Obsoleto - El Orden Natural D...

By True-Doragonkingu

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Harry Potter tuvo una infancia miserable por culpa de sus tíos y ahora esta roto, pero gracias a un simple mo... More

Cuerpo Encadenado, Mente Libre
Un Mundo Lleno de Oportunidades
La Justicia de Atenea
La Chica de Los Ojos Azules
El Precio de Lo Que Decidimos Ser
El Dúo de Oro
A Quién Más Odiamos
Los Deseos de Un Corazón Roto
Juntos, Siempre Y Hasta El Final
Desde las cenizas
El Peso de Nuestra Conciencia
La Voluntad Para Hacer Lo Correcto
Las Dos Caras de Selene
El Único Deseo Es Aprender
Psicología de Masas
(No) Estas Solo
(No) Podes Avanzar
Serás lo que debas ser
Teoría del Gran Impacto
El Precio de Nuestras Decisiones
Daphne Greengrass
Tiempos de Odio - Parte I
Bases Para El Futuro
Somos Aquello que Vivimos
El Dolor de Un Pasado Todavía Presente
Una Historia Verdadera
El Poder de Amarte - Parte I
Heridas de Magia Negra
La Voz de La Razón
El Reflejo de Nuestro Corazón
Errores del Pasado
Una Dolorosa Verdad
El Poder de Amarte - Parte II
Tiempos de Odio - Parte II
El Llanto de la Serpiente
Un Nuevo Comienzo
Sueños, Pesadillas y Realidades
El Torneo de Los Tres Magos
Fuerza de Voluntad
El Circulo Que Nunca Se Rompe
Vacíos Legales
Nada Es Verdad, Todo Está Permitido
El Cuarto Poder
Una Noche de Ensueño
Aquello Que Más Valoramos
El Preludio de La Locura
La Sombra
Bautismo de Fuego
El Ultimo Deseo - Parte I
Un Nuevo Año
El Caballo de Troya
La Santa Inquisición
Lucha de Poderes
El Ejército de Hogwarts
Una Muerte En La Familia
Unas Grises Navidades
La Sombra Que Nos Acecha
La Estrella Que Brilla En La Oscuridad
La Fuerza de Coerción
Compresión Empática
Transformaciones, Recuerdos y Secretos
Al Borde de La Desesperación
Carrera Contra El Tiempo
El Muchacho Que Odia...
El Muchacho Que Ama...
El Ultimo Deseo - Parte II
Nobles y Ancestrales Tradiciones
Las Alas de La Libertad
Las Nobles y Ancestrales Familias
La Mano Negra de La Muerte
Protegiendo Lo Que Es Nuestro
Lealtades y Pensamientos
Historias Pasadas - Parte I
Historias Pasadas - Parte II
El Valor de La Información
Historias Pasadas - Parte III
Argumentum Ad Consequentiam
Una Fría Navidad
Historias Pasadas - Parte IV
Una Segunda Resolución
Historias Pasadas - Parte V
Las Consecuencias del Pasado
El Principio del Fin
El Corazón de Luna
Preparaciones Para El Final
Cicatrices Que Continúan
Un Mundo Que Se Acaba
El Mensajero del Fin del Mundo
El Monstruo Que Gritó "Amor" En El Corazón Del Mundo
Cuando Algo Termina, Algo Comienza

Las Maldiciones Imperdonables

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By True-Doragonkingu

Disclaimer: Nada de Harry Potter es de mi propiedad, los personajes y todo lo relacionado a la historia canon que pueda aparecer, a excepción de lo creado y modificado por mi persona, pertenecen a J.K. Rowling.

Summary: Harry Potter, un muchacho consciente de la magia, con una gran inteligencia, pero roto por culpa del maltrato de sus parientes. Hasta que por azar del destino, su vida va a cambiar completamente y ya nada va a volver a ser igual.

El Orden Natural de Las Cosas.

Año IV

Capítulo XXXIX

"Las Maldiciones Imperdonables"

~0~0~

—DIALOGO NORMAL—

—(PENSAMIENTO)—

—"PARSEL"—

~0~0~

A pesar de que la tormenta se había terminado, el techo del Gran Comedor seguía teniendo un aspecto muy lúgubre. Durante el desayuno, las nubes grises rondaban por todos lados dando una imagen funesta a todo el lugar, mientras Harry, Daphne miraban sus nuevos horarios. Unos asientos más allá, Fred, George y Lee Jordán discutían muy concienzudamente la forma de envejecer mágicamente y de esta manera poder engañar al juez para poder participar en el Torneo de Los Tres Magos.

