MI DESTINO ERES TÚ

By lexxi_p

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Han pasado unos años desde que Rowan dejó atrás a su familia, ninguno de ellos tenía conocimiento de donde se... More

MI DESTINO ERES TÚ
C A S T
Introducción a Rowan
PRÓLOGO
UNO
DOS
TRES
CUATRO
CINCO
SEIS
SIETE
OCHO
NUEVE
DIEZ
ONCE
DOCE
TRECE
CATORCE
QUINCE
DIECISÉIS
DIECISIETE
DIECIOCHO
DIECINUEVE
VEINTE
VEINTIUNO
VEINTIDÓS
VEINTITRES
VEINTICUATRO
VEINTICINCO
VEINTISEIS
VEINTIOCHO
EPÍLOGO

VEINTISIETE

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By lexxi_p

Madre e hija.

NIEVE, ERA LO QUE LA JOVEN RUBIA más amaba, le recordaba a los años que pasó en su Rusia, la cual había convertido en su hogar hasta hace poco. Se había dado cuenta que el hogar no era una casa, si no las personas que la rodeaban.

Harriet era su hogar, Jasper era su hogar, Ethan, Alistair, Bella, Jacob, Edward, Charlie, el resto de los Cullen, todos ellos eran su hogar, y esta vez se quedaría con ellos para siempre. En algunos casos.

Odiaba pensar en la idea de perder a Charlie, su padre, el único que la había comprendido y amado por como era realmente, aquella chica rebelde e independiente que no le temía a nada. Se dijo a sí misma que aún era muy pronto para eso, aún tenía Charlie para dentro de unos años, para poder ver a su nieta crecer a pesar de la velocidad del cambio, para llevarla al atar el día de su boda.

Aquel día se encontraba recostada en el sofá junto a su pequeña, ambas estaban concentradas mirando dibujos animados mientras comían palomitas con caramelo y bebían malteadas de fresa, lo más normal que podía ofrecerle a su pequeña.

El timbre de la puerta anunció una nueva persona fuera, con cuidado alejo a Harriet de sus brazos y con pereza se levantó arrastrando los pies hasta esta. Abrió para encontrase con un sonriente Jasper que llevaba en sus manos dos bolsas enormes con distintos aperitivos para sus chicas.

Rowan se hizo a un lado para dejarle entrar, mantenía una cálida sonrisa en su rostros sintiéndose la más dichosa por tener a alguien como él. Camino tras suyo hasta llegar a la cocina donde el rubio dejó las bolsas en la barra para después envolver a su chica entre sus brazos y dale un beso en los labios.

— Esme quiere que lleves a Harriet esta noche — aviso Jasper cuando se separo de ella.

— ¿Te ha dicho para que? — amaba a todos los Cullen pero necesitaba un descanso de ellos, a excepción de Jasper, jamás se cansaría de él.

— No la ha visto en una semana, preparará pastel para ustedes tres.

— Tiene suerte de que ame el pastel  — soltó bajo, casi en un murmullo.

Jasper rió bajo, para después entregar otro beso en la rubia entre sus brazos. Harriet apareció unos minutos después de haber contado el tiempo que tenía estipulado para su madre y su padre, como había decidido llamarle. Rowan no lo sabía y aquel secreto solo lo tenían ella, Jacob y Renesmee, esta última también lo aplicaba.

Se lanzó a los brazos del rubio mientras este la recibía con alegría, depositó un pequeño beso en su mejilla para después acercarla a toda la comida chatarra que había traído para ambas.

Rowan aprovechó la distracción para ir a su habitación a arreglarse, no tenía ánimos de salir pero no podía decirle que no a un pastel, además en el fondo los extrañaba y ansiaba poder ver a su hermana.

Se dio una corta ducha para después vestirse con ropa ligera pero que lucia abrigada. Una vez lista, llamó a su hija para que subiera y así poder arreglarla, le dio un baño rápido, alejando los rastros de caramelo, palomitas, crema batida y todo lo que habían comido ese día. La vistió con unos pantalones negros, una blusa de manga larga y cuello de tortuga en color café oscuro y un abrigo claro que había juego con sus botas gruesas para nieve.

