LA HIJA DE GREY (ONE)

By imwritercs

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Cinthya Sarria La hija de Grey. Sinopsis: Phoebe, es la hija menor del exitoso empresario Christian Grey. L... More

ESTIMADOS LECTORES
Nota para todos
SINOPSIS
INTRODUCCIÓN
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
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~NOTA DE AUTOR~
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Deben leer esto....
ESPECIAL de NAVIDAD
ESPECIAL AÑO NUEVO
▪Un Grey enamorado▪

-41-

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By imwritercs

Viajes, viajes, viajes.
Al final acabo volviéndome loca de una vez.
Estrés.
Cansancio.
Agotamiento.

Tras dos meses recorriendo ciudad tras ciudad , puedo afirmar que no puedo más. Las horas para descansar se hacen pocas y el sueño demasiado. La visita por España, Portugal, Italia y Alemania fueron fructíferas, he aprendido a conocerme y conocer a muchas personas, ha nacido en mí una fuerza de labia muy interesante. Pese a las horas de viajes, cambios de clima constante y una que otra contingencia, el resto todo ha estado perfecto.

Me he enamorado de Alemania —Incluyendo un alemán, que no estaba allí— Sería un lugar perfecto para visitar en vacaciones, claro, sin tantas presiones y las horas contadas para posar en un lugar. Pese a que el frío era inclemente, no era nada que no solucionara un abrigo calientito. Dos largos meses en los que hablar con Paul ha sido difícil, sus horarios y los míos no son fáciles de organizar, siempre es demasiado temprano o muy tarde, pese a ello, los pocos más de quince minutos cada dos días que conseguimos mantener el contacto, han sido suficiente, encontramos temas para charlar, su día a día en Muller Seattle, mi hermano con su distante novia, en un inicio parecían uña con mugre pero desde días atrás se ven pocas veces. — ¿Qué si me alegra? Lo suficiente, ella no es la adecuada para él, y no habla la hermana celosa, sino las que quiere lo mejor para su hermano— Mis estresantes horas de trabajo, las ciudades, la comida, la verdad, cualquier cosa es buena. En cuanto a la relación, la distancia no ha hecho nada, lo sé porque en ocasiones sigue trabajando cuando estamos en videollamadas, entonces le digo que podemos dejarlo para otro momento, se rehúsa ha hacerlo, sus ojos cantan lo que los míos. Y un te quiero revolotea al final. El último día en que tocaba estar en Múnich, pensé que quedaría loca con tantas cosas por hacer y a la misma vez, el día había estado terrible, recorrimos dos librerías, un canal de televisión, emisoras y para terminar, dejar firmados libros para su venta póstuma. El cansancio era abrumador, esa noche tocaba dormir en la ciudad para salir de madrugada a nuestro siguiente destino, mi madre había regresado al hotel unas horas atrás, sus ánimos no andan bien, papá y Theodore no han podido viajar por problemas con una de las empresas afiliadas, comprende la situación, no lo dice, pero sé que le estresa, lo sé por sus suspiros cuando acaba una llamada o simplemente recuerda, llegué a decirle que fuese a Seattle, yo estoy perfecta, una semana no sería nada, pero tampoco quiere dejarme, aunque sabe a la perfección que me llevó fenomenal con los del equipo. Tras darle las buenas noches con un fuerte abrazo en dimensión tres personas, al fin podía ir a mi habitación para perderme en un sueño profundo y olvidarme de todo.

Vaya error.
Plan descartado.

— ¡Hola, Phoebe! —Antes de poder abrir la puerta de mi habitación alguien saltó sobre mí. Que susto, sentía mi corazón bombardear como loco, asustada y todo le devolví el abrazo a pesar del susto inicial, también me hizo feliz verle.

¿Qué tienen los Zimmerman con querer matarme del corazón?

—Hannah, qué sorpresa verte por aquí, ¿Cómo estás? —Estoy altamente sorprendida, de verdad no la esperaba por estos lados.

—De maravilla, mejor que nunca diría yo. —Dice con un brillo especial en los ojos, ese mismo que yo suelo tener desde que... Frunzo el ceño.

— ¿Te has enamorado, Hannah? —Ella asiente, su cabeza se mueve cual muñequito de auto.

— ¡Vaya! Entremos, entremos, que esto se oye muy interesante.

