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By ambxrx

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By ambxrx

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ᴀʀᴄᴏ ᴜɴᴏ ——— ❛Entre desconocidos.❜
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Omnisciente.
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—Ten cuidado, no aceleres mucho, el motor puede escucharse muy estruendoso. Está algo viejo, llamaría la atención de los caminantes.—la castaña que yacía acostada en el asiento del pasajero empezó a removerse, ante el alto tono de voz que emergía a su alrededor.

Sentía una molestia en su cuello, incluso algo de calambre en sus piernas. Posiblemente su cuerpo continuaría con achaques incómodo por la posición en la que estaba para descansar—, pero había pasado mucho desde que Aliana pudo conciliar el sueño por más de cuatro horas y aprovechó la oportunidad para hacerlo—. Se incorporó de manera incómoda en el asiento, viendo la carretera sin tener conocimiento de a dónde iban a dirigirse esta vez. Su hermano mayor, quien portaba una tonalidad de ojos verdes menos intenso que los suyos la miró. Nathan le sonrió y estiró su mano hasta ella para acariciarle su cabello. Aunque fuera el varón, irónicamente no era el que tomaba las decisiones de sus destinos. Era Natasha, desde que quedó a tutela de sus hermanos cuando perdieron todo luego de que el virus se esparciera y los alejara de la realidad donde vivían, fue quien decidió tomar la batuta de adiestrarlo en este camino de la supervivencia.

Su hermana, quien también portaba un cabello castaño, aunque más oscuro le apretó sus hombros. Natasha veía como Nathan guiaba y le buscaba conversación, mientras que Aliana aún se encontraba soñolienta por la pereza del sueño que se le vio irrumpido. La carretera estaba vacía—, no había ni un solo caminante merodeando por ahí—. No sabían cuánto tiempo había pasado desde que el virus inició y las personas que morían regresaban a la vida de una forma traumatizante, pues su única intención era matar a los vivos y alimentarse de ellos. Si te mordían, se propagaba el virus y terminarían siendo unos muertos vivientes. Aliana soltó un suspiro, se sentía débil y el hambre la ataca, a ella como los que la acompañaban en esta travesía. Intentaba de disimularlo y con su serenidad, hacía disfrazar lo que sentía, por lo que nadie lo notaba. Porque como ella, sus hermanos tenían hambre y también él chico que estaba en la parte trasera con su hermana.

—Jayden, pásame mi mochila.—le pidió Aliana, él se removió y asintió levemente, pasándole la mochila en sus manos de forma delicada.

Jayden era su vecino en el antiguo vecindario donde vivían, aunque tuvieran la misma edad, fue con Nathan quien se vinculó primero antes que con Aliana. Debían admitir que ambos tenían cierto gusto entre ellos, se notaba cada vez que Jayden procuraba por Aliana y buscaba cuidarla de una manera más personal que con los demás. El chico también había perdido todo, e incluso a su familia. Solo quedaba él y buscaba sobrevivir con estas personas que parecían ser su nueva familia, de por sí habían crecido juntos y se debían muchas cosas. Aliana desvió la mirada de él cuando su hermano soltó un bufido, pues el medidor de gasolina llegaba a su fin. De solo pensar que quedarían varados en medio de la carretera les aterraba, no confiaban en nadie y no estaban en condiciones para pelear contra caminantes. Necesitaban alimentarse, al menos sustentarse por unos días hasta encontrar algo.

Tengo hambre.—admitió Aliana con cierta pena, pues no quería preocupar a nadie, pero no era capaz de ocultarlo más.

—También tengo hambre y no hay nada en mi mochila. Lo lamento, Aliana.—esbozó Nathan con frustración, se sentía impotente.

Deberíamos parar.—comentó Aliana, intentando de convencer a su hermana, a quien miró al girarse.—Debemos comer y necesitamos provisiones, Natasha.—añadió, pero su hermana mayor se vio dudosa en responder y tomar una decisión.

Nos detendremos cuando llegamos algún lugar, algún pueblo, ahora no, podría ser peligro.—respondió Natasha con seguridad, ella era precavida y examinaba los alrededores.

—Natasha, en esta ocasión estoy de acuerdo con Aliana, llevamos días sin comer bien.—comentó Jayden, introduciéndose en la conversación que se volvió un leve conflicto.—Y tú más que nadie debes alimentarte bien.—indicó al señalar el estómago abultado de Natasha, quien estaba embarazada y su nariz brotaba algo hinchada.

