Play with fire. [La Casa de P...

By VickyAri29

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Una regla, solo una regla fue la que el profesor le había pedido respetar, una y nada más, parecía sencillo... More

Sinopsis.
Capitulo 1: Rehen.
Capitulo 2: Numero 68.
Capitulo 3: Crimen y castigo.
Capitulo 4: Culpas.
Capítulo 5: Sangre derramada.
Capitulo 6: Sentimiento de traicion.
Capitulo 7: Rompiendo reglas.
Capitulo 9: Fugaz.
Capitulo 10: Malheridos.
Capítulo 11: Punto límite.
Capítulo 12: Control de daños.
Capítulo 13: Pasado.
Capitulo 14: Explosivo.
Capitulo 15: Perdida de control.
1k, y el especial.
Recuerdo: Al límite de las reglas.
Capítulo 16: Hasta el final.
Capitulo 17: Perdida.
Capítulo 18: Fachada de cristal.
Capitulo 19: Dolor.
Capitulo 20: Amor.
Capitulo Final : [Parte1].
Capítulo Final: [Parte 2].
¿Aviso?
Aviso importante.

Capitulo 8: Desahuciado.

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By VickyAri29


Al llegar al lugar donde el teléfono estaba, vio a Tokio y Helsinki, que los fragmentos de la cámara a la que Samara había disparado ya no estaban, y que ninguna había tomado su lugar todavía, por lo que aún el profesor no podia verlos.

-¿Que pasa?.

-Berlín, es el momento de activar el plan Valencia.-Le dijo el profesor en cuanto contestó, y Berlín tomó una respiración antes de volverse hacia los demás en la habitación.

-Muy bien, queda activado en este mismo momento el plan Valencia. Vayan adelantándose, enseguida voy.-Les informó a Helsinki y Tokio, quienes prepararon rápidamente las armas.-Quiero saber profesor, ¿Que pretendías exactamente con aquella regla que le diste a Samara?.-Preguntó Berlín una vez que la puerta se cerró tras la salida de Tokio, bastante interesado en aquello que parecía estarle ocultando el profesor.

-Temía que la empujaras de vuelta a esa vida que dejó atrás, eres malo para ella, Berlín.-Terminó por decir al cabo de unos minutos en un sepulcral silencio.-Ella es buena.

-Ya entiendo, querías que fuera tu dulce y buena enfermera, cuando es mucho más, Pero no es tan buena como quisieras, ¿Verdad?, ese fue el problema, no pudiste aceptar que no lo es, no querías aceptar que se parece a mi.-Aseguró el contrario hacia el teléfono, una pequeña sonrisa molesta apareciendo en su boca.-Pero esa es la diferencia entre tu y yo, profesor, a mi me gusta exactamente como es, no pienso intentar cambiarla.

-Berlín, esa regla, tu...-Intentó decir, sin embargo Berlín lo interrumpió antes de dejarle terminar.

-No, profesor, aquí no te equivoques, que la única razón por la que tu regla existía era por que ella así lo quería, y no creo que las cosas te resultaran, recuerda que si alguien la empujó al fondo y de vuelta a ser lo que tu no querías que fuera, has sido tu, no yo.-Colgó bruscamente, dándose la vuelta y saliendo al pasillo.

-¿Puedes decirme, como fue que esto paso?.-Preguntó la muchacha de los ojos azules al estudiante, limpiando con un poco de alcohol el corte en la palma de su mano, al pasar por el pasillo, Berlín deteniéndose al escuchar su voz, viendo de reojo a ambos en el baño.

-Soy muy torpe, tome mal la máquina que ese señor, Moscu, me dio...-Respondió el muchacho, posando sus ojos en ella al sonreír.-...Aunque quizás sólo quería un momento a solas contigo.

Ante sus palabras, tanto Berlín como Samara fruncieron el ceño, la pelinegra tomando una venda, y rodeando su mano con delicadeza, cubriendo el corte para permitirle sanar, entonces suspirando y alzando la mirada.

-Si sabes que soy mayor que tu, ¿No?.-Preguntó con calma, con lentitud, como si tuviera cinco años en lugar de dieciocho.

