Play with fire. [La Casa de P...

By VickyAri29

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Una regla, solo una regla fue la que el profesor le había pedido respetar, una y nada más, parecía sencillo... More

Sinopsis.
Capitulo 1: Rehen.
Capitulo 2: Numero 68.
Capitulo 3: Crimen y castigo.
Capitulo 4: Culpas.
Capitulo 6: Sentimiento de traicion.
Capitulo 7: Rompiendo reglas.
Capitulo 8: Desahuciado.
Capitulo 9: Fugaz.
Capitulo 10: Malheridos.
Capítulo 11: Punto límite.
Capítulo 12: Control de daños.
Capítulo 13: Pasado.
Capitulo 14: Explosivo.
Capitulo 15: Perdida de control.
1k, y el especial.
Recuerdo: Al límite de las reglas.
Capítulo 16: Hasta el final.
Capitulo 17: Perdida.
Capítulo 18: Fachada de cristal.
Capitulo 19: Dolor.
Capitulo 20: Amor.
Capitulo Final : [Parte1].
Capítulo Final: [Parte 2].
¿Aviso?
Aviso importante.

Capítulo 5: Sangre derramada.

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By VickyAri29


La sangre cubrió sus manos, cayó en su ropa, volviéndola de un rojo incluso mas intenso, y luchando contra lo que aquello provocaba en su interior, y el terrible dolor en su cabeza, se centro en detener la hemorragia en el hombro del jefe de la fábrica de moneda y timbre, y al que la misma policía había herido.

-Silencio.-Ordenó molesta a los presentes rehenes y atracadores cuando sus voces sólo consiguieron que su dolor empeorará, casi sin poder pensar, actuando por mera costumbre, y ante su tono, cada uno de ellos guardo silencio, casi como niños regañados. Entonces solo los quejidos de Arturo Roman escuchándose en el silencio.-Por favor, saquenlos de aquí, no necesito espectadores.

Ante sus palabras, Helsinki, Tokio y Rio se llevaron a los rehenes a otro lugar, lejos de Arturo, la herida, y la sangre.

Al cabo de unos minutos, logró contener el flujo de sangre, habia sido una suerte que no golpeara nada importante, sin embargo, aún así necesitarían sacar la bala y poner puntos, algo increíblemente doloroso y peligroso sin la anestesia y los instrumentos.

-Tranquilo Arturo, no pasará nada, ya he detenido la sangre.-Le dijo sonriendo un breve instante, viendo a Berlín acercarse y sonreirle con sorna al herido.

-Parece que vivirás un día más Arturito,  por que un equipo médico ha sido autorizado para entrar, y sacarte esa fea bala del pecho.-Pronunció golpeandolo levemente el hombro, solo causando un nuevo quejido de dolor de parte de él,  y el ceño fruncido de la muchacha pelinegra.

-Solo necesita vigilancia, que me avisen si empeora pata tratar de mantenerlo estable hasta que venga el equipo médico, mientras, necesito ir al baño.-Alzó sus manos ensangrentadas, la voz temblandole un breve instante, y Berlín asintió al escucharla, permitiendo que se fuera a los baños, antes de poder decir nada, Denver siguiendo sus pasos con la excusa de vigilarla, luego de recoger la ropa que habia tenido antes del mono rojo.

-¿Estás bien?.-Preguntó una vez estuvieron en el baño, acercándose con preocupación, entregándole su ropa para que pudiera cubrirse mientras el traje rojo se secaba luego de lavarlo.

-Cierra la puerta, por favor.-Le pidió, y siguiendo lo dicho, Denver cerró la puerta,  entonces la pelinegra volviéndose en su dirección, su rostro pálido.-Le dispararon,  Denver.

-Su culpa por hacer el gilipollas,  que le dijimos que se agachara.

-Ya se, pero...-Murmuró apenas audible, suspirando y abriendo la llave del agua, esta tiñendose de rojo al caer sobre sus manos.-...Cuando entré el equipo médico, tienes que estar ahí Denver, y deberás tomar un bisturí, se usan dependiendo del tamaño de la herida, así que habrá más de uno. Necesito uno para ayudar a Monica, y si puedes, un poco de anestesia, de otro modo dolerá demasiado.