Nathan.—llamó Natasha al varón, su hermano era el que le seguía y cuando se encontraba insegura de tomar una decisión buscaba en él alguna aprobación que la guiara en el camino.

Tienen razón, no podemos arriesgarnos a estar débiles en estas situaciones, debemos rebuscar. Cazar algún animal o algo, no será fácil pero hay que intentarlo.—infirió Nathan al dar su opinión.—Además, este auto no durará mucho.—añadió, mirando a Natasha por el retrovisor.

La opinión de Nathan hizo que Natasha soltara un suspiro—, sin duda era arriesgado merodear por ahí—, pero sus hermanos y vecino tenían hambre, ella no podía mentir, porque también tenía hambre y necesitaba alimentarse. Nathan no espero que Natasha asumiera la responsabilidad, disminuyó la velocidad del auto en medio del desierto que había en la carretera y espero el momento para estacionar el auto que seguramente dejarían atrás para seguir avanzando, pero lo que Natasha no había visto era el avistamiento de una caravana que tanto Nathan como Aliana si habían logrado ver. Nathan no tardó en mirar a Aliana, quien dirigió su mirada por la ventana, parecía estar abandonado y no haber nadie, lo cual podía ser malo, como también bueno. De por sí, no podían seguir de largo, la caravana les bloqueaba el camino y pasar por los lados sería incómodo. Tenían opciones, tal vez la caravana tenía gasolina. Solo quedaba improvisar y revisarla por el momento.

—¿Qué sucede?—preguntó Natasha al ver como sus hermanos intercambiaban miradas; Nathan le quitó el seguro a su arma y alentó a Jayden.

—Hay una caravana.—señaló Nathan al bajarse del auto, apagándolo por completo.—Podría ser de alguien o quizás la dejaron a su suerte, no importa, daré un vistazo.—esclareció.

—En ese caso, vigilaré alrededor,—sugirió Natasha, no espero un no por respuesta, así que Nathan rodeó los ojos con su cabeza hizo señal a Aliana para que esta se bajara también.

—Revisen ustedes la caravana, yo cuido el perímetro con ella.—indicó Jayden, viéndose solidario con Natasha, quien cargaba su arma.

Aliana se bajó del auto y no tardó en ajustar sus correas. Sostuvo su mochila, al igual que su hermano, yendo hacia el objetivo. Ella solía vestir con unos pantalones ajustados de un azul oscuro muy desgastado y unas botas negras de montaña de las cuales sobresalían medias blancas. En si, tenía una camiseta negra que cubría sus hombros y su cabello recogido en una alta coleta que dejaba sus flequillos afuera. Lo que más distinguía a Aliana era su navaja con un mango azul, el cual llevaba guardado en un estuche. Tenía total control y manejo de este, prefería matar a los caminantes con la navaja que con un arma, pues aunque sabía usarla no tenía la puntería perfecta que su hermano Nathan había adoptado desde el comienzo. Ella lo siguió de manera prudente, camino detrás de él y dejó que fuera su protector, como ella el suyo. Se asomaban a la caravana sin oír un ruido—, parecía estar abandonada—. Lo que era bueno para ellos si esta tenía provisiones o algún recurso que pudieran usar para sobrevivir.

Natasha observó a sus hermanos desde la lejanía, ella vería los alrededores del bosque que cubrían la carretera junto a Jayden, querían asegurarse de que nadie estuviera por ahí y fuera una vil trampa. Nathan y Aliana se adentraron a la caravana, notaron que no se veía maltratada y que también habían algunas cosas. En uno de los asientos se encontraban dos mochilas, Aliana se acercó mientras que Nathan abría algunas puertas, buscando lo que necesitaran. Aliana sostuvo una cobija, dándose cuenta que habían biberones como pañales en el interior de una cesta. Confundida los miró, en algún punto tendrían que necesitarlas para cuando el bebé de Natasha naciera, pero no estaba segura si debía llevarlas ahora o dejarlas ahí. Aliana las dejó aún lado, mirando una mochila que decidió abrir. Empezó a escabullir la ropa que parecía ser de un varón, vieja y con parches, en el fondo habían latas de frijoles que Aliana le pasó rápidamente a su hermano. Dejo esa mochila aún lado cuando no vio más, abriendo la otra.

—¿Qué hay ahí?—se cuestionó Nathan, mirando como Aliana sacaba una caja de municiones, pero esta no parecería servirle a su arma.

