Disclaimer: Nada de Harry Potter es de mi propiedad, los personajes y todo lo relacionado a la historia canon que pueda aparecer, a excepción de lo creado y modificado por mi persona, pertenecen a J.K. Rowling.
Summary: Harry Potter, un muchacho consciente de la magia, con una gran inteligencia, pero roto por culpa del maltrato de sus parientes. Hasta que por azar del destino, su vida va a cambiar completamente y ya nada va a volver a ser igual.
El Orden Natural de Las Cosas.
Año III
Capítulo XXXII
"Una Dolorosa Verdad"
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—DIALOGO NORMAL—
—(PENSAMIENTO)—
—"PARSEL"—
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Severus Snape miró hacia la nada, su oficina estaba completamente en silencio. Era un silencio molesto irritante, hacía ya varias horas que Harry Potter había pedido perdón por los errores de su padre. Tan satisfactorio tendría que haber sido, pero no, la triste realidad es que no estaba nada conforme. Ver esos ojos verdes esmeralda reflejar tanta decepción en una sola mirada era... como verla a ella. Hacía muchos años que no recibía esa misma mirada y cuando la recibió se sentía tan doloroso como ahora.
La puerta de la oficina del Profesor de Pociones se abrió de un portazo y como si se hubiera desencadenado el infierno, Minerva McGonagall entró hecha una completa furia. Snape sorprendido miró directamente a los ojos de la vieja profesora, nunca la había visto tan enojada.
—¡COMO TE ATREVES A DECIRLE ESO A HARRY! —gritó Minerva completamente furiosa. Snape se quedó completamente inmóvil —¡¿ACASO TE DAS CUENTA DE LO QUE HICISTE?!, ¡¿ACASO TE DAS CUENTA DE LA ESTUPIDES QUE HICISTE?! —preguntó Minerva a los gritos perforando con la mirada al Profesor de Pociones.
—Yo...
—¡Sos un completo idiota, Severus!
Snape abrió los ojos bien grandes, nunca había visto a Minerva tan enojada. Los ojos de la mujer destilaban odio puro, las facciones de la profesora estaban muy tensas y sus manos estaban cerradas formando puños y apretando lo suficientemente fuerte como para que sus nudillos quedaran completamente blancos.
—Sos un completo idiota y un miserable, Severus —continuó Minerva, mirando con odio y decepción, pero con una vos mucho más tranquila que reflejaba una profunda molesta —. No tenes idea de lo que hiciste. No me importa cuales eran tus diferencias con James Potter, pero no le tenías que decirle a Harry todo lo que le dijiste. Tenes razón James era un idiota cuando era joven, pero Harry no tenía por qué saberlo, no ahora.
Snape estaba por replicar, pero McGonagall levantó la mano silenciando cualquier excusa. La mirada de la mujer dejaba completamente claro que no importaba lo que dijera, nada iba a ser tomado en cuenta.
—Durante años Harry odió a James y Lily porque pensó que lo habían abandonado para seguir con la supuesta vida de borrachos que le habían contado sus despreciables tíos. Durante estos últimos tres años pase construyendo una imagen de tanto James como Lily que fuera lo más saludable y agradable para que Harry pudiera estar orgulloso de sus padres.
Severus abrió grande los ojos, había cometido un error demasiado grande.
—Me das asco Severus. Destruiste el frágil concepto que tenía un triste y desamparado muchacho de sus padres. ¿Acaso tenes una mínima noción de lo que eso significa? ¿O estas tan segado por el resentimiento que te impide ver más allá de lo que tenes delante? —la mirada de Minerva se relajó, pero en sus ojos se veía un profunda decepción y tristeza —. ¿De verdad creías que hacer responsable a un chico de 13 años que vivió una vida completamente miserable, de los problemas que tuviste con James Potter iba a estar bien? Nunca, en todos los años que lo conozco, vi una cara de total decepción como la que vi hoy —Minerva se mordió el labio de forma melancólica —. Harry busca con desesperación la más mínima muestra de afecto y esperanza que lo pueda hacer seguir justificando su propia vida... y ahora, duda de la imagen de sus padres y seguramente ahora debe estar dudando de todo lo que le dije.
Minerva comenzó a caminar a la salida, Snape se había quedado completamente estático, nunca, en todos los años que conocía a McGonagall la había visto tan enojada, decepcionada y triste. Antes de pasar el umbral de la puerta Minerva se detuvo y miró a Snape una última vez y dijo.
