LA HIJA DE GREY (ONE)

By imwritercs

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Cinthya Sarria La hija de Grey. Sinopsis: Phoebe, es la hija menor del exitoso empresario Christian Grey. L... More

ESTIMADOS LECTORES
Nota para todos
SINOPSIS
INTRODUCCIÓN
(1)
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~NOTA DE AUTOR~
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-50-
Deben leer esto....
ESPECIAL de NAVIDAD
ESPECIAL AÑO NUEVO
▪Un Grey enamorado▪

-48-

10.8K 534 75
By imwritercs

El clima de esta ciudad cada vez está más loco, muy de mañana se estaba cayendo el cielo a pedazos y ahora parece que nada hubiese ocurrido. El jardín de esta casa siempre me ha encantado, la verdad, todo lugar con flores es mi favorito. Me fascina disfrutar del aire libre, vivir la experiencia entre la naturaleza y yo. Bebo de mi jugo sin dejar de observar las flores bailar de un lado a otro, extrañaba mi casa. Escucho pasos tras de mí y el ruido de llaveros chocando entre sí.

—Sophie. —Aseguro que es ella sin tener que mirarle.

— ¿Cómo lo has sabido? —Pregunta dejando un beso en la mejilla. —He venido en cuanto me han dicho que ya habías regresado de tu viaje, tenía tanto de no verte.

— Uhh, meses. Tú que casi no vienes por acá. Y siempre te descubro por el singular ruido de tus llaveros de acero, eres la única que los trae.

Ella ríe, yo también.

—Mi madre estuvo insoportable, más de lo que creerías posible que se pueda llegar a estar. Me fui con ella unos meses, he terminado por dejarla en la clínica de tu tío Ethan, su problema es el alcohol y no creo tener la capacidad para poder con ello, así que en decisión conjunta con papá le hemos dejado ahí para que tome terapia. Mi madre es buena, yo lo sé, pero necesita ayuda y quiero que se la brinden. —Asiento, comprendo lo que está sintiendo. —Ayer que volví del trabajo, me encontré con la señora Grey y ya me dijo que estabas en la ciudad pero que Theodore había organizado una cena con amigos para darte la bienvenida. Así que aproveché el hecho de que puedo llegar un poco tarde al trabajo para no perder la oportunidad de saludarte. Leí por ahí que todo ha salido de maravilla, has sido un éxito.

—Por fortuna, si. He tenido un equipo fenomenal, con su trabajo la experiencia se hizo inolvidable. Poder convivir con esas personas que se interesan en mis libros, y que me brindan su apoyo es algo que no imaginé nunca, menos que abarrotaran los lugares en donde estuve. Estoy más que satisfecha con haberlo hecho. —El pecho se me hincha de la emoción al recordarlo. —Y tú, ¿Algo nuevo?

—También vi que ya piden por un nuevo libro, es asombrosa la locura que has creado. Y bueno, yo he empezado una relación con un chico de la empresa, mi padre casi se desata, pero Gail, mi salvadora de siempre le dió su estate quieto, acabó por aceptar que mi edad va corriendo y es hora de que formalice, siendo sincera no me hago más nueva cada segundo. La semana pasada le han conocido y se han caído bien, estoy fascinada, más allá de que descubrí los informes detallados de mi novio en las gavetas de mi padre. Jason Taylor no tiene límites.

—Felicitaciones. A ver cuando es papá quien le envía a hacer una requisa a profundidad. —Me mofo.

—Richard trabaja en su empresa, no dudo para nada que le haya facilitado la hoja de vida a papá para cerciorarse de que los clavos estuviesen en orden. —Observa su reloj—. Estoy encantada de verte, estás preciosa, pero tengo que irme. No han de tardar en venir por mí y sabes que no me gusta hacer esperar.

—No hay problema, comprendo que tienes compromisos. Anda y ve, eso sí, dile a ese chico que si da un mini paso en falso contigo yo seré la primera en formarme en la línea de Taylor para mandarlo a la mierda.