—Historietas, o cómics, como quieras llamarle.—respondió, pasándole las municiones a su hermano, quien las miró y optó por guardarlas en su mochila, mientras que Aliana releía el nombre de la historieta con desinterés.

—¿De verdad?—con cierta emoción, Nathan sostuvo la historieta que su hermana encontró en aquella mochila, la cual tenía un olor varonil.

—Y chocolate.—comentó desconcertada, sosteniendo el empaque entre sus manos y mirándolo con cierto brillo en sus ojos.

El poder observar aquel chocolate con su envoltura para ellos fue como si vieran la gloria, más aún al ver algunas sodas acomodadas debajo de los asientos—, Aliana era una adolescente neutral, se reservaba sus emociones, pero no se limitaba en dejarlas ver—. Dio una cálida sonrisa con cierto alivio, pues tendría algunas cosas que compartir con los demás. Sin duda su entorno había cambiado, igual para Nathan, quien se sintió aún más aliviado de poder encontrar una que otra cosa para sustentarse. No les duraría mucho, pero al menos podría entretenerse con esas historietas bien cuidadas. Recogieron lo que pudieron, decidieron dejar lo demás aún lado ya que no les sería útil. Cuando salieron, asomándose fuera de la caravana se percataron que Jayden y Natasha no estaban cerca, parecieron haberse escabullido aún más. Aliana con incomodidad sostuvo su mochila, la cual estaba pesada y dejando casi caer.

—Yo lo hago por ti.—indicó Nathan, asumiendo el peso de la mochila de Aliana, quien miró a su hermano como si fuera todo.

—Gracias Nate, de verdad.—agradeció ella con delicadeza en su voz, buscando la mirada de su hermano quien se veía tenso.

—¿Tardarán?—se cuestionó Nathan, caminando de manera lenta hacia el auto que habían dejado.—No importa. En lo que deciden volver vere si esta caravana tiene gasolina.—dijo.—Aliana, no entres al bosque.—pidió Nathan.

—No deberían tardar, solo debían vigilar.—comentó Aliana, hasta que se sobresaltó cuando oyó un disparo provenir del bosque.—¡Nate!—se giró en medio de su tensión, mirando a su hermano.

—Quédate aquí, revisaré.—afirmó Nathan, pareciendo dejar todo lo que haría atrás, enfocándose en dirigirse al bosque; pero Aliana se acercó, intentando de detenerlo.—Si vamos todos juntos, perdemos.—expreso.

—No puedo perderlos a ustedes, no me dejes sola aquí, por favor.—rogó Aliana con un tipo de pánico, mirando como su hermano entre dientes iba acceder, hasta que oyeron gritos.

¡Nate, Aliana! ¡Corran!—tanto Aliana como Nathan miraron a Natasha, quien advertía en medio de su grito mientras que más disparos se reflejaban, parecía ser Jayden defendiéndola.

—¡Ya la oíste, sostén las mochilas y huye, iré tras de ti!—exclamo Nathan, volviendo a darle peso a Aliana con las mochilas, quien abrió los ojos desconcertada por la petición de su hermano.

—¡Nathan!—gritó ella, pues la visualización de más personas alrededor del bosque hizo que se sintiera dudosa en ir, pero él la empujó.

—¡Iré tras de ti!—volvió a repetir el varón, acomodando su arma para así dirigirse a las personas que los habían emboscados.

El aire le faltó a Aliana por un momento cuando decidió correr a los interiores del bosque—, sin duda no era algo que le agradara y hubiera preferido estar acompañada—. No miraba atrás, tan solo se aseguraba que adelante no hubiera nada que pudiera detenerla. Tenía desventaja por el peso de las mochilas, así que sería fácil cazarla o detenerla y en ese caso, dos personas parecían estar siguiéndole el paso. Aliana no se percató hasta que oyó las ramas crujir, viéndose obligada a mirar hacia atrás. Una mujer la seguía, alta y de tez blanca, podía distinguir como alguien más acompaña a la mujer. Aliana no soltaba ninguna de las dos mochilas, sin ninguna culpa se sentía, pues de esto se trataba la supervivencia para ella y sus hermanos; solo los más fuertes vivían entre los caminantes y lograban pasar las adversidades. El peso empezaba a volverla lenta cuando sus músculos se calentaban, tenía adrenalina, pero no energía.

—¡Carajo!—exclamo cuando sentía sus piernas flaquear, era un tambaleo que su cuerpo producía por la falta de energía, estaba débil.

