Disclaimer: Nada de Harry Potter es de mi propiedad, los personajes y todo lo relacionado a la historia canon que pueda aparecer, a excepción de lo creado y modificado por mi persona, pertenecen a J.K. Rowling.
Summary: Harry Potter, un muchacho consciente de la magia, con una gran inteligencia, pero roto por culpa del maltrato de sus parientes. Hasta que por azar del destino, su vida va a cambiar completamente y ya nada va a volver a ser igual.
El Orden Natural de Las Cosas.
Año I
Capítulo IX
"Juntos, Siempre Y Hasta El Final"
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—DIALOGO NORMAL—
—(PENSAMIENTO)—
—"PARSEL"—
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Le habían ganado a Hufflepuff el partido anterior a pesar de que Snape, que se había ofrecido como árbitro después del incidente con la escoba de Harry, lo único que hacía era declarar faltas a diestra y siniestra contra el equipo de Gryffindor. Estaban muy cerca de ganar la copa, ahora solo faltaba Ravenclaw.
Harry se movió rápido con su escoba. Toda la atención fue puesta en sus movimientos, el tiempo comenzó a ir más lentamente para él, abrió grande los ojos, todo estaba por terminar, cerro su mano alrededor de la brillante pelota y todo termino. Gryffindor después de 7 años, había ganado la copa de quidditch.
Harry redujo la velocidad y bajo de su escoba, todo el ruido del estadio era solo un murmullo en su cabeza, las cosas se movían lentamente. Lentamente miro hacia su cerrada mano que formaba un puño, lo abrió, solo para ver si era verdad, si lo era. La snitch estaba en su mano. Los gemelos fueron los primeros en bajar de sus escobas e ir corriendo a donde él estaba, prácticamente lo tiraron cuando lo abrazaron y lo devolvieron a la realidad en ese mismo instante.
—LO HICIMOS HARRY, LO HICIMOS. GANAMOS. —gritaban todos los del esquipo con lágrimas en los ojos.
Todo el equipo fue a donde estaba, entre todos lo levantaron y lo lanzaron en el aire una y otra vez. Harry solo sonreía mientras se reía. Cuando lo bajaron Wood fue el primero en hablarle.
—Gracias Harry —dijo con lágrimas en los ojos abrazándolo, para después ver al resto —. Gracias a todos.
A lo lejos venia McGonagall con una sonrisa acompañada por Albus Dumbledore que en sus manos tenía la enorme copa de plata que los consagraban campeones. Wood junto con el equipo empujaron a Harry para que la recibiera. Él se acercó y cuando vio al anciano y este le entrego la copa.
—Felicidades por ganar la copa de quidditch, Señor Potter.
—Gracias Director.
Harry miro a su jefa de casa por un momento. Ella, al igual que cuando había terminado su primera clase de transformaciones, le mostro una excepcional sonrisa. Harry miro la copa por un momento y se la ofreció. Minerva agarro la copa, hacía muchos años que no la tenía en sus manos, le traía muy buenos recuerdos, de antiguos alumnos, de antiguas épocas, de épocas en donde ella era la que estaba en el lugar de Harry, la felicidad que sentido al haber ganado su primer partido, su primer campeonato.
Volvió a la realidad de golpe cuando sintió que todo el equipo la levantaba y la lanzaban al aire al igual que lo habían hecho con Harry antes.
—BAJENME YA MISMO O ESTAN TODOS CASTIGADOS. —gritó McGonagall entre enojada, conmocionada, asustada y divertida.
—No nos importa profesora. —dijeron los gemelos. Todos reían.
Le habían dado la copa de Quidditch a Gryffindor después de 7 largos años.
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Daphne y Harry se había propuesto aprobar todos los exámenes, así que dedicaron todos sus esfuerzos a estudiar de forma detallada y concienzuda cada materia. Los días pasaron, la biblioteca se había vuelto prácticamente el lugar en el que estaban todo el tiempo ya sea leyendo y haciendo resúmenes o simplemente comparando estudios.
El segundo lunes de junio llego junto con los exámenes. Pasaron de forma rápida y sencilla para ambos, sus sesiones de estudio habían dado resultado y los habían pasado sin ningún problema a cada uno de los exámenes teóricos y prácticos. Las notas las iban a recibir vía lechuza durante las vacaciones de verano.