—Se lo haré saber, pierde el cuidado.

Tendré que hablar con la abuela Grace sobre esas sus gotas, tengo que dejarlas de tomar, el hambre monumental con el que me mantengo no es algo normal, mi apetito ya no requiere que lo despierten, hay que ponerle un tranquilizante. Voy a la cocina por un poco de fruta para comer, Gail me observa de reojo, ¡Ya sé! La despensa no durará nada conmigo en esta casa, me siento en una de la bancas para devorar todo con deleite.

— ¿Qué te han hecho en ese viaje? Antes había que corretearte para conseguir que dieras unos cuantos bocados y ahora creo que tendré que ocultarme para que no me comas. —Comenta con humor.

— ¿Recuerdas las gotas que me ha recetado la abuela Grace? —Asiente, pese a estar escuchándome no deja de hacer lo suyo. —Mamá consideró buena idea que no las dejará hasta que volviésemos y ella decida si debo dejarlas, pero si no dejan de ponerla en mi jugo, cuando vaya a pesarme la balanza pondrá: continuará, con puntos suspensivos.

—Si, claro. Te veo y no lo creo, de no ver cómo estás comiendo créeme que lo dejaría en duda. El día en el que peses más de lo normal, yo regreso a los veinte años. —Dice con sátira pura, frunce el entrecejo y me mira— ¿Te has sentido bien? Digo, ¿Nada fuera de lo normal? ¿Rara? ¿Diferente?

— ¿Rara como rara? No, la verdad, creo haber encontrado mi ser natural. Estoy en esa etapa de la vida en que todo lo que venga es un proceso de aprendizaje, cada oportunidad una aventura y cada instante vivido un nuevo sueño cumplido.

—Las cosas bonitas que dices. —Me mira con adoración. —Algunas personas deberían aprender a ser siquiera un cuarto de sensible de lo que tú.

¿De qué me perdí? Llevo un pedazo de piña, si no entiendo, pues como. Gail pone los ojos en blanco, huele a que el jefe de seguridad de esta casa ha estado durmiendo en el sillón.

—Señorita Grey, señora Jones. —Saluda al entrar. Muevo mi mano con el tenedor en ella para responder, tengo comida en la boca como para poder hablar.

Se sirve un poco de agua y lo bebe sin respirar. Las cosas parecen no ir del todo bien y empiezo a sentirme un poco incómoda por presenciarlo.

—Taylor. —Le llamo para cortar un poco la tensión evidente que se siente.

—Dígame, señorita Grey.

—Necesito salir a realizar una compras, ¿Le avisas al par que van de mi candado?

—Ahora mismo lo haré. Pero sólo le acompañará Víctor, el señor ha autorizado que su seguridad disminuya.

— ¡Alabado sea el señor! —Exclamo levantando mis brazos al cielo. —En diez minutos estaré lista.

— ¿Le apetecería hacer uso de su auto? La autorización también incluye manejo libre.

—No sé a qué se deba tanto milagro en un día—. Claro que lo sé, ¡Jack Hyde está lejos de nuestro perímetro! —Pero vaya que me encanta,  en cinco minutos estaré lista.

Me voy corriendo hacia mi habitación para buscar el móvil, mi bolso y la cartera.

—Tienes la actitud. —Le hablo el espejo haciéndole un guiño a mi imagen.

Por primera vez en tanto tiempo, es que puedo ser libre. Me detengo en la parte alta de las escaleras. Mi móvil está sonando con la canción más hermosa que el mundo pudiese haber escuchado, el fabuloso tono de llamada que Paul ha colocado en personalizado para él.

—Hola, mi amor.

—Hola, preciosa. Has amanecido muy contenta hoy, ¿Por qué tanta felicidad?

—He de manejar mi auto, sola. Y me acompañará solamente Víctor. El señor Grey se ha puesto algo permisivo este día.

—Phoebe... —Gruñe. —No me agrada mucho esa idea.