—Oye, ni se te ocurra decirle a Paul. Con eso de que son grandes "amigos" —Hace énfasis en amigos. —Venga ya, que sé lo de ustedes.

— ¿A qué haces referencia con "lo de ustedes"?  —Me hago la loca, si hablan con alguien, conmigo no es.

— ¡Ea, preciosa! —Se mofa, lanzándose a la cama riendo  —Mira tú, conozco al hombre desde antes que lo parieran, hipotéticamente lo hago. Yo le pregunto por tí y a aquél se le suben los colores, no me llevó demasiado tiempo saberlo y le he preguntado, pese a que ya estaba segura de  su respuesta, le he llenado de palabrerías hasta ponerlo loco, al punto de que solo dije: ¿Y es bonita para ti? Ni siquiera tuvo que responder, su sonrisa lo dijo. Luego ataqué con: ¿Son novios? Al inicio no quiso decirlo, pero yo soy tan jodida como mi madre y me lo soltó, con la promesa de no abrir la boca. Paul es un experto en marear la perdiz, pero mira que son unos pillines ustedes. Mi madre, Flynn, hasta Eric lo sabían, y yo, que te considero mi amiga y la hermana favorita, nada de nada.

—Esto es malo. No, no, no. —Repito una y otra vez. —Poco a poco todos van sabiéndolo, ¡Cristo, Cristo, Cristo!

—Phoebe, tranquila y respira. —Apenas nota lo alterada que me he puesto. —Un, dos, tres, respira.

Un, dos, tres, respira.
Un, dos, tres, respira.
Un, dos, tres, respira.

—Tranquilízate, créeme que ninguno de nosotros va a abrir la boca, es asunto de ustedes.

—No es tan fácil, así como... ¡Ay, Dios mío!

—Mira, a lo que entendí, están evitando problemas con padres y socios a su vez. Pero que yo te diré una cosa, si lo que ustedes tienen es tan bonito como yo lo imagino, ni mil Eric Zimmerman con cara de mala leche y controladores Christian Grey, van a poder contra ello. Ellos deben tener muy en claro dentro de esas cabezotas que no toda la vida nos van a retener, hay que crecer, aprender, sufrir tal vez, pero al final, tomar la experiencia. —Habla como si de una anciana se tratase. —Ya si no lo comprenden, toman su rabo y les toca joderse.

Me tiro en la cama a su lado.

—Íbamos a hablar de tí, y mira en lo que quedamos.

— ¿Tú a qué le temes de todo esto? Porque si puedo dar mi opinión, a Paul, le preocupas tú.

—Ni siquiera yo lo sé. Son tantas cosas, mi padre, sus negocios, que no funcione, la distancia, yo. A veces las dejo a un lado, pero en días como éstos en los que no logramos comunicarnos —soy una exagerada, han sido tres días en los que definitivamente no conseguimos nada que no sea un mensaje de saludo con romanticismo incluido—, me hacen imaginar cómo será cuando regrese con ustedes, quisiera dejar de pensar en ello, pero me es imposible.

—Phoebe, cuñada mía, yo diré una sola cosa: Si te gusta, cómetelo. —La miro extrañada  —Es decir, mientras lo tengan, hay que disfrutarlo. Ya el mañana vendrá y será tiempo de ver que nos ha deparado, en tanto esperas que llegue, dedícate a disfrutar, sentir, porque el amor es tan bonito.

—Tienes mucha razón, trataré y disfrutaré cuanto más sea posible. —Me sincero, teniendo en mente la firme convicción de que así será. —Ahora sí, dejemos a un lado mi drama. Quiero conocer los detalles de ese chico que te trae tan inspirada que te has convertido en consejera de relaciones, ¿alemán?

—Agárrate fuerte, y que bueno que estás acostada. Porque resulta ser un español, sevillano puro, está de intercambio y al final de semestre de su maestría, quiere hablar con mis padres. Justo, cuando yo he de morir.

— ¡Cristo! ¿Y cuánto tiempo falta para eso?

—Tres cortitas semanas y unos días, justo en el cumpleaños veintitrés de Paulin. Dime tú si no estoy totalmente jodida.

— ¡Ay, joder! ¿Paul viaja por su cumpleaños aquí? —Me extraña, no lo ha comentado.