Los días pasaron, el cerbero seguía vivo y en buen estado, Quirrell no hacía ningún movimiento y esto ponía nervioso a ambos. Pero llego la mañana del segundo viernes de junio y vieron desde el patio, salir volando en escoba a Dumbledore.
—¿Percy a donde va Dumbledore? —preguntó Harry viendo al anciano volar.
—Por lo que se, tiene una reunión de urgencia en el ministerio y va a estar unos días fuera del castillo. —respondió con simpleza. Harry abrió grande los ojos y miro a Daphne. Ambos salieron corriendo rápidamente ante la extraña mirada de del prefecto.
—Hoy va atacar, sin el director protegiendo la piedra filosofal, el lugar está completamente desprotegido. —dijo Daphne nerviosa mientras caminaba.
—Hay que avisarle a McGonagall. —respondió comenzando a caminar.
Ambos con nerviosismo llegaron a la puerta, Harry suspiro y toco la puerta.
—Adelante —se escuchó del otro lado. Ambos entraron —. Señor Potter, Señorita Greengrass, ¿En qué puedo ayudarlos?
—eh-mm, bueno, mmm, esto, no sé cómo decirlo. —Comenzó Daphne muy nerviosa.
—Señorita Greengrass tranquilícese y hable claramente.
—Minnie, hay un problema.
—¿Cual? —preguntó ahora mirando a su protegido sorprendida que usar el nombre con el que la llamaba solo cuando estaban en privado.
—La piedra filosofal, que está en el tercer piso, está en peligro, el Profesor Quirrell quiere robarla, para entregársela a su maestro.
—¿Qué? —dijo sorprendida y con los ojos bien abiertos —. ¿Como saben de la piedra? —dijo mirando rápidamente a ambos.
—Eso no importa, lo importante es que si no está el director en la escuela la piedra esta desprotegida y Quirrell quiere robarla para dársela a alguien.
—Harry, la piedra está segura, ¿Cómo puede ser que el profesor Quirrell quiera robar la piedra si es uno de los que la protege?
—Lo escuchamos hablar que quiera la piedra para dársela a su maestro, él está poseído. —dijo más rápido y en todo desesperado.
—Harry, es una acusación muy grave la que estás haciendo, ¿Tenes alguna prueba para demostrar lo que decís? —dijo preocupada.
—No.
—Confíen en mí, ambos —dijo mirándolos —. La piedra está a salvo. —Harry se mordió el labio y no dijo nada.
Harry y Daphne no dijeron nada y salieron de la oficina de la subdirectora. Él, para sorpresa de Daphne, agarro su mano, en silencio la guio rápidamente a un aula vacía, saco su varita puso hechizos de insonorización y privacidad. Cuando estaba por hablar, cayó al suelo de rodillas y con las manos se agarró la frente. Tenía la cara tensa y estaba agitado, su cicatriz ardía más de lo que nunca había hecho.
—¡Harry!, ¿Es-estas bien?, ¿Qué pasa? —preguntó arrodillándose asustada donde estaba él y lo abrazo tratando de consolarlo.
—La magia es distintiva de cada persona —dijo con dolor comenzando a citar el libro que había estado leyendo durante navidad —, deja rastro, como una huella —dijo cerrando los ojos fuetes tratando de controlar el dolor mientras Daphne traba de ayudarlo consolarlo en vano —. Cuando lanzas un hechizo este deja impregnada tu magia en el lugar donde impacta y esta reacciona cuando esta cerca de la fuente o cuando la magia esta descontrolada porque es una parte tuya.
—Harry no entiendo. —dijo desesperada mientras escuchaba a su amigo sufrir.
—Voldemort —ella lanzo un gemido al escuchar ese nombre —. Creo que él es el que está poseyendo a Quirrell.
—¿Po-por qué decís eso? —preguntó asustada.
—Mi cicatriz fue hecha por el cuándo tenía 1 año de edad, y reacciona solo cuando estoy en la misma habitación con Quirrell, Gaya dijo que estaba poseído. —Daphne no dijo nada, intento tranquilizarse y solo dejo que su inteligencia y su Slytherin interior salieran a flote.
