El pequeño Lobezno se removió entre sus sabanas, odiaba tanto el sonido del despertador, pero debía cumplir primero una rutina de acicalamiento para ir a estudiar, ya era un niño grande y responsable, no podía esperar a que fueran a despertarlo, claro que no, él ahora se valía por sí mismo –Kookie levántate- El suave llamado de su papi mochi volvió a despertarlo, cayendo en cuenta que fallo otra vez en su...ya perdió la cuenta de cuantas veces ha pasado lo mismo –Buenos días pequeño- Lo regordetas mejillas del Omega se alzaron, mostrando la mejor sonrisa, tan tierna que no pudo seguir triste por incumplir su promesa de no ser una carga.
-Buenos días papi mochi, buenos días Twinkle- Saludo a su pequeña hermanita, quien se encontraba muy animada en los brazos del Hámster. Ella siempre reaccionaba a su nombre, moviendo la manita y dando pequeños saltitos en su sitio –Lo siento, aunque la alarma me despertó, volví a dormirme- Puchereo molesto consigo mismo.
-Está bien Kookie, lo estás haciendo mejor que las primeras veces, pronto lo lograras- Su cabello fue peinado ligeramente, por las suaves caricias acompañadas de un beso en la frente, obviamente luego beso las regordetas mejillas de su padre y hermana, eran muy tiernos juntos.
La nueva dinámica de la recién expandida familia, no era para nada fácil. Jimin tuvo problemas para reincorporarse al ajetreo diario de atender una casa. Sus piernas habían estado débiles por el largo periodo que se mantuvo recluido en el nido, cuidando de sus delicadas crías hasta que terminaron de desarrollarse, acuñado al laborioso parto del que le costó una semana recuperarse, eso sin contar el trabajo de alimentar con su propia energía a tres cachorros que lo absorbieron sin tregua por casi 9 meses. Ahora que sus tres hijos tenían el peso y tamaño ideal, se ayudaba de suplementos de leche y vitaminas.
Aun con todo lo que implico, el gran desgaste físico y emocional, estaba feliz. Allí preparando el desayuno para todos sus seres queridos, la carne y huevos fritos, los biberones de leche, su ensalada de frutas, lo hacía sentir en un estado letárgico, tal vez porque en la noche Kodan, su pequeño lobito, había llorado en intervalo de dos horas, despertando a sus dos hermanos, quienes más tranquilos solo se quejaban en chillidos por la interrupción, volviendo a dormir a la mínima oportunidad.
Twinkle era la bebita, todos querían consentirla, alzarla, hacerle gestos, llamar su atención cuando tuvieron la oportunidad de verla, mientras esta solo deseaba hacerse bolita contra el pecho de alguno de sus padres. Era Koben el hiperactivo, estaba la mayor parte del día despierto, chillando cuando lo dejaban solo por unos segundos, reclamando atención aunque apenas pudiera mover los bracitos. Kodan no habría mucho los ojos, a diferencia de sus hermanos llevaba poco tiempo en el mundo exterior, por lo que llora con ímpetu ante cualquier necesidad, quedándose dormido apenas es suplida.
Yoongi se encontraba bañando a Kodan que a diferencia de sus hermanos mayores, parecía estar bien con el agua, le gustaba la sensación tibia y fresca sobre su piel. Le recordaba mucho a Jungkook, por lo que era probable que sacara todos los genes Min, con su cabello negro castaño y la gran nariz de Lobo, aun no tenía certeza de la forma de sus ojos, pero pensando en los grandes y curiosos que siempre han sido los de su primogénito, los tres cachorros tenían miradas más adormiladas, ojitos como rendijas de alcancía, serían muy adorables con sus sonrisas de mejillas regordetas.
-Kodan ¿Tienes abazones?- Cuestiono al bebé a la par que abría ligeramente la pequeña boquita, palpando los cachetes completamente lisos de su cachorro –No serás un lobo que pueda almacenar comida en sus mejillas- Como si el Lobezno hubiera entendido aquella oración, lloró molesto –No pequeño, no tiene nada de malo, siempre puedes pedir a tus hermanos que carguen comida extra para ti, porque esas virutas sí que pueden guardar cosas en sus mofletes- Bromeo meciendo ligero al bebé, que se calmó por las pequeñas caricias.