—Olvídate de eso, que es una sorpresa, viajaremos a Seattle todos. Paul no puede hacerlo porque tiene asuntos de la compañía. —Dice con sátira en el tono de voz. —Para mí que esos asuntos tienen nombre y apellidos, viste con ropa de marca y estará de regreso, por lo cual espera aprovechar el tiempo. Prometo ser la distracción para que logren estar juntos, palabrita del niño Jesús. Regresando a lo mío, César quiere llevar a sus padres para hacerlo todo como se debe, ¡Me cago en la leche! Imagina el escenario, mi padre enterándose de que he entrado en una relación, sus padres ahí, en el día que debemos festejar a mi hermanito, ¡La torta gorda! Le tengo pavor a todo, cuando los consuegros se conocen, es referencia de algo totalmente serio.

Se me escapa una risita. Zimmerman y Grey han convivido sin saber que son consuegros, que ironía.

—Anda, que ustedes han roto la regla, tan chiquitos y tan rebeldes  —Se mofa. —No sé si quiero algo serio que lleve a pensar que formalizaremos para el futuro. Si bien, el chico es fabuloso, atento, educado, guapísimo, un profesional en toda regla, ah, y un león en lo que ya sabes  —Acaba susurrando mientras sus mejillas se tiñen de rosa.

— ¡Mierda! —De un salto estoy de pie, ella se sienta con la misma rapidez  —Tú y él... Él y tú... ¿Ya, eso?

—Phoebe, he perdido la virginidad a las dieciocho, con un idiota, pero la experiencia fue buena, prohibido que esto salga de nosotras. —Asiento. —Además, ¿Quien es virgen rebasando los veinte? Tú y Paul, estando encerrados...

Se calla cuando empiezo a parpadear, tengo los ojos totalmente abiertos.

—No me digas que tú eres... ¡Como el aceite de oliva! Extra virgen, miarma. La pena me inunda totalmente, asiento con lentitud. — ¡Ave María! Estás consagrada mi pequeña mariposa.

—Simplemente, la persona indicada no ha llegado.

—Te seré sincera. No sé si desmayarme o arrodillarme para elevarte una oración.

—No te burles, Hannah.

—Créeme que no me burlo de tí, es solo que no puedo salir de la sorpresa. No me lo creo, es tan, tan, tan no sé...

—Pero lo soy y ya, ahí muere. —No considero que este sea un asunto para conversar entre amigas, al menos en lo que refiere a mí, no. Me lleno de vergüenza de solo pensarlo. — ¿El chico va en serio? ¿Cuánto tiempo llevan?

—Un tiempito por ahí, pero no tanto. Se había ido, pero volvió y es como sé que la distancia en ocasiones funciona, todo depende de la forma en que lo manejes. Él es muy correcto, tan formal que... ¡Ay, no! —Se pone en pié como flecha, me sostiene de los hombros. Ha perdido el color en la cara  —Quiere formalizar, ¿Crees que esté pensando en matrimonio? Madre mía, si soy demasiado joven para morir.

—No seas exagerada, Hannah. Eres un melodrama completo. No creo que quiera atarse al matrimonio tan pronto, aunque, ¿Ha insinuado algo?

—Estuvo hablando de mi piedra favorita y la familia, ¡Mierda!

— ¿Aceptarías?

—Si, eso es lo peor, le respondería que sí. Y sin dudar, que saliendo de mí, es una total locura.

—Hannah, Hannah, Hannah. —Las dos acabamos riendo como posesas.

Esa noche pedimos servicio a la habitación, mientras nos desbordamos hablando sobre sus planes, en el caso de que de aquí a un mes se esté comprometiendo en matrimonio con alguien a quien sus padres no conocen. Ella jura que César conquistará al hombre de hielo, porque son idénticos, protectores pero románticos. Una llamada alegró mi corazón, cuando el nombre de Paul se desplegó en mi pantalla, entonces los tres conversamos, tras pasarlo a una vídeo llamada, hubo confesiones de hermano, ella en un ataque de sinceridad le ha dicho lo del chico más la "supuesta" boda, y al mostrarnos al chico, dije que era guapo, entonces el alemán melogruñón se molestó el doble. Y esa es la excusa perfecta para que la señorita viaje a Seattle sin problemas, aunque posiblemente toda la familia deba ir, ya que en esos días estará lista la casa.