-Lo intentaré.-Dijo, y ella permaneció en silencio un instante.

-Lavare mi ropa.-Terminó por decir, volviéndose hacia los lavamanos, comenzando a bajar el cierre del mono rojo, Denver asintiendo antes de acercarse a la puerta para dejarla sola.

-Samara. No respondiste mi pregunta.-Replicó Denver antes de salir al recordarlo, mirándola por encima de su hombro, y compartiendo una mirada a través del espejo ella suspiró.

-Lo estaré si todos salimos vivos de aquí.-Murmuró, deseando que así fuera, aun así, consciente de que las cosas podrían terminar muy mal, y que las posibilidades se reducían a poder escapar, terminar en prisión, o muerto. Entonces, y cuando la puerta se escuchó cerrarse, quitándose el mono rojo, y dejándolo caer al suelo, cierta cantidad de sangre, habiendo pasado a la camisa que tenía debajo, la suya, teniendo que tirarla al lavamanos con el resto, soltando una maldición antes de tener que acercarse a la puerta y tener que llamar a Denver.

Al cabo de unos minutos, escuchó alguien tocar la puerta, y dejando su ropa en el baño para que se secara, se acercó a abrir, los ojos azules encontrándose con los castaños.

-El profesor ha pedido hablar contigo antes de que lleguen los médicos.-Le informó, y rápidamente ella salió, dando un asentimiento, antes de poder continuar el camino por el pasillo, siendo detenida por la mano de Berlín en su brazo, consiguiendo la mirada de ella mientras la examinaba de arriba a abajo, detenidamente.-Puedo saber, ¿Por que llevais la ropa de Denver?.

-¿Cómo sabes que es de Denver?.-Preguntó la pelinegra frunciendo el ceño, sin entender como podía saber que le pertenecía cuando la remera gris era bastante común.

-Te queda grande, y esta ropa solo la usaría el.-Respondió Berlín dando un pequeño tirón a la prenda en el hombro de la muchacha, la misma que le iba demasiado grande comparando la altura de Denver, y la forma de su cuerpo con la suya, por que ella era mucho más delgada y pequeña que el, y se notaba, por que aquella prenda, le habria llegado hasta los muslos de no ser por el nudo en un costado que ella misma le habia hecho.

-Toda mi ropa estaba llena de la sangre de Arturo, no iba a caminar por ahí llena de sangre, o en brassier.-Replicó, y el la soltó, asintiendo, dejándola marchar por el pasillo hasta la sala de reuniones, haciéndola detenerse ante sus palabras.

-Yo habría pagado todos mis millones por verlo...-Soltó esbozando una tenue y ladina sonrisa, y ella se volteó mirándolo fijamente, confusa.-...Tu, en nada más que pantalones y brassier, habría sido una bonita vista. 

-U tvojim snovima.-Fue la respuesta de la muchacha, poniendo los ojos en blanco antes de seguir su camino, escuchando la risa de Berlín ante sus palabras, aquellas que se traducían como un molesto "En tus sueños".

-Ili tvoja lutka.-Respondió Berlin, en el mismo idioma, soltando un "O en los tuyos, muñeca" antes de marcharse por el pasillo, y solo cuando estuvo lo suficientemente lejos para que no la viera, la muchacha, sin poder detenerse más tiempo, soltando una pequeña sonrisa, una que desapareció tan rápido como las palabras de Berlín en aquel pasillo.

Entonces entrando en la habitación donde hablaría con el profesor, tomando el teléfono cuando comenzó a sonar, sus ojos dirigiéndose a la cámara.

-¿Como te encuentras?.-Fue lo primero que preguntó, y ella soltó un profundo respiro antes de responder.

-Con una jaqueca terrible, pero al menos me siento mejor que antes de desmayarme.

-¿Que fue lo que pasó?.-Preguntó entonces, y la muchacha titubeo un segundo, consciente de que hablar, condenaría a Berlín, y que el no hacerlo condenaría a Denver.-Samara.-Llamó su nombre.-Dime que ocurrió.

