No sabía como reaccionar ante eso, principalmente porque me tomó desprevenida y también porque no entendía a qué se refería con "rama principal".
Se quedó mirándome un momento, tratando de adivinar mis pensamientos.
-¿Te convertirán? -Asintió. -¿Por el bien de la rama principal?
Suspiró. -Es algo difícil de explicar, pero algunos clanes, aunque muy pocos, se dividen en dos ramas. La principal, de sangre pura y genes reales y la secundaria, aquella donde las uniones no fueron con las razas puras.
-Entonces serás un vampiro, como ellos.
-Algo así.
-¿Por qué tú? -Lo miré, esperando saber si era algo que deseaba hacer o algo que debía.
-No tengo opción. -Me miró de vuelta con una sonrisa ladeada. -Hay toda una historia detrás de todo esto.
-Cuando quieras contarme sobre ello, te escucharé. -Terminé por decir, viendo en sus ojos que no quería hablar de ello.
-Kacey.
-¿Si?
-No te alejes de mí por esto, por favor. -Deslizó su mano hasta entrelazarla con la mía. -No diré que todo estará bien porque no lo estará pero, haré algo al respecto.
Negué despacio, sin dejar de mirarlo. -No dije que me alejaría de ti, Abraham, no lo haré.
Nos quedamos un momento en silencio, con las manos entrelazadas, sólo mirándonos. Por primera desde que lo conozco, dejé de ignorar y evitar el sentimiento cálido en mi pecho, aunque quisiera, ahora mismo, no habría podido hacerlo. Es intenso, como sus ojos, y cálido, como se siente su mano junto a la mía.
-Kacey... -Asentí un poco en respuesta. -Hay otra razón del porqué quería que supieras todo esto.
-¿De qué se trata?
-No se porqué, ni siquiera se en que momento pasó, pero me gustas, Kacey. Quiero que estés conmigo siendo consiente de todo lo que me rodea, si decides aceptarme, claro.
Me quedé en silencio analizando sus palabras que parecían una ilusión para mi, en realidad, me había tomado por sorpresa su confesión.
-¿Entonces te gusto... de gustar?
Se rió un poco, parecía avergonzado. -Sí.
Me reí también, sosteniendo su mano entrelazada, avergonzada de mi pregunta y de mi capacidad de comprender la existencia de seres sobrenaturales pero no una declaración de amor.
-También me gustas, Abraham. -Reí. -Me gustas de gustar.
-Entonces acepta algo.
-¿Qué cosa?
-A mí. -Sonrió. -A nosotros.
Quizás parezco una tonta sonriendo como lo hago, pero no pude evitarlo. Asentí en respuesta para no decir algo estúpido a causa de mi emoción.
Acarició mi mejilla con su mano libre y se acercó lentamente, mi corazón latía acelerado en anticipación a lo que venía. Un beso.
Terminé de acortar la distancia y toqué sus labios con los míos, los sentí suaves, cálidos y dulces, de alguna manera, era como tenerlo por completo en eso. En la sensación de un beso.
Al separarnos, besó mi frente y luego se puso de pie para ayudarme a parar. -No quisiera pero debes volver a casa.
Reí, había olvidado aquello después de todo lo que había pasado. -Tienes razón, ¿nos vamos?
Caminamos de la mano hasta su coche, abrió la puerta para mí y luego de rodear el auto subió él. Arrancó después de darme un corto beso y comenzó a conducir de vuelta al bosque por el mismo camino de antes.
Ya no me sentía nerviosa ni asustada, un poco confundida quizás, pero el dolor de cabeza no volvió desde la última vez lo que debería ser bueno.
Tenía mucho en que pensar ahora, mucho que analizar y, estoy segura, que mucho por aprender pero es algo que no me es un problema.
Soy consiente de que quizás estar rodeada de seres sobrenaturales me traiga problemas, pero es algo que estoy dispuesta a soportar, después de todo, mi vida no iba a ser normal después de hoy.
Cuando Abraham me dejó frente a la puerta de mi casa, todavía no había nadie, el silencio dentro me lo confirmaba. Abraham me dio un corto beso antes de cruzar la calle para ir a su casa, entonces entré a la mía.