—Hoy tengo toda la mañana afuera —dijo Harry, Daphne se pegó al hombro de Harry y comparo puso su horario al lado del de su novio.

—mmm, lo único que no compartimos es Herbología e Historia de La Magia. Herbología vos lo tenes los lunes por la mañana yo los martes a la mañana e Historia de La Magia, vos los martes y yo los lunes —comentó Daphne —. Pero el resto de las materias las tenemos juntos. —agregó sonriendo.

Harry caminó en silencio y pensativo hacia el invernadero 3; pero una vez dentro, la Profesora Sprout lo distrajo de estos al mostrar a la clase las plantas más feas que Harry había visto desde las mandrágoras. Desde luego, no parecían tanto plantas, sino más bien como gruesas y negras babosas gigantes que salían verticalmente de la tierra. Todas estaban algo retorcidas, y tenían una serie de bultos grandes y brillantes que parecían llenos de líquido.

—Son bubotubérculos —les dijo con énfasis la Profesora Sprout —. Hay que exprimirlas, para poder obtener el pus...

—¿El qué? —preguntó Seamus Finnigan, con asco.

—El pus, Finnigan, el pus —dijo la Profesora Sprout —. Es extremadamente útil, así que espero que no se pierda nada. Como decía, van a obtener el pus en estas botellas. Tienen que ponerse los guantes de piel de dragón, porque el pus de un bubotubérculo puede tener efectos bastante molestos en la piel cuando no está diluido.

Exprimir los bubotubérculos resultaba extrañamente satisfactorio para Harry. Aunque resultaba algo desagradable cada vez que salía el líquido amarillo verdoso que olía intensamente a petróleo era como si cada estrés del cuerpo desapareciera. Lo fueron introduciendo lentamente en las botellas, tal como les había indicado la Profesora Sprout, y al final de la clase habían juntado varios litros.

—La Señora Pomfrey se va a poner muy contenta —comentó la Profesora Sprout, tapando con un corcho la última botella —. El pus de bubotubérculo es un remedio excelente para formas más persistentes de acné. Va a hacer que los estudiantes eviten recurrir a ciertas medidas desesperadas para quitarse los granos.

—Como la pobre Eloise Midgen —dijo Hannah Abbott, en voz baja —. Intentó quitárselos mediante una maldición.

—Una muchachita bastante tonta —afirmó la Profesora Sprout, negando con la cabeza —. Pero al final la Señora Pomfrey consiguió ponerle la nariz donde la tenía.

El sonoro replicar de la campana en la torre más alta del castillo resonó por todos lados, señalando que la clase había finalizado, Harry lentamente y jugando con su varita entre sus dedos se encamino hasta el umbral que daba con el castillo esperando a Daphne. Harry escuchó una buena cantidad de pisadas y vio como los Slytherin caminaban en grupo por el pasillo. A la cabeza venia Malfoy junto con sus inseparables amigos, Crabbe y Goyle seguidos por Pansy Parkinson que iba detrás del rubio Slytherin.

—Potter. —saludo Malfoy con una media sonrisa mientras pasaba.

—Malfoy. —contestó Harry sonriendo igual que el sangrepura.

Parkinson comenzó a quejarse con Malfoy acerca de esa forma de tratar con Gryffindor idiotas. Malfoy sin embargo no le prestó atención y siguió caminando como si nada. Daphne se separó del grupo de Slytherin y se acercó a Harry con paso elegante y una sonrisa en el rostro. Con cariño rodeo el cuello de Harry con sus brazos y le dio un beso en la mejilla.

—¿A quién estabas esperando? —preguntó Daphne de forma divertida.

—¿A quién? —preguntó Harry, retóricamente —, a una linda y rubia serpiente. —contestó Harry sonriéndole.

—¿A quién?, ¿A Malfoy? —volvió a preguntar Daphne conteniendo la risa.

Harry puso cara de póker, pestaño un par de veces y sin romper el abrazo con Daphne, se llevó la parte posterior de la mano a la frente y, ahora, con una expresión dramática y un deje de diversión dijo.

—Oh ¿Por qué a mí? —exclamó de forma dramática —. Descubriste nuestro gran secreto. Un amor prohibido. Repudiado por los sangrepura. Repudiado por la sociedad. Y amado en secreto por las mujeres y hombres que adoran las historias de amor dramáticas y prohibidas —Harry llevó una de sus manos y toco suavemente la mejilla de Daphne y sin perder la compostura dijo —. Perdón mi amor, mi amada Daphne, pero mi verdadero amor me espera, lo nuestra es imposible. —terminó Harry con una pose dramática y tapándose parte de la cara con una mano.