***

Horas, días, semanas.
En que extraño todo, tanto que sería capaz de volver de no ser por el éxito de la gira y que me encanta hacer esto.
Desde el día de la escapada en Madrid, Braulio se comporta extraño conmigo, a veces habla mucho, otras se limita a decir solo lo necesario, busca lugar a mi lado, y después pone distancia. Nos llevamos bien, pero es todo, la confianza que había sentido antes,  desapareció, puede que le hayan llamado la atención por aquello y se resintió conmigo, en infinidad de veces le he pedido disculpas, pero el cántaro se llena hasta que rebalsa y el mío inundó una ciudad entera. Ahora yo, vivo con hambre todo el tiempo, ¿Cómo puede perder peso alguien que come a lo descosido? Ni idea, pero he bajado una cuantas libras en dos meses que no planeaba perder. Estoy más que feliz de poder vivir esto, nunca imaginé la magnitud que tendría la locura por un libro, cada vez que puedo convivir con mis lectores, lo disfruto como si fuese la primera vez. He estado trabajando en el segundo libro, he descubierto que para plasmar romance soy buenísima, mi madre dice que es la inspiración, puede que sea verdad, crecer rodeada de tanto amor y estar viviéndolo, es una gran ventaja.

Desde la habitación del hotel, lo que ya viene siendo una rutina diaria, me siento a escribir sobre la cama. París, es una hermosa ciudad, se respira el amor, las vistas de la ciudad son inmejorables, sobre todo cuando desde aquí, pues se puede disfrutar de la lindísima torre Eiffel. Es de noche, el día fue agobiante, añoraba estar de regreso en la cama. He podido darme una ducha con agua tibia, lavar mi cabello, disfrutar de la soledad y privacidad que esta da.

Mamá ha tomado como costumbre que cenemos en la privacidad de la habitación, juntas, ella necesita mucho cariño que yo estoy dispuesta a darle. Cómo toda señora refinada —Ese sarcasmo, Phoebe— Tira los zapatos a un lado y se siente sobre la cama con la piernas enrolladas, ya la veré yo de quejica al levantarse de ahí.

— ¿Y has hablado con Paul? —Pregunta cuando el primer bocado de su cena ya ha cruzado su garganta.

—No, asumo que está demasiado ocupado. Lo último que supe fue que iba a viajar a New York y California por negocios, no tocamos mucho el tema. Ah, y también está en eso de la casa que se encuentra en remodelación. —Pongo los ojos en blanco.

—Te ves tierna de celosa, Phoebe. Sé que Sylvia es bonita, pero no tanto como tú, has salido a tu madre, no hay competencia. —Dice burlona.

—Un poquito pretenciosa, ¿No cree señora Grey?

—Lo justo, solamente. —Reímos. Mi madre es una pasada.

—El otro día hablé con Theodore y para mí desgracia, su novia estaba ahí, tuve que saludarla por educación. —Ni siquiera requiere de palabras, una simple mirada y me siento reñida. —No me veas así, sabes que no la tolero.

—Cariño, es la novia de tu hermano, si él la quiere, trata de llevar la fiesta en paz con ella. No nos hemos rosado demasiado, pero Theodore es feliz con ella, y yo también, porque es mi hijo, y si él se siente bien, yo igual. Cómo contigo, te apoyo en lo que haces, más no apruebo que sea en secreto, pero aquí me tienes, hablándote del chico desaparecido. —Toma mi mano dejando su tenedor en el plato. —Prométeme que te portarás bien con ella, al menos que se vea sincero tu buen parecer, ya a solas lo que quieras, pero delante de la chica, eres la mejor cuñada del mundo, ¿Si? Lo más seguro es que al volver a casa nos reunamos todos, llévale un recuerdo.

— ¡Ay, mamá! —Gruño, con mala cara acepto. —Lo haré, pero solo por tí y Thed, por ella no. Seré un amor con ella, pese a que me suena un poco a hipocresía, por verlos felices a ustedes. —Sonríe, pero su sonrisa no la comparten sus ojos. —Mamá, ¿Extrañas estar en casa?

—Así me gusta, cariño. —Da un sorbo de agua. Duda resuelta, ha tenido que mojar su garganta para deshacer el nudo que tenía. —Claro que lo extraño, pero sobreviviré. Solo falta un mes más y regresamos, las cosas en la editorial marchan perfecto.

—Por lo mismo, falta solo un mes, puedes volver. Me portaré bien lo que resta del tiempo, madre, deberías regresar.