-Solo si prometes que no haras nada contra el, se que estaría bien castigarlo, pero, por favor, no le quites su libertad.-Pidió antes de saber que estaba diciendo, su corazón apretándose en su pecho, a pesar de que habia amenazado a Berlín con aquello, sin querer hacerlo, por que sabía lo que eso significaba para el, había lo que la sangre derramada significaba.

-¿De que hablas?.

-Se que tienes algo de cada uno, algo que revela quienes somos en caso de que rompamos las reglas, y te pido, que no lo hagas esta vez.-Musitó, sus ojos fijos en la cámara, imaginando que podía ver los ojos del profesor a través de ella, o al menos, que el podía hacerlo.-Te estoy pidiendo, profesor, que no le quites su libertad a Berlín. Por favor.

-Lo prometo.-Musitó el profesor al cabo de unos segundos en silencio, nada más que sus respiraciones escuchándose, y cerrando los ojos con fuerza, Samara le contó la verdad de lo que habia pasado.

-Berlin le ordenó a Denver a asesinar a una rehén, y no pude convencerlo de quitar la orden.-Murmuró, solo escuchando su propia respiración en la línea.-Denver le disparó, Berlín cree que esta muerta, yo creí que estaba muerta cuando vi la sangre, y ella estaba embarazada, el solo pensarlo, fue más de lo que pude soportar, y me desmaye.

-¿Quién?.

-Monica Gaztambide, pero esta viva, Denver no la asesinó, fingió que si por que de otra manera Berlín los habría matado.-Respondió, antes de que pensara lo peor, y soltando toda la respiración contenida, la voz del profesor la atravesó a través del teléfono, su pregunta repitiéndose en su mente una y otra vez.

-Entonces, Samara, sabes de lo que es capaz, ¿Por que lo proteges?.-Se quedo sin habla, sin poder dar una respuesta, por que cualquier la condenaría a romper las reglas, y simplemente no quería aceptarlo, no quería aceptar que alguien como el, le importaba tanto.

No quería pensar en la posibilidad de lo que el estaba implicando en sus palabras, entonces, encontrando una respuesta, soltandola apresuradamente.

-Por no vamos a lograr salir de aquí a menos que lo hagamos todos juntos, y no necesitamos más enfrentamientos entre nosotros, así que por favor, profesor, no lo quites su futuro por esto, se equivocó y lo se, es grave, pero Monica esta viva, este error, es uno que si puede repararse.-Continuó diciendo, y al cabo de un momento en silencio, perdido unos segundos en sus pensamientos antes de responder, el habló.

-Te lo prometi, ¿No?.-Preguntó de vuelta, y ella asintió más calmada.-Ve con los médicos, pueden necesitarte o quizás querer hablar contigo. Cuídate del de lentes, el es el policía.

-Si.-Respondió, y colgando salió del lugar, deseando por unos momentos volver a estar en la calma de la casa de Toledo, cuando no parecían estar a un paso de terminar muertos.

-Aquí tienes, muñeca...-Berlín le entregó la copa de vino, de nuevo llena mientras estaban dentro, y los demás permanecían en las afueras de la casa de Toledo, conversando bajo un brillante sol, ambos quedandose atrás para una nueva copa de vino luego de la comida.

-¿Por qué muñeca?.

-Por que tienes la piel de porcelana, y eres preciosa, igual que una.-Se atrevió a rozar su mejilla al decir, y la muchacha tembló ante su toque, su pulso acelerándose antes de retroceder, frunciendo levemente el ceño, teniendo que recordarse las reglas el profesor.

-Si te pido que dejes de llamarme asi, ¿Lo harías?.-Preguntó ella, moviendo levemente el vino en su copa, mirándolo interrogante.

-Lo dudo mucho.-Rio Berlin al decir, y ella soltó una pequeña y suave risa antes de dar un sorbo a su copa, casi buscando su valor en el.

-Supongo que tendré que acostumbrarme entonces.-Se encogió de hombros, dándose la vuelta y yendo con los demás, sin volver a mirar atrás, teniendo que esconder aquella rebelde sonrisa que había en su boca.