Subí directo a mi habitación para tomar una ducha y luego dormir, había sido un día largo y agotador para mí, aunque tenía sus ventajas.
A la mañana siguiente, me sentí mejor que nunca, me desperté feliz, como no había pasado últimamente.
Bajé a desayunar antes de ir al colegio, encontrándome sólo con Luis y Jason, entonces recordé que día era. Hoy Dulce, la menor de 2 años, tenía cita con el pediatra.
Después de comer algo y lavar mis dientes, salí de casa para encontrarme con Abraham. Jason salió tras de mí, saludó a Abraham y emprendió, como siempre, el camino por delante de nosotros.
El chico de ojos grises besó mi mejilla y aprovechó para sacar mi mochila de mi hombro, cosa que agradecí, las heridas por las garras aún me dolían un poco.
-Te tengo una sorpresa.
Sonreí. -¿Si? ¿De qué se trata?
-Cierra los ojos. -Obedecí aquello y cerré los ojos, entonces escuché que abría un cierre y luego lo cerraba. Tomó mis manos entre las suyas y, después de besar mis nudillos, depositó lo que se sentía como una pequeña caja entre ellas. -Ya puedes abrirlos.
Al abrir los ojos confirmé que se trataba de una cajita, lo miré antes de abrirla solo para ver el sonrojo que intentaba ocultar. Dentro encontré una hermosa cadena, tenía la mitad de un corazón con la letra 'A' grabada y junto a está, una perla negra.
-Es hermoso, Abraham, gracias. -Al mirarlo, noté que él tenía puesto la otra parte del corazón, solo que tenía mi inicial grabada.
-Ven, te lo pongo. -Me acerqué a él y, antes de dar la vuelta, besé su mejilla. -Está es una forma de estar más cerca de ti cuando no pueda estarlo.
-Entonces lo llevaré siempre conmigo.
Sonrió. -Te quiero, Kacey.
-Y yo a ti.
Entrelazamos nuestras manos para caminar juntos al colegio, sinceramente, estoy un poco nerviosa de cómo serán las cosas ahí, para mi desgracia, pronto voy a descubrirlo.
Al llegar, confirmé mis sospechas. Las cosas sí cambiarían. Abraham no se inmutó por las miradas que recibimos durante todo el trayecto de la entrada al salón de clases, cosa que no me sorprende. Él sigue siendo el popular y yo la nueva.
Debo admitir que es incómodo recibir tantas miradas, desde las chicas que me miran con odio hasta las que me miran como si hubiera logrado lo imposible.
No puedo comprender que le ven a esta situación de imposible cuando Abraham siempre se ha mostrado amable y con una personalidad muy pura, nunca, desde que lo conozco, lo he visto tratando mal a alguien o actuando arrogante. Siempre ha sido la clase de chico con el que puedes hablar sin preocuparte porque sea un patán.
De hecho, es el que más detesta que lo vean como alguien inalcanzable. Odia el hecho de ser tratado como si valiera más que el resto porque siente que no es así, que es igual al resto.
La mayor parte de esas miradas incómodas se acabaron cuando llegamos al aula y las clases comenzaron.
Las primeras horas pasaron más rápido que de costumbre, en especial porque tenía a Abraham cerca haciéndome reír con sus bromas y logrando con éxito que olvidara las miradas de las personas a nuestro al rededor, en especial, cuando me besa.
Cuando sonó la campana que anunciaba el descanso, yo fui la más feliz de todos. -¡Por fin! ¿Alguna vez te he dicho lo mucho que amo el descanso?
-Es tu momento favorito del día. -Rió. -¿Vamos por algo de comer?
-Claro, quiero un chocolate.
-Dije comida y para tu mala suerte, amor mío, eso no lo es.
-Oh, eso no es verdad. También cuenta como alimento, no puedes discriminarlo solo por ser dulce. -Me crucé de brazos ocultando mi diversión. -Me opongo.
Se paró delante de mí haciendo que yo también me detuviera, dejó un corto beso en mis labios y, a esa corta distancia, habló. -Te opones a todo, te gusta ser rebelde.