Salieron de casa para dirigirse hacía el bosque en el auto de Jasper, justo donde se ubicaba la casa Cullen donde los conocidos autos estaban fuera estacionados en una línea perfecta.

Bajaron del auto para caminar juntos hasta la casa, dentro parecía no haber nadie por lo que se preocupó, pero después de eso escucho los casi sigilosos pasos de cada uno de ellos.

Alice fue la primera en salir, vestía un corto vestido lila junto a unas mallas negras y tacones del mismo color, en sus manos portaba una corona de flores naturales que colocó en la rubia menor. Rowan la miro sin entender, hasta que todos estuvieron a la vista, entonces comprendió lo que sucedía al ver el rostro apenado de Bella.

— ¡Feliz Cumpleaños! — canturreo la pequeña vampiro —. ¿Eres igual a Bella y te molestan los cumpleaños? — cuestionó con humor.

Para algunos haciéndoles recordar aquella tragedia.

— Siempre y cuando haya pastel y regalos — comento, ganándose una sonrisa por parte de todos.

Emmett se acercó para envolver a la rubia en un enorme abrazo, levantando levantándola un poco del suelo, le siguió Rosalie para después entregarle una caja pequeña, al abrirla se encontró con un hermoso collar con aquel escudo que solía ver en toda la casa.

— Bienvenida a la familia — dijo con emoción, se agachó a su lado para tomar a la niña y llevársela con ella.

Ambas se habían vuelto tan unidas, que a veces las dos niñas y ella salían a pasear o de compras.

Las felicitaciones continuaron con todos los integrantes de la familia, hasta llegar a su hermana. La castaña la abrazo sintiendo su calidez y su débil corazón latir, ese era el primer cumpleaños desde hace que la menor que había ido, que pasaban juntas.

No sabia en que año se había detenido, pero ese día cumplía diecinueve años, y los celebraría como ningún otro.

— Charlie quiere que vayamos con él, ya sabes por tu cumpleaños — soltó un poco torpe.

— ¿Podré comerme tu porción de pastel? — repitió aquellas palabras que solía decirle de niña cuando su madre hacía esa clase de postres.

— Sabes que si, no me gusta el pastel sabor a tierra — respondió con una enorme sonrisa.

Aquella tarde había comido todo el pastel que pudo junto a las niñas. Era uno de los mejores cumpleaños que había tenido, quizá el único desde que se había transformado.

Recibió una llamada de Ethan para felicitarla y contarle que había conocido a alguien en Canadá, por lo que ahora lo tendría más cerca y le emocionaba saber quién era aquella persona que se había ganado el corazón de su viejo amigo.

Alistair también había llamado, le contó todo lo que había hecho desde que se habían sido de Forks. Nadie podía creer aquella amistad tan amena que ambos tenían, era difícil ver a Alistair como una persona amable sin que te observara como una presa.

De vuelta en casa, Harriet yacía dormida en su cama, habían ido a visitar a Charlie y habían comido mucho más pastel por lo que se encontraba llena, asqueada y cansada, y la mujer rubia igual.

Jasper la acompañó esa noche, ambos estaban sobre la camas conversando sobre diferentes cosas que a la semi vampiro se le ocurrían.

— Aún me falta darte tu regalo — comentó el rubio con seriedad, como si fuera lo más importante del mundo.

— Tu sola presencia me basta — mencionó.

— Aún así — de la bolsa de su chaqueta sacó una pequeña caja en color negro con diamantes falsos alrededor de la tapa, Jasper la abrió dejando a la vista un pequeño y hermoso anillo en color dorado —. Es un anillo de promesa, con el prometo estar a tu lado siempre, o hasta cuando me lo permitas — explicó.

— Siempre — dijo con la voz cargada de seguridad.

Jasper la besó como si fuera la primera vez que lo hacía, la amaba demasiado que ya no podía estar más lejos de ella, se había convertido en la razón por la cual continuaba en aquel sitió junto a su familia, una sensación única y agradable, ella le daba esa paz, no se necesitaba ser empático para saberlo.

Un año después.