-¿Eso importa?.

-Claro, que a mi me gustan los hombres, no los niños.-Respondió sonriendo falsamente, entonces tomando las cosas y guardándolas, dándose la vuelta hacia la puerta, siendo detenida por una mano en su brazo, y otra que rodeó su cintura, atrayendola hasta el cuerpo del menor, poniéndose tensa, ante el silencio, Berlín dirigiendoles una mirada, su molestia con el menor solo creciendo al verlo tocarla, por que nadie más que el tenía permitido tocarle.

-Yo podría mostrarte lo hombre que soy.-Murmuró inclinándose cerca de su rostro, y dejando las cosas a un lado, y tomándolo del mono rojo, Samara lo empujó contra los lavabos del baño con fuerza, provocandole un pequeño quejido de dolor al impactar contra la porcelana.

-Mira niño, que cuando una mujer dice no, es no, atrévete a tocarme sin mi permiso de nuevo, y voy a tirarte esos lindos dientecitos de un puñetazo, ¿Quedamos claros?.-Preguntó fríamente, apretando sus manos en torno a la tela en su poder, y ante su seria expresión, el menor asintió, entonces ella retrocediendo, soltandolo con brusquedad.

-Señorita Benavidez, necesitaba hablar con usted, tu vuelve con los rehenes...-Interrumpió Berlin en el lugar, y el bajó la mirada, y salió rápidamente del baño, entonces Berlín cerrando la puerta, acercándose a Samara.-¿Estas bien?.

-Se cuidarme sola, Berlín.-Respondió provocandole una sonrisa, arreglandose el mono rojo que ahora ya seco volvía a usar.-¿Para que te llamaba el profesor?.

-El plan Valencia.

-Sería bueno que fuera con los rehenes enfermos entonces, no vaya a ser que alguno tenga un ataque de ansiedad al escuchar los disparos.-Asintió la muchacha, tomando las cosas que habia usado para curar la mano del menor, entonces sintiendo las manos de Berlín sobre su cintura, y su respiración contra su cuello, su corazón saltándose un latido.-Berlín...-Murmuró, en voz baja, intentando detenerlo aunque el que el la tocara no le desagradara en lo absoluto a diferencia de los demás, entonces dándose la vuelta.-...Tenemos cosas que hacer.

-Ya se.-Se acercó a su boca, y ella se echó para atrás, sin dejarle besarla, mirándolo fijamente un instante.

-Pero, te veré esta noche...-Musitó, casi prometiendolo, y el asintió, tomando sus labios unos segundos, ella soltando un quejido y alejándose cuando se acercó más, y sintió una pequeña molestia en su costado.-...Me estas enterrando el arma.

-No es el arma, muñeca....-Le aseguró, murmurando en su oído, bromeando con ella en un bajo tono, y ella soltó una pequeña risa, empujandolo, y mirando el arma que llevaba colgada en el hombro y que al inclinarse cerca, presionaba en sus costillas, Berlín sonriendole con diversión al alejarse y acercarse a la puerta.-Te veo a la noche.

-Hasta entonces.-Asintió ella, y lo vio irse, entonces tomando una respiración y dirigiéndose hasta el lugar donde estaban aquellos rehenes enfermos, explicándoles rápidamente que los atracadores le habían informado que comenzarían a disparar, y que se escucharian disparos, y que no se preocuparan, por que no le dispararian a ninguno de los rehenes mientras Tokio, Helsinki, y Berlín se preparaban igual que las rehenes bajo las órdenes de Nairobi.

-¡Fuego!.

Berlín dio la orden, y con ella comenzó la lluvia de balas, sus armas disparando una y otra vez, acompañados de los gritos de las rehenes, los mismos que confiaban la policía podría escuchar y que definitivamente les daría mucho en lo que pensar, lo que un tiempo más tarde, llevaría a la misma inspectora Murillo a las puertas de la fábrica.

Y ese día, ocurrirían muchas cosas, sin embargo, y la que más recordaría Samara sería la mirada de la inspectora en sus ojos, y aquellas palabras que no harían más que romperle el corazón.