—No te pongas dramático, precioso. —Reviso que no haya nadie cerca para continuar—: Ayer escuché a papá hablando que Taylor y alguien más, Jack Hyde está en otra ciudad, momentáneamente no representa ningún peligro. Prometo que voy a estar bien, no me arruines la felicidad que traigo.

—Está bien, si tu padre lo ha permitido, yo nada puedo hacer. ¿Ya has ido a cortarte el cabello, Rapunzel? —Dice en forma de broma, para él no tengo el cabello tan largo.

—No, iba de salida cuando me has llamado.

—Perfecto. En ese caso, ¿Me harías un favor?

—Estoy de tan buen humor que mi respuesta es si.

—Menos mal que te encuentras de tan buen ánimo. —Murmura mofándose, sonrío, como idiota estoy— Por favor, revisa la cartelera y compra dos boletos para esta noche.

—Oye, ¿Para qué quieres boletos?

—Phoebe, mi americana favorita y la chica que adoro muchísimo, te estoy invitando al cine. A como dijo Theodore por la mañana, hay que darle una agradable bienvenida a nuestros amigos. —Le escucho decir. —En la reunión que recién acabamos, lo dijo. Se le ve muy contentito, juro que solo le falta dar brinquitos, sosteniendo una canasta de flores mientras tararea una absurda canción. Supongo que Clare tiene que ver con esto.

—Vale, acepto la invitación, eso sí, miramos lo que yo quiera. Ah, eres mi alemán favorito, en lo absoluto. —Le escucho soltar aire en señal de que se ha reído. —Clare le ha devuelto la sonrisa, me alegro tanto por él, definitivamente es la razón de su actitud.

—Igual me alegro. Lo que te hace feliz, es igual conmigo. Recuerda conseguir las entradas, y debo colgar, tengo papeleo pendiente por revisar, ya he escuchado tu hermosa voz y eso debe bastarme para sobrevivir tanto tiempo sin ti.

—Jo, pero que romántico. Muchos besos para tí, extrañamente.

—Como un loco cada instante.

La llamada se termina, y yo debo avanzar.

Bajo del auto en medio de risas, Víctor definitivamente es el menos serio de todos, todo el tiempo ha ido pidiendo que ponga el freno, bah, no he manejado tan rápido. Se queja por mi loca forma de conducir, yo solo he querido disfrutar de una actividad que escasas veces he podido realizar. Aún no me creo que haya pasado todo el camino con el altavoz activo escuchándole una y otra vez decir: Señorita Grey, es usted un peligro al volante. Mientras me seguía desde atrás en la camioneta.

—Mira qué bonito vestido, ¿No te parece que tiene un diseño exquisito? —Le señalo hacia la vidriera de la primera tienda.

—Señorita Grey—. Habla arreglando sus gafas negras. —He pasado mi vida entera entre policías, entrenamientos y uniformes. Si me dice que una bolsa sirve para vestir, lo creeré, pero de tener un milímetro de idea sobre telas, diseño y moda, para nada.

—Tienes razón, de todos modos no me gusta tanto. Sigamos avanzando.

Continuamos el recorrido avanzando por todas las tiendas del centro comercial desde afuera, las compras no son lo mío. Aunque mis ojos brillan en la perfumería, mi loción favorita está ahí, en primera plana, la última gota del envase se acabó en París. Muy feliz de encontrarla me meto a la tienda solamente para comprarlo, no necesito nada más. Extiendo mi tarjeta, firmo y la delicada bolsa viaja a mis manos, al salir se la extiendo a Víctor, debe ser aburrido cambiar todo el tiempo con los brazos hacia atrás. Paso por el cinema para hacer una revisión rápida en la cartelera, busca una que contenga tanto romance y amor que al final terminemos vomitando corazones. Sonrío perversamente, igual y no acabo con Zimmerman quejándose. Le envío la foto de las entradas, responde con un perfecto, pero me lo puedo imaginar frunciendo el ceño preguntándose si estoy jodiendo, que ya me lo conozco. Guardo las entradas en la bolsa pequeña y ahora sí, lista para arreglar mi terrible cabellera. Camino entre la gente para conseguir pasar, con mi guardaespaldas pegado todo el tiempo, ¿Quién lo viese tan serio? Le informa que entraré al salón de belleza para arreglarme, asiente, me abre la puerta y decide quedarse en la entrada, su rostro perturbado me hace reír.