—Reza porque Daphne Greengrass pueda sacarlo del pozo en donde lo tiraste y quiero que te en claro una cosa, y nunca más lo voy a volver a repetir. Si a Harry le llega a pasar algo y me entero que es responsabilidad directa o indirecta tuya, te juro por mi magia y vida que no vas a volver a ver la luz del sol nunca más. —sentenció Minerva con una mirada completamente helada al igual que su voz.
Daphne se abrazó fuertemente a medida que el relato de Harry avanzaba. Los ojos del muchacho eran confusos, se notaba que había una mezcla de sentimientos y que eran difíciles de interpretar para el joven mago. Cuando el relato termino, Harry no aparto vista del fuego de la chimenea del aula del tercer piso. Luna recostó su cabeza en el hombro de su amigo y también contemplo el fuego.
—¿Harry, como te sentís? —preguntó Daphne en voz baja.
—Yo... no sé, me siento raro. Al principio me sentía muy decepcionado de que las cosas fueran diferentes a como Minerva me las había contado... pero me siento extrañamente tranquilo. —dijo Harry con suavidad.
Daphne soltó ligeramente el abrazo y lo miro directamente a los ojos de su novio extrañada. Harry la miró con una ligera sonrisa. La heredera Greengrass pestaño un par de veces sorprendida y con una gran sonrisa se arrodillo en el sofá en el que estaba y lo abrazo fuertemente rodeando con sus brazos el cuello del muchacho.
—Creo que lo que más me molesta es saber que Minerva me sobreprotege demasiado, pero me di cuenta que prefiero saber lo bueno y lo malo de mis padres, ellos eran personas... todos cometemos errores. —agregó mirando el fuego con una sonrisa. Daphne sin dejar de abrazarlo lo miro directamente a los ojos.
—Estoy muy orgullosa de vos Harry. —dijo alegremente para después darle un beso en la mejilla.
Luna se despegó ligeramente del hombro de su amigo y los observo a ambos con una sonrisa. Harry y Daphne se habían quedado estáticos mirándose fijamente a los ojos, sus narices se tocaban, pero no hacían nada más, solo se seguían mirando. Así eran ellos, no tenían que decirse nada, no tenían que hacer nada, solo con mirarse a los ojos y estar juntos podían darse todo el confort que el otro necesitara.
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Durante la cena Minerva no sacó su vista de su joven protegido, se lo veía extrañamente tranquilo al lado de sus amigas. Cuando la comida terminó y los alumnos subieron a sus salas comunes, ella también caminó hasta la torre de Gryffindor. Ahí estaba, riéndose mientras que le mostraba a una maravillada Hermione Granger un nuevo hechizo. Harry se dio vuelta y la vio directamente a los ojos se acercó al odio de la chica y susurro.
—Tengo que atender un asunto, ahora vengo.
—Bueno Harry, te esperó. —respondió alegremente.
Harry caminó hasta donde estaba su profesora. Minerva miró sorprendida como Harry caminaba tranquilamente, sus ojos ya no se veían entristecidos y confundidos, sino con una extraña tranquilidad.
—¿Profesora McGonagall podemos hablar en privado? —preguntó Harry.
—Por supuesto, Señor Potter. —contestó Minerva, volviendo a la realidad.
—Minnie... —dijo Harry fuera del cuadro y asegurándose que no hubiera nadie —. Creo que me sobreproteges demasiado —continuó con una sonrisa —, entiendo que quieras evitarme que me sienta decepcionado por los errores que hayan cometidos mis padres en el pasado, pero quiero saber cómo eran de verdad, lo bueno y lo malo. Yo más que nadie sé que el mundo no es color de rosa... —Harry se acercó hasta Minerva, la abrazó y casi de forma susurrante continuo —. Gracias por querer protegerme, pero prefiero una dolorosa verdad a un mundo lleno de ilusiones. Te quiero Minnie.
Harry soltó a Minerva y le dio un beso en la mejilla antes de volver a entrar a la torre de Gryffindor. La Profesora de Transformaciones estaba en completo shock cuando lo había visto por la mañana estaba confundido, decepcionado e intranquilo y ahora... estaba bien. Ella no había hecho nada, en ese momento no había logrado decir algo antes de que Harry se fuera enojado de su oficina.