—No vuelvas con lo mismo, por favor. Sabes que no lo haré, tu padre ha pedido que te acompañe y lo haré hasta el último segundo que dure esta aventura. Viví veintiún años sin tu padre, un mes no es nada. —Mujer testaruda, pero luego yo soy la sagaz de la familia, ¡Menuda madre la mía! Sin más remedio, le doy un abrazo. —Oye, ¿Has conocido a la traductora que trabaja con tu hermano?

— ¿Clare? —Asiente y me hace un guiño. Ay, pillina, ya la descubrí, otra que quiere a la chica en la familia, pero su pose de madre comprensiva debe apoyar el noviazgo de su hijo. —Si, he llamado cuando estaban trabajando, pero mi hermano no pudo rechazarme. Andrea le llegó a buscar para la firma de no sé qué, y me ha tocado quedarme conversando con Clare como por dos minutos. Y siendo sincera, me parece mucho más amable que, ¿Cómo es que se llama esa mujer?

Caspilla.
Camilla.
Camille... ¡Camille!

—Camille.

—Eso pues. —Digo restándole importancia. —Grey Emerson, a que luce, ¿No? Sí ya me vi, sobrinos guapos asegurados.

Echa la cabeza hacia atrás para soltar una carcajada, me contagia, ya tenía tiempo sin verla sonreír de esa forma.

—Preciosa. —Dice en tono canturrón, se burla, ha escuchado a Paul llamarme así. —Deja la imaginación para tus historia. Es más, te tengo el título —redoble de tambores. Golpeteo la cama. —La Emerson que me enamoró. Mi hermana, ella y yo.

Enarco una ceja.

— ¿Narnia. La bruja, el león y el ropero?

—Justamente. Tengo serios traumas con la película por culpa de ustedes dos, la vieron tantas veces que soñaba con Aslam apareciendo en el vestidor. —Se ríe.

—Anda, quéjate. Tú nos ponías a ver a los expedientes X y nadie te decía nada, y mira que nos aburrimos hasta dormirnos en cada capítulo.

—Es diferente, yo soy su madre, es mi casa, entonces yo mando. Los ponía a ver mi serie, por...

—Porque podías, fin. —La interrumpo. Los señores Grey y su «Porque puedo» —Aprendimos a vivir con eso, pero créeme que ahora mismo preferiría soportar una junta completa con los aburridos socios de papá a volver a ver siquiera el intro de la serie.

—Vaya, y yo que pensaba pedirte que lo pusieras. —Niego.

—No, gracias.

Más tarde, luego de cenar, vuelvo a quedarme sola cuando mi madre se regresa a su habitación, entonces me decido a hacer lo que ya venía pensando. Mi padre en línea y yo marcando.

—Hola linda señorita. —Responde de inmediato. — ¿Qué tal París?

—Hola papá, todo es lindísimo, ya sé porque tú y mamá vienen aquí. —Suelto un suspiro. —Hablando de ella, me hace sentir mal verla triste, ¿Crees que puedan venir? Además, no quiero pasar mi cumpleaños sin mis chicos favoritos.

Al menos con dos de ellos, porque el otro definitivamente no se aparecerá por aquí.

— ¿Deseas que vayamos? —Alcanzo a escuchar la risa de Thed en el fondo.

—Si, yo sé que los megalómanos súper hombres de negocios tienen cosas que hacer, y que es mañana, pero tú, rey del control supremo del poder del mundo, ¿Podrías hacerlo?

—Concedido. —Susurra.

— ¿Qué? —Llaman a mi puerta, frunzo el ceño. —Dame un segundo papá, voy a abrir la puerta, no me cortes.

No recibo respuesta, pero escucho su respiración antes de que deje el móvil a un lado. Camino hacia la puerta, y al abrir, quiero llorar.

—Los odio —digo con sólo verlos, Sawyer sonríe. —Están aquí y me tenían sufriendo.

—Sorpresa, señorita Grey. —Abre sus brazos. —Creo que esa no es la forma de recibir a su padre. ¿Sabes la temperatura que hace? —Mira mis pies.

— ¡Agh! Desde luego que lo mandón no se le quita señor Grey.

Cuando voy a girarme, miro la cara de Theodore.

— ¿Qué demonios te pasó?

—Un leve accidente, ahora ve por tus pantuflas o lo que sea, quiero ver a mi madre.

—Con la cara así, desde luego que no. La ha estado pasando mal, entra Theodore Raymond, voy a solucionar tu situación.