La chica del recibidor me dice que debo tener una cita para poder ser atendida, estoy días el local está saturado y se hace necesario.

—Carly. —Habla la mujer rubia que me ha atendido la anterior vez, no recuerdo su nombre. —La señorita no necesita de eso, yo misma me encargo de atenderle.

—Sí, señora. —La chica le mira desconcertada, pero no dice nada. Regresa al teclado.

La mujer me mira mostrándome una sonrisa un tanto extraña, los escalofríos me invaden.

—Puedo volver otro día sin ningún problema, no es necesario que haga esto.

—Eres cliente especial. — ¿Especial? He pisado este lugar una sola vez, bueno, dos con esta. —Así que no te apures con eso, ¿Qué requieres realizarte?

—Recortar las puntas del cabello, solamente.

—Pero mira, que bien. Aunque podríamos ofrecerte algún cambio extra, con un cabello tan bonito y tú tan guapa, fácilmente lucirás fantástica.

—Muchas gracias, pero me quedaré solo con el corte.

—Entiendo, para los hombres es más fácil con el cabello largo. —Frunzo el entrecejo, ¿Qué carajos? Ríe restándole importancia a lo que dijo. —Olvídalo, toma asiento para poder iniciar mi trabajo.

Esta mujer es rara, dudo entre seguir aquí o echarme a correr. Ya estoy aquí, a lo que vine y me voy. Tomo asiento en el lugar que me ha ofrecido. Desplaza el estuche y se pone a elegir que utilizar como si de una carnicería se tratase. Empieza por soltar mi cabello, peinarlo y humedecerlo un poco, su mirada a través del espejo es extraña, como si hubiese estado esperando por mí durante mucho tiempo. Posee cierta habilidad con la tijera, mis mechones de cabello de unos cuatros centímetros van cayendo al suelo resplandeciente.

—Fuiste mío cuando eras solo un niño. —Tararea por lo bajo a modo de canción. Me muevo incómoda cuando coloca mano sobre mi hombro. —Listo, ¿Deseas que le aplique un poco de calor para que se seque?

—No, así está bien. Lo lavaré en casa.

—Podemos lavartelo acá, con mucho gusto. —Niego, solo quiero irme de aquí. Su mirada penetrante, me asusta. Me observa con dureza, sus uñas viajan por mi clavícula. —Señorita Grey, pase a mi oficina para arreglar el pago.

— ¿Por qué?

—Porque yo lo digo. —Su mirada es penetrante, oscura y dura. Entrecierra los ojos, ese gesto lo he visto en mi padre cuando está furioso. —Usted señorita, ha ido a mi casa.

—Yo no tengo idea de dónde vive usted, pagaré el servicio para irme y gracias por todo. —Ella es un aviso constante de peligro.

—Soy Elena, Elena Lincoln. —Mierda, la dirección que me dió Ava. ¡Es ella! Si, recuerdo su rubia cabellera. — ¿Lo recuerdas ahora? Has ido en busca de algo, yo te lo puedo dar.

—Señora, eso fue hace mucho tiempo, ahora no tengo interés en ello.

— ¿No? —Pregunta burlesca. Fingiendo que acomoda mi cabello consigue hacerme un rallón con su uña en el cuello.

Busco a Víctor con la mirada, ¡Necesito ayuda! Pero alguien lo está distrayendo.

