Derritiendo Tu Frío Corazón...

By DafiHernandez

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Clare no entendía por qué aquel hombre de ojos negros como el azabache la odiaba tanto. Si ella no lo trataba... More

Capítulo 1 "Accidente"
Capítulo 3 "Identidad"
Capítulo 4 "Primer encuentro"
Capítulo 5 "Contradictorio"
Capítulo 6 "Advertida"
Capítulo 7 "Problemas"
Capítulo 8 "Alivio"
Capítulo 9 "Descubierta"
Capítulo 10 "Discusión"
Capítulo 11 "Fiesta"
Capítulo 12 "Noche descontrolada"
Capítulo 13 "Feliz y..."
Capítulo 14 "Recuerdos"
Capítulo 15 "Pasado"
Capítulo 16 "La decisión de Danilo"
Capítulo 17 "Nassau"
Capítulo 18 "Un nuevo amigo"
Capítulo 19 "No te perdonaré"
Capítulo 20 "¿Por qué las odio?"
Capítulo 21 "¿Comenzamos de nuevo?"
Capítulo 22 "Cena"
Capítulo 23 "Rendición total"
Capítulo Final
Epilogo
Nota
Próxima Entrega

Capítulo 2 "Bienvenida a la villa"

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By DafiHernandez

- Disculpe sr. Álvarez no creo...

- Ángel ya te dije que no me digas así---el hombre simuló que tenía escalofríos---eso suena a mi padre o a mi hermano mayor. Además que por la juventud de tu rostro, podríamos tener la misma edad, así que cuando me dices señor me siento incómodo

- Muy bien Alberto, pero igual...

- Ya no hay vuelta atrás Ángel, te llevaré a la villa de mi familia---Alberto sonrió con cariño--- mi hermano menor, Fabiola y Sancha nos están esperando---lo miré resignada. Alberto decidió llamarme Ángel ya que aun la policía no consigue información acerca de mi. Hace dos días el doctor dijo que podría irme siempre y cuando esté en absoluto reposo. Alberto le prometió que así sería. La policía ya estaba notificada que me quedaría en la villa de la familia Álvarez hasta que ellos lograran saber algo de mi. Estaba incomoda con la decisión, pero no tenía otro recurso. Estaba sola en el mundo. Ni siquiera se mi verdadero nombre. Miré el rostro jovial de Alberto y sonreí levemente. Agarré su mano y la apreté con suavidad.

- Muchas gracias Alberto, no se que habría pasado conmigo si tu no hubieses estado ahí, además que has corrido con todos los gastos médicos y me llevas a la casa de tu familia para alojarme un tiempo. No creo que alguien más hubiese hecho eso por una desconocida como yo---mi voz tembló de emoción y miedo. Me angustiaba tanto no saber nada de mi propia vida. Si estaba casada, o tenía hijos, o familia. Un nudo se formó en mi garganta. No podía llorar. Con eso no lograría nada.

- No te preocupes por eso Ángel---Alberto sonrió pesaroso--- vamos a decir que estabamos destinados a conocernos---él me guiñó un ojo. No pude evitar sonrojarme--- además, se que pronto recuperaras la memoria. Y por el dinero tampoco te preocupes, mi familia esta acomodada y puedo correr con los gastos.

- Igual cuando recupere la memoria, te devolvere cada centavo---comenté testaruda. Él sonrió al ver mi rostro terco.

- Muy bien, si eso te hace feliz---Alberto observó su reloj---iré a  buscar la boleta de alta para irnos, no quiero que nos agarre la noche---lo vi salir y suspiré. Alberto era genial. Desde que mi accidente ocurrió hace ya una semana, él no me ha dejado sola y está pendiente que no me falte nada. Cuando le pregunté por qué lo hacía, solo me sonrió y me contestó que lo hacía por empatía y por ayudar a otro ser humano que estaba en problemas. Solo pude verlo con sorpresa. Era un hombre fantastico. De aspecto era muy atrativo. Él me dijo que tenía 25 años de edad y que trabajaba en la empresa familiar junto con su hermano mayor. Cuando él lo mencionó, mi cuerpo reaccionó al recuerdo del espectacular hombre que entró de golpe a mi habitación. Al ver sus ojos un escalofrío atravesó mi cuerpo como un relámpago, y aunque eran tan fríos como el hielo, no pude evitar reaccionar a él. No se si he visto hombres bellos, pero el hermano mayor de Alberto marcó algo en mi alma. Suena absurdo, porque ni siquiera hablamos, sin embargo nuestros ojos conectaron como engranajes. Era como si lo conociera de antes.

Quise preguntarle a Alberto como se llamaba su hermano o más cosas sobre él, pero me dio mucha pena. Solo esperaba volverlo a ver. Aunque por su semblante frío y despectivo lo dudaba.

Media hora después, Alberto y yo salímos del hospital en una silla de ruedas. Tenía un collarín en el cuello y el pie izquierdo con una rótula. Alberto había colocado el auto al frente de la salida del hospital para que pudiera subir al auto más rápido. Uno de los enfermeros que me ayudó con la silla de ruedas, me ayudó a montar en el asiento trasero para que pudiera extender mi pierna. Agradecí al enfermero y Alberto se despidió para comenzar nuestro viaje.

Alberto me hablaba sobre la ciudad, podía observar en su semblante que amaba ese lugar. Me comentó sobre las empresas de su familia y lo que él hacía. Se encargaba de toda la parte publicitaria del negocio, pero que muchas veces quería renunciar y viajar por el mundo. Cosa imposible porque su hermano mayor lo buscaría, lo haría trizas y los restos los usaría para terminar el trabajo en la empresa. No pude evitar verlo de soslayo. Ese hombre era muy autoritario.