-¿Te sientes mejor?-Pasando por los pasillos, se encontró de frente con Rio, quien le sonrió un momento al ponerse a su lado, mirándola en silencio un instante.

-Lo mejor que puedo estar, ¿Como sigue?.-Preguntó la muchacha caminando a su lado hacia las escaleras, refiriéndose al hombre herido.

-Los médicos ya entraron, y estan poniendoles la anestesia, ellos ni siquiera se dieron cuenta de que hemos puesto el micro.-Le dijo, y Samara asintió al recordar esa parte del plan, ese que sería su caballo de troya dentro de la policía.

-Al final, resulta que ese disparo, ha servido más de lo que podría parecer. Han puesto el micro, y todas las noticias deben estar hablando en este mismo momento del fatídico error que cometió la policía al herir a uno de los rehenes.-Respondió, deteniéndose frente a Rio entonces, sonriendo un instante antes de posicionar bien el arma en su poder.-La sostienes mal, no podrias darle a nadie así. Aquí, tus manos firmes.-Le posicionó las manos, y Rio asintió, devolviendole la sonrisa.-Y así luces mas amenazador.-Murmuró cerca de su rostro, riendo antes de darse la vuelta.

-Gracias, Samara.-Le dijo antes de verla bajar las escaleras, la muchacha viendo al equipo médico, ellos reconociendola como una de las rehenes, y la enfermera en el lugar, saludando a uno de ellos, antes de posar sus ojos en el policía, esbozando una sonrisa que nadie podría decir que era falsa, quizás, nadie más que el profesor, y Berlín, quién la mirada en silencio interactuar con ellos.

-Un gusto señorita Benavidez.-La saludo el de lentes, dedicándole una fugaz mirada a aquellos que estaban armados junto a la escalera.-Lamento que tengamos que conocernos en estas circunstancias.

-Aun es un gusto, me han dicho que le han puesto la anestesia.

-Si, deberia hacer efecto en unos minutos.-Respondió el médico, y ella asintió, acercándose un paso a Arturo en la mesa, viendo la palidez de su rostro ante la perdida de sangre, y el dolor.

-He detenido la hemorragia con lo que he tenido, no me he atrevido a tocar su herida más allá de eso, por que no he querido causarle mas dolor al señor Roman.-Les informó, y ellos asintieron, haciendole un par de preguntas sobre la herida antes de que preguntaran si ella podría participar en la intervención, Berlín acercándose rápidamente ante ello.

-Lo siento, pero los servicios de la señorita Benavidez son requeridos en otro lugar en este momento, y ustedes ya tienen un enfermero.-Interrumpió mirando al policía esta vez, poniendose entre ellos y la muchacha.-Como podrán esperar, ciertos rehenes se han asustado demasiado con todo este inconveniente, y la señorita ha de ir a ver que esten bien. Tokio, por favor hazme el favor de llevarla.

Sin más palabras, la muchacha se acercó a la pelinegra, llevándola a donde estaban los demas rehenes, aquellos que necesitaban más cuidados médicos.

-Casi ni hemos podido hablar.-Le murmuró Samara apenas audible, y los ojos de Tokio se detuvieron en los suyos, soltando un profundo suspiro al negar con la cabeza.

-No hay mucho que contar que no sepas, la he liado, Rio y yo estamos arruinados.-Respondió ella mientras la conducía hacia el despacho de Arturo Roman, el mismo que ahora se encontraba bajo el filo del bisturí.

-Mientras ambos sigan vivos, todavía no estan arruinados, que eso es lo único que no puedes reparar.-Le dijo, y la otra muchacha asintió, tragando con dificultad al recordar lo cierto que era eso, temiendo profundamente que Rio corriera la misma suerte que la última persona que se había permitido amarla.

Al cabo de unos minutos, la muchacha pelinegra estuvo de vuelta con los nerviosos rehenes, verificando que se encontraran bien, y quedándose con ellos, calmandoles y explicándoles que los disparos habían sido de la policia a uno de los rehenes, ellos sin lograr comprender como aquellos que se suponía que debian protegerlos y sacarlos de ahí, habian hecho algo así, todo eso, en tanto Monica, herida y casi cayendo, se escabullia al baño.