McGonagall se quedó para ahí en completo silencio, con la yema de los dedos se tocó el lugar donde Harry la había besado y suspiro con algo de melancolía. Él ya no dependía tanto de ella como antes, ahora había otra mujer que ayudaba, protegía y consolaba a su pequeño... en ese preciso momento, Minerva, se sintió la mujer más patética del mundo al sentir celos y sentirse desplazada por una adolecente de solo 13 años.
La semana de vacaciones del equinoccio de primavera, llamado semana santa en el mundo muggle, llegó. Lentamente se acercaba el partido entre Gryffindor y Slytherin, que tenía el primer sábado después de las vacaciones. Slytherin iba en cabeza y sacaba a Gryffindor 100 puntos exactos gracias a que habían aplastado a Hufflepuff en el partido pasado.
Esto significaba, como Wood le hacía acordar al equipo constantemente, que necesitaban ganar el partido con una ventaja mayor a los 50 puntos; si querían ganar la copa. También significaba que la responsabilidad de ganar caía sobre Harry en gran medida, porque capturar la snitch se recompensaba con ciento cincuenta puntos.
—Así, si le sacamos una ventaja de cincuenta puntos, vamos a estar sobre terreno seguro para poder ganar la copa con tranquilidad, no tenes que agarrar la snitch antes de eso —decía Wood a Harry todo el tiempo —. Solo si llevamos más de cincuenta puntos, Harry porque de lo contrario ganamos el partido, pero perdemos la copa. Lo entendes ¿No? Tenes que atrapar la snitch solo si estamos...
—¡YA LO SÉ, OLIVER! —gritó Harry.
Toda la casa de Gryffindor estaba obsesionada por el partido. Gryffindor no había ganado la copa el año pasado porque habían suspendido el torneo. Pero Harry dudaba que alguien de Gryffindor, incluido Wood, tuviera tantas ganas de ganar como él. Harry y Malfoy, aunque no se odiaban, si se enviaban miradas entrecerrando los ojos, desafiándose mutuamente con la mirada. Daphne resignada miraba divertida como su novio y Malfoy se hacían muecas mutuamente en todo momento.
Nadie se acordaba de un partido precedido de una atmosfera tan cargada. Cuando las vacaciones terminaron, la tensión entre los equipos estaba en su punto máximo. En los pasillos estallaba, cada cierto tiempo, peleas que terminaba en un desagradable incidente en el que un alumno de cuarto de Gryffindor y otro de sexto de Slytherin terminaron en la enfermería con zanahorias saliéndoles de las orejas.
Harry no la pasaba especialmente mal, pero las miradas de odio y algún que otro incidente con algunos Slytherin pusieron en un estado casi paranoico a Wood. El paranoico capitán de quidditch había dado instrucciones para que Harry fuera con una escolta a todas partes, por si los de Slytherin trataban de quitarlo de en medio. Todos en Gryffindor aceptaron la misión con entusiasmo, de forma que a Harry le resultaba imposible pasar tiempo con Daphne y Luna o llegar cómodamente con el tiempo a clase porque siempre estaba rodeado de una inmensa y locuaz multitud. Sin embargo, la histeria de Wood, era todavía mayor con la Saeta de Fuego, cuando Harry no volaba en ella, estaba guardad con llave en el baúl del buscador, sin embargo, Wood en cada momento revisaba su estado.
La víspera del partido por la noche, en la sala común de Gryffindor, se abandonaron todas las actividades habituales. Había mucho ruido Fred y George Weasley habían reaccionado a la presión alborotando y gritando más que nunca. Oliver estaba solo en un rincón, encima de una maqueta del campo de quidditch, y con su varita movía unas figuritas mientras que hablaba consigo mismo. Angelina, Alicia y Katie se reían de las ocurrencias de los Fred y George. Harry estaba sentado alejado de todo con Hermione y Neville, que hablaban tranquilamente.
—Seguro vas a hacer un buen partido. —dijo Hermione, aunque en realidad estaba entre aterrorizada y emocionada.
—¡Tenes una Saeta de Fuego, vas a ganar! —agregó Neville con una sonrisa.
—Si. —dijo Harry con un suspiro.
De repente Wood se puso de pie y gritó:
—¡Jugadores! ¡A la cama!
Harry no durmió bien. Primero soñó que Daphne era la buscadora de Slytherin y que volando sobre un dragón lo perseguía mientras que él volaba a una velocidad de vértigo intentando evitar el fuego que salía de la boca de las bestias. Luego soñó que iba caminando por un hermoso prado con Luna, en forma una pequeña de hada, que no paraba de decir —¡Hey Listen! —, cada 30 segundos.