Harry abrió uno de sus ojos y miró a Daphne que tenía las mejillas coloradas, infladas, los labios bien apretados y tenía la cara completamente endurecida como si estuviera contenidosé de algo. A Daphne se le escapo un poco de aire por los labios y como si un globo explotara comenzó a reírse a todo pulmón, Harry la miró y negó divertido con la cabeza y comenzó a reírse él también. Cuando Daphne pudo dejar de reírse, mientras que con delicadeza se limpiaba las lágrimas de los ojos, dijo.

—Vamos Romeo, vamos a llegar tarde si no comenzamos a caminar —Daphne se agarró del brazo de Harry y comenzaron a caminar por el húmedo césped —. Espero no tener que preocuparme y no tener a Malfoy como competencia. —comentó Daphne divertida.

—¿Quién sabe?, ambos son Slytherin, tiene el pelo rubio, son sangrepura...

—¡Eh! —exclamó Daphne con fingida molestia —. No quiero tener a OTRA como competencia. Me gusta cuidar lo que es mío... Creo que tendría que buscarme un nuevo novio. —agregó divertida mientras caminaba.

—No lo encontrarías. —dijo Harry con una media sonrisa.

—¿A ver y por qué no? —pregunto desafiante soltándose del brazo de Harry y poniéndose delante de él con las manos sobre cadera.

—¿Dónde encontrarías a otro guapo e incomprendido salvador del mundo mágico? —preguntó Harry divertido acercando su rostro a la cara de Daphne.

—Demonios... —refunfuño Daphne divertida dándole un suave y rápido beso en los labios a Harry.

Las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas paso de forma agradable. Hagrid había encontrado a unos pequeños escregutos de cola explosiva. Eran una especie de langostas deformes de unos quince centímetros de largo, sin caparazón, horriblemente pálidas y de aspecto viscoso, con patitas que les salían de sitios muy raros y sin cabeza visible. Con algún que otro quemado la clase termino con relativa tranquilidad.

Después de un almuerzo bastante animado gracias a que Hermione no paró de hablar de lo fantásticas que eran sus clases y lo mucho que amaba estudiar. Daphne y Harry comenzaron a subir las escalaras principales con sus demás compañeros que tenían clase de Adivinación. En el séptimo piso, los demás giraron a la derecha con dirección a la torre de Adivinación mientras que Harry y Daphne giraron en la dirección opuesta hacia el aula 7A en donde Septima Vector daba Aritmancia.

Antes de llegar a la séptima puerta, la cual tenía un letrero dorado que decía Aritmancia, vieron correr a una mujer sumamente delgada, con unas gafas enormes que hacían sus ojos excesivamente grandes para la cara. La mujer miró a Harry con los ojos abiertos y se detuvo abruptamente. La acostumbrada abundancia de abalorios, cadenas y pulseras brillaba sobre la mujer cada vez que un rayo de luz golpeaba los metales. Sin preguntar, Sybill Trelawney, Profesora de Adivinación, agarró las manos de Harry y las miró con pena.

—Estás preocupado, querido mío —dijo Sybill en tono lúgubre a Harry —. Mi ojo interior puede ver por detrás de tu valeroso rostro la atribulada alma que habita dentro. Y lamento tener que decirte que tus preocupaciones no carecen de motivo. Veo ante ti tiempos difíciles... muy difíciles... Presiento que eso que temes realmente ocurrirá... y quizá antes de lo que crees...

Harry se quedó completamente mudo, Daphne estaba por decir algo, pero entonces, Una mujer de larga cabellera negra y con una elegante y una muy hermosa túnica color rojo, con paso elegante, pero de forma estricta hizo que su voz resonara a un costado de los chicos.

—Profesora Trelawney, espero que no estés intentando robarme a mis estudiantes... —dijo Septima Vector entrecerrando los ojos mirando fijamente a la Profesora de Adivinación para después mirar a los dos estudiantes con una sonrisa —. Harry, Daphne, espero que la Profesora Trelawney no los haya asustado.

—No, claro que no, Septima. —dijo Trelawney molesta intercambiando con la Profesora Vector una mirada desafiante.

—Eso espero... —sentencio Septima.

La Profesora Trelawney soltó la mano de Harry y ofendida comenzó a caminar con dirección hacia su torre. Harry completamente aturdido miró a Daphne que miraba como si no entendiera absolutamente nada de lo que acaba de pasar. Ella simplemente levanto los hombros en señal de tampoco entender. Daphne y Harry entraron y se sentaron en sus lugares mientras que la profesora caminaba hasta el frente del salón y comenzaba a hablar.