Al momento en que Denver y Moscú la encontraron, ella estando sentada en el baño, vomitando todo lo que tenía en el estómago, entonces el menor yendo en busca de Samara, con una sola mirada haciéndole entender lo que estaba pasando, la muchacha recorriendo confusa el camino hasta el baño.

-Te he dicho que no te movieras.-Fue lo primero que dijo al verla, agachandose a su lado, viendo la herida al mover un poco el vendaje.

-Debia vomitar. No me siento muy bien.-Se disculpó la rubia ante los ojos azules de la pelinegra.

-Ha subido al baño para hacerlo, y se ha parado, ha forzado la pierna.-Moscu pronunció con preocupación en su voz.

-Ya lo veo.-Murmuró, poniendo una mano en su frente, sintiendola arder, lo que podia ser lo peor que le podia pasar a la mujer, entonces ella alzando la mirada hasta Denver.-Necesito ese bisturí, y la anestesia ahora...-Dijo, su voz interrumpiendose al escuchar los pasos al otro lado de la puerta y en el pasillo, parandose con rapidez, y dirigiéndose a la puerta al poner un dedo sobre sus labios, indicándoles el silencio antes de salir.

-¿Qué estas haciendo aquí?.

-Yo podría preguntarte lo mismo, que he pensado que estarías vigilando al policía.

-No tiene sentido, ya tiene puesto el micro, y Rio, Oslo, y Helsinki estan ahí también, así que iba camino a mi nuevo despacho.-Respondió Berlín en un tono arrogante, ella acercándose unos pasos, lejos de la puerta del baño, ese que no podía permitir que abriera bajo ningún motivo.-¿Me dirás que hacías aquí?.

-Querias que te dijera, por que no te bese ese día, ¿No?. -Musitó sin responder su pregunta, intentando pronunciar las palabras incluso con el nudo en su garganta, aquello en lo que habia pensado desde la llamada al profesor, y que debía cortar antes de que fuera tarde.

Al verlo asentir a su pregunta, Samara dijo  las palabras que sentía arderle en el pecho, posando sus ojos en los suyos, Berlín frunciendo el ceño ante ellas mientras se acercaba un paso.-Seré honesta, Berlín, me gustas, eso es cierto. Pero ese no es el problema.

-¿Cuál es?.

-Tu lo eres, tu eres todo mi jodido problema, el que sé que eres un bastardo, y que a pesar de eso, aun así no puedo mantenerte lejos de mi cabeza, ese es todo mi problema...-Soltó en un gruñido, confesando aquello que el quería escuchar, y que ella no deseaba aceptar.

-¿Te gusto entonces?.-La pregunta escapó de su boca, y ella lo odio por un momento, lo odio por no poder arrancarse su voz de la memoria, por no poder mantenerse lo suficientemente lejos de un hombre como el, el mismo que sin escrúpulos o arrepentimientos había mandado a asesinar una mujer embarazada.

-Si...-Suspiró al decir la muchacha, cerrando los ojos unos instantes ante el maldito escalofrío que le recorrió el cuerpo solo por que sentir su respiración en los labios.

-Samara...-Murmuró cerca de su boca, y ella retrocedió, mientras su corazón solo le pedía rendirse ante lo que sentía, su mente y su cordura ordenandole apartárse, manteniendo su seria expresión, escondiendo cualquier emoción bajo ella.

-Pero eres, demasiado destructivo, consumes todo a tu paso como el fuego, y se que si me acerco demasiado a ti, voy a quemarme. Y no voy a arriesgar todo, ni las vidas de todos, por un sentimiento que no debería existir. Lo lamento....-Respondió apenas audible, en un hilo de voz aguantandose las lágrimas al sentir una punzada de dolor en el pecho, alzando la mirada a la suya, marchándose entonces, dejándolo en el silencio del pasillo, solo con el recuerdo de sus palabras.

_________________________________________

Saludos y besos para todos.

Gracias por leer. :)

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