Me pongo las pantuflas, los dos están adentro. Papá se sienta en la cama y observa el entorno, mira detenidamente los postes de la cama, pregunta si en todas las habitaciones son así, ¿Esa es una pregunta normal? Bate la cabeza y le queda una sonrisa lobuna.

—Papá. —Grito de la nada y me lanzo sobre él. —Un saludo cómo se debe, estoy feliz de que estés aquí.

—Ya me di cuenta. —Besa mi mejilla. — ¿Dónde está el baño aquí?

—La segunda puerta.

Se dirige hacia donde le he indicado en silencio. Giro y miro a Thed.

— ¿Qué te pasó en la cara? —No dice nada.  —Respóndeme. Y no me mientas, porque tonta no soy.

—Papá no quiere que lo sepan. —Susurra, demasiado bajo, me acerco más. —Pensábamos decir que tuve una pelea, pero no te mentiré, cuando estemos solos hablaremos. Haz lo que debas hacer, por favor.

Esto no me huele nada bien.
Busco mi caja de maquillaje y saco lo que necesito, un poco de base oscura, cubro todo con cuidado pero aún así le duele. Algo muy fuerte debió ocurrirle.

—Te quiero, Theodore. —Lo abrazo, la hermana llorona está aquí.

—También te quiero, pequeña pulga. —Limpia la única lágrima que se me escapó. —Continúa.

Miro hacia atrás y papá ya ha salido del baño. Sigo en lo que estaba, con la intriga matándome, ¿Qué demonios pasó? Doy el último vistazo comprobando que se ve natural.

En medio de dos torres, camino abrazada de ambos. La felicidad emana de mi, cuando estamos frente a su puerta, me suelto de ellos y doy dos golpes, papá saluda al hombre que día y noche vela por ella, es callado, aún más que Sawyer. Mamá no responde, insisto nuevamente. Esta vez escucho el pestillo destrabándose, aplaudo emocionada. Ellos se colocan uno a cada lado pegados a la pared, de tal forma que no se ven.

— ¿Phoebe? —Pregunta medio adormilada. — ¿Ocurre algo? ¿Qué haces aquí?

— ¿Yo? Quería pedirte un lugar en tu cama.

—Cielo, ¿Es en serio?¿Te sientes mal? Porque ya estás grandecita como para meterte en las sábanas de mamá. Vamos, pasa. —Niego con una gran sonrisa.

— ¿Quién dijo que era para mí? —Señalo a mi lado derecho.

Ella se asoma para ver. Una sonrisa se transforma en sus labios, ella sonríe tímida, ¿Quién diría?

— ¡Christian! —Tras un ligero beso, papá le señala hacia el otro lado. — ¡Theodore!

Ujú, qué bonito.
No tarda nada en abrazarlos, Thed cierra los ojos, creo que es el abrazo más doloroso en cuanto a lo físico se refiere, en su rostro puedo ver lo mal que lo pasa. Pese a que cuando le suelta sonríe.

—Thed, ¿Que es esto? —Toca cerca de su mejilla, ¡Mierda!

—Mamá. —La llamo, ella me mira. —Estaba ordenando mis cosas y me asustaron, entonces lo he llenado de maquillaje para que no lo ande haciendo.

—Ustedes y sus juegos. —Dice totalmente sonriente.

—Bueno, aquí se rompió un retrato y cada quien para su cuarto. —Interviene Thed haciéndose el gracioso. —Ustedes tendrán muchas cosas que hacer, tiempo por reponer y yo estoy cansado. Así que, buenas noches a todos, que duerman bien.

—Que maleducado eres, Theodore Raymond. —Le digo mofándome.

—Cariño, déjalo que tiene toda la razón. —Mamá se sonroja y tira de ella llevándola hacia él. —Que descansen bien, los dos. Lleva a Phoebe hasta su habitación.

—Por supuesto, papá.

—Buenas noches, mis niños. —Besa la mejilla de cada uno. —Mañana desayunamos juntos.

El hombre de la familia mete su maleta y sin palabras hace que ella entre.

—Buenas noches. —Decimos los dos al mismo tiempo antes de que la puerta se cierre.

Borro la sonrisa y me dirijo a él. Esta noche no ha terminado aún.

—Que duerman los que deban. Porque tú y yo vamos a hablar, Theodore Raymond Grey.



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