Tardó unos segundos en entender que el partido todavía no había empezado. Tenía mucha sed. Lo más silencioso que pudo, se levantó y fue a servirse un poco de agua de la jarra de plata que había al pie de la ventana.
Los terrenos del colegio estaban tranquilos y silenciosos. Las copas de los arboles estaban completamente inmóviles, ni un soplo de viento las movía. Las condiciones al menos lo que parecía en ese momento iban a ser perfectas.
Harry dejo el vaso y estaba a punto de volverse a la cama cuando algo le llamo la atención. A lo lejos, agarrando las gafas para ver mejor, algo le llamo la atención, una figura pequeña era un gato. Pero... ¿Solo era Crookshanks? Harry agudizo la vista y lo vio más claramente. Crookshanks estaba completamente inmóvil. Harry estaba seguro de que había algo más moviéndose por ahí.
Un instante después apareció un perro negro, peludo y gigante que caminaba con sigilo por el césped. Crookshanks corría a su lado. Harry miró con atención. ¿Qué significaba eso?, lentamente los animales se fueron alejando adentrándose al bosque prohibido hasta que desaparecieron.
Harry y el resto del equipo de Gryffindor fueron recibidos con una ovación al entrar por la mañana en el Gran Comedor. Harry se sentó con Luna y Daphne a desayunar. Wood se pasó el desayuno animando a sus jugadores a que comieran, y a Daphne de que le diera el apoyo que solo una mujer podía darle a Harry, la Slytherin se puso completamente colorada ante esto generando la risa de todos. Cuando salieron del Gran Comedor; volvieron a escuchar los aplausos.
—¡Buena suerte, Harry! —dijo Cho Chang desde atrás.
Daphne con una mirada homicida se dio vuelta y miró a Chang directamente a los ojos. Ambas mujeres se quedaron viendo lanzándose dagas con la mirada, Chang sonrió de lado mientras que se daba vuelta y caminaba hacia otro lado.
—Vamos Daph, no vale la pena. —dijo Luna de forma soñadora mientras que entrelazaba el brazo con su amiga y la arrastraba al campo de juego.
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—¡Y acá llegan Gryffindor! —comentó Lee Jordan, que hacía, como siempre, de comentarista —. ¡Potter, Bell, Johnson, Spinnet, los gemelos Weasley y Wood! Ampliamente reconocido como el mejor equipo que vio Hogwarts desde hace años —los comentarios de Lee fueron devorados por los abucheos de Slytherin —. ¡Y ahora entra en el campo el equipo de Slytherin, encabezado por su capitán Flint!
—¡Capitanes, dense la mano! —ordenó Hooch.
Flint y Wood se aproximaron y se dieron la mano con mucha fuerza, como si intentaran romperse la mano mutuamente.
—¡Monten las escobas! —dijo la Señora Hooch —. Tres... dos... uno...
El silbato quedó ahogado por el bramido de la multitud, al mismo tiempo que se levantaban en el aire las quince escobas. Harry sintió que el pelo de la nuca se le erizaba. Con la emoción del vuelo se fueron los nervios. Miró a su alrededor. Malfoy estaba exactamente detrás suyo. Harry se lanzó en busca de la snitch.
—Y Gryffindor tiene la quaffle. Alicia Spinnet, de Gryffindor; con la quaffle, se dirige hasta los arcos de Slytherin. Alicia va bien encaminada. Ah no. Warrington intercepta la quaffle y sale disparado. ¡ZAS! Buen trabajo con la bludger por parte de George Weasley. Warrington deja caer la quaffle, la agarra Johnson y Gryffindor vuelve a tener el control. Vamos, Angelina. Un bonito quiebro a Montague. ¡Agachate, Angelina, eso es una bludger! ¡GOL! ¡DIEZ A CER PARA GRYFFINDOR!
Angelina golpeó el aire con el puño, mientras sobrevolaba el extremo del campo. Las tribunas de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff explotaron de entusiasmo.
—¡AY!
Angelina casi se cayó de la escoba cuando Marcus Flint chocó contra ella.
—¡Perdón! —se disculpó Flint, mientras que la multitud lo abucheaba —. ¡Perdón, no te vi!
Un momento después, Fred Weasley lanzó el bate hacia la nuca de Flint. La nariz de Flint comenzó a sangrar cuando se dio contra el palo de su propia escoba.
