Ran
Los Pasos resonaban por todo el amplio pasillo del castillo que se dirigía hacia el salón del trono, los guardias al verlo, sin dudarlo abrieron las puertas y se pusieron firmes.
Al entrar, vio a la reina que caminaba lentamente de extremo a extremo del salón cual león enjaulado.
- Ya está todo listo, partiré luego de salir de aquí. –Se detuvo al oírle y lo miró fijamente.
- Hay un nuevo encargo... -Él se quedó de piedra por el tono de su voz.- Quiero que la asesines. –Soltó sin titubear.
- ¿Asesinar? ¿No es un poco precipitado? –Dijo él con voz temblorosa y notorio nerviosismo.- Ese no era tu encargo, solo me habías pedido rastrearla y recuperar la gema para ti.
- ¡PUES CAMBIÉ DE OPINIÓN! –Su voz resonó en todo el salón, haciendo el candelabro temblar. Emprendió su caminata nuevamente con la mirada más oscura y siniestra que él había visto jamás.- Ella es un amenaza para todos y cada uno de mis planes. Tiene más poderes bajo esa capa y si aprende a usarlos... puede significar mi fin... y no quieres que eso pase, ¿Verdad, querido? –Él negó levemente mirando al suelo- Entonces ¡MATALA! Recupera la gema y tráeme también su corazón... claro, como prueba de tú lealtad. –Dijo caminando sin mirarle. Él palideció completamente, casi a punto de llorar. Jamás había asesinado y ahora tendría que hacerlo. Respiró hondo y la miró.
- ¿Esto es por sus misteriosos poderes? O acaso, ¿Sólo por quien fue su madre? –Volvió a detenerse de repente, el aire en el salón podía cortarse con una daga, Ran volteó lentamente hasta mirarlo, aterrado por su mirada, bajó la cabeza, hizo una reverencia y salió despavorido del salón del trono. Las cosas para Noa irían ahora de mal en peor.