—Muero por contarte muchas cosas, Phoebe. Así que empieza a caminar, a mi oficina ahora. ¿Te interesaría saber cómo tu prima a terminado encerrada con problemas? ¿O el porqué hay una habitación donde nunca pudieron entrar? —La miro. Maldita bruja, la habitación del final, esa que nunca conseguimos abrir. —Ava debió picarte para que esa noche fueses a mi casa. Vamos a mi oficina, hablamos y luego te vas.

No es hora de doblegarse, yo le he ido a buscar... ¿En realidad quiero escuchar lo que tiene por decir?

Vives en las faldas de Ana y no haces nada que tu padre no autorice. Mírate, eres débil, una sumisa de Grey...

Mantengo mi mirada firme, con la barbilla alzada en un gesto desafiante.

—Estaría muy feliz de darte a conocer el pasado de tus padres? —Enarco una ceja, endureciendo la mirada sobre ella, no me intimida. Soy una Grey.

¿Conoces el pasado de tus padres? Porque yo si... Y de muy buena fuente, primita. Si te dijera, ten por seguro que tus padres van del cielo al suelo directamente.

—Quiero largarme de aquí. Así que vamos a su jodida oficina para que pueda hacerlo y nunca más pisar este lugar.

—Excelente decisión, Phoebe. Adelante...

Sus manos perfectamente trabajadas con una perfecta manicura me señala el pasillo por dónde debo avanzar. El cual tras unas puertas no tiene nada que ver con lo que adelante se ve, tras una puerta que es cubierta por una cortina está un lugar espantoso, frío, y con escasa luz.

—Abracadabra. —Dice antes de que todo se ilumine. —Pasa.

Siento cuando me avienta para que camine, giro para salir, pero ella cierra la puerta de forma brusca.

—No te vas a ningún lado, muchachita. ¿Por dónde quieres que empiece, señorita Grey? Solo déjame buscarte unas pequeñas carpetas para que elijas.

Se mueve por el lugar, en un archivero rebusca entre todo. ¿Sumisos? ¿En serio tiene ese nombre? Hago una mueca de asco, ¿Qué pobre desgraciado pudo haber caído ante ella? Bueno, ahora está vieja, pero fue joven, tal vez... ¡Ay, no!

—Lo encontré. —Me avisa moviendo un paquete en sus manos. Saca varias carpetas y las coloca en orden sobre el escritorio. —Ven, elije una y yo hablaré. Elije bien, porque quiero disfrutar de esto.

— ¿Por qué? ¿Por qué hace esto? Yo no sé quién es usted, y fui a su casa en un momento de enojó, jamás quise buscarla por mi propio pié.

—Anastasia, esa mojigata es la culpable de todo. Y ahora tú, elige ahora que me empiezo a cansar de tí. —Grita llevándose las manos a la cintura.

— ¿Qué tiene que ver mi madre con todo esto?

Golpea el escritorio bastante fuerte.
— ¡Elige, mierdecilla! ¡Ahora!

En silencio me asomo para leer.
—Este.

—Avita, mi niña bonita. —Abre la carpeta y las imágenes me sorprenden.

—Cristo... —Susurro casi sin aire. Ella con hombre, son ropa, atada...

—Si, no sabes cómo disfruté verla sufriendo, rogando por alcohol, droga y sexo. Arrastrándose para conseguirlo, sin pudor, mientras yo reía. Mi primer víctima eras tú, pero Christian siempre fue inteligente, y te cuidó demasiado. ¿Recuerdas a Máximo? Compañero de último año. —El tipo que quiso enamorarme, su insistencia me hizo odiarlo. —El solo debía quitarte la virginidad y no volver, pero tú, estúpida, lo arruinaste. No pude empezar mi venganza contra tu padre, Theodore es igual a tí, entonces tuve más que claro: No iba a lograr nada con ustedes. Desistí momentáneamente, hasta que me encontré a la chiquilla esa, perdida, presa fácil... Perfecta para inducirla, su mejor amiga es mi sobrina, así conseguí sumergirla en mi mundo y destrozarla hasta dejarla como la recuerdas, le hice daño adrede, ¿Cuanto a sufrido tu familia por ello? Su madre, esa maldita que fue la razón por la cual tus padres se conocieron, no te imaginas cuánto gocé de verla suplicando, Kate lloraba cual Magdalena y yo me echaba a reír. —No llores, Phoebe. —Pero eso dejó de divertirme, entonces, usé otra arma... Camille, mi bomba ardiente, inteligente y capaz de embobar a tu hermano, ¡No sé qué mierda tienen! Ella no consiguió nada, ¡Una mierda! El estúpido de tu hermano no se volvió loco por ella, entonces tuve que castigarla... La imbécil se enamoró cuando solo debía jugar con él.