—¡Basta! —gritó Hooch, metiéndose en medio a toda velocidad —. ¡Penal para Gryffindor por un ataque no provocado sobre su cazadora! ¡Penal para Slytherin por agresión deliberada contra su cazador!
—¡No diga tonterías, Señora! —gritó Fred. Pero la Señora Hooch soplo su silbato y Alicia retrocedió para lanzar el penal.
—¡Vamos, Alicia! —gritó Lee en medio del silencio que de repente se había hecho entre el público —. SI, VEINTE A CERO PARA GRYFFINDOR.
Harry se dio vuelta y vio que Flint, que seguía sangrando, volaba hacia delante para ejecutar el penal. Wood estaba delante de los aros de Gryffindor.
—¡Wood es un soberbio guardián! —dijo Lee Jordan a la multitud, mientras que Flint esperaba el silbato de la Señora Hooch —. ¡Soberbio! Sera muy difícil parar este golpe, realmente muy difícil... ¡LO LOGRO! ¡NO PUEDO CREERLO!
Aliviado, Harry se alejó como si fuera un misil, buscando la snitch que todavía no aparecía, al mismo tiempo que controlaba a Malfoy, era fundamental que no agarrar la snitch antes de estar cincuenta puntos arriba.
—Gryffindor tiene la quaffle, no, la tiene Slytherin. ¡No! ¡Gryffindor vuelve a apoderase, y es Katie Bell. Katie Bell lleva la quaffle! Va rápida como un rayo... ¡ESO FUE INTENSIONADO!
Montague, había agarrado la cabeza de Katie en vez de agarrar la quaffle. Katie dio una vuelta en el aire y consiguió mantenerse en la escoba, pero dejó caer la quaffle.
El silbato de la Señor Hooch volvió a sonar; mientras esta iba hacia Montague gritándole. Un momento después Katie metía el penal.
—¡TREINTA A CERO! ¡EN SU CARA TRAMPOSO!
—¡Jordan, si no podés comentar de manera neutral...!
—¡Lo cuento como es, Profesora!
Harry sintió que la emoción se apoderaba de él. Acababa de ver la snitch. Brillaba a los pies de uno de los postes de Gryffindor. Pero todavía no tenía que agarrarla. Y si Malfoy la veía...
Simulando concentración repentina, dio una vuelta con la Saeta de Fuego y fue a toda velocidad hacia el extremo de Slytherin. Funcionó. Malfoy fue tras el como un cohete, creyendo que Harry había visto la snitch en ese lugar.
Flint agarró la quaffle y como si fuera una flecha anoto, 30 a 10. Este era el partido más sucio que había jugado Harry, ambos equipos se estaban cometiendo faltas de manera indiscriminada generando penales para ambos equipos. 40 a 10 en favor de Gryffindor.
La snitch había vuelto a desaparecer. Malfoy seguía de cerca a Harry mientras éste volaba por todo el campo. En cuanto a Gryffindor se adelantará a Slytherin cincuenta puntos...
Katie marcó 50 a 10. Hooch estaba fuera de sí. Solo se la pasaba gritando a todos los integrantes de ambos equipos que no paraban de cometer faltas entre sí. Y angelina marcó 60 a 10. Era el momento Harry se detuvo y cerró los ojos contentándose en todo lo que lo rodeaba. Momentos después Fred Weasley lanzaba una bludger contra Warrington quitándole la quaffle de las manos. Alicia la agarró y volvió a marcar 70 a 10.
Entonces la sintió a 15 metros a delante estaba la snitch Harry, se recostó prácticamente sobre la escoba y salió disparado como si fuera un misil. En menos de 10 segundo había llegado a los 200 km/h, Malfoy quedo atontado un instante por la velocidad y salió detrás. La snitch hizo un giro cerrado y salió disparada hacia abajo. Harry también bajo y cayó en picada. La snitch con un movimiento de 90 grados se puso al ras del suelo y salió disparada con dirección al poste de Gryffindor. Todo el estadio contuvo la respiración. Minerva vio completamente extasiada como Harry antes de llegar al suelo pisaba las pedaleras de su escoba y se ponía al ras del suelo también y entonces pasó. Harry agarro la snitch, el partido había terminado Gryffindor había ganado la copa de Gryffindor.