—Bienvenido nuevamente, a otro año de Aritmancia. Espero que mantengan el excelente nivel que tuvieron el año pasado —dijo Septima en frente de toda la clase con una sonrisa —. Sin más preámbulos, comencemos.

Septima Vector saco su varita de la manga de su roja túnica y de un movimiento la pizarra se llenó de palabras número y explicaciones. Números Mágicos, se podía leer bien grande.

—El año pasado estudiamos la base de los números mágicos e interpretamos de forma generalizada sus propiedades, pero este año nos vamos a centrar en el estudio intensivo de algunos con capacidades especiales —dijo Septima, moviendo su varita hacia otra pizarra en donde bien grande apareció escrito: 7 —. El número 7, considerado el número mágico por excelencia. Los antiguos estudiosos lo consideraban el numero perfecto y el número que rige todas las leyes. ¿Por qué es considerado un número mágico?, porque se compone del sagrado número 3 y del terrenal número 4 de forma establecida, así, un puente entre el cielo y la tierra, entre lo nuevo y lo viejo. Si asociamos el número 4 a la tierra con sus cuatro elementos y sus cuatro puntos cardinales, con el sagrado número 3 que simboliza la perfección, llegamos al número 7, que representa la totalidad del universo en movimiento.

Septima hizo una pausa y vio como todos estaban tomado apuntes y la escuchaban atentamente. Con una sonrisa continuo.

—Siete fases lunares, el septenario. El sol, la luna, y los planetas visibles a simple vista: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. El siete está presentes en todo momento, el siete de la buena suerte, los siete pecados capitales, las siete columnas sobre las que se edificó Roma, las siete maravillas del mundo antiguo, las siete escalas musicales. El número 7 al igual que el 3 y el 4 están en todas partes.

Septima hizo una pausa, camino hasta su escritorio y se sentó en su silla tras él y continúo hablando.

—Los antiguos muggles creían que el mundo se creó en 7 días. En el mundo mágico existe la leyenda que cuenta que hacía mucho tiempo, vivía una raza antigua de seres, parecidos a los humanos, que tenían una hermosura, que podían vivir miles de años y podían usar la magia. Se cree que en algún momento del tiempo paso algo paso y el cielo y la tierra se juntaron para hacer desaparecer esa civilización y hacer aparecer a los humanos. Pero nadie sabe a ciencia cierta cómo es que aparecimos ni cuál es el origen de la magia. Pero creo que me estoy yendo de tema, continuemos, el número 7...

~0~0~

Harry y Daphne caminaban con tranquilidad bajando el último piso para llegar al vestíbulo para ir directamente al Gran Comedor para merendar con Luna. Pero las infaltables peleas entre Gryffindor y Slytherin no se hicieron esperar.

—¡Weasley! ¡Eh, Weasley! —gritó Malfoy. Harry Daphne habían llegado al vestíbulo y comenzaron a caminar hacia el Gran Comedor cuando vieron como Malfoy, Crabbe y Goyle, comenzaban una pelea con Weasley, Thomas y Finnigan.

—¿Qué? —contestó Ron Weasley molesto.

—¡Tu padre salió en el periódico, Weasley!, Y ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿Verdad? —dijo Malfoy de forma burlona con El Profeta en su mano —. ¡Y viene una foto, Weasley! —añadió Malfoy con malicia levantándolo —. Una foto de tus padres a la puerta de su casa... ¡Bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿No crees?

Harry y Daphne pasaron al lado de ambos tríos que estaban apuntó de matarse. Ron temblaba de furia. Todo paso muy rápido, Ron Weasley sacó su varita, hubo gritos y es logro escuchar que decía Locomotor Wibbly, Draco se agachaba sacaba su propia varita, y esquivaba el hechizo que recorrió los últimos tramos del vestíbulo impactando contra una pared.

—¡AH, NO, VOS NO, MUCHACHO!

Harry había abrazado a Daphne y se habían agachado evitando el hechizo. Ambos se giraron y con las varitas apuntaron a los 6 chicos, pero lo único que vieron en el lugar donde había estado Malfoy era un hurón blanco que chillaba desesperado. Un inmenso silencio se apodero de todo el lugar. Salvo Moody, nadie se movió, Moody miró a Harry. O, al menos, lo miraba con su ojo normal.

—¿Te dio? —gruñó Moody. Tenía una voz baja y grave.

—No. —respondió Harry extrañado por lo que acaba de pasar.

—¡DEJALO! —gritó Moody.

—¿Qué deje... qué? —preguntó Harry desconcertado.

—No a vos... ¡Se lo digo a él! —gruño Moody, señalando con el pulgar, por encima del hombro, a Crabbe, que se había quedado paralizado a punto de agarrar el hurón blanco. Moody se acercó cojeando a Crabbe, Goyle y el hurón, que dio un chillido de terror y salió corriendo hacia las mazmorras —¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —le gritó Moody, volviendo a apuntar al hurón con la varita.