La inspectora, entró y fue rápidamente revisada por Tokio y Rio, quién luego de quitarle el micrófono que habían intentado esconder fue llevada al pie de las escaleras principales, bajo la vigilancia de los atracadores, y del mismo Berlín, estando ahí para asegurarse de que ninguno de esos disparos había acabado con la vida de alguno de los rehenes, y en ese momento, agradecieron que Monica Gaztambide siguiera viva, por que era su vida, y la de esos rehenes, las que aseguraban la de todos y que la policía no entrara y les pegara un tiro.

Uno a uno fueron pasando delante de la inspectora y sus ojos que parecían descubrir cada secreto oculto, preguntó a cada uno como estaban siendo tratados, y no pudieron responder más que un "Bien", por que ellos no habían hecho nada para dañarlos, hasta ese momento.

Excepto quizás a Monica, quien se forzó a caminar y fingir que todo estaba bien ante la inspectora, por que a pesar de todo, se preocupaba ya por la seguridad de Denver, su padre, y de Samara, por que ella ya se había dado cuenta, estaba con ellos, y no quería que les pasara algo cuando habían cuidado de ella y salvado su vida, y la de su hijo.

Al ver que sangraba, Denver fue en busca de Samara, quien rápidamente fue a ver a la mujer.

-¿Que sucedió?.-Preguntó dándose cuenta de los cuchicheos de Arturo Roman y Alison Parker, manteniendo su vista en Monica para que no notaran que los estaba escuchando.

-He intentado no cojear, y se me han soltado los puntos.

-Bien. Les pediré ayuda para llevarte a un lugar más privado, y poder curarte. -Le sonrió, y fue en busca de Denver, antes de que el pudiera decir nada, poniendo un dedo en sus labios, inclinándose y escuchando a través de la puerta.

-Están buscando una prueba de vida. Si tu te escondes hasta que la prueba termine, se darán cuenta que algo no marcha bien, y no tendrán más opción que entrar.-Escuchó en silencio, y rápidamente miró a Denver.

-Saca a Monica de ahí, y llévala a la camara acorazada, enseguida voy, pero si me tardo demasiado, dile a Nairobi, ella sabrá que hacer.-Le dijo saliendo del lugar para advertirle a Berlín y los demás, deteniéndose cuando chocó de frente con Rio.

-Te toca, Isabel.-Soltó su nombre con una sonrisa Rio, y asintió siguiéndolo, mientras se acercaban a las escaleras inclinándose en su oído.

-Alison y Arturo estaban hablando de algo, ella va a a intentar escapar para que la prueba falle.-Murmuró, y Tokio frunció el ceño al verlos en la escalera tan cerca, Rio dedicándole una mirada confusa.-Sabes que Alison no puede faltar.

-¿Dónde planea esconderse?.

-No lo sé, detenla, y si no llegas a tiempo, busca en los despachos de Arturo, que la idea fue suya y no es tan inteligente para pensar en otro lugar.-Terminó de decir en un hilo de voz, y terminaron de bajar las escaleras, Samara quedando delante de la inspectora y Berlín antes de que Rio volviera a subir.

-Señorita Isabel Benavidez. -La inspectora dijo su nombre, y la pelinegra asintió con la cabeza.-¿Como esta?, ¿Como se siente?.

-Muy bien, no tengo nada de que quejarme.-Respondió a sus preguntas, sin poder negar lo nerviosa que la ponía su mirada.

-Tengo entendido que usted ha estado cuidando de los enfermos, y cualquier herida.

-Así es.

-¿Ha habido algún incidente con alguno de los rehenes que deba saber?.-Preguntó, y al entender a donde se dirigía con aquella pregunta, que estaba buscando alguna razón para volverlos el enemigo allá afuera, la de ojos azules, negó con la cabeza.

-Aparte del disparo que le dio la policía al señor Roman, no.-Respondió negando inocentemente con la cabeza, haciendo tragar con dificultad a la inspectora al recordar aquel hecho, y disimuladamente, Berlín le sonrió, Tokio teniendo que contener la risa ante la cara de la inspectora Murillo.