—Tiene sentido, creo. —dijo nerviosa.
—Creo que va a intentar robarla piedra hoy.
—Va a ser durante la noche como Gaya había dicho.
—Exacto. Más específicamente cuando todos estén durmiendo y no haya nadie que le moleste. —dijo recuperándose un poco del dolor y volviéndose a parar.
—¿Vamos a hacer lo que planeamos en navidad?
—Hoy después de que todos se vayan a dormir, espérame en la puerta de la sala común de Slytherin, voy a ir con la capa de invisibilidad.
Daphne solo asintió y ambos se fueron a sus dormitorios.
Cuando Harry llego, todos estaban en la sala común, rápidamente subió, se sentó en la cama y comenzó a intentar tranquilizarse, el dolor era bastante, pero sabía que lo podía reprimir, ya lo había hecho antes en distintas situaciones, podía hacerlo ahora.
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La noche llego, la mayoría de los alumnos se fueron a acostar, Harry cerro las cortinas del corcel de su cama. Se sentó en el centro comenzó a meditar con los ojos cerrados mientras gaya estaba en su cuello, mientras esperaba, su estado de nerviosismo no se iba, tenían un plan más o menos armado, pero le daba miedo las cosas que pudieran aparecer en el momento que superasen al cerbero, tenía miedo de lo que le pudiera pasar a Daphne.
Escucho los ronquidos característicos de algunos de sus compañeros de cuarto, eran las 11:35 de la noche, miro que todos estuvieran profundamente dormidos, saco la capa de invisibilidad de su baúl y se la puso.
Bajo las escaleras había algunos pocos estudiantes mayores concentrados en sus estudios, se movió rápido y sin hacer ruido, salió de la torre de Gryffindor y comenzó a bajar las escales, la escuela entera estaba desierta.
Llego rápidamente a las mazmorras y la vio, se sacó rápidamente la capa.
—Lindo camisón. —dijo Harry divertido a Daphne mientras miraba el piyama que ella usaba.
Daphne dormía con camisón rosado mangas largas de algodón que llegaba hasta donde comenzaba el tendón calcáneo, tenía un bordado de hojas y flores que bajaba por la zona de los hombros y se unía finalmente a la altura del esternón. Harry tenia puesto su usual piyama negro. Ambos iban con sus zapatos del uniforme
—Gracias. —respondió rápidamente algo nerviosa.
—¿Lista?
—Sí.
Ambos se ocultaron bajo la capa de invisibilidad y comenzaron a moverse en silencio para no ser descubiertos, la capa los hacía invisibles, pero no escondía el sonido ni los hacía incorpóreos. Sin muchos problemas llegaron al tercer piso.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Harry mirándola a los ojos.
—Sí, juntos. —Harry solo asintió.
Se quitaron la capa y Harry la escondió detrás de las características antorchas de pie que estaban por todos los pasillos de Hogwarts, más tarde la iba a ir a buscar.
Ambos sacaron sus varitas, abrieron la puerta y ahí estaba el gigantesco y negro cerbero, pero había un problema, estaba dormido profundamente.
—Merlin... es enorme. —comentó Daphne con sorpresa mirando al gran perro.
—No debería estar dormido tan profundamente, Lumos —dijo Harry y comenzó a alumbrar todos lados —. Quirrell durmió al cerbero. —volvió a hablar mirando a los pies del animal.
—¿Qué?
—Mira ahí, un arpa. —respondió Harry señalando el pequeño instrumento que no producía ningún sonido.
—La debe haber usado para dormirlo, el bestiario decía que los cerberos se tranquilizan con música.
El cerbero, ante la charla de los dos magos, comenzó a abrir los ojos, se paró y los vio, enfurecido comenzó a gruñirle, Harry le apunto con su varita y dijo.
—Incarcerus —como la última vez, sogas aparecieron y aprisionaron al cerbero. Este comenzó a moverse violentamente intentando zafarse de sus ataduras. Harry Se concentró un momento y recito —. Petrificus Maxima —dijo lanzando el hechizo para que el perro se dejar de mover —. Necesitamos moverlo, los dos juntos. —Daphne asintió.
—Wingardium Leviosa. —dijeron al mismo tiempo haciendo levitar a la gran bestia.