Hace bastante tiempo que las dos chicas rusas no se tomaban un descanso de todo el ajetreo que tenia el parecer normales ante el ojo humano, aun así disfrutaban estar rodeados de ellos y que las hacia sentir cómodas, Harriet ya sabia como controlarse, eso aplicaba solo para el apetito ya estaba comenzando a entrar a su etapa adolescente por lo que los cambios de humor y el querer estar sola era bastante común. Ni siquiera Jacob podía controlarla.

Aquel día paseaban tranquilas por el bosque, lejos de a civilización y lejos de su familia, no era que estaban fastidiadas simplemente querían alejarse y charlar un poco entre ellas. Hacía unos días que Rowan notaba a su hija un poco extraña cuando estaba cerca de Jacob, y gracias al don que absorbió de Jasper pudo sentir su malestar.

La pequeña Harriet estaba enamorada.

Rowan sintió su débil corazón estrujarse al descubrirlo, no quería que su niña sufriera, aun no, sentía que no la había disfrutado lo suficiente en el tiempo que los Vulturi perdonaron sus vidas, desde ahí sintió que el tiempo se vino demasiado rápido.

— ¿A donde vamos, mamá? — cuestiono la menor de cabellos castaño.

— A cazar, hace mucho que no lo hago y hasta ahora me doy cuenta que nunca te enseñe como hacerlo — comentó con tranquilidad.

— No es tan difícil hacerlo — comento en un murmullo que la rubia logro escuchar.

— ¿Eso crees? — pregunto con humor, logrando hacer resoplar a su hija — ¿Qué te parece si apostamos? — aquellas palabras lograron captar la atención de la menor —. Si ganas, te daré lo que quieras.

— ¿Y si pierdo? — cuestiono, conociendo los trucos de su madre.

— Limpiaras tu habitación — la niña rodó los ojos.

— Te dije lo haría pronto.

— Ese pronto ya lleva una semana, Harriet  — la menor rió, acepto entonces poniéndose en posición para salir hacia el profundo bosque —. Recuerda alejarte de pumas y osos — advirtió la rubia.

Tras aquello dicho, ambas chicas salieron corriendo en direcciones distintas en el bosque, Rowan había encontrado ya a su presa, un pequeño conejo que pasaba justo a su lado, huyendo de lo que sea que lo estuviera siguiendo, decidió esperar un poco antes de ir a buscar a su hija, le dejaría ganar para animarla y así poder hablar con ella mas tranquila.

Se alarmo cuando escuchó el grito de su pequeña no muy lejos de donde estaba, siguiendo el rastro y manteniendo el oído alerta decidió correr en aquella dirección.

Harriet se mantenía bajo las garras de aquel enorme oso de pelaje oscuro, había hecho de todo por zafarse pero entre mas se movía mas enterraba las uñas del animal en sus brazos. Lo único que podía hacer era gritarle a su madre y llorar presa del pánico y el dolor que le estaba dando por mantenerla en aquella posición.

Sintió como de un tirón el animal fue apartado de su pequeño cuerpo hasta ser arrojado lejos, pudo ver como su madre se acercaba a ella para revisar si estaba bien, la rodeo en un abrazo para tratar de reconfortarla, pero fueron apartadas por el mismo oso, esta vez atacando a la mayor.

Rowan sintió lo zarpazos en todo su cuerpo pero aquello no le impidió el poder proteger a su pequeña, llevo su cabeza al cuello del animal donde enterró sus dientes hasta finalmente derribarlo, se giro hacia su pequeña con aquel aspecto digno de un vampiro, la  mas joven pudo apreciar como los ojos de su madre regresaban a su color natural para regresar a su mirada acogedora y llena de amor,  sin importarle la sangre cubriendo su cuerpo se abalanzo a sobre ella para rodearse en un abrazo. 

— ¿Estas bien, mi niña, te ha hecho algo? — se separó para comenzar a revisarla de pies a cabeza encontrando rasguños en sus brazo y algunos en sus mejillas.

Harriet asintió, dejándose inspeccionar por su madre, ahora era su turno.

