La nieve cubrió la entrada, el clima se volvió insoportable, papá empujó a Tío Lucas, tío Lucas cayó sentado en la escalera de entrada, tío Chase se deslizó y cayó encima del muñeco de nieve de Nicky. Ahora tenemos a un hombre con dolor de trasero, una niña llorando y a papá siendo regañado por mamá. Esta es la familia normal, la familia Hamilton. El mundo podrá considerarnos "dioses griegos" pero somos más una mala imitación de la familia Adam. Especialmente cuando tía Alaska y tía Lucy sacan ese instinto asesino.
Seguí tomando mi té caliente, mientras re leía las últimas palabras de nuestro nuevo libro. Nuestro... se escucha bien.
"La vida es esta. No hay segundas oportunidades para vivir, no tenemos un botón de reinicio, no hay ninguna forma de revivir y empezar de cero. Es por eso que elegí vivir desde el momento que la conocí. Tengo a una mujer que no teme arrodillarse enfrente de mí, una mujer que hace maravillas en la cama, pero su mayor logro fue haber descongelado mi corazón de adicto al odio. Ni siquiera tuvo que hacer algo más que mirarme y destrozarme con esa lengua mágica de víbora que tiene, su encanto es natural, así como nuestro amor fue surgiendo de forma natural, destinado a ser.
La vida continúa, está vez con una gran razón para seguir viviendo."
Escrito por Hollie & Nicolás Grant.
Será nuestro primero libro como esposos. El primero de muchos porque Nicolás se aventurará a escribir un cuento infantil junto a mí, con la condición que siga escribiendo romance erótico junto a él. Acepté porque me encanta trabajar junto a él.
— ¿No deberías estar en otro lugar? —Demi se sentó a la par mía y Tory en el sofá que da a la ventana, mirando a Ian consolando a una llorosa Nicky.
— No, estoy bien aquí —cerré la laptop antes de que pudiera leer algo. Demi es una adicta a la lectura, tanto que se ha escabullido mil veces a mi habitación para leer mis historias nuevas sin mi permiso.
— ¿Nicolás no ha venido? —preguntó Tory mirándonos por un segundo antes de volver a ver por la ventana.
—No, fue por las niñas.
Las dos me miraron sorprendidas y cuando mamá gritó de felicidad, Demi y Tory salieron corriendo hacia la entrada. Parece que ya están aquí...
— ¡Ah! ¡Son hermosas! ¡Me las como a besos! —gritó Demi siguiendo a Nicolás, quien cargaba a dos asustadas pequeñas. Demasiados gritos.
Me levanté del sofá para ayudar a Nicolás con las niñas. Agarré a Wen por la espalda y besé su mejilla. Se retorció en mis brazos pero cuando se dio cuenta que era yo, me abrazo por el cuello, escondiéndose de las molestas de mis primas... y mamá.
— ¡No puedo creerlo, no puedo creerlo! —Repetía mamá entre gritos y saltos— ¡Son hermosas!
—Y tú ahora eres más vieja que antes —se burló tío Lucas haciendo reír a todos, menos a mamá.
Salimos del salón hacia la planta de arriba. Creo que Nicolás nunca ha estado en mi cuarto pero esta primera vez, será junto a nuestras pequeñas. La señora Maggy fue muy amable de autorizarnos pasar unos días con la niña para que se fueran adaptando de a poco para cuando llegue el momento de poder llevárnosla del todo. Normalmente tardas un par de meses en que revisen tus papeles y te acepten la adopción pero Zac es un buen abogado y el apellido Hamilton hace milagros. El inconveniente fue con Nicolás, quien tuvo que presentar un examen psicológico por "traumas de su niñez" y también por el tipo de libros que escriben. Una estupidez. Dejé a Wen en mi cama mientras le quitaba el abrigo rosa, adentro está haciendo demasiado calor porque tío Lucas es especial y le gusta mantener el lugar lleno de "Calidez". Apuesto a que es una nueva "dieta" en la cual tienes que estar sudando para "quemar grasa".
— ¿Tienes tu propia habitación? —Preguntó Wen mirando cada detalle de mi habitación— Yo también tenía mi habitación.
