Tensión sexual

darkkuro tarafından

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Superboy y Robin (Jon y Damian), de 14 y 17 años, están encerrados en una cueva bajo una tormenta de nieve tr... Daha Fazla

Capítulo 1
Capítulo 2
CAPÍTULO 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo

Capítulo 4

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darkkuro tarafından


CAPÍTULO 4

Ese mismo día por la tarde Jon acababa de terminar todos los deberes que le habían puesto hoy, si fuera un día normal en el momento que acabó habría salido a la velocidad de la luz a salvar el día con su padre pero...

– Mamá – la llamó desde su cuarto – ya he terminado ¿puedo...

– NO – negó desde la planta de abajo y el joven suspiró fastidiado, prefería enfrentarse a una orda de robots asesinos hechos con kriptonita que desobedecer a su madre de pronto escuchó unos latidos muy reconocibles para él y se sonrojó. Cuando tocaron la puerta se asomó por la ventana y vio un coche que tenía pinta de ser caro frente a la entrada, otra prueba más de que estaba aquí

– Hola Damian

Jon al escucharle salió de su cuarto y se asomó por las escaleras para ver al nombrado en su puerta el cual llevaba puesto un traje gris oscuro y una camisa negra con los primeros botones desabrochados.

– Buenas tardes señora Kent ¿puedo pasar?

– Si vienes por Jon a por ese tipo de actividades te tengo que decir que está castigado sin super-salidas

– Descuide señora, todavía es muy temprano para mi – desde luego, Jon sabía que si fuera por trabajo habría esperado hasta la noche para colarse por su ventana vestido de Robin – solo vengo a hablar con él – sonrió de manera encandiladora a la mujer

– Entonces adelante – le dejó entrar – desde Gotham hasta aquí hay un gran trayecto ¿quieres algo de beber?

– Estoy bien – dijo esta vez mirando a Jon que no se había movido de su sitio

– Ya podrías decirle hola a tu invitado – suspiró la madre ante el empanamiento del ojiazul – estás en tu casa Damian

– Gracias señora – subió por las escaleras y al fin Jon reaccionó siguiéndole a su cuarto como si él fuera el invitado.

Cuando cerraron la puerta y los dos se vieron solos Jon intentó levantar la mirada a pesar de que estaba sonrojado

– Ho-hola – intentó sonreírle queriendo parecer natural pero precisamente no era un buen actor

– Hola. Tenemos que hablar – se sentó en la única silla del cuarto.

El moreno se sentó en la cama y le miró avergonzado

– Yo también creo que tenemos que hablar – suspiró.

Damian cruzó las piernas, apoyó un codo en el escritorio y puso el puño en la barbilla pensando en cómo decirle a Jon que debían de olvidarse de todo como bien le había recomendado Alfred, tenía razón, era una locura y Damian siempre había considerado que cualquier lazo afectivo con alguien era una pérdida de tiempo y una posible amenaza.

Por otra parte Jon puso las manos entre los muslos y movió el pie nervioso. Llevaba todo el día pensando en lo que le dijo su madre y a lo mejor es que podía estar sintiendo algo por él, tampoco es que pudiera afirmarlo puesto que nunca se había enamorado.

Se miraron el uno al otro sin saber cómo empezar con lo que habían pensado cada uno.

– Creo que... – dijeron los dos a la vez y se callaron en el acto – lo siento – volvieron a decir a la vez

– Habla tú primero – pidió Jon

– He estado pensando sobre ese asunto y creo que...

No pudo continuar cuando vio esos ojos azul celeste mirarle atento y con inocencia, se lamentó en el acto porque ahora le iba a costar más

– Yo también lo he estado pensando mucho – dijo el otro nervioso aunque aliviado por que hablaran del tema – creo que... n-no fue suficiente lo de ayer – dijo avergonzado y mirándole con una cara que le hizo dar un vuelvo al corazón de Damian – ¿podríamos volver a...