También me habló sobre su familia. Ellos eran tres hermanos, Danilo, él y Juan. En ese orden. Danilo tenía 35 años y su hermano menor 17. Sus padres murieron en un accidente automovilístico hace cinco años, por lo que a Danilo, por ser el mayor, le tocó asumir toda la carga familiar y todos los negocios.

- Yo apenas estaba por la mitad de mi carrera cuando el accidente ocurrió, así que no pude ayudar bien a mi hermano, él tampoco me lo permitió. Juan tenía 13 años y se portó muy rebelde---Alberto me observó por el espejo retrovisor y sonrió-- bueno aun lo es, pero no es tan intenso como era hace cinco años---Alberto suspiró y volvió la mirada al frente--- para Danilo no ha sido fácil. Cuando le tocó asumir todo, él estaba prometido con María Antonieta, pero... de un día a otro ambos rompieron el compromiso y Danilo cambió duramente---Alberto puso una mueca--- se puso peor de lo que era---él observó mi rostro confundido y volvió a suspirar--- Danilo nunca a soportado a las mujeres, gracias a su madre. Juan y yo somos hijos del segundo matrimonio de nuestro padre Cristóbal. Y aunque mi madre trató de darle cariño, él nunca se dejó. Odia a las mujeres. Cuando conoció a María Antonieta pensamos que los milagros ocurrían, sin embargo...---Alberto se quedó en silencio sumergido en sus propios pensamientos. Yo procesaba poco a poco lo que me decía y supe que entrelineas habían muchas más cosas que hasta Alberto desconocía. 

El viaje continuó con Alberto contándome anécdotas de su familia, sobretodo cuando su madre aún vivía. Por sus palabras, me di cuenta que él la amó mucho. Alberto me dijo que estaríamos en la Villa, su hermano Juan, Fabiola su vecina de 18 años que era un incordio y nosotros dos. Cuando le pregunté porque su vecina era un incordio, él resopló.

- Ella es la única hija de nuestros vecinos los Ruíz Alcantara. Ellos salieron por un viaje en crucero aprovechando que su hija estaba en el internado, sin embargo, hubo problemas en el lugar y Fabiola regresó a España, por lo que se tuvo que alojar en la casa mientras sus padres llegan. Ella es una joven melindrosa y caprichosa. Sin embargo, no podía dejar que se quedara sola en la villa de sus padres. Ellos jamás no los hubiesen perdonado. La conocemos desde que nació. Así que...---Alberto alzó los hombros resignados.

Un tiempo después, llegabamos a la villa de la familia Álvarez. No pude evitar emocionarme. Era simplemente esplendida. Mientras cruzabamos unos arcos de ladrillos, Alberto me comentaba que toda esa extensión de terreno formaba parte de la villa. Yo miraba sorprendida toda esa maravilla. Podía ver que esa familia tenía mucho dinero. Y ese pensamiento lo ratifiqué cuando llegamos a la hermosa mansión. Alberto se estacionó y luego me ayudó a bajar del auto. Buscó las muletas que estaban en la parte de atrás del auto y me ayudó a subir los cortos escalones para ir a la puerta de la casa.

Antes que Alberto abriera la puerta, ésta se abrió de golpe y apareció una joven de tez blanca pero con un largo y hermoso cabello negro azabache. Tenía los ojos azules. "Es muy hermosa" pensé viendola con admiración.

- ¡Llegaron!---exclamó ella con alegría. Alberto suspiró y ella ensanchó su sonrisa. Me tragué una sonrisa. Se veía a leguas que a ella le gustaba Alberto. Se notaba en sus ojos. Y tal vez, para Alberto, ella no le era indiferente---¡Hola! Un placer, me llamo Fabiola. Alberto me contó de ti---ella me sonrió amigablemente--- estoy segura que aquí te recuperaras rápido. Yo te ayudaré. Si algo así me hubiese pasado a mi---ella simuló un temblor---estuviese llorando todos los días.

- Fabiola---comentó Alberto cansino---si nos dejas pasar te lo agradecería mucho.

- ¡Ups! disculpen, pasen---ella sonrió nerviosa y abrió más la puerta---Sancha ya preparó la habitación que nos dijiste Alberto.

- Gracias Fabiola--Alberto me guió por el vestibulo hacia un pasillo. Fabiola nos seguía en silencio--- le pedí a nuestra ama de llaves que prepara una de las habitaciones de huéspedes del piso de abajo. No es recomendable que subas y bajes escaleras---nos detuvimos en una puerta--- estoy seguro que aquí te sentirás cómoda---Alberto abrió la puerta y contuve el aliento. Era muy hermosa. Las paredes eran de color rosa vieja, con unos muebles y una enorme cama de dosel. Entramos a la habitación y suspiré.

- Muchas gracias Alberto, Fabiola---admiré todo el espacio---es una habitación muy hermosa. 

- No te preocupes Ángel---Alberto sonrió con cariño. Fabiola lo miró curiosa y luego miró mi rostro y ella entrecerró los ojos. No le gustó la forma en como me miró Alberto. Gemí para mis adentros. Lo menos que quería era crear problemas, pero al parecer eso era lo que tendría por los celos de Fabiola.

- Si necesitas algo, no dudes en decirme---comentó Fabiola sonriendo.

- Muchas gracias Fabiola---le sonreí con tranquilidad. Alberto me ayudó a acostarme en la cama y luego ambos me dejaron sola para que descansara. Pensé que no me cansaría tanto, pero ese viaje me dejó agotada. Tan solo cerré los ojos y me quedé dormida al instante.

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