Cayó al suelo de manera imprevista y raspó todas sus manos. Aún así, se levantó con rapidez y con todo eso, le fue imposible avanzar pues la mochila fue jalada hacia atrás con intención de quitársela. Aliana quedó atónica, pues no era por la mujer que la perseguía, si no por un chico. Lo más extraño de él, era que portaba un sombrero de alguacil. Sin esperar un ataque, Aliana soltó la mochila bruscamente y debido a esto, el chico terminó cayendo al suelo. De ahí, continuó corriendo y se oía su respiración agitada, sin dejar de sostener en sus manos su mochila, la cual era suya. Disminuyó el paso cuando el suelo se sentía resbaloso y abrió los ojos cuando miró el final del camino, por lo cual decidió lanzar la mochila y deslizarse por el suelo para evitar caer al acantilado. Pero Aliana oyó un chillido, viendo a la mujer resbalarse hasta caer. Sintió que su corazón se detuvo por un momento, pero la desconocida logró sostenerse y quedar en el borde al punto del precipicio.

El instinto de Aliana no le impidió levantarse e ir por su mochila, aunque lo tuvo en duda, notó que la mujer no tenía fuerzas para inclinarse hacia adelante y subirse—, caería y moriría—. Maldijo en su mente e incluso gruño, pues se estiró y con su mano buscó la de la mujer, quien al sentir el tacto cálido hizo que ambas se miraran de manera detenida. Tenían casi la misma similitud de colores en sus ojos, como si se vieran en un reflejo. Aliana intentaba de subirla, pero tampoco tenía la fuerza suficiente de hacerlo y el suelo fangoso le impedía dar un movimiento firme, ambas estaban en la posibilidad de caer, pero fue la intención de ayudar a esa mujer que sorprendió a la propia desconocida. Aliana se sobresaltó y bajó la cabeza cuando su tímpano recibió un sonido estruendoso, el de una bala. Quedó inmóvil incluso cuando sintió una presión en su nuca, sin posibilidad de moverse, Aliana respiraba grueso. Intentó girar su cabeza, topándose con una mejilla rasgada y ojos azules que la miraban.

Carl no tiene fuerza, intenta de subirme, ¡ayúdala!—pidió la mujer algo tensa, notando como su mano resbalaban; no tardó en ayudarlas, sin dejar de apuntarle a Aliana.—Estuvo cerca, gracias.—expresó ella, mirando a Aliana cuando fue subida del acantilado.

—Tenemos la mochila, volvamos con papá.—Aliana quedó acorralada por estas dos personas, aún estaba siendo apuntada y se sentía presa.

—Ven con nosotros.—pidió la mujer, agarrando a Aliana por la camiseta de una manera suave y sutil, haciendo que la amenaza fuera menos.

Detallaba en ella cierta edad, asumía que era una adolescente como el chico que la acompañaba—, pero Aliana no se inmutaba en aclarar nada, sabía que la veían y solo decidió de manera sumisa caminar—. Aliana sentía dolor en sus piernas, mientras que caminaba y observaba las secas hojas del suelo. La mujer a su lado no le hablo, tampoco el chico. Había una tensión incómoda que los ataba a los tres y una agitación por lo que acababa de ocurrir, pero aún así, Aliana solo quería saber si los demás estaban bien. Aunque no salieran con nada de aquí, prefería dejarlos atrás y marchar, no quería volver a sentirse de esta manera solo por buscar sobrevivir. Un grupo de desconocidos se vio presente cuando salieron del bosque, Aliana miró q sus hermanos inquieta cuando los notó también acorralados de una forma más brusca que como ella estaba siendo traído. Enfureció cuando notó el rostro de Nathan algo maltratado, boca sangrienta y ropa estirada.

—¡Aliana!—gritó Natasha, al Aliana sentir que aquella mujer no le apretaba el hombro, corrió hacia ella.—¿Te hicieron algo?—le preguntó, pero la adolescente se mantuvo en silencio ante sentir tantas miradas en ella.

—Dijiste que no hay nadie más, ¿cierto?—Aliana se giró para ver cómo un hombre quien sostenía a una bebé en los brazos se dirigía a su hermana mayor; la caravana les pertenecía y las cosas de infante eran por aquella dulzura.

—Nos iremos por donde vinimos, no estamos en condiciones para buscar problemas, desconocíamos que era de alguien.—respondió Natasha, mirando al hombre quien soltaba a Nathan, uno que traía ciertas flechas y el otro con aspecto asiático que dejaba de apuntarle a Jayden.