—Usted es cruel y repugnante. Suficiente, no pienso escucharla más.

—No he terminado aún. Hace años juré que me vengaría del gran Christian Grey, y lo voy a conseguir. Querida, nos falta la mejor parte. —Susurra con una sonrisa de suficiencia. —Tienes que saber algo más.

— ¡Dígalo y acabe con toda esta mierda! —Le grito.

—Estúpida niña. —Camina hacia mí para darme una bofetada que consigue desestabilizarme. Parece estar en la gloria, como si golpearme fuese su liberación. —Mírame, y mírame muy bien... Porque yo, me cogí a tu padre cuando solo era un mocoso que no sabía que rumbo tomar en su vida de mierda.

— ¿Qué me está diciendo? —Inquiero sosteniendo mi mejilla, me duele. ¿Qué dijo? Siento mi estómago revolverse.

—Lo que oyes, el santo varón, el perfecto y correcto Christian Grey, no era más que una mierda, hundida en el fango del cual yo lo saqué. ¿Sabes lo que es un dominante?

A mí mente viene Paul, ¡Oh, por Dios!

—Tu padre era un dulce que arreglaba mi matrimonio de mierda, según Grace iba a limpiar mi piscina, cuando en realidad lamía mis jugos luego de follarmelo atado. —Las ganas de vomitar se apoderan de mí, tengo que inhalar y exhalar para evitarlo. —Durante muchos años lo tuve a mis pies, conociendo mi mundo.... Hasta que creció y quiso cambiar roles, entonces, se convirtió en Amo. Con una mente retorcida, ¡Golpeaba mujeres que se parecían a su madre! Su madre biológica, el cabrón no superaba que la mujer nunca lo defendiese, que dejara que sus hombres le golpearan, una jodida drogadicta que acabó matándose por sobredosis. ¿Sabes que mal recuerdo le removió ver a su sobrinita Ava colapsando por la misma razón? Parte uno, venganza iniciada... Muchas mujeres pasaron por su cama, se las cogía, las ataba, las golpeaba y se sentía dueño y señor, yo le conseguía morenas de ojos azules para satisfacerlo, ¡Si! Deberías revisar esa habitación a la que nunca tuvieron acceso, sé que las guarda en un cajón, identificada por un llavero especial, una mierda ridícula que le dió tu madre. Un exquisito cuarto de juegos, con todo para...

—Cállese y no me joda más. Voy a largarme de aquí. —Espeto enojada, las cosas que me ha contado tienen mi sangre en punto de ebullición.

—Aún no acabo. En esta carpeta. —Toma una llamada: Mi dominante Grey. —Están todas las mujeres con las que cogió durante años, mira... —Saca una por una, tienen su nombre... Susanah... —Y Leila Williams. — ¡Mierda! La mujer que me abrió, con razón quería que huyera. —Esta si se volvió loca por él, hasta intentó matarse para llamar su atención, falló la muy estúpida. —Tomo una larga respiración, me niego a llorar o mostrarle mi dolor. Estoy asqueada, decepcionada... No sé qué siento. —Le pagó tratamiento psiquiátrico, mira, logró recuperarse, más no pudo seguir su vida con normalidad y volvió a mí, a mi poder absoluto. ¡Todo era más fácil cuando Christian obedecía a lo que le ordenaba! Cuando se follaba a las mujeres que yo le buscaba, hasta que apareció ella. La inocente y perspicaz Anastasia Steele, lo envolvió y le hizo otro... Bueno, casi otro... —Me niego a creerlo, no. ¡No, no, no! —La última que ha entrado a su cuarto rojo del placer... Anastasia.