Con esfuerzo lo movieron a un costado, hasta dejar la entrada libre.
—Bien —dijo Daphne, ambos levantaron la trampilla —. ¿Ves el fondo?
—No. Pero hay una manera de averiguarlo.
—¿Cua... —No pudo terminar ya que Harry se había lanzado al vacío —. Maldito Gryffindor loco. —dijo mientras negaba con resignación.
—¡Daph!, es seguro, podes bajar. —gritó Harry desde abajo.
—Bueno. —con algo de desconfianza se lanzó y cayó sobre algo blando que amortiguo la caída. Harry se acercó a ella y le tendió una mano.
—Gracias —dijo mientras se levantaba —. ¿Tenes idea que es esto?
—No. Per.... — no pudo termina de hablar porque un lazo agarro de la pierna a Harry y lo levanto en el aire.
—¡Harry! —gritó Daphne, Harry apunto con su varita el tallo, esta se prendió fuego y lo soltó —. Harry es un lazo del diablo —Dijo corriendo a donde estaba —. ¿Estás bien?—preguntó preocupada arrodillándose a su altura.
—Sí, no te preocupes. —respondió Harry todavía acostado.
La calma duro poco, muchos lazos comenzaron a levantarse peligrosamente. La planta estaba furiosa.
—Tapate los ojos —Daphne rápidamente apunto hacia arriba mientras que con la otra mano se tapaba los ojos. El cerro los ojos lo más rápido que pudo y se los tapo con el brazo —. ¡Lumos Solem! —dijo con fuerza.
Una potente luz cegadora apareció de la varita de Daphne, haciendo que los lazos comenzaran a moverse erráticamente hacia todos lados. Debajo de ellos la planta se abrió y los dejo caer contrallándose sobre sí misma, intentando huir de la potente luz. Harry callo e impacto contra el suelo, Daphne cayó encima de él.
El joven mago se tocó ligeramente la cabeza y miro a su compañera que tenía la cabeza enterrada en su pecho.
—Daph ¿estás bien? —preguntó Harry.
Daphne lentamente subió la mirada y lo vio a los ojos.
—Sí, perdón. —respondió levantándose y después ayudando a Harry a levantarse.
—No te preocupes, deberíamos continuar —dijo Harry mientras comenzaba a apuntar con un Lumos activo a todos lados —. Ahí, hay un pasadizo. Vamos.
Ambos entraron el pasadizo y comenzaron a caminar, lo único que podían oír, además de sus pasos, era el goteo del agua en las paredes. El pasadizo iba en bajaba dando a un pasillo, ambos continuaron caminando unos minutos hasta que Harry en casi un susurro dijo.
—¿Escuchaste eso? —preguntó Harry concentrándose.
—Parece un tintineo, como si algo crujiera también —respondió Daphne, caminaron un poco más por el pasillo —. ¿Parece un aleteo o soy yo la que escucha eso?
—Sí, tenes razón.
Llegaron hasta el final del pasillo, bajo el umbral vieron ante ellos una habitación muy iluminada, con el techo curvo, estaba lleno de lo que parecían brillantes aves que volaban por toda la habitación. En el lado opuesto, había lo que parecía una pesada puerta de madera.
—¿Qué opinas, nos dejaran llegar hasta la puerta? —pregunto Daphne mirando la puerta.
—No sé, pero si nos atacan usemos Protego para defendernos mientras abrimos la puerta —respondió Harry pensativo. Daphne solo asintió —. A la cuenta de 3, 1... 2... 3...
Ambos salieron corriendo hasta la puerta, ninguna de las entidades voladoras los ataco.
—Eso fue demasiado fácil —dijo Daphne desconfiada por lo fácil que fue cruzar la habitación. —. Alhomora. —recitó apuntando a la puerta, pero esta no se abrió.
—Debe estar cerrada con magia.
Harry miro un segundo a todos lados pensando que hacer. Miro hacia arriba y se concentró en lo que volaba brillando.
—No son pájaros, son llaves. Llaves con alas. —Daphne también se concentró. Y volvió a mirar a la cerradura de la puerta.
—Entonces tiene que ser una de esas llaves, tiene que ser grande, plateada y vieja. —comentó mirando la cerradura.
