Capítulo 9.

426 36 0
                                    

–Zed. –Sentía el corazón en la garganta, aunque fuera imposible. Está latiendo con fuerza contra mi pecho, tanto que creo que de verdad en algún momento se saldrá de ahí.

–Hey, Kacey. –Sonrió.

Perfecto. Parece estar de buenas, un buen pronóstico para mí, no deseo morir hoy.

–¿Podemos hablar? –Directo, al mal paso darle prisa, ¿qué no? Aunque se trate de un suicidio.

Me miró confundido. –Sí, ¿de qué? ¿Pasa algo?

–¿Me prometes que me dirás la verdad? –Ya debía saber que era algo serio, frunció el entrecejo al escucharme. –Aunque duela.

Su mirada viajó a mi cuello cuando trague saliva y luego me miró preocupado. Estoy segura de que escucha como mi corazón late desbocado contra mi pecho.

–Lo prometo. –Respondió en un susurro, claramente intranquilo. –¿Quieres hablar aquí o en mi habitación?

–En tu habitación está bien.

No se si alguien más está enterado de esto y prefiero evitar que se enteren por mí mientras hablo con él, podría armarse un escándalo que termine por sacarlo de sus cabales. No quiero eso.

–¡Mujer, pero que atrevida! –Su voz sonó como aquellas señoras que pasan su día a día dentro de las iglesias juzgando a las personas. –¡Ve a confesarte, ahora!

Me tomó tan desprevenida el comentario que me hizo reír con ganas y olvidar por un momento la razón de mi plática con él, pero aquello lo hizo estar más relajado mientras subíamos a su habitación.

Es la primera vez que entro, las paredes están pintadas de color verde militar, muebles color azabache, cosa que no me sorprende por su increíble actitud de "chico malo" amante del color negro.

Se tendió en la cama y yo me senté a su lado, mirándolo sin saber cómo empezar.

–¿Me has mentido? –Ser tan directa a veces podría ser mi peor defecto.

–¿Qué? ¡Claro que no! –Se sentó de golpe y me miró serio. –Jamás te mentiría, no a ti, Kacey.

Sonreí para mis adentros pensando que aquello era un buen comienzo. Es decir, no gritó ni tuvo una mala reacción a pesar de mi poco tacto. Vamos bien.

–¿Entonces por qué asesinas gente?

–Kacey, cariño, es nuestra naturaleza.

Y ahí está el Zed que conozco, sonriendo divertido, hasta arrogante, el Zed engreído y gracioso.

Aunque debo admitir que me dolió su mentira, el hecho de que fuera capaz de jurarme que nunca me mentiría mientras lo hace mirándome a los ojos.

–Me refiero a matar por gusto. –Susurré analizando su rostro. –Con armas, no con garras.

Entonces todo aquel buen camino recorrido dio un retroceso cuando su sonrisa divertida desapareció conforme analizó mis palabras. No pude evitar asustarme.

Se levantó de la cama y se plantó frente a mí con la mirada oscurecida que tuvo durante una milésima de segundo un destello de tristeza. Su respiración se había descontrolado junto a él, haciendo que su pecho subiera y bajara a causa de sus emociones. No sabía que esperar, pero pensaba lo peor.

–¿Cómo lo sabes? ¿Quién te dijo? –Su voz, a pesar de ser baja, lanzó alarmas a todo mi cuerpo causando que me levantara de un salto y me alejara de él lo más posible, pensando en como calmarlo, o en todo caso, huir. –¿¡Quién te dijo!?

Peligro. |TERMINADA|Where stories live. Discover now