El hurón se elevó tres metros en el aire, cayó al suelo dando un golpe y rebotó.

—No me gusta la gente que ataca por la espalda —gruño Moody, mientras que el hurón volaba cada vez más alto, chillando de dolor —. Es algo innoble, cobarde, inmundo...

El hurón chillaba en el aire, sacudiendo desesperado las patas y la cola.

—No... Vuelvas... A hacer... Eso... —dijo Moody, acompasando cada palabra mientras agitaba su varita.

—¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada.

La Profesora McGonagall bajaba por las escalinatas de mármol, cargada de libros.

—Hola, Profesora McGonagall. —respondió Moody con toda tranquilidad, haciendo volar aún más alto al hurón.

—¿Qué... qué está usted haciendo? —preguntó Minerva siguiendo con los ojos la trayectoria aérea del hurón.

—Enseñar. —dijo Moody, con simpleza.

—Ens... Moody, ¿Eso es un alumno? —gritó Minerva al mismo tiempo que dejaba caer todos los libros.

—Sí. —contestó Moody.

—¡No! —gritó la Profesora McGonagall, bajando acelerada las escalaras mientras sacaba su varita —Homoformae —recito y una luz azul salió de la punta de su varita haciendo que el hurón volviera a transformarse en Malfoy. Hecho un ovillo en el suelo con todo el pelo cubriéndole la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivido y haciendo un gesto de dolor, se puso de pie. Harry hizo una mueca de molestia al haber sentido el mismo hechizo durante el año pasado —¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —dijo con voz débil la Profesora McGonagall —. Supongo que el Profesor Dumbledore se lo explico.

—Puede que lo haya mencionado, sí —respondió Moody muy tranquilo, rascándose la barbilla—, pero pensé que un buen susto...

—¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de su casa a la que pertenece el infractor...!

—Entonces voy a hacer eso... —contestó Moody, mirando a Malfoy con desagrado.

Malfoy, que todavía tenía los ojos llenos de lágrimas a causa del dolor y la humillación, miró a Moody con odio y murmuró una frase de la que se pudo entender solo claramente -mi padre-

—¿Ah, sí? —dijo Moody con voz baja, acercándose a Malfoy —. Bien, conozco a tu padre desde hace mucho, muchacho. Decile que Moody va a vigilar a su hijo muy de cerca... Decile eso de mi parte... Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿No?

—Si. —respondió Malfoy, con odio.

—Otro viejo amigo... —dijo Moody con malicia —. Hace mucho que tengo ganas de hablar con el viejo Snape... Vamos, adelante... —agregó agarrando a Malfoy de un brazo para dirigirlo hacia las mazmorras.

La Profesora McGonagall miró un momento a Harry y Daphne; luego con un movimiento de varita todos los libros que se le habían caído volvieron, elevándose por el aire, a sus brazos. Cuando Minerva se fue Ron Weasley, Dean Thomas y Seamus Finnigan comenzaron a reírse y a exclamar, haciendo movimientos con los brazos, como Malfoy como hurón había volado por el aire.

Harry negó con la cabeza y miró a Daphne que miraba molesta toda la escena. Ella miró a Harry y su mirada se relajó por un momento. Harry hubiera jurado que había visto malicia y deseos de venganza por un momento en sus ojos. Ambos, con las risas de fondo, continuaron su camino, pero de forma imperceptible Daphne movió su varita y lo único que escucharon era como un cuerpo caía por las escaleras, Harry, giró su cabeza y vio a Ron Weasley en el suelo quejándose de dolor y sin poder mover las piernas, volvió a mirar a su novia que sonría maliciosamente.

—¿Y eso fue por qué? —preguntó Harry en voz baja.

—Porque es un idiota, se lo merece y casi nos golpea con su hechizo por ser un descuidado. —contestó Daphne con una sonrisa triunfante.

~0~0~

Dos días pasaron sin ningún incidente importante. Lo único que había llamado la atención del trío era Snape, parecía como si hubiera acumulado una cantidad inmensa de rencor y odio. Por lo general el singular Profesor de Pociones, no se esforzaba en disimular el odio a los anteriores titulares de la asignatura de Defensa Contra Las Artes Oscuras, pero, parecía especialmente cauteloso a la hora de mostrar cualquier animosidad contra Ojoloco Moody. Cada vez que los veían juntos, tanto a la hora de las comidas o cuando coincidían en los pasillos, se veía la clara impresión de que Snape evitaba los ojos de Moody tanto el mágico como el normal.