No, porfavor, no
Mis ojos se humedecen, no puedo retener mis lágrimas.
Ava lo dijo, esas marcas rojas, ella lo sabía.
Mi papá no puede ser así, no. Mamá no dejaría que le hicieran eso.
Finalmente lo consiguió, destruyó mi barrera. Está sonriendo, disfruta mi dolor. Las lágrimas caen sin parar, tantas mujeres... Mi mamá.

—Revuélcate en tu dolor, huele a victoria para mí. Ah, y salúdame a Christian.

Con sus tacones resonando, su pose elegante y sabiéndose ganadora abandona la estancia. Paso mi mano por la foto de mamá, ¿Por qué? De pronto el mundo perfecto, la familia ideal, todo se ha ido. Escucho la puerta abrirse, giro... Leila.

—Le dije que se alejara, señorita Grey. La señora Elena es mala, solo quería hacerle daño. Y lo consiguió. —Me mira compasiva. —No haga caso a lo que ella le dijo. Su madre es buena y el señor Grey...

— ¡Es un cerdo! —Le interrumpo. —Un tipo loco, asqueroso...

—El señor Grey es una buena persona. Me ayudó mucho.

—Claro, después de haberte usado para su placer. ¿Cómo no sentirse culpable?

—Nunca me obligó a nada, yo lo hacía porque me gustaba. El era un amo muy oscuro, no demostraba sentimientos... Nunca me dejó dormir en su cama. —Susurra. —Pero a Anastasia si, él se enamoró, ellos se aman.

—Un amor bizarro. No quiero escuchar más nada. —Camino hacia el escritorio para recoger las fotos.

—No permita que la venganza de esa mujer se consume, no le dejé destruir lo que el señor Grey ha construido en tantos años.... No deje que ella con su intriga, dañe a su familia.

— ¿Sabes? A tí no te importa, no eres nadie, no pedí tu opinión, mejor ve y que un hijo de puta te folle y te humille, porque eso te hace feliz. Asco me das, asco me dan todos. —Cierro la puerta con fuerza. Me limpio las lágrimas, y alzo la cabeza.

Te odio, papá.

Salgo del centro comercial sin esperar a nadie, subo al auto y piso el acelerador. En el camino mi móvil suena un par de veces, pero no respondo. Tomo la carretera y no me importa nada, un mensaje entrante de mi padre dicta:

A casa, ahora.

Muy conveniente, señor Grey. Piso aún más el acelerador, pierdo el control un par de veces, las lágrimas escuecen en mi garganta, pero no las dejo salir. Estaciono mal el auto y salgo cuando ya estoy en casa, tomo entre mis brazos la carpeta, guardo el móvil en mi pantalón y me adentro. Taylor está en sólo la entrada, la seguridad está muy movida.

Nada de saludos.
Nada de nada.

En la sala está mi padre, fúrico, tirándose de los pelos. También está mi madre, ellos dos, él se gira y me tira a los pies revistas y periódicos... Primera plana, romance. Doy por hecho que se nos han adelantado, alcanzo a ver fotos de ambos en situaciones que comprometen. Me mira y sus ojos parecen sacar chispas.

— ¿Me creíste estúpido? ¿Pensaste que no lo sabría nunca? Esa no es una relación de amigos, te pregunté y lo negaste, ¡Maldita sea, Phoebe! Me siento un imbécil por confiar en tí, odio que me mientan, ¿Te acostaste con él ya? —Mamá se cubre la boca, está asustada, trata de sostenerle el brazo pero él se lo aparta.

—Vaya, señor Grey. Al parecer tenemos otra cosas en común, odiamos que nos mientan. Respondiendo a tu pregunta, ¡Si! Si lo hice, y mira que lo disfruté. —Levanta la mano, le sostengo la mirada, pienso que va a pegarme, pero vuelve a bajarla.