En el momento se calló puesto que el moreno se abalanzó sobre él y devoró sus labios. Jon tuvo que echar un brazo hacia atrás para apoyarse e intentar impulsarse para levantarse y estar a la altura pero Damian se sentó en su regazo sin dejar de besarle. No sabía cómo se podían sentir tan bien con solo un beso puesto que le hacía que se le nublara la mente y que centraran todos sus sentidos en esas sensaciones.

El más joven posó las manos sobre la cadera del otro que asomó la lengua para intensificar el beso; Jon accedió encantado dejando que explorara su lengua todo lo que quisiera. Cuando se separaron un momento para tomar aire Jon decidió probar a darle besos por el cuello como le hizo él la otra vez y notó que Damian exhaló y cerró los ojos complacido por esa agradable sensación pero pronto le agarró del pelo e hizo que volviera a sus labios que ya empezaban a sentirse familiarizados con esa actividad pero sus manos parecían que no estaban acostumbradas puesto que no paraban de moverse en un intento de estar más unidos.

Damian le mordisqueó el labio inferior en un travieso juego para provocarle y Jon solo acertó en acercarlo más hasta el punto de que perdió el equilibrio quedando de cintura para arriba tumbado pero el mayor no paró y siguió besándole como si no hubiera un mañana mientras que apoyaba las manos a los costados para no caer con todo el peso sobre él. El moreno pudo notar como el pecho de Robin subía y bajaba sobre él de una manera que le resultaba excitante.

Siempre se imaginó que Damian sería pesado por los músculos que tenía pero el tenerlo ahí sobre él le hacía darse cuenta de que no pesaba casi nada, era eso o por su superfuerza pero ahora no le importaba ese detalle. Subió suavemente sus manos desde las caderas hasta el cuello y lo rodeó en un abrazo sofocante

– Afloja un poco – pidió enfadado por la fuerza que estaba aplicando

– L-lo siento – deshizo su abrazo preocupado – ¿estás...

Al instante fue callado por los labios de Robin. De pronto se separaron y cada uno volvió a sentarse donde estaban cuando tocaron a la puerta

– ¿S-sí? – preguntó Jon con la voz temblorosa y muy rojo

– Hola chicos, os he traído la merienda – sonrió Lois con una bandeja que llevaba dos trozos de tarta de manzana

– Gracias señora pero yo ya me iba – se arregló el cuello de la camisa Damian que estaba movida

– ¿Tan pronto? – se entristeció – al menos déjame que te envuelva tu parte para el camino

– No se moleste – se levantó elegantemente

– Muy bien, saluda a tu padre de mi parte

– Lo haré – se despidió sin ni siquiera mirar a Jon que estaba bastante confundido tanto por su breve visita y un poco enfadado con su madre por haberles interrumpido.

– Que pronto se ha ido – comentó la madre cuando escuchó la puerta principal cerrarse – ¿qué te ha dicho? – preguntó al joven que todavía miraba la puerta – Jon

– ¿Eh? – despertó al fin

– Que qué te ha dicho

– No, nada importante – negó con una extraña sensación en el pecho por como le ignoró.

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Damian estaba conduciendo a toda velocidad aquel carísimo coche deportivo con la intención de que el viento se llevara el recuerdo de su gran error. No se lo explicaba, se suponía que había ido allí para terminar de una vez y para disculparse con Jon de cualquier problema que le ocasionó pero en vez de eso se le abalanzó como una pantera a devorar sus labios en cuanto le miró a los ojos y escuchó esa proposición. No se lo podía perdonar; él siempre había mantenido a raya sus más bajos instintos y ahora afloraban con facilidad cuando estaba delante de Jon, era como si aquel primer beso hubiera liberado algo en su interior y no le gustaba. Debía mantener la mente fría como siempre y decirle a Jon que debían dejar toda esa pantomima.

Al llegar a casa y dejar el coche en el enorme garaje de la mansión vio a Alfred que lo estaba esperando para recibirlo como siempre hacía con todos los miembros de la familia

– Buenas tardes joven amo, ¿qué tal su salida?