-Ese es un hecho, que todos lamentamos que ocurriera.-Le dijo, levantándose de su asiento volviendo a su impasible expresión.

-Helsinki, llévala arriba, por favor.-Le dijo Berlín, y este tomó el brazo de la pelinegra, llevándola a las escaleras.

-Muy bien, con la señorita Benavidez ya solo me falta ver a Alison Parker.

-¿O sino que?, ¿Nos vas a esposar?.-Preguntó Tokio acercándose con el arma amenazante en sus manos, y una sonrisa en su boca.

-Eh señoras, haya paz.-Las detuvo Berlín parándose entre ellas haciendo negar a Tokio con la cabeza.-Es un poco pronto para sacar el barro y los bikinis.

-Mira, desde que estoy aquí sólo te he escuchado decir estupideces, esperaba algo más sustancial de alguien a quien pueden quedarle unos, quizás siete meses de vida.-Soltó el veneno de su furia la inspectora, y mientras terminaban de subir las escaleras, Samara volvió la mirada, solo caminando por la mano de Helsinki en su brazo.

Una vez que estuvieron lejos de la vista de la inspectora, pidiéndole que esperara un poco, ella deteniéndose en el balcón, recostada en la pared, escuchando las palabras de Raquel, bajo la mirada de Helsinki.

-¿De que esta hablando?, ¿Que coño pasa?.-Tokio preguntó.

-Tiene miopatia de Helbert. Una enfermedad degenerativa muy agresiva, con un esperanza de vida de 14 a 25 meses.-Siguió diciendo, paralizando a la muchacha, y al mismo tiempo a Berlín.-Probablemente sus músculos ya han comenzado a atenuarse, lo que se traduce en espasmos, temblores de manos, ¿No haz notado que te cuesta cada vez más tomar la pistola?.

Samara se paralizó, sintiendo que ninguna parte de su cuerpo respondía a las órdenes de su cabeza, en su mente solo las palabras de la inspectora repitiéndose de manera estruendosa, solo haciendo crecer el miedo en su interior, al saber que Berlín estaba muriendo, al saber que lo perdería, el dolor que sintió siendo más grande de lo que pudo imaginar, siendo demasiado para soportarlo.

-Ne mogu da dišem, no puedo, no puedo respirar.-Comenzó a balbucear la muchacha en ambos idiomas, deslizándose por la pared hasta sentarse en el suelo, sin poder mantenerse en pie, sintiendo como el aire dejaba de fluir, y que caería en cualquier momento, Helsinki rápidamente bajando las escaleras, llamando la atención de los presentes.

-Berlin, Samara je potrebna pomoć. Ne, u redu je.-Dijo, consciente de que sólo Berlin podía entenderle aquello que decía:

"Berlin, Samara necesita ayuda. No esta bien".

En cuanto escuchó esas palabras, el mayor se apresuró a las escaleras con el corazón agitado, encontrandole en el balcón, lágrimas cayendo por su rostro mientras era incapaz de llevar el aire a sus pulmones, tomó su rostro en sus manos, los ojos azules abiertos de par en par, aterrados, entonces ella lanzándose a sus brazos, escondiéndose en su cuello, y Berlin alzandola, con rapidez caminando por los pasillos, sintiéndola jadear y sollozar por aire en su cuello.

Sin importarle cualquier mirada que pudieran atraer, la llevo al despacho de Arturo, los rehenes ahí siendo sacadas por Helsinki y movidas a otra habitación de la fábrica cuando Berlín le dio la orden, entonces encerrándose en el lugar con la muchacha, sentándose en el sofa con ella en sus brazos aún.

-Samara. Mírame, mírame...-Le ordenó con rapidez, y ella apenas alzó la mirada, casi sin poder escuchar otra cosa que los asustados latidos de su corazón, las lágrimas deslizándose por sus mejillas, puro pánico brillando en sus ojos azules.-Inspira, y luego bota, lentamente, conmigo.

-No, no, puedo.-Negó con la cabeza, intentando seguirle el paso en su respiración sin lograrlo, el llanto creciendo aun más mientras Berlín tomaba su rostro en sus manos, obligándole a mantener su mirada en sus ojos.