Cuando bajo a tierra Wood se acercó a toda velocidad, casi segado por las lágrimas; agarró del cuello a Harry y lloro en su hombro de forma incontrolable. Harry sintió como los brazos de Fred y George lo rodeaba. Luego Angelina, Alicia y Katie se unieron y se dieron un abrazo grupal.
McGonagall con lágrimas en los ojos y rodeando a Harry por el hombro con el brazo, junto con Wood al lado, los guio hasta donde estaba Dumbledore con la gran copa de plata. Si hubieran muerto ahí lo hubieran hecho felices. Mientras que Wood le pasaba la copa a Harry, sin dejar de sollozar; Harry la elevo en el aire y todo Gryffindor gritaron de alergia. Harry con orgullo se la dio a Minerva que tomo la copa siguió sollozando mientras miraba a su niñito festejar con el resto del equipo.
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La euforia por haber ganado la copa de quidditch duró a Harry al menos una semana. A medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos. Durante el primer desayuno de junio tanto Daphne como Harry, entraron corriendo, todos se quedaron viendo como ambos alumnos corrían hasta la mesa de profesores, Luna daba saltitos y reservaba un lugar en la mesa de Gryffindor.
Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un extraño silencio. Harry y Daphne salieron con una sonrisa del aula de Transformaciones, el examen consistía en transformar una tetera en una tortuga. Durante la comida, se veía mucha caras agotadas y nerviosas que se quejaban de la dificulta de los exámenes.
Después de la comida la clase volvió a subir para Encantamientos, el Profesor Flitwick puso en el examen la realización de encantamientos estimulantes. Harry y Daphne salieron profundamente relajados de la clase.
Harry y Daphne, terminado los exámenes, partieron al aula del tercer piso para repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía. Mientras que Luna repasaba para sus propios exámenes.
Hagrid dio el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, del día siguiente con un cubo lleno de gusarajos. El examen consistía en dejar que el gusarajo viviera una hora y como estos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca.
Por la tarde tuvieron el examen de Pociones, Snape miraba en silencio a Harry, mientras este terminaba de espesar su -receta para confundir-. Snape miró a Harry mientras este le pasaba su poción terminada. La mirada del profesor era rara, como si tratara de decirle algo.
—Buen trabajo Potter. —dijo Snape.
Harry le respondió con una sonrisa.
A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el examen de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia y por la tarde Herbologia en los invernaderos. El antepenúltimo examen, el jueves por la mañana, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. Lupin había preparado una carrera de obstáculos en el patio. Empezaba con atravesar un estanque con un grindylow, luego una serie de agujeros llenos de gorros rojos; chapotear entre ciénagas sin prestar atención a las engañosas indicaciones de un hinkypunk y meterse dentro de un tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.
—Excelente trabajo, Harry —susurró Lupin, cuando lo vio bajar del tronco —. Nota máxima.
Con una sonrisa se quedó a ver como lo hacía su fiel compañera. Daphne lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol. Cuando entró lo vio, ahí parado con una mirada arrogante estaba Cyril Greengrass.
—Daphne, finalmente vas a serme útil de una buena vez. Firme un contrató de matrimonio con la Familia Nott. El heredero está muy interesado en vos —dijo con una sonrisa perversa —. Espero que sepas compórtate y no...
—¡VAMOS DAPH! —gritó Harry desde el otro lado. Daphne volvió a la realidad, sonrió y apuntó al boggart con su varita.
—Ridikkulo. —dijo con satisfacción.
El jueves por la mañana el primer examen fue Runas Antiguas, que consistía en la traducción de un cuento y responder simples preguntas sobre lo que se leyó. El último examen del día Aritmancia para dar su próximo examen que se trataban ecuaciones diferenciales para predecir caída de rayos. Cuando terminaron finalmente, Harry y Daphne comenzaron a caminar mientras hablaban animadamente y comparaban respuesta. De la nada escucharon un golpe, como si algo estuviera cayendo una y otra vez, ambos caminaron hasta el origen del ruido y vieron una bola de cristal con un humo blanco adentro.
—Debe ser de adivinación —dijo Harry levantándola. Daphne miro la esfera con cierto interés —. Voy a llevarla arriba.
—Bueno, te acompaño. —contestó Daphne.
Harry y Daphne comenzaron subir las escaleras caracol hasta que llegaron al aula de adivinación. Tocaron, pero nadie respondió, así que entraron. El aula hacia muchísimo calor. Las cortinas estaban echadas, el fuego encendido y había un olor a incienso que hizo toser a Harry mientras avanzaba.