– No quiero hablar – respondió de mal humor dando un portazo al coche

– Deberías tener más cuidado, si le haces aunque solo sea un arañazo Bruce te matará – sonrió Dick que lo más probable es que acabara de llegar puesto que llevaba el uniforme de policía

– Déjame – repuso enfadado saliendo de allí apartando a los presentes de su camino dejándolos sorprendidos, sabían del mal humor permanente en el joven Wayne pero en ese momento se le veía mucho más enfadado de lo normal

– Si buscas a Bruce está en la Batcueva – informó Dick ignorando su mal humor, se notaba que era el más paciente

– Me da igual – siguió andando sin ni siquiera molestarse en mirarle. Los dos adultos se miraron el uno al otro

– ¿Sabes qué le pasa?

– Ni idea amo Richard

Durante el recorrido desde el garaje hasta el gimnasio donde pensaba entrenar hasta decir basta vibró su móvil y sonó el tono del whatsapp varias veces. Damian miró quien podía ser y chasqueó la lengua cuando vio quien era

Jon

Hola ¿va todo bien?

Siento que mi madre nos haya interrumpido cuando... eso...

¿Estás libre mañana?

Esos mensajes solo le enfadaban más de lo que ya estaba pero no le respondió, solo lo dejó en visto y apagó el móvil para no volver a leer ningún mensaje por ahora. Empezó a ejercitarse y a practicar con el maniquí de entrenamiento el cual ya estaba bastante gastado por las brutales palizas que sufría todos los días. Sus puños y piernas se movían rápidos y con fuerza, sabía dónde y cuándo pegar, desde pequeño ya le habían preparado para eso y mucho más. Recordaba los muchos entrenamientos que tuvo cuando sólo era un niño y sobretodo de los duros entrenamientos con su madre y de todos los consejos que le daba. De pronto recordó uno que le dio hace muchos años

FLASHBACK

Estaban en una de las muchas sedes de la Liga de los Asesinos escondida entre las montañas de un páramo alejado de toda civilización. Damian de solo tres años entró en silencio en el cuarto de su madre que miraba melancólica la luna desde el balcón aunque muy pocas veces la había visto sonreír. Vio que tenía entre sus manos una especie de capa negra y una máscara con unas orejas puntiagudas peculiares, ella miró la prenda triste y la estrechó entre sus brazos como si fuera el mayor de sus tesoros, aspiró su aroma y hundió el rostro soltando un sollozo y diciendo un nombre que no logró entender Damian. Fue entonces cuando se acercó a ella con cautela ya que siempre que tenía oportunidad era atacado para que se acostumbrara a estar siempre en tensión y le tiró un poco del pantalón de cuero para llamar su atención comprobando que estaba llorando; ella se apartó las lágrimas enseguida, no podía permitir que nadie viera así a esa guerrera tan temible y respetada en la Liga de Asesinos

Madre ¿qué ocurre? – preguntó preocupado por ella

Damian hijo mio, te daré un consejo que espero que nunca olvides – recuperó la compostura y volvió con esa expresión tan grave en su rostro tirando y pisoteando como si fuera algo asqueroso aquella tela con la que con tanta delicadeza había tomado – nunca te enamores, solo te volverá débil – dijo con el mayor de los odios guiándole al interior de su cuarto y dejando la oscura capa en el suelo.

FIN DEL FLASHBACK

Era un recuerdo que jamás olvidaría, sabía que su madre había sufrido mucho y que aunque siempre se mostrara dura e impasiva ante todo en el fondo estaba rota cuando su padre la dejó y en más de una ocasión la había visto llorar a solas pronunciando su nombre. Siempre había sentido pena por su madre. Por eso durante algunos años sintió rencor por su padre y hasta tenía deseos de matarlo por haberla hecho sufrir así pero fue algo que ya superó y ahora solo podía sentir respeto y agradecimiento por él.

"Nunca te enamores"

Volvieron esas palabras a su mente y la imagen de los ojos verdes de su madre con lágrimas mirándolo con tristeza. Ella tenía razón, era mejor no sentir nada por nadie o sino acabaría como ella o mucho peor, poniendo en peligro a esa persona.