Jungkook vigilaba a sus dos roedores hermanos, estos se encontraban recostados en un acolchado tapete de colores, mirando fascinados el carrusel que hacía ruido y movía figuras encima de sus cabezas, Twinkle chillo de repente, con su puñito totalmente ensalivado que descansaba contra sus rosadas y desnudas encías. Koben agito sus pies sin un movimiento específico, patas descoordinadas al aire.
-Todo listo pequeño, ve a desayunar- Anunció el padre de los cachorros al entrar al cuarto de los bebés. A Kookie le entristecía despedirse de sus hermanos, extrañaba las vacaciones por esa misma razón.
-Adiós Twinkle- Tomo con cuidado a la pequeña, elevándola para darle un abrazo y beso, que correspondió golpeando levemente con su mano ensalivada la cara del mayor –Adiós Koben- Repitió el proceso, sabiendo que cuando se alejara el pequeño comenzaría a chillar, como si le pidiera que no se fuera –Adiós Kodan- Yoongi se agacho para permitirle a Kookie darle un beso de despedida al menor, que impasible siguió durmiendo.
Jimin llego en ese momento con los biberones, dejándolos en la habitación para ir a servirle a Kookie y despedirlo para el colegio –Hoy hice salchichas con tortilla y leche achocolatada- Anuncio el menú para el regocijo del Lobezno, quien se sentó alegra a devorar su comida mientras su papi mochi alistaba su almuerzo para llevar.
-¿Cuándo los bebés van a poder jugar?- Jungkook no entendía porque sus hermanos no podían ni sostener una figurita, lo único que podía hacer era jugar hacerles caras y mover sus manos, eso parecía gustarles mucho, hacía reír a Koben todo el tiempo.
-Más rápido de lo que imaginas Kookie, no te apresures, los cachorros crecen de prisa ya verás- El Lobezno asintió con el ceño fruncido, no había imaginado que el proceso sería así de largo, desde que anunciaron a sus hermanos ya habían pasado por lo menos 10 meses, él ya había cumplido 7 años y sus padres habían celebrado su primer aniversario juntos.
El toque en la puerta termino su meditación, como ya había terminado toda su comida podía salir sin ser reñido, hoy no hubieron vegetales –Muy esplendorosos días, hoy no hubieron contratiempos verdes- Lo molesto Taehyung entrando al departamento mientras él tomaba su mochila.
-No le recuerdes la palabra con V- Susurro pero papi mochi estaba escuchándolo todo, se preguntaba cuando su cachorro comería saludable por gusto y si tendría el mismo problema con Kodan.
-Buenos días señor Hámster, Jungkook ¿Qué palabra con V?- Apareció en escena la pequeña Chanmi, quien también era recogida por Tae, por lo atareados que estaban sus padres con sus propios tres recién nacidos.
-Vegetales pequeña, tu si eres muy bien portada ¿Verdad que los comes sin quejarte?- La Cachorra sonrió en grande, ocultando su desagrado por ese alimento, no quería quedar mal frente a la pareja del Líder pero tampoco mentir.
-N-no lo sé, en mi casa no se preparan para nada- Jimin no lo podía creer, que alimentación tan desbalanceada tenía toda la Manada, debía arreglar eso apenas tuviera tiempo, lo cual no veía muy temprano por los constantes chillidos de sus cachorros.
-Un día deberías quedarte a cenar para que pruebes, estoy seguro que te gustaran- Ofreció a la nerviosa pequeña que solo asintió, recordándose mentalmente nunca aceptar una invitación a comer –Bueno, no pueden llegar tarde- Los apremio, despidiéndolos con un beso a cada uno, susurrándoles buenos deseos para ese día.
-Papá, adiós- Ambos Alfas subieron el tono de su voz para ser escuchado por el mayor.
-Pórtense bien, no voy a poder ir a sacarlos de la cárcel o salón de castigos si no se comportan- Advertencia muy necesaria que se hacía todos los días, pero ya no era necesaria, Tae era un hombre nuevo, con un hogar propio, centrado y recto, bueno eso trataba de ser, ya llevaba 4 meses sin ninguna mancha en su historial y estaba como interno en la comisaria, trabajando para ser un gran detective. Por parte de Jungkook, su mejor amiga trataba de alejarlo de los problemas, a su manera. En el tiempo que duraron separados, ella logro integrarse con los demás cachorros de la Manada, juntos eran capaces de hacerle frente a los Felinos y los ganadores no tenían problemas, todo lo cargaban los perdedores.
