi rostro, preocupado.

–Dejanos hablar, Zed, no tienes nada que hacer aquí.

–Es mejor que te vayas.

–¡Tú no me dirás que hacer!

Lo miró por encima del hombro antes de erguirse para encararlo. –No creas que porque Jacob no ha llegado podrás hacer lo que quieras, no voy a permitirlo.

–Este no es tu problema. –Avanzó un paso, estaba dispuesto a volver a pelear con él. Lo sé por su postura. –¡Largate ya!

Zed negó, intentando mantenerse tranquilo. Al parecer él si comprendió lo que dije antes.

–¿Por qué te esfuerzas en entrometerte? ¡Ella no va a amarte!

Colmó su paciencia con eso. –¡Yo sí voy a cuidarla! No me importa si también tengo que hacerlo de ti.

Tomé su mano. –No peleen de nuevo, por favor, estoy cansada de esto.

Zed me tomó también de la mano. –Lo sé, y lo lamento.

–¿Así va a terminar todo? –Me miró, ya no estaba a la defensiva, ahora parecía abatido.

–¡Terminó cuando no quisiste escucharme, cuando me besaste sin importarte lo que sentía!

Papá entró al segundo, por su expresión supe que ya lo habían puesto al tanto de las cosas.

–Salgan de aquí ahora mismo. –Ordenó.

Zed se giró a mirarme, besó mi mano y luego mi frente. No iba a negarse a lo que acababa de ordenar Jacob. –Estaré cerca por cualquier cosa, ¿de acuerdo?

Asentí, limpiándome las mejillas. –Gracias por todo, Zedy.

Sonrió un poco, antes de marcharse se disculpó con papá, este se relajó después de eso.

–Abraham, tú también.

–Jacob...

–Hablaremos después, ahora sólo quiero que me dejes a solas con Kacey.

–Por favor, no quiero perderla.

–Te dije que hablaríamos después. –Lo miré. –Porque sabía que nada bueno saldría de esto, y ve lo que pasó... No quiero seguir escuchándote, peleando, Abraham, no quiero que el cariño que nos tenemos se pierda por el daño que nos estamos haciendo.

Mordió su labio y asintió, caminó a la salida con la cabeza gacha, entonces susurró una disculpa y se marchó. Por la ventana, lo vi correr hacía el bosque.

–¿Estás bien?

Negué, el corazón me dolía. Estaba cansada de soportar el llanto, de contenerme.

–¿Por qué me duele tanto?

Me abrazó con cuidado. –A veces las parejas pelean, y aunque no está bien, se hacen daño, pero no es intencional.

–¿Por qué tenía que pasar esto? Yo quería solucionar las cosas con Abraham, no ir a peor...

–Si se aman de verdad superarán esto, pero asegurate de saber cuando, por más amor que exista, ya no sea sano.

Me llevé la mano al corazón, latió con dolor bajo mi palma. –¿A qué te refieres?

–Hay veces en las que estar con una persona nos hace más daño que bien, y muchas veces nos aferramos por amor, pero el amor no siempre lo soluciona todo.

Lo entendía, pero pensar en esa posibilidad me estrujó el corazón.

A veces el amor no es suficiente.

Continue Reading

You'll Also Like

708 168 53
Siempre me dijeron que en la vida existen blancos y negros, toda la vida me fueron enseñaron sobre el yin y el yang, lo bueno entre lo malo y lo malo...
770K 51.5K 29
Versión sin corregir disponible en Wattpad por tiempo limitado. Ellie Hamilton posee todos los bienes materiales que su posición económica puede ofre...
32.6K 3.1K 56
¿Qué pasaría si Carlisle tuviera una hija cuando era humano y si esa hija tuviera el poder de manipular el tiempo? ¿Y si esa misma hija, Crystal Cull...
1.7M 111K 92
La chica buena Camille Lombrad, no bebe, no se mete en líos y trabaja muy duro. Cree que ha enterrado su oscuro pasado pero poco a poco va a hacer má...