De pronto sintió una presencia en el cuarto y lanzó una de las espadas de madera que tenía en las manos a la dirección donde sentía la presencia la cual esquivó el arma y salió de su escondite

– ¿Qué haces aquí solo? – preguntó Bruce que había dejado su trabajo en cuanto le contaron la extraña actitud de su hijo

– Entrenando ¿o también estoy castigado sin entrenar? – preguntó enfadado aunque su padre notaba que ese sentimiento no era por él

– ¿Dónde has estado?

– Por ahí – respondió de mal humor, precisamente ahora que no quería hablar con nadie ¿acaso no entendían eso?

– ¿Va todo bien? – se acercó

– Si lo que quieres preguntar es si me he vuelto a meter en los servidores de la Liga de la Justicia la respuesta es no – siguió con su entrenamiento dándole una patada tan fuerte al maniquí que le dejó sin cabeza.

Bruce le observó. Esa manera de pelear tan agresiva solo le confirmaba que había algo mal en él. Cogió la espada de madera que le lanzó y se la tiró estando él de espaldas pero sin problemas la agarró al vuelo y lo miró desafiante. Sin decir más los dos se pusieron a pelear.

Damian empezó haciendo ataques rápidos y agresivos mientras que Bruce los esquivaba con ese semblante tan serio que desprendía cuando hacía de Batman. El joven le quiso dar una patada giratoria en la cabeza pero Bruce lo agarró sin problemas y le dio un puñetazo en el estómago que lo lanzó lejos pero al momento Damian se recuperó y se levantó para atacarle de nuevo.

Podía apreciar la ira de su hijo pero no entendía el por qué, se llegó a preguntar si estaba así por no dejarle salir a patrullar puesto que sabía lo importante que era para Damian salir e ir a por los criminales, era una manera de mitigar ese instinto asesino que le influyeron desde pequeño y que tanto le costaba a su padre refrenar pero no veía en sus ojos ese brillo de asesino, era otro muy distinto. Por su modo de moverse y por su expresión corporal vio que se sentía frustrado y ¿con miedo? Eso último era muy raro en él. El mejor detective del mundo no entendía ese comportamiento y eso le molestaba bastante, odiaba no saberlo todo.

Con un último movimiento Batman agarró a Robin y lo inmovilizó aunque debía de admitir que le costó hacerle ese movimiento. Cuando dio la pelea por acabada lo soltó y dejó que respirara el chico que se quedó de rodillas en el suelo y lo miraba enfadado por haber perdido como siempre hacía cuando peleaban

– Tienes cinco minutos para ponerte el uniforme y subir al batmobil – le dio la espalda para volver a su querida cueva.

De alguna manera eso hizo que sonriera levemente el chico, al fin podría tener algo de acción y olvidarse de sus problemas a base de pegar a los malos.

En cuestión de segundos se puso el uniforme y de un salto entró en aquel coche negro que era la pesadilla para cualquier delincuente. Bruce también estaba vestido con su uniforme y entró a diferencia del chico más calmado

– Me alegro que te hayas dado cuenta de que soy mejor ayudante y me hayas levantado el castigo

– No te equivoques, todavía sigues castigado

– Pero no has negado que Grayson y Drake son inferiores a mi – sonrió de lado viendo como Batman le miraba mal y arrancaba violentamente el coche.

Durante el trayecto Robin se acomodó poniendo los pies en lo alto del coche mirando al frente serio

– Padre respondeme a una cosa

– ¿Qué quieres? – preguntó con esa voz tenebrosa que ponía siempre que se ponía la máscara

– ¿Tú amaste a mi madre? – preguntó serio y mirándolo decidido. Batman solo acertó en abrir los ojos por un segundo solo para poner ese semblante serio que siempre ponía

– No sé si podría decir que llegué a amarla pero sentí algo especial por ella durante el tiempo que estuvimos aunque ya sabes porque nuestros caminos se separaron

– ¿No pensaste nunca en volver a buscarla?