— ¿Qué hay de ti? — limpio con su mano la sangre de u rostro para darse cuenta que también había de su madre —. Debemos regresar a casa, el abuelo Carlisle te va curar — menciono la niña con desespero.

— Estoy bien, solo necesito sentarme y descansar — menciono.

Ambas avanzaron con paso lento hasta llegar cerca de un rio donde la menor se encargo de limpiar las heridas de su madre y asegurarse de que no se infectaran pues al ser hibridas se curaban mas lento y podía sufrir algunas enfermedades como los humanos, no tan fuertes como les daban a ellos pero aun así eran molestas. Hace unos mese a Harriet le había entrado un resfriado con el término de la nieve.

Permanecieron en silencio en la orilla del río por un rato, la menor seguía reproduciendo en su mente las escena con el oso y como su madre le había salvado pero resultando mas herida en el proceso. La observo por un largo tiempo en el que se pregunto ¿Qué hubiera sucedido si no hubiera llegado a tiempo?

— Gracias — murmuro bajo pero audible.

— No es necesario darlas, mi pequeña, sabes que haría cualquier cosa por ti — se acomodo en su lugar para verla.

— Lo se, y justo por eso te las doy —  se acerco mas a ella para rodearla en un abrazo sin lastimarla —. Aunque no lo creas, día y noche pienso en lo que hubieras sucedido si ni hubieras llegado a tiempo — comenzó a contar en un hilo —, si no hubieras enfrentado a aquel hombre ebrio al que me entregaron mis padres, si no hubieras recurrido al tío Ethan, si no hubieran puesto tu sangre en mi — la rubia la abrazo con fuerza — . Todos aquellos detalles los recuerdo, y a veces son una tortura pero ahora estoy aquí gracias a ti y a todo e amor que amor que me has dado a pesar de no se de tu sangre — comenzó a sollozar — . Eres mi madre, la única que tengo y la única que tendré por el resto de mi vida, por eso te doy las gracias, por amarme mas que a nadie incluso que a ti misma y quiero que sepas que yo también te amo mas que a mi misma.

Permanecieron en un largo silencio, derramando lagrimas que dedicaban una a la otra. Rowan jamás creyó que su pequeña pudiera recordar aquella terrible escena que ella aun recordaba con horror pero que de alguna manera agradecía por ello, por que gracias a la falta de interés de los padres y el venderla por un par de botellas de alcohol pudo conocerla, estrecharla en sus brazos y llamarla su hija.

— Quiero mostrarte algo —  hablo después del silencio la rubia —. Lo tome de Renesmee un poco — rió bajo.

Extendió su mano para que su hija la tomase y así fue, ambas cerraron los ojos y fue ahí donde Harriet pudo ver el verdadero amor que su madre le tenia.

Frente a sus ojos se mostraba un sin fin de imágenes donde se encontraban ellas juntas jugando, riendo, caminando, paseando, comiendo, todo. Desde el primer encuentro, su primer cumplemes, sus días jugando en la nieve, la primera vez que la llamó mamá, su primera travesura, absolutamente todo y fue ahí que se dio cuenta todo lo que que habían vivido juntas, por todo lo que habían pasado y lo mucho que les había dolido el siquiera pensar en separarse, el pensar en la muerte de la otra. 

Un estirón a hizo salir de los recuerdos de la mente de su madre y sin pensarlo ni darle tiempo de reaccionar la envolvió en un abrazo tirándola al suelo, para terminar en una melodiosa risa que encantaría a quien sea que las escuchara.

Unos pasos apresurados las hicieron acomodarse en posición de ataque, hasta que de entre los arboles parecieron las personas quienes le debía la vida y mucho mas. Los Cullen habían aparecido al ser avisados por Alice que las menores estaban en peligro, afortunadamente estaban bien pero con bastantes rasguños.

Regresaron a casa de manera tranquila, la menor de cabellos castaño era llevada en la espalda de Emmett, mientras que la rubia en la de Jasper. Al final aquella conversación que tenia planeada desde el principio quedaría pendiente, por lo pronto la dejaría disfrutar y experimentar su nueva etapa, y asegurándose de que el lobo no se atreviera dañarla de ningún modo. 

Tenía tranquilidad después de todo.

9/10

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