Me reí a carcajadas, no dispuesta a darle la razón, aunque la tenía. Al no obtener respuesta, sonrió divertido y tomó mi mano para seguir nuestro camino a la cafetería donde al vernos entrar, se callaron. Pocas veces había venido aquí y realmente nunca me quedaba por lo que me sorprendí cuando caminó hacía el final de esta, rumbo a la mesa más apartada. Entonces ignoré el silencio que se empeñaron en mantener mientras caminábamos.
Me llevé una gran sorpresa al ver que, sentados al rededor de la mesa, se encontraban los Alcázar, Lacey y Jacob.
-¿Estudian aquí? -Pregunté discretamente.
-Sí, linda.
-¿Y por qué no los había visto antes?
-Porque eres muy distraída.
Me reí dándole la razón, saludamos a todos antes de sentarnos con ellos a disfrutar del descanso.
-Nuntilesti. -Anunció Mike al grupo.
-¿Malas noticias?
-Para nada.
-¿Entonces de qué se trata esta vez? -Preguntó Abraham.
-Desterraron a un ángel muy poderoso, en realidad, uno de los más poderosos del reino de los cielos ya que es descendiente de Dios, lo que lo convierte en el segundo o tercer ángel más fuerte de todos. -Hizo una pausa. -Gracias a esa fuerza logró escapar de los arcángeles manteniendo sus alas, así que Nathan quiere que lo conozcamos y lo ayudemos.
-¿Por qué lo desterraron? -Preguntó Zed.
-No quiso dar detalles, al parecer es un asunto delicado y complicado, sólo nos dio una advertencia.
-¿Advertencia?
-Dijo que si nos rodeamos de humanos. -Me miró específicamente a mí. -Los alejemos lo más que podamos de él, por el asunto de su destierro y otras situaciones es un poco... inestable emocional y psicológicamente.
-Creo que es un tanto aterrador. -Reí.
-Mientras se mantenga alejado de ti no creo que haya problemas.
Alcé una ceja mirándolo. -¿Son celos?
Negó con una expresión seria que no podía ocultar su diversión. -Los celos son tonterías, yo solo protejo lo mío.
-Ella no es tuya, imbécil. -Siguió Zed con una falsa expresión seria. -Además, Kacey me ama a mí.
Zed me dedicó una sonrisa sínica seguida de un guiño que intentaba ser seductor, Abraham y yo nos miramos antes de que todos estalláramos en ruidosas carcajadas arruinando así el momento seductor de Zed, fuimos tan ruidosos que toda la cafetería se calló al escucharnos reír de esa forma.
Fue un momento muy incómodo por la forma en que nos miraron, claro que instantáneamente intentaron fingir que nada pasó y actuar normal, pero eso no quitó la forma en la que nos miraron, algunos incluso tuvieron la boca abierta por un momento antes de seguir en lo suyo.
Dejé de pensar en ello cuándo Ethan habló. -¿Y cuándo llega?
-En unos días, lo más probable es que planeemos una fiesta de disfraces o algo para presentarlo al resto y no lo vean como un invasor.
-¿Por qué de disfraces? -Preguntó no muy convencido Jacob.
-Tengo entendido que hay una celebración allí donde se disfrazan de demonios, ridiculizándolos para celebrar la caída del traidor.
-De todas formas no es seguro. -Intervino Mike, dejando claro su descontento con la idea de tener que usar un disfraz para presentar al nuevo. -Ya les avisaré después si se hará o no.
Asentí un poco, de todas formas, creo que no podría conocerlo, la advertencia de Nathan debe ser por algo.
-¿De qué te disfrazarías? -Zed me preguntó con una sonrisa ridícula.
-No lo sé, ¿por qué?
Se inclinó en mi dirección. -Tengo un par de ideas geniales para que uses.
-No lo creo. -Reí.
-¿Por qué no? -Fingió ofenderse. -No siquiera has escuchado mis propuestas.
-Paso, estoy segura que será algo indecente y vergonzoso.
-La mente más impura aquí es la tuya al creer eso.
Me carcajee. -Es porque te conozco, Zed, de no ser tú quizás escucharía esas propuestas.
-Me ofendes.
Me reí de él, no podía evitar reírme cada que intentaba parecer seductor y fallaba, o en todo caso, arruinábamos su momento con nuestras risas, pero es algo inevitable tratándose de él.
Solo queda esperar su llegada y con ello, lo mejor.