—Inmobilus. —dijo Harry apuntando a todas las llaves. Pero no pasó nada.
—Harry son llaves encantadas, no están vivas, ese hechizo solo funciona con seres vivos. —dijo Daphne mirándolo sin entender, Harry se rio.
—Ya sé, pero no perdía nada con probar —comentó mientras seguía riéndose. Mirando a todos lados hasta que vio algo —. Vamos a tener que usar esas escobas. —dijo señalando lasque estaban en el suelo.
—¿Vamos? —cuestiono la bruja —. Vas a usar esa escoba querrás decir, vos sabes que soy horrible montando escoba, además ¿Quién de los dos es el buscador más joven de los últimos 100 años? —preguntó Daphne con ironía mientras lo miraba.
—Bueno, bueno, ahora voy. —dijo Harry divertido mientras se montaba en una escoba. Daphne hizo una mueca de molesta.
Harry dio una patada al suelo y se elevó. Como si todas las llaves se hubieran puesto de acuerdo se armó un verdadero caos. Todas volaban descontroladas, pero en grupo. Después de unos minutos volando entre el remolino andante de llaves voladoras azulinas, Harry detectó una gran llave de plata, con un ala torcida, como si ya la hubieran atrapado y la hubieran introducido con fuerza y brusquedad en la cerradura.
Harry se lanzó en picada contra la llave, lo esquivo una, dos, tres veces, pero la pudo agarrar, bajo rápidamente y le paso la llave a su amiga, que rápidamente la hizo girar y esta funciono a la perfección. Ambos pasaron la puerta y la llave se fue volando derrotada por haber sido atrapada 2 veces en una sola noche.
La habitación que seguía estaba muy oscura que no podían ver nada. Pero cuando estuvieron dentro la luz súbitamente inundó el lugar, para revelar un espectáculo realmente asombroso. Delante de ambos un enorme tablero de ajedrez gigante, ellos estaban detrás de las piezas negras, estas eran muy altas, por lo menos 2 metros de alto y construidas en mármol. Frente a ellos, al otro lado de la habitación, estaban las piezas blancas.
—¿Sabes jugar?, yo no. —dijo Harry mirando a Daphne.
—No, pero tengo una idea —dijo Daphne poniéndose en un costado del rey negro. Apuntando al rey blanco con su varita —. ¡Reducto! —gritó, la cabeza del rey blanco exploto. Harry levanto una ceja ante la astucia de su amiga —. Jaque mate. —dijo Daphne con una sonrisa.
—Vamos Slytherin —dijo mirándola divertido mientras comenzaba a pasar entre las piezas. —. Ya te lo dije cuando estuvimos practicando, das miedo cuando lanzas maldiciones. Ese brillo que aparece un brillo en tus ojos da miedo —mencionó Harry todavía divertido mientras caminaba por el tablero, Daphne se echó a reír a todo pulmón —. Por suerte no practicamos el Bombarda, todavía. —dijo con el pensamiento de Daphne haciendo explotar la mitad del castillo.
—Todavía nos faltan muchos hechizos por aprender. —dijo con entusiasmo mientras seguía a su amigo.
—Acabo de imaginarte practicando el Bombarda y demoliendo la mitad del castillo. —dijo Harry riéndose, ella lo golpeo en el hombro suavemente mientras caminaban y se rio.
—No soy así. —replicó inflando los cachetes divertida.
—No lo sabemos —respondió todavía riéndose.
Un olor espantoso, les saco de su momento de distención, abrieron la puerta que daba a la siguiente sala, ambos se taparon la nariz con el brazo tratando de soportar la intensidad mientras entraban, vieron tirado en el suelo frente a ellos, un trol aún más grande que el que habían derrotado, estaba inconsciente y con un coágulo de sangre en la cabeza.
—Es enorme, hubiese sido difícil ganarle, pero por suerte parece estar inconsciente. —dijo Daphne mirando al inconsciente ser.
—Vamos, es horrible este olor.
Abrieron la puerta que estaba al final de la sala, nerviosos de ver que era lo que los esperaba caminaron por un pasillo. Cruzaron un umbral, pero no había nada inusual en la sala, solo una mesa con frascos de distintos tamaños. Ambos se acercaron y apareció un fuego negro tapando la salida y la entrada. Estaban atrapados.