—Estoy tan decepcionado de tí, Phoebe. Te consideraba mi niña.

—Somos dos, también estoy decepcionada de ti. —Frunce en ceño extrañado.

—Disculpa, pero yo no me hacía pasar por virgen y buena cuando... —Elige guardar silencio.

—La sal le habló al salero. —Digo irónica. —También creí tener un padre honorable, intachable, impoluto. Christian Grey, el hombre sin mancha.

— ¿De qué mierda hablas?

—Christian, no le hables así. —Él la fulmina con la mirada. Ella cierra los ojos y se queda con la cabeza gacha.

— ¿Es todo, mamá? ¿No vas a defenderme? ¿Vas a dejar que te domine? Claro, están recordando viejos tiempos.

Hecha una furia voy a su despacho y busco el cajón donde guarda las llaves. Saco la del llavero de Seattle, pero a esta se le unió otra, lo aparto de mi camino cuando se pone de frente. Camino como una loca, hacia el cuarto del final, ese al que teníamos prohibido el acceso... Ahí vive un monstruo. Cuentos de mierda que nos creímos.

—Phoebe, dame esa llave ahora. —Lo ignoro y esta vez corro. Corro hasta quedar frente a la puerta. —Ni se te ocurra abrir.

—Con la pena, Christian Grey. —Dejo ir la llave en el cerrojo y la abro. Cuando está cerca, es tarde.

Busco el switch de la luz. ¡Santa mierda! Esto es un cuarto de tortura. Los dos están en la puerta, congelados, con la cara cuadrada, me miran... Me miran... Niego, no quiero que se me acerquen.

—Háblame de mentiras, papá. Porque tú eres la mayor de ellas. —Lanzo al suelo la carpeta, las fotos se dispersan por la habitación. —Háblame de decepción, porque es lo que siento justo ahora. Golpeáme, eso es lo que te encanta. ¡Mírame! Soy castaña como tu madre, ¡Me das asco, papá! Los dos... —Las lágrimas están por todo mi rostro.

—Cariño, cálmate. —Intenta acercarse mi madre. Ni siquiera puedo verla a la cara.

—No te me acerques, ninguno de los dos. ¿Tuviste que llevarla en tu mierda? ¿Era necesario? ¡Contéstame carajos!

— ¿Quién? —Es lo único que dice.

Suelto una risa sarcástica. Como si eso importara. Aprovecho que los dos se han separado para pasar en medio de ambos. No quiero está aquí.

—Elena Lincoln, te envía saludos.

Ella parece que está por desmayarse, él pierde el color y su gesto se descompone. No puedo seguir aquí. En la mano llevo una llave... Escala... No tengo motivos para continuar en este lugar, ¡No es un hogar, es una mentira! Me voy a paso rápido, bajo las escaleras casi corriendo, me estoy quedando sin aire.

— ¡Quítate, Taylor! —Le grito cuando no me deja salir. —Muévete.

—Señorita Grey, no...

—Dime Phoebe... ¡Sólo Phoebe! —Me giro hacia la sala—. Señor Grey, dígale al hombre que se aparte.

Él no dice nada.
—Taylor, déjala salir. — Autoriza mi madre desde las escaleras. Él asiente.

El hombre no tiene nada que hacer más que moverse, huyo, quiero huir. Corro como si no hubiese un mañana, sin rumbo alguno, simplemente dejo que mis pies me guíen. No dejo de llorar, siento mi corazón destrozado, estoy decepcionada, jamás imaginé una cosa así.

Tus padres van del cielo al suelo directamente.

Cansada, agotada y en medio de la carretera, me dijo caer. Saco el móvil, no puedo sola, instintivamente mi dedo sabe qué hacer. Ni siquiera espero que hable.

— Paul, te necesito.

•••
😱😱😱😱
SE VA LENTAMENTE Y HUYE.
•••

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