—Snape parece especialmente molesto cuando está cerca de Moody. —comentó Daphne mientras entraban en el aula de Defensa Contra Las Artes Oscuras.

—Sí, también, me di cuenta..., pero nunca vamos a entender cómo y porque es así el Profesor Snape. —agregó Harry mientras se sentaban delante de una de las mesas.

Ambos sacaron sus copias de Las Fuerzas Oscuras: Una Guía Para La Autoprotección, y esperaban en silencio. No tardaron en escuchar un peculiar sonido sordo y seco de los pasos de Moody provenientes del pasillo antes de que entrar en el aula, con su habitual y tan extraña aura que trataba de aterrorizar a todo el mundo.

—Ya pueden guardar los libros —gruño, caminando, haciendo un sonido sordo con su pata de palo, hasta su mesa y sentándose pesadamente tras ella —. No los van a necesitar para nada.

Moody sacó una lista y sacudiendo su larga melena, dejando ver su desfigurado rostro, comenzó a pronunciar los nombres y a anotar los presentes.

—Bien —dijo cuándo el último de la lista contesto -presente- —. Recibí una carta del Profesor Lupin sobre la clase. Parece que ya son bastante diestros en enfrentamiento con criaturas tenebrosas. Estudiaron los boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombre lobo, ¿No es así?

Todos asintieron.

—Pero están atrasados, muy atrasados, en lo que se refiera a enfrentamientos contra maldiciones —siguió Moody —. Así que vine para prepararlos contra lo que unos magos pueden hacerles a otros. Así que... vamos a ellos. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñarles las contramaldiciones y dejarlo ahí. No tiene que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estén en sexto. Se supone que hasta entonces no son lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el Profesor Dumbledore tiene mejor opinión de ustedes y piensa que pueden resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepan a qué se van a enfrentar mejor. ¿Cómo puede defenderse de algo que nunca vieron? Un mago que esté a punto de lanzarles una maldición prohibida no va a avisarles antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tienen que estar preparados. Tiene que estar alerta y vigilantes. Y usted, Señorita Brown, tiene que guardar eso cuando estoy hablando.

Lavander se sobresaltó y se puso colorada. Le había estado mostrando a Parvati por debajo de la mesa su tarea de Adivinación y daba la impresión que el ojo mágico de Moody podía ver tanto a través de la madera maciza como por la nuca. Harry con sigilo y sacó su varita y agarrando suavemente la mano de Daphne puso la punta en su palma y casi en un susurro dijo.

—Protego Summa Corpus.

Daphne miró a Harry sin entender lo que estaba pasando, él solo le sonrió y volvió a guardar su varia. Una estridente risa resonó en toda el aula, Moody se había comenzado a reír con fuerza.

—Un novio celoso, ¿Eh, Potter? —preguntó Moody con una sonrisa mirando a Harry que estaba sentado en la mitad del salón, todos se voltearon a ver a Harry —. Me sorprende que hayas deducido tan rápido su función y consiguieras una contramedida con la misma rapidez. Pero no te preocupes, la intimidad de tu noviecita está a salvo, no puedo ver a través de la ropa y no soy un pervertido.

Toda el aula se quedó en completo silencio. Daphne miró con los ojos bien abiertos a Harry. Harry estaba serio, pero sus mejillas estaban ligeramente coloreadas y una pequeña e imperceptible mueca de disgusto rondaba sus labios.

—Nunca se puede estar demasiado seguro. —contestó Harry serio. Daphne lo miró sin entender lo que estaba pasando

—Exacto, siempre alerta —Moody miró a todos que no entendían nada —. Veo que nadie entendió. Mi ojo —dijo tocándose el pómulo en donde estaba el ojo mágico —, es mágico y además de poder ver independientemente también me permite ver a través de los objetos. Potter, parece ser que dedujo eso cuando le llame la atención a la Señorita Brown, e inundo el cuerpo de la Señorita Greengrass con su propia magia de forma activa haciéndola un objeto imposible de atravesar con mi visión, parece ser que pensó que era un pervertido que podía ver a su novia desnuda y rápidamente anulo la efectividad de mi ojo. No se preocupen no existen ojos mágicos tan precisos que permitan ver atreves de la ropa por si algunos de ustedes se lo están preguntando.

Daphne miró hacia abajo sonrojándose furiosamente cuando se dio cuenta de lo que había pasado, con mucho esfuerzo trató de contener una sonrisa de felicidad que se le estaba formando en los labios, había visto muchas facetas de su novio, pero un Harry celoso nunca lo había visto de forma completamente evidente. Daphne se concentró y sintió ese tibia y ligera sensación que producía la magia de Harry en su cuerpo. Por el rabillo del ojo miró sutilmente a Harry y sonrió por lo bajo... ese era Harry...