-Si puedes, muñeca. Venga, tu puedes controlarlo.-Murmuró suavemente, quitándole las lágrimas del rostro, entonces, y viendo como no lograba encontrar la calma, Berlín posando sus labios en los suyos, llevándola a contener la respiración, y alejarse del pensamiento de terror que se apoderaba de sus pensamientos, manteniéndose cerca de ella para alejarse lentamente unos segundos después, consiguiendo su mirada.-Respira lentamente, conmigo.-Le dijo, y ella trató de seguirla, al cabo de unos momentos, sus respiración acompasandose.

-¿Es cierto?.-Preguntó en un hilo de voz después de unos segundos, su mano temblorosa subiendo hasta su rostro, lágrimas sin detener su caída por sus mejillas.-Dime que no es cierto, dime que no lo es.

-No voy a mentirte, muñeca.-Respondió al cabo de un momento de tortuoso silencio, y ella bajó la mirada, cerrando los ojos y negando con la cabeza sin querer aceptarlo, sollozando sobre su pecho cuando Berlín la atrajo hasta el, suspirando pesadamente al pensar que estaba así por su culpa, odiando que ella llorara por alguien como el, entonces murmurando en su oído.-Anda, que no merezco que nadie llore por mi.

-No digas eso.-Pidió, recordando que los ataques de pánico tenían que ver con la sensación de estar muriendo, y que era justo así como se sentía su corazón en ese instante, que moriría de solo pensar que Berlín podia hacerlo, entonces alejándose para mirarlo, y asegurarse de que seguía ahí, limpiándose las mejillas con las mangas del traje rojo, escondiéndose tras ella un instante, y Berlín le quitó los mechones oscuros del rostro, acariciando su mejilla y viendo sus ojos tristes.

-Por esa mirada no quería que lo supieras.

-Te quiero, Berlín.-Murmuró con los ojos cristalizados, ya sin verle el sentido a seguir callandose, para sorpresa del mayor.-Desde que me miraste al entrar en la casa de Toledo, y pense que, tendría mas tiempo para decírtelo, que no tendría que decírtelo en un lugar como este, aquí encerrados y al borde de que nos peguen un tiro, pensé que tendríamos más tiempo.-Continuó diciendo al borde del llanto, y Berlin se odio a si mismo por causarle tanto dolor como el que escuchaba en su voz, por estar destrozandola de esa manera.

-Tampoco merezco que me quieras, Samara.-Le dijo seriamente.

-Pero lo hago, no importa cuanto he intentado no hacerlo. Lo hago.-Afirmó, tomando su rostro en sus manos, sus ojos llenos de una sinceridad que Berlín pocas veces en su vida habia visto, esbozando una triste sonrisa entonces, por que pensaba que un cariño sincero, esta vez llegaba demasiado tarde.

-¿Aunque sea un desahuciado?.-Preguntó, y a ella le dolió profundamente aquella palabra.

-Eso no lo sabes, que existe una posibilidad de que el tratamiento sirva, Berlín, se eso. En algunos pacientes el tratamiendo detiene la enfermedad. Todavía no sabes si vas a morir.-Musitó tratando de aferrarse a ese pensamiento antes de aceptar que se lo arrebatarian, por que no era justo.-Todavía queda una esperanza.

-Una esperanza muy pequeña, muñeca.

-No me importa, que dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y si tu no lo crees, lo haré yo, y aun así, a pesar de eso, de las malditas reglas del profesor, de lo que ha pasado, de todo, te quiero.-Repitió para dejarlo claro, y Berlín se inclinó más cerca, besandola dulcemente, con calma antes de alejarse apenas para murmurar.

-Yo también te quiero.-Aceptó, por que lo habia hecho, desde que la habia visto sonreír, y durante los últimos cinco meses, y en ese momento ambos lamentaron haberlos desperdiciado, sin embargo, era un error que no volverían a cometer.

____________________________________________________________________

N/A: La he cortado ahi por lo malvada que soy, que de seguro se imaginaran lo que viene en el siguiente capitulo, sino se los digo yo para que esten advertidas.

Hasta el siguiente capitulo.

Gracias por leer. :D

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