—Sabes que no es conveniente que te vayas, sin comida y sin nada, pronto oscurecerá.—habló el nombre con barba.—Y menos en ese estado.—señaló, mirando la barriga de embrazo que traía Natasha, quien bajó la cabeza.—No somos ese tipo de personas, podemos darles algo de comida.—indicó, viéndose flexible.

—Rick.—una mujer de cabello corto y canoso miró al hombre quien fue identificado, quería denegar aquella accesibilidad del hombre llamado; se veía en desacuerdo con lo que ofreció.

—No, no nos quedaremos. Lo agradezco.—asumió Natasha algo reacia, pero no hostil, se negaba a involucrarse con personas que no conocía; no sabía sus intenciones.

—No nos iremos con ustedes, son unos animales.—habló Jayden, de una forma acusatoria pero sin actitud, todo se sentía sereno.

—Ustedes son los animales que roban comida.—se dirigió el chico con sombrero de alguacil, quien de forma intimidante intentó acercarse a Jayden, haciendo que Aliana sacara su arma para apuntarle; este chico se había excedido.

—Estoy de acuerdo.—habló Aliana, notando como Natasha intentó ponerse entre medio para calmar la situación, igual que Nathan.—Me disparaste aunque intentará ayudar a tu compañera.—detalló cuando apunto al chico.

—Bajen las armas, intentamos de negociar.—entre dientes Natasha se dirigió a Aliana, notando la cadena que se formó entre amenazas cuando otra chica de un cabello castaño claro apuntar.

—Deja de apuntarle, o habrá más de una pelea aquí.—Aliana se giró sin titubeo, parecía ser que aquella chica no le intimidaba y cargó el arma delante de ella sin molestia alguna.

—Cálmense todos, Carl, Camila... aléjense. Estamos buscando negociar como ella dijo, cálmense.—ante la pasiva voz de aquel hombre quien era el único que hablaba en nombre de todos, Aliana bajó su arma al igual que la chica y todos decidimos mantener la distancia.—No vamos a pelear.—comentó él, haciéndole una señal a los unos para que retrocediera más, y estos, lo hicieron.

No creo que puedas discutir esto, estás embarazada. No queremos hacerles daño, queremos ayudarlos.—aquel hombre con una cabellera hasta a los hombros color negra se dirigió a Natasha; ella solo observó las flechas que guardaba con su ballesta y se acopló a la voz aún más reacia que la de ella.

—Natasha.—llamó Nathan, esperando a que su hermana diera respuesta, les estaban dando una oportunidad que les podría funcionar.

—Solo serían un par de noches. No queremos causarles problemas, más de lo que ya lo hemos hecho.—afirmó Natasha, por lo que Jayden de manera incómoda soltó un bufido, mientras que Aliana se desanimó por dicha decisión.

—¿Estás segura?—Nathan se acercó curioso, en un tono bajo se dirigió a su hermana mayor.—Piénsalo bien, no podemos ponerte en riesgo o a Aliana.—dijo, señalando a su hermana menor.

—Me llamó Natasha, Natasha Johnson.—Aliana sentía punzadas en su cabeza y su vista se volvía borrosa, veía a su hermana acercarse de manera decidida al hombre que le ofreció una mano.

—Yo soy Rick Grimes y tengo unas preguntas antes de que podamos continuar.—indicó el hombre que no tardó en presentarse, extendiendo su mano.—¿Cuántos caminantes han matado?—Aliana quedó confundida, no podía ser real esa pregunta.

Durante su travesía, no fue de las primeras en ayudar, pues era una niña indefensa y asustada que solo quería que todo fuera una pesadilla—, pero obviamente no pudo alejarse de la realidad en la que empezó a vivir y poco a poco olvidó lo que era su vida antes—. Tambaleó un par de veces y quien único notó el comportamiento de ella fue la misma a quien salvó del acantilado. Se sentía débil, con hambre y sin fuerza. Lamió sus labios secos e intentó de oír la conversación entre aún hermana y el hombre. ¿Realmente contestaría estas preguntas tan estúpidas? ¿Se necesitaba tener un alto nivel de matanza para poder caminar con ellos? Era extraño, pero ella solo retrocedió varios pasos hacia atrás hasta caer al suelo. Su vista se fue negra, como si no pudiera ver nada y varias voces a su alrededor la alteraron, hasta que quedó totalmente desmayada y ajena al presente, donde su hermana había decidido caminar con estos vivos entre los muertos vivientes. Por ahora, eran su única esperanza.

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