—Sin más interrupciones, comencemos —dijo Moody con un ligero gruñido —. ¿Alguno de ustedes sabe cuáles son las maldiciones más castigadas por la ley mágica?

Varias manos se levantaron, incluyendo la de Ron Weasley y Daphne. Moody señaló a Ron, aunque su ojo mágico seguía fijo en Lavander.

—Eh... —dijo Ron, titubeando —, mi padre me hablo de una. Se llama Maldición Imperius, o algo así.

—Así es —aprobó Moody —. Tu padre la conoce bien. En otro tiempo la Maldición Imperius le dio al Ministerio muchos problemas.

Moody se levantó con cierta dificultad, abrió el cajón de la mesa y sacó de él un tarro de cristal. Dentro correteaban tres arañas grandes y negras. Harry notó como Ron Weasley, sentado más adelante, se estremeció y se echaba un poco hacia atrás.

Moody metió la mano en el tarro, agarró una de las arañas y la puso sobre la palma para que todos la pudieran ver. Luego apuntó hacia ella con su varita y murmuró casi como si fuera un gruñido.

—¡Imperio!

La araña se descolgó de la mano de Moody por un fino y sedoso hilo, y empezó a balancearse de atrás a adelante como si fuera un trapecista; luego estiró las patas hasta ponerlas rectas y rígidas, y, de un salto, se soltó del hilo y cayó sobre la mesa, donde empezó a girar en círculos. Moody volvió a apuntarle con la varita y la araña se levantó sobre las dos patas traseras y comenzó a bailar.

Muchos comenzaron a reír. Muchos menos Moody.

—Les parece divertido, ¿No? —gruño —. ¿Les gustaría que se lo hicieran a ustedes?

La risa ceso en un solo instante.

—Esto supone el control total —dijo Moody en voz baja, mientras la araña se hacía una bola y empezaba a roda —. Yo podría hacerla saltar por la ventana, ahogarse, meterse por la garganta de cualquiera de ustedes...

Harry entrecerró los ojos.

—Hace años, muchos magos y brujas fueron controlados por medio de la Maldición Imperius —explicó Moody, y Harry, al igual que Daphne y otros tanto, entendió a qué se refería a los tiempos en los que Voldemort había sido todopoderoso —. Le dio bastante que hacer al Ministerio, que tenía que averiguar quién actuaba por voluntad propia y quién, obligado por la maldición. Podemos combatir los efectos de la Maldición Imperius, y yo les voy a enseñar cómo, pero se necesita mucha fuerza de voluntad, y no todo el mundo la tiene. Lo mejor, si se puede, es evitar caer víctima de ella. ¡ALERTA PERMANENTE! —gritó, haciendo que todos se sobresaltaran.

Moody agarró a la araña trapecista y la volvió a meter en el tarro.

—¿Alguien conoce alguna más? ¿Otra maldición prohibida?

Neville levantó la mano para sorpresa de todos. Las únicas veces que Neville levantaba la mano para contestar era en su clase favorita, Herbología. El mismo tenía una cierta sorpresa por su, nueva actitud.

—¿Si? —preguntó Moody, girando su ojo mágico para dirigirlo a Neville.

—Hay una... la maldición cruciatus —dijo Neville casi como si fuera un susurro, pero lo suficientemente alto como para que todos escucharan.

Moody miró fijamente, esta vez con los dos ojos.

—¿Te llamas Longbottom? —preguntó, bajando rápidamente el ojo mágico para consultar la lista.

Neville asintió de forma nerviosa, Moody no hizo ninguna pregunta. Se volvió a la clase general y alcanzó el tarro para agarrar la siguiente araña y ponerla sobre la mesa, donde permaneció quieta, aparentemente demasiado asustada para moverse.

—La Maldición Cruciatus precisa una araña un poco más grande para que puedan apreciarla mejor —explicó Moody, apuntando con su varita dijo —. ¡Engorgio!

La araña creció hasta hacerse más grande que una tarántula. Abandonando todo disimulo. Moody levantó otra vez la varita, señalando nuevamente a la araña y dijo.

—¡Crucio!

De repente, la araña comenzó a rodar y a retorcerse como si una poderosa descarga eléctrica recorriera todo su cuerpo. No es escucho ningún sonido, pero era evidente que, de haber podido hacerlo, estaría gritando. Moody no apartó la varita, y la araña comenzó a estremecerse y a sacudirse más violentamente.

—¡Alto! —dijo Harry con voz fría y serio.