-Sabes que sí, ya soy un adulto- Comento orgulloso Tae, ante la mirada molesta de Jungkook.
-Yo no quiero ser un adulto, ya no juegas, ni hablas de cosas divertidas, todo es trabajo, leyes y política- Refunfuño el cachorro caminando hacía la salida.
-Si lo hago, solo que en menor medida, tengo que concentrarme en otras cosas, estudiar antes que jugar, mientras más creces, hay más responsabilidades, son buenas, son parte de la vida. Mira a los bebés, no tienen ninguna, duermen y llorar a cualquier incomodidad, luego estarán como tú, tratando de ser más independientes, porque entienden que es hora de crecer, estancarse en etapas es malo y aburrido ¿Te imaginas aun con biberón, llorando para que te hagan todo, siendo caprichoso y dependiente?- La idea de estar en una cuna todo el día era bastante desagradable, le gustaba ir a clases, jugar, pelear y solucionar sus problemas por él mismo, como un verdadero héroe, quienes esperan soluciones mágicas, gritando histéricos por ellas, son los personajes de fondo en sus caricaturas, él no quiere ser de esos.
-Aunque hay personas así en el mundo, mi padre dicen que son personas con gustos diferentes mientras mamá dice que son enfermos mentales, pero yo creo que es como mamá dice...- La charla siguió amena de camino a clases, con opiniones similares entendidas desde distintos ejemplos.
Para Jimin el día era un poco más complicado, luego de alimentar a los bebés con ayuda de su Alfa, estos volvían a dormir, momento en el que se quedaba solo en casa, él solito ante cualquier contratiempo, encargado completamente de la seguridad de tres indefensos seres. Le era muy difícil realizar tareas lejos de las cunas, existían tantos males que podrían atacarlos mientras él no miraba, la muerte súbita, ese síndrome inexplicable.
A veces cuando pasaba su mirada, sus ojos lo engañaban, parecía que el bebé estaba demasiado quieto, no veía la pancita hundirse en exhalaciones, eso de inmediato lo preocupaba, a veces ponía su dedo cerca de la naricita, otras llegaba a despertar a su cría. No creía que fuera un problema sus preocupaciones, para nada, eran completamente necesarias.
En medio de su baño escucho el chillido de su pequeña, por supuesto que fue de inmediato, sin importarle la espuma en todo su cuerpo, porque Twinkle no es de chillar por cualquier cosa -¿Qué pasa bebita?- Se asomó al corral, encontrando la cara arrugadita en molestia, esta no dejaba de patalear, profiriendo débiles chillido entrecortados –Tranquila, ya estoy acá- La atrajo a su pecho de inmediato, sin importar su estado -¿Qué pasa, que tienes?- Estaba empezando a sentirse ansioso, la bebé mantenía la boca abierta, sus movimientos eran erráticos y cada vez más bruscos, hasta que empezó a toser, como si estuviera atorada...Jimin miro de inmediato el peluche de estrella que tenía su bebita, le faltaba una pequeña pepita negra que le hacía de ojos...el pánico corroyó sus venas, dejándolo frío, temblando y con los ojos llorosos, quiso gritar, dar vueltas como un desquiciado, pero no, guardo la calma.
>Tranquila, tose, tose, es pequeño, puedes hacerlo- La animaba con la voz entrecortada, amenazando con romperse en cualquier momento. Acompaño con suaves golpes en la diminuta espalda, como si le estuviera sacando los gases, mientras mantenía la mano cerca de la boca, sintiendo la saliva caer copiosa –Por favor pequeña, hazlo- Suplico desesperado, estaba a punto de ir para llamar por ayuda, cuando sintió un objeto contundente entre el baboso líquido. Limpio su mano y recostó a Twinkle en la mesa de pañales, revisándola con manos temblorosas.
La pequeña estaba tranquila, llevándose el puño a la boca en su actitud normal, lo miraba fijamente, alzando su manita en dirección a su papi, estaba fuera de peligro. Jimin no pudo evitar llorar débilmente, mientras dejaba que su dedo fuera apretado por su hermosa cría. Aquello pudo haber durado poco en comparación a todo el sufrimiento que provoco en su interior. Acaricio los cortos pelitos que adornaban la blandita cabeza, sintiéndose afortunado y preocupado. No perdió ni un solo minuto hasta que todos los juguetes fueran seguros, aunque se vieran raros sin ojos, no iba a permitir otro incidente.
CONTINUARÁ