—Cuidado es fuego mágico, se siente la magia. —advirtió Harry en tono de advertencia.
Daphne solo asintió y comenzó a observar la mesa.
—Mira. —dijo agarrando un pergamino que estaba entre los frascos y comenzando a leerlo.
El peligro yace ante ti, mientras la seguridad está detrás,
dos queremos ayudarte, cualquiera que encuentres,
una entre nosotras siete te dejará adelantarte,
otra llevará al que lo beba para atrás,
dos contienen sólo vino de ortiga,
tres son mortales, esperando escondidos en la fila.
Elige, a menos que quieras quedarte para siempre,
para ayudarte en tu elección, te damos cuatro claves:
Primera, por más astucia que tenga el veneno para ocultarse siempre encontrarás alguno al lado izquierdo del vino de ortiga;
Segunda, son diferentes las que están en los extremos, pero si quieres moverte hacia delante, ninguna es tu amiga;
Tercera, como claramente ves, todas tenemos tamaños diferentes: Ni el enano ni el gigante guardan la muerte en su interior;
Cuarta, la segunda a la izquierda y la segunda a la derecha son gemelas una vez que las pruebes, aunque a primera vista sean diferentes.
—Un acertijo —dijeron ambos. Estuvieron unos minutos pensando, hasta que Harry hablo.
—Es este, el frasco más chico.
—Sí, el de que está al lado es el que nos lleva hacia atrás. Alguien tomo antes por lo visto. —viendo que no quedaba mucho de la poción.
Ambos tomaron un sorbo, la extraña solución extremadamente fría, era como si tragaran hielo, pasaron por el fuego sin problemas y continuaron caminando por un pasillo. Vieron luz al final y una voz muy grave que decía.
—Inútil, sos un inútil.
—Perdon maestro. Necesito más tiempo. —dijo un asustado Quirrell.
Harry detuvo el paso, hizo una señal de silencio con el dedo sobre su boca y mirando a Daphne, ella asintió y se puso detrás de él. Caminaron lentamente y se asomaron por el umbral, era Quirrell.
—Parece ser que tenemos compañía. —dijo la voz resonante.
Quirrell se giró a la entrada, saco su varita y apunto a ambos.
—Carpe Retractum —dijo Quirrell rápidamente.
Los dos fueron atraídos como si estuvieran siendo jalados y cayeron golpeando sus caras contra la dura y gris piedra del suelo, justo delante de él.
Ambos levantaron la cabeza y vieron como Quirrell los apuntaba con su varita.
—¡Arriba, los dos, rápido! —dijo fuerte Quirrell haciendo que ambos se levantaran. Daphne miro a Harry con temor en sus ojos.
—No lo mates, lo quiero vivo. —dijo la poderosa voz.
Quirrell apunto directamente a Harry en la frente con su varita en la frente de Harry, ambos se miraron a los ojos, el hombre con turbante solo sonrió.
—Desmaius.
—HARRY! —gritó Daphne. Fue lo único que escucho antes de que la oscuridad fuese reinante en su mente.
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La oscuridad, siempre le resulto familiar, era casi relajante, porque sabía que si todo estaba oscuro el no sufría, era el único momento que tenia de Paz.
Oscuridad es lo único que había en ese pequeño receptáculo, es lo único que se veía a simple vista. Un pequeño haz de luz entro por las rendijas de la puerta rompiendo el negro ambiente, un nuevo día comenzaba, hacia frio, un par de ojos verdes se abrieron ante esta nueva presencia.
Enterró su cara contra su almohada en un intento de que la luz no le llegase a la cara. Intentar dormir un poco más, era su objetivo en ese momento, el frio se lo impedía, intento conservar calor poniéndose en posición fetal, era la única forma de para tratar de soportar la baja de temperatura de la oscura alacena, sintió una ligera punzada cerca de la sexta vertebra, era imposible, la humedad del cuarto hacia que el frio se concentrara más e hiciera más difícil soportar el frio ambiente.
Se sentó en el derruido colchón y comenzó a buscar sus deficientes anteojos, cuando logro encontrarlos se los puso, el ambiente se hizo más claro, más fácil de ver, trato de abrir la puerta de su prisión, pero estaba cerrada, lo habían encerrado la noche anterior.