– A veces pero ella no cambiaría de bando

– Ni tú por lo visto – dijo enfadado por esos recuerdos de su madre – ¿ni siquiera te preguntaste cómo estaría?

– Todos los días – afirmó seguro de sí mismo – ¿por qué preguntas sobre ella?

– ¿No puedo preguntar por mi madre? – preguntó serio dando por zanjada la conversación e insatisfecho por las respuestas, solo le demostraban que el mayor error que podía cometer era enamorarse.

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Jon estaba todavía sentado en la cama mirando por su ventana a ningún lado en particular, solo le daba vueltas a lo que acababa de ocurrir con Damian y que este no le había respondido, solo le había dejado en visto y eso le preocupaba. No entendía por qué había venido a su casa así como así, le había plantado ese beso y se fue como vino. Si no hubiera entrado su madre... No podía dejar de pensar en aquel beso y en todas las sensaciones que le provocaba pero todavía no estaba seguro de qué sentía ni de cómo saberlo, tampoco quería preguntárselo a sus padres por como reaccionó su madre ante esas preguntas y sabía lo lista que era, no quería que descubriera lo que en verdad le estaba pasando y menos su padre.

– Hola campeón ¿cómo que no has venido a recibirme? – sonrió su padre que acababa de llegar a casa y que ya iba vestido de civil algo extrañado de que el del pelo alborotado no lo recibiera con un gran abrazo como siempre hacía

– ¿Eh? – preguntó volviendo al fin a la realidad y mirando a los ojos azules que había heredado – hola papá, bienvenido

– ¿Cómo te ha ido el día? – le revolvió el pelo

– Algo aburrido la verdad

– Sí... sobre eso ya he hablado con tu madre y creo que podría convencerla para que deje que vuelvas a tus "otras" actividades – le sonrió pero cuando no vio la reacción que esperaba se preocupó un poco – ¿qué pasa? ¿No te alegra?

– Sí sí, me alegra mucho – afirmó con la cabeza en otra parte

– Y ¿a qué viene esa cara tan larga? ¿ha pasado algo con el matón del cole?

– Yo ya no estoy en el cole papá – hizo un puchero – voy al instituto

– Sí perdona – se rió por su reacción, al fin volvía a la normalidad – tu madre ha dicho que ha venido de visita Damian ¿qué te ha dicho?

En cuanto el mayor dijo ese nombre Jon volvió a estar desanimado aunque esta vez no lo exteriorizó para no preocupar a su padre

– No sería para proponerte una misión a escondidas ¿no?

– No, no te preocupes por eso solo hablamos de ese ejercicio para la clase de ciencias – se inventó

– Ya veo – dijo llevándose una mano a la nuca empezando a sentirse incómodo por lo que quería hablar – oye, tu madre ya me ha dicho sobre... ujum... tu pregunta por lo de la clase de literatura – se sentó a su lado viendo como el niño se sorprendía y empezaba a sonrojarse – ¿quieres que hablemos sobre eso?

– N-no es lo que te piensas papá, no hace falta que...

– No te tienes que avergonzar – pidió a pesar de que él se sentía tan incómodo como el chico – estás creciendo y es normal que empieces a fijarte en las chicas, yo te podría dar algunos consejos

– No me gusta nadie... creo... – repitió sin querer lo mismo que le dijo a su madre – todo está bien no te preocupes

- ¿En serio? Sabes que me puedes contar lo que quieras. Todo lo que me cuentes quedará entre nosotros, promesa de hombre – le sonrió

– V-vale *Aunque luego se lo dirás a mamá en cuanto te lo cuente* pensó todavía sonrojado

– Chicos – interrumpió Lois como si no hubiera estado escondida tras el cuarto todo ese tiempo ¿acaso se le olvidaba su madre lo de su superoído y su visión de rayos x? – la cena ya está lista, no os demoréis que hoy toca pasta tal y como a ti te gusta Jon – les guiñó un ojo con una gran sonrisa y los dos se levantaron para cenar aunque la verdad es que Jon no tenía apetito en ese momento.

Continuará...

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