—Buenas tardes, Harry, Daphne —saludó suavemente Trelawney.
—Buenas tardes, Profesora, encontramos... —comenzó Daphne
—Sucederá esta noche. —interrumpió Trelawney con voz potente y áspera.
—¿Cómo dice? —preguntó Harry.
Pero la Profesora Trelawney no parecía escucharlos. Sus pupilas se dilataron y comenzaron a moverse violentamente. Harry y Daphne dieron un hacia atrás. La Profesora parecía a punto de sufrir un ataque. Y entonces la voz de la Profesora Trelawney volvió a hablar con la misma voz áspera, muy diferente a la suya:
—El Señor Tenebroso ésta solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo. El Señor Tenebroso se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, más grande y más terrible que nunca. Hoy... antes de la medianoche... el vasallo... irá... a reunirse... con su amo...
La cabeza de la Profesora cayó hacia delante, sobre el pecho. La Profesora Trelawney emitió un gruñido y luego, repentinamente, volvió a levantar la cabeza.
—Oh, mis niños, trajeron mi bola de cristal —dijo con voz soñolienta.
Harry y Daphne con los ojos bien abiertos le dieron la esfera y sin decir nada bajaron rápidamente. Cuando llegaron de nuevo al pasillo del séptimo piso, algo agitados, Daphne miró a Harry.
—¿Qué demonios fue eso? —preguntó Daphne ligeramente sorprendida.
—No sé...
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Después de la cena Daphne, Luna y Harry iban a pasar un rato más en el tercer piso. Pero por el pasillo divisaron una rata que paso corriendo a toda velocidad, detrás del roedor, a un metro de distancia, paso una mancha color jengibre.
—¡SCABBERS! —gritó Ron Weasley.
—¡NO CROOCKSHANKS, NO! —gritaba Hermione también.
Ambos pasaron corriendo cerca del trio. Harry negó con la cabeza y salió corriendo detrás de ellos. Daphne miró a Luna que miraba interesada la escena y también salieron corriendo detrás. Corrieron por un pasillo, luego por otro, Scabbers salió corriendo y traspaso el umbral de la salida trasera del castillo, Ron comenzó a correr más rápido. Harry apuro también el paso, alcanzando a Hermione y pasándola rápidamente.
Salieron al patio, a lo lejos se veía la cabaña de Hagrid y lo que parecía ser Buckbeak atado en el establo no muy lejos de la casita. Ron comenzó a correr más rápido y paso a Crookshanks. El cielo comenzó oscurecerse rápidamente, Ron acercándose al Sauce Boxeador, se lanzó encima de Scabbers y logro atraparla.
—Te atrape. Andate gato asqueroso. —dijo Ron enojado.
Harry fue el primero en llegar, después Daphne, Luna y Hermione. Ron Weasley estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron agarraba con ambas manos el tembloroso bulto.
—Hermione, agarra a Crookshanks no debería... —pero no pudo terminar de decir la frase, sus ojos se abrieron y se giró a un costado. Un gran perro gigantesco corría en su dirección, antes de que Harry pudiera reaccionar el canino, negro y con ojos claros salto encima de su pecho tirándolo al suelo.
Antes que nadie lo esperar y que Harry se pudiera incorporar el perro mordió la pierna de Ron y lo arrastro hasta un agujero en las raíces del Sauce Boxeador y lo dejo caer. El perro se giró y comenzó a gruñirle a Harry que se comenzaba a incorporar. Para sorpresa del negro animal, Harry se transformó en un gigantesco tigre blanco, que miró fijamente al canino y dio un gran rugido. El perro abrió grande los ojos y se lanzó por el hueco entre las raíces. Harry se volvió a transformar y miró a Hermione que temblaba como si fuera gelatina.
—Hermione, quiero que vayas y busque a McGonagall, a Dumbledore a quien sea y les digas lo que paso y que traigas ayuda, no tenemos tiempo que perder. ¿Entendiste? —dijo Harry serio
—S-s-sí. —contestó Hermione para después salir corriendo.
—Luna, Daph, vamos.
Harry, Luna y Daphne comenzaron a correr hacia las raíces a medida que esquivaban las ramas que iban cayendo como si fueran martillos. Crookshanks salió corriendo y con sus zarpas agarró el nudo del árbol, dejándolo como si fuera una piedra y se lanzó dentro del agujero. Los tres rápidamente se lanzaron por el agujero. Harry fue el primero en bajar por una rampa de tierra hasta llegar a un túnel bajo. Daphne y Luna lo siguieron sin dudar.