—Y volverás a tenerla —acaricié su cabello mientras Nicolás se tiró a la cama, con Wendoly en su pecho. Ella se acomodó y empezó a cerrar sus ojitos—. Wendoly, tienes que comer algo antes de dormirte, cielo.
—Vamos a dormir —Nicolás jaló a Wen del brazo y cayó de espaldas, riendo— Venga, así nos queda más pizza para nosotros.
Ambas abrieron los ojos como platos y se bajaron de la cama, jalándome de la mano mientras pedían pizza, bueno, Wen pedía pizza por ambas. Necesitaremos llevarlas con un psicólogo infantil, pero para mientras, trataremos de darle todo nuestro amor y cuidado.
Todos comíamos en silencio, observando a Nicolás bromear con Wen y limpiándole a Wendoly sus mejillas llenas de salsa de tomate y queso. Creía que no podía ser más perfecto, después de una semana en la que me propuso matrimonio en la nieve y me dio un hermoso anillo de diamante que era de su abuela, me dije que ya nada podría hacer que amara más a este hombre. Pero ahora está cuidando a dos niñas como si fueran suyas, aunque no son sus hijas de sangre y aun no lo son legalmente, pero lo serán. Y... No sé qué pensar, estoy maravillada.
— ¡Feliz Navidad! —gritó Cristal entrando a la cocina, seguida del señor Keller y de Gregg. Imagino que a Cristal no le hizo mucha gracia que Gregg fuera el que abrió la puerta, la relación de ambos sigue siendo mala, terrible... Ese mal comienzo afectó una posible amistad.
—Genial, mas bocas para alimentar —susurró tío Lucas, ganándose un golpe por parte de tía Lucy— ¡Feliz Navidad! Siéntense antes de que Derek se coma toda la comida.
— ¡Lo dice el que lleva cinco porciones de pizza!
—Yo no fui el que quemó la cocina aquella navidad —tía Alaska suspiró cansada de la misma pelea de todas la navidades.
Gregg puso una silla a la par mía para Cristal, quien le agradeció con un "gracias" más seco que los pastelitos de Demi. No importa, se le aprecia el esfuerzo... a ambas. Le ayudé a servirse un pedazo de pizza entre la pelea por las ultimas porciones de la pizza italiana, papá casi manda a volar la caja de pizza. No comprendo cómo es que estos dos siempre se las arreglan para pelear por algo. Tío Lucas le pidió ayuda a Ian para ganar pero este fue más sabio y prefirió besar a Tory, haciéndose el que no estaba ahí mientras Nicky reía y aplaudía al ver a sus padres dándose besitos. Nicolas me tiró una servilleta en la cabeza, llamando mi atención entre tantos gritos.
— ¿Esta es la tradición navideña de los Hamilton? —pregunto con una sonrisa burlona.
—Bueno, hace unos años era quemar las casas y arruinar vestidos —reí ante su rostro de confusión— Tranquilo, esa tradición se acabó.
— ¿Dónde está el pavo? —preguntó Asheron, obteniendo la atención de todos.
— ¿Pavo? Dijimos que no cocinaríamos hoy —respondió Zac.
—La nueva abuela Dimi dijo que cocinaría un pavo para que las niñas se sintieran mas "navideñas" —explicó tía Lucy. Todos volteamos a ver a mamá.
—Derek... —dijo asustada.
Las sirenas de los bomberos hicieron que todos salieran corriendo a la calle, para comprobar la casa de tía Alaska y tío Chase. Bueno, parece que unas tradiciones nunca se olvidan del todo.
— ¿Dónde se fueron todos? —me preguntó Wen, mirando la mesa vacía, con sus mejillas y su vestido lleno de queso rallado.
—A seguir con las tradiciones —agarré una servilleta y limpié su mejilla— pero tranquila, nosotros no tendremos esa tradición.
—Está bien.
Siguió comiendo su pizza mientras las sirenas de los bomberos no dejaban de escucharse y el olor a quemado llegó hasta nosotros. Oh Dios... Mamá tiene que aprender a no dejarle encargado el pavo a papá. No importa si solo le faltan cinco minutos en el horno, él hombre siempre lo olvidará.