Busco, palpando el techo, el botón que le permita prender la luz, cuando finalmente lo encuentro, el brillo lo encegueció durante un momento, pero rápidamente se acostumbró al nuevo cambio, era su cumpleaños número 10. Su espalda ardía.
El día anterior había sido el peor de los infiernos, su tío había vuelto borracho de una fiesta del trabajo y él había sido el receptor de sus excesos. Vernon lo había castigado injustamente durante su estado de ebriedad, la razón había sido simple, ser un anormal.
La forma que había desgarrado parte de la piel con el cinto había sido brutal, más que veces anteriores, este había sido el peor castigo que nunca le habían dado, Petunia había tenido que intervenir cuando lo vio arrodillado con las palmas en el suelo y con toda la ropa ensangrentada en la zona de la espalda.
Petunia aprobaba los castigos, una mezcla de odio hacia su hermana y todo lo que ella representaba, sumado a sus propias frustraciones, hacían que permitiese el sufrimiento del muchacho, pero esta vez era demasiado, la espalda del vástago Potter estaba repleta de sangre, sin embargo, el chico no lloraba, sus ojos estaban vacíos cuando giro su cabeza a verla, no parecía un muchacho de 10 años.
Harry sin ninguna expresión y en silencio y con algo de esfuerzo se levantó y se fue al baño. Limpió y desinfecto cada una de las heridas y con esfuerzo trato de cubrirlas con vendas. El mundo no era como las historias que veía Dudley en la televisión, o las historias clásicas de amor y paz que siempre tenían un final feliz, no, la vida real era mucho más cruda. Los fuertes se aprovechaban de los débiles, el odio reinaba en el mundo, la injusticia era palpable en todos los ámbitos y estratos, aquellos que trabajaban honestamente era explotados, aquellos que hacían buenas acciones terminaban sufriendo, aquellos que eran malos ganaban. El mundo era malo.
Miro al espejo que estaba encima del lavado, se vio a los ojos y entonces lo entendió. El mundo no es malo, está compuesto por una fuerza que lo define todo, y esta no es buena ni mala. Los hombres lo hacen malo. Y lo que hace malos a los hombres es la ignorancia, la intolerancia y la codicia.
El mundo estaba plagado, las guerras y conflictos eran los ejemplos perfectos de esto, reflejaba perfectamente cada aspecto de la maldad del hombre. Harry vivía en carne propia el dolor de la ignorancia que tenían sus familiares hacia sus habilidades, de la intolerancia por ser y pensar distinto.
En ese momento Harry se juró a si mismo nunca ser como los Dursley.
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La inconsciencia de Harry duro poco gracias a que su propia magia lo había protegido del hechizo de Quirrell, escucho un siseo furioso e histérico, sintió unos cálidos brazos que lo rodeaban. Sintió una mano que se apoyaba en su mejilla izquierda, en la otra sintió una cálida sensación de una tersa y suave piel que se pegaba a su mejilla derecha y casi al instante unas gotas que caían por esta.
Harry abrió los ojos, lo primero que vio fue unos lacios y rubios cabellos sobre su cara. Harry se movió ligeramente, la cara que estaba pegada a su mejilla se separó y un par de orbes azules con lágrimas en los ojos lo miraron fijamente. Ambos se miraron por un instante. Daphne miro a Quirrell sin dejar de abrazar a Harry.
Harry movió la cabeza a donde estaba su varita, estaba tirada no muy lejos de donde él estaba, cerca de lo que parecía el espejo de Oesed. Su cuerpo le dolía. Tenía que salir de esta con Daphne, él era un profesor y un mago experimentado, pero ellos eran dos y sabían trabajar juntos. Se giró para ver a su oponente, mientras lo hacía sintió fue un líquido caliente que golpeaba su cara. El gemido agudo de Daphne a su lado re tumbo en su cabeza. Completamente en shock por lo que había visto, toco con la yema de sus dedos lentamente la sustancia caliente en su rostro, con los ojos muy abiertos, respiración agitada y nerviosismo, miro sus dedos hasta verla la sustancia que ahora los manchaba, la conocía muy bien. Era roja. Era sangre.
El próximo capítulo esta titulado: "Desde las cenizas"