Ninguno de los tres dijo nada, solo con varitas en mano un lumos activo comenzaron a caminar. Avanzaron con tanta prisa como podían, casi doblados por la cintura. Pasado unos minutos el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear, Crookshanks hacia mucho que había desaparecido. Se detuvieron un momento para volver a respirar con más tranquilidad y comenzaron a avanzar por una abertura.
Una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado y las ventanas estaban todas tapadas con maderas.
Harry miró a Daphne y Luna, extrañamente no parecía asustadas, pero sí muy nerviosas y atentas.
Harry salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, a la derecha había una puerta que daba a un vestíbulo completamente oscuro.
—Harry... creo que esto es la Casa de los Gritos. —susurró Daphne.
Un crujido se escuchó en el piso de arriba. Algo se había movido. Miraron el techo, Harry cerro los ojos, pero no sentía nada, el lugar estaba completamente cargado por magia, algo de todo esto no le cerraba al muchacho.
Tan silenciosos como pudieron, entraron al vestíbulo y subieron por una escalera derruida. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante.
—Nox —susurraron al mismo tiempo, las varitas se apagaron asmáticamente.
Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, escucharon un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Se miraron por ultima ves y Harry con una patada derribo la puerta.
Crookshanks estaba acostado en una magnifica cama con dosel. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado sujetándose la pierna, estaba Ron Weasley. Harry, Luna y Daphne se acercaron rápidamente.
—¿Dónde está el perro? —preguntó Harry.
—No hay perro —gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes —. Esto es una trampa...
—¿Qué...? —preguntó Daphne
Los tres se dieron vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos. Una masa de pelo sucio y revuelto que le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cavidades orbitarias, fácilmente se podría haber confundido ese cuerpo con un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black.
—(Matalo... matalo... matalo... matalo... ¡MATALO AHORA!) —dijo una voz en su cabeza.
La expresión de Harry se volvió neutra, sus pupilas en sus ojos verdes se dilataron, latidos de su corazón retumbaban en su cabeza y una leve presión apareció en las cienes. La boca se sentía seca, su brazo se levantó y apunto directamente a Sirius Black...
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Los rayos del sol como si fueran tentáculos, tocaron directamente su rostro como si fuera una cálida mano que lo acariciara. Una mano, entrelazando los dedos con la suya, se apretó ligeramente al mismo tiempo que un peso suave se movía en el brazo. El aire, inundado por un hermoso olor a rosas invadió sus fosas nasales. Harry abrió lentamente los ojos y vio una cabellera rubia apoyada directamente sobre su hombro; una leve sonrisa apareció en sus labios.
—Harry, ¿alguna vez te dije que te admiro mucho? —preguntó Daphne sin soltar el agarre entre ambos cuerpos, no espero respuesta y continuó —. Tu vida fue tan cruel y dura, incluso más que la mía, pasaste por los peores martirios que una persona pudiera pasar y sin embargo te levantas todos los días con una sonrisa, tenes tus días tristes, pero no dejas que ganen. Nunca vi a alguien con tanta fuerza de voluntad, de verdad sos alguien muy especial Harry.
Harry estaba por decir algo, pero el amargo sabor de la hoja de mandrágora se lo impedía, solo pudo limitarse a sonreírle a su novia cuando se giró a mirarlo y acariciarle suavemente la mano con su pulgar. Daphne lo miró con una sonrisa y llevó su mano libre a la mejilla del chico.
—Sin embargo, a veces me das miedo —Harry miró sorprendido a su novia —. A veces tengo miedo que en algún momento bajes los brazos y te rindas. Todos tenemos un lado oscuro en nuestros corazones. Ese lado oscuro nace de la desesperación y el dolor, Harry. Mi mamá, una vez me dijo que la felicidad solo se alcanza cuando a pesar de todo el dolor que tengamos que soportar, elegimos hacer lo correcto sin traicionarnos a nosotros mismos, sin bajar los brazos. Porque cualquier lugar puede ser el paraíso, siempre que se tenga la voluntad de vivir una vida siendo feliz.
Daphne volvió a sonreír y, lentamente, cerrando los ojos rompió la distancia que había entre sus labios y los de Harry en un dulce beso...
El próximo capítulo esta titulado: " El Poder de Amarte - Parte II"