Todos se dieron vuelta y lo miraban. Sin embargo, Harry, miraba a Neville que estaba en la mesa adelante en fila del costado del aula. El joven Longbottom, tenía los nudillos blancos y los ojos desorbitados de horro.

Moody levantó la varita. La araña relajó las patas, pero siguió retorciéndose.

—Reducio —murmuró Moody, y la araña volvió a su tamaño natural —. Dolor —dijo con voz suave —. No se necesitan cuchillos ni hierros al rojo vivo para torturar a alguien, si uno sabe hacer correctamente la maldición Cruciatus... También esta maldición fue muy popular en otro tiempo. Bueno, ¿Alguien conoce aluna otra?

Harry miraba a Moody fijamente y su ojo mágico estaba fijó en él. A juzgar por la expresión de todos parecía que todos se preguntaban qué le iba a suceder a la última araña. Harry se mordió el labio, había escuchado la maldición en sueños, muchas veces, mientras veía a su madre morir, una y otra vez...

—Avada Kedavra —dijo Harry con un tono de voz completamente glaciar. Daphne por debajo de la mesa le agarró la mano y la acaricio lentamente con el pulgar.

La mayoría se tensaron al escucharlo, y miraron a Harry con miedo al verlo tan frio...

—¡Ah! —exclamó Moody, y la boca torcida se contorsionó en una sonrisa —. Sí, la última y la peor. Avada Kedavra: la maldición asesina.

Moody metió la mano en el tarro de cristal, y, como si supiera lo que le esperaba, la tercera araña salió corriendo despavorida por el fondo del tarro, tratando de escapar a los dedos de Moody, pero él la atrapó y la puso sobre la mesa. La araña volvió a intentar escapar por la superficie de la mesa. Moody levantó la varita, y, previniendo lo que iba a ocurrir dijo.

—¡Avada Kedavra! —gritó Moody.

Hubo un cegador destello verde y un ruido como si fuera un torrente, como si algo vasto e invisible planeara por el aire. Al instante que la araña recibió el rayo verde se desplomó patas arriba, sin ninguna herida, pero indudablemente muerta. Harry sintió como un escalofrió le recorrió todo el cuerpo.

Moody barrió con una mano la araña muerta y la dejó caer al suelo.

—No es agradable —dijo con calma mientras caminaba lentamente por el pasillo que formaban ambas mesas —. Ni placentero. Y no hay contramaldicion. No hay manera de interceptarla ni detenerla. Sólo se conoce a una persona que haya sobrevivido a esta y está sentada delante de mí. —terminó deteniéndose en el lugar donde Harry estaba sentado y lo miró fijamente.

Moody dejo de mirar a todos y volvió al frente de la clase.

—Avada Kedavra —volvió hablar —, es una maldición que sólo puede ser hecha por un mago muy poderoso. Todos ustedes podrían sacar las varitas y apuntarme con ellas y lanzarme la maldición, y dudo que entre todos consiguieran siquiera hacerme sangrar la nariz. Pero eso no importa, porque no les voy a enseñar a usarla —sentenció Moody —. Ahora bien, si no existe una contramaldicion para Avada Kedavra, ¿Por qué se las mostré? Pues porque tienen que saber. Tienen que conocer lo peor. Ninguno de ustedes creo que quiera encontrase en una situación en que tenga que enfrentarse a ella. ¡ALERTA PERMANENTE! —bramó, y toda la clase volvió a sobresaltarse —. Veamos... esas tres maldiciones, Avada Kedavra, Cruciatus e Imperius, son conocidas como las maldiciones imperdonables. El uso de cualquiera de estas contra un ser humano está castigado con la cadena perpetua en Azkaban. Quiero prevenirlos, quiero enseñarles a combatirlas. Tienen que estar preparados, tienen que armarse contra ellas; pero, por sobre todas las cosas, tiene que practicar la alerta permanente e incesante. Saquen las plumas y copien los siguiente...

Harry cerró los ojos y maldijo internamente el poder sentir la magia. No era agradable sentir como el alma, la conciencia, de ese pobre ser era apuñada y desgarra, llevada hacia el abismo de la oscuridad y el silencio de la eternidad, haciendo que su pequeña esencia mágica, su pequeño núcleo mágico, se dispersara en el aire y volviera a ser uno con el universo... Por un momento Harry sintió como si una gran y fría túnica negra lo rodeaba por los hombros y un rostro invisible le sonriera macabramente esperando que en algún momento fuera él uno con el universo... que fuera él quien abrazara el silencio de la eternidad y la muerte...

El próximo capítulo esta titulado